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22 de Diciembre de 2021

Diego Ibáñez, diputado Convergencia Social: “Las movilizaciones por el Apruebo deben tener una expresión en el gabinete del futuro gobierno”

Diego Ibáñez Agencia Uno

El legislador, militante del partido del Presidente electo, sugiere algunos criterios en la conformación del gabinete del próximo gobierno, donde enfatiza en la presencia del mundo social en el Ejecutivo. “Lo principal es que el calorcito de la movilización que provocó la candidatura de Gabriel Boric se mantenga en la sociedad”, sostiene.

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A días del holgado triunfo de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales, uno de los dilemas que asoma con mayor urgencia es ¿Con quiénes gobernará?

Así, mientras esta incógnita se mantiene en el área de definiciones, existe una tensión palpable entre la coalición del presidente electo, Apruebo Dignidad, y los partidos de la ex Concertación que respaldaron su candidatura en la segunda vuelta, la cual se refleja en si estos colectivos integrarán o no el futuro gobierno y bajo qué fórmula podrían hacerlo.

En ese contexto, el diputado reelecto de Convergencia Social, Diego Ibáñez, es de la idea que, institucionalmente, no hay que implementar vetos a ningún partido, pero agrega que también debe haber espacio para que el nuevo centro político tenga una expresión en el futuro gabinete. ¿Cuál es ese centro político? Contrario a la interpretación tradicional de la política, este espacio no es necesariamente la Democracia Cristiana -por ejemplo-, sino que el movimiento social que impulsó el triunfo de Gabriel Boric en los comicios presidenciales. “No podemos interpretar el centro político con los lentes de los noventa”, advierte el parlamentario.

No creo en una estrategia en la que tú mantengas un pie en la calle y otro en el gobierno”, agrega el diputado en esta entrevista, en la que ahonda en los futuros desafíos legislativos que enfrentará Gabriel Boric, quien no tendrá mayoría en el Congreso, lo cual se preveé que dificultará la tramitación de sus reformas estructurales.

Tras la elección uno de los dilemas fundamentales es ver con quienes se gobierna. En esa línea, ¿Deberían estar incluidos en ese esquema los partidos de la ex Concertación en el gobierno de Gabriel Boric?

-Necesitamos un gabinete que simbolice la heterogeneidad de identidades que respaldaron a Gabriel, tanto a los que ya han sido gobierno, aprendiendo de sus errores y de sus aciertos, y también a los nuevos actores que revolucionaron el tablero. Tenemos que ir más allá del Frente Amplio, de Apruebo Dignidad, y si se incorporan actores de la ex Nueva Mayoría, será algo que comunicará Gabriel en su momento.

¿En qué partidos o sectores está pensando?

-Tenemos similitudes con el tronco socialista en Chile, que es histórico; un partido que en los territorios ha ido empujando junto a los nuevos actores transformaciones sociales. Eso es un enlace natural ideológico de territorio. Con el resto de los partidos tendremos un diálogo abierto y franco para también ir construyendo las mayorías dentro del Congreso, que es fundamental para llevar adelante las reformas políticas y económicas que requerimos para avanzar en justicia social.

¿Incluyendo al PPD, por ejemplo?

-Aquí no se puede vetar a nadie y será una decisión que el propio Gabriel comunique en su momento.

¿Advierte el riesgo de desdibujar la identidad de Apruebo Dignidad con la incorporación de partidos ajenos a la coalición, como los que integraron la ex Concertación, por ejemplo?

-Hay un desafío, más allá de las identidades particulares, que es construir un Chile donde quepan todos y todas. Y allí hay una reflexión que tenemos que dar las fuerzas progresistas que es cómo interpretamos el centro político. Esa pregunta está en el centro de la gobernabilidad y todas las derivadas que dependen de ella. No podemos interpretar el centro político con los lentes de los noventa; hoy despertó una fuerza de jóvenes, mujeres y movimientos socioambientales que son el corazón de ese millón extra de votos que se pudo movilizar en las urnas. Ahí hay una fuerza vital que debe ser correspondida también en el diseño de gobierno, que irradia y contagia a otros sectores y que modifica el cuadro político, haciendo que todas estas categorías de análisis clásicas de la Transición queden obsoletas. 

Hoy ese centro son los de abajo, son las movilizaciones por el Apruebo. Hay que visibilizar aquello y también deben tener una expresión en el gabinete del futuro gobierno. Son una especie de flujo contradictorio y virtuoso a la vez que, para una parte de la élite, seguirá siendo invisible.

¿De qué forma esas expresiones conformarían el llamado “centro político?

-Porque dicen que para lograr gobernabilidad en Chile necesitas abrirte al centro político, y ese centro político es el que está siendo mirado con los lentes de los noventa. Hoy los resultados electorales sugieren que hay un actor que ha sido invisibilizado, pero que irrumpió de igual manera con fuerza, juventud e impronta que movilizó hasta el punto de que Gabriel Boric logró una votación histórica en la Historia de la República. 

Leer correctamente ese flujo vital es fundamental para sostener la legitimidad de un gobierno que viene a hacer cambios con certidumbre, con gradualidades, pero con una fuerza que lo respalde y que es su capital inicial que debe mantener por los próximos cuatro años.

Considerando esas nuevas fuerzas políticas: ¿Cómo entraría en disputa la hegemonía dentro del gobierno?

-La hegemonía no se gana por quien tiene la bancada más grande. Hoy la eficacia de la acción política está mediada por una diversidad de factores. Incluso los más pequeños hoy pueden correr el eje del debate si tocamos las teclas correctas, y los más grandes pueden quedar neutralizados por el eje cultural de la sociedad chilena. Entonces, lo interesante va a ser cómo leemos ese malestar que todavía existe en Chile y cómo le damos una respuesta material y simbólica a la vez; si vamos garantizando esas alianzas que produzcan una gobernabilidad en el largo plazo en el seno de una sociedad que es muy plural y diversa como la chilena.

Usted dice que la hegemonía no la tiene quien tiene la bancada más grande, pero hay que conseguir los votos en el Congreso para sacar las reformas estructurales… 

-A lo que voy es que hay que construir esas mayorías y que no necesariamente esa mayoría es una sumatoria de diputados y diputadas sin un relato, un horizonte que vaya construyendo esa mayoría también cultural en la sociedad, porque hoy día la bancada más grande en el Congreso la tiene la derecha, no la tiene la oposición. 

Hay sucesos que han ocurrido en los últimos dos años donde, pese a que la derecha tiene la bancada más grande, se ha quebrado la hegemonía de ellos en el Congreso porque hemos sido audaces en instalar temáticas que son sentidas por la ciudadanía. Porque hoy la política no opera como una línea de transmisión directa entre el gran empresariado y el Congreso. Hay que cortar ese hilo y crear esas instancias de diálogo de hacer avanzar ciertos horizontes dentro del Congreso, incluso con los que no piensan igual a ti. Es fundamental tocar la tecla correcta para que se produzca ese quiebre dentro de la bancada más grande, que es la derecha, y nosotros poder cohesionar en función de un proyecto de sociedad que queremos que le haga sentido a la sociedad, a la gente y al Congreso.

¿Ampliarse a la centro izquierda para hacerle el contrapeso a la derecha?

-Naturalmente, hay que conversar con todos y todas para poder convencer de este horizonte de sociedad que le haga sentido a las mayorías. 

¿Cuáles deberían ser las primeras medidas del próximo gobierno?

-Yo creo que los principales dolores del pueblo chileno y él lo ha planteado. Hoy tenemos la mayor tasa de suicidios en las personas mayores por tener unas pensiones de miseria, tenemos listas de espera donde la gente muere esperando una cirugía o incluso una consulta. Hoy tenemos chicos y chicas que han muerto porque el Estado no se hace cargo de su protección en sus primeros años de vida. Esos son los dolores que hoy debemos atender de manera urgente. 

Es un imperativo moral crear programas que no hagan al Estado llegar tarde y poder ir recomponiendo esas frustraciones, ese malestar social que se produce producto de la fragmentación y de la desigualdad neoliberal. Ello debe encontrar un consenso dentro del Congreso y por eso es importante dar esta disputa cultural por la hegemonía del programa, del horizonte de sociedad, para sumar a todas y todos quienes quieran el bienestar del pueblo chileno.

Tomando en cuenta la composición del Congreso, donde el Presidente no contará con mayoría:  ¿Hay piso para que la hegemonía de ese programa pueda implementarse como tal?

-Dudo que alguien rechace una Pensión Básica Universal de 250 mil pesos, dudo que alguien rechace que se aumente el presupuesto de los programas de protección a la niñez y dudo que alguien rechace bajar el gasto de bolsillo a los adultos mayores. Hay que ser inteligentes y audaces en cómo presentamos esto para que no sean victorias personales, sino que sean victorias de la sociedad, donde todas y todos se sientan parte de ir construyendo este Chile del buen vivir.

Pero hay algunas propuestas emblemáticas del proyecto de Boric, como el fin de las AFP, para las que podría costar más conseguir los votos…

-Esa es una batalla crucial, estructural, que en parte va a discutir la Convención Constitucional. Hay que respetar su autonomía y tratar de que esos principios se puedan cristalizar en legislación infra constitucional de aquí a cuatro años. Ahora, no puede esperar hoy una persona mayor en poder recibir una pensión con suficiencia, que es lo que nosotros hemos ido planteando con esta Pensión Básica Universal de 250 mil pesos: ahí nadie se podría oponer. 

Y respecto a la existencia o no de las AFP, eso efectivamente requiere algunas normativas de quórum calificado donde tendremos que dar el debate abierto y proponer avances sustantivos en materias de pensiones, para así convencer al resto de que podemos crear un sistema de seguridad social y no uno de capitalización individual. Está difícil la tarea, pero creo que es posible.

Sin embargo, esas dificultades relacionadas con la aprobación de las reformas estructurales, podría provocar un choque con el Congreso. ¿Podría esto, a su vez, provocar malestar social? 

-Mira, mientras exista neoliberalismo, va a existir malestar social y el rol de un gobierno es descomprimir con triunfos concretos para la gente, ese va a ser el objetivo. La estrategia para lograrlo está por construirse, todavía hay mucho diálogo que no se ha dado con las bancadas parlamentarias, porque el cuadro está muy en caliente todavía, y lo principal es que el calorcito de la movilización que provocó la candidatura de Gabriel Boric se mantenga en la sociedad. Ahí está la clave para correr también los ejes culturales del debate y poder ir determinando los cuadros políticos.

Esto no solamente se trata de disputas por votos en el Congreso, sino también de ir construyendo escenarios mucho más amplios que la política formal, porque la política es mucho más que lo que pasa en los pasillos del Congreso.

En ese caso ¿No existirá una tensión en mantener la calle y también conducir la institucionalidad?

-Hay una concepción de la política que a mi juicio es muy dogmática y tradicionalista, que es entenderla como una bifurcación entre el cargo con corbata, y la dirigencia y las prácticas sociales. Yo no creo en una estrategia en la que tú mantengas un pie en la calle y otro en el gobierno. La estrategia es única y es construir los lazos sociales acompañados por un Estado que cobije las iniciativas populares y le dé sostén a esa sociedad civil que está ansiosa de cambios y que muchas veces sabe más que quienes ocupan cargos públicos pagados por todas y todos los chilenos.

Sobre las primeras señales que se han dado sobre el futuro gobierno ¿Cuál es su opinión respecto a los dichos de Giorgio Jackson, quien afirmó que en el minuto en que Boric asuma se retirarán las querellas por la Ley de Seguridad del Estado, y los posteriores matices de Boric, que dijo que se revisará “caso a caso”?

-En el Congreso hay un proyecto de acuerdo que se aprobó donde sugerimos crear una comisión entre la Corte Suprema, el Ministerio Público, el INDH, la Defensoría de la Niñez y la sociedad civil para generar un indulto en los casos injustificados de prisiones preventivas e ir avanzando en verdad, reparación y en justicia. Creo que esa es la fórmula y es también lo que ha planteado Gabriel Boric.

A fines de Enero Convergencia Social tiene elecciones internas. ¿Qué rol debe jugar la colectividad en el futuro, considerando que es el partido del Presidente electo?

-Primero que todo, debe enraizar su proyecto político en los territorio. Y antes de definir cualquier nombre para la presidencia, debe preguntarse cuál es el partido que se necesita para el nuevo ciclo político. Somos el partido del presidente y en ello son fundamentales liderazgos que construyan descentralizadamente y relevando en la práctica nuestra matriz ecologista y feminista. Desde ahí podemos ir avanzando en otras materias como la nueva directiva.

¿Postulará a la presidencia del partido?

-Esa es una definición colectiva que no hemos tomado. Uno no se autodesigna, uno tiene que construir hacia los demás.

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