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Opinión

27 de Abril de 2022

Política pública mal comunicada… ¿Mala política pública?

La imagen muestra a Sebastián Vielmas frente a un diseño de comunicaciones

Una política pública mal comunicada, en definitiva es una mala política pública, porque la comunicación es parte integrante del proceso de las políticas.

Sebastián Vielmas
Sebastián Vielmas
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Es todo un cliché escuchar que una política pública es mal recibida por la opinión pública porque fue “mal comunicada”. Esto ha sucedido durante gobiernos de signo ideológico diverso, y es una mala comprensión del rol de las comunicaciones en el proceso de las políticas públicas, en particular, y de la política en general.

Se puede encontrar un ejemplo reciente en el contexto del alza del precio del transporte público que precedió al “estallido social” de 2019. Hacia principios de octubre, al mismo tiempo que se anunciaba el alza de 30 pesos, el Ministro Fontaine declaró: “Alguien que sale más temprano y toma el Metro a las 7:00 de la mañana tiene la posibilidad de una tarifa más baja que la de hoy. Ahí se ha abierto un espacio para que quien madrugue pueda ser ayudado a través de una tarifa más baja. Cuando los costos suben, no hay muchas opciones”, refiriéndose así a una simultánea baja del costo del pasaje de Metro entre las 6 y las 7 de la mañana.

Un par de semanas después, una vez que el estallido “encendió”, Fontaine declaró que  “esas palabras de ninguna manera reflejan lo que quise decir”. En realidad, las palabras utilizadas no eran el problema. El problema era una política pública que omitía el hecho de que muchas de las personas más afectadas por las alzas ya madrugaba, por vivir lejos de su trabajo, y que por lo tanto, el mensaje resultaba  insultante para ellas. Por esta razón, esta frase se encuentra entre una colección de mensajes de la administración Piñera que fueron percibidos como lejanos a la realidad concreta de gran parte del país.

En este caso, el rechazo ciudadano al alza del pasaje, cataliza el “encendido” del movimiento social más importante del país de los últimos 40 años. ¿Habría cambiado el panorama si hubiese dicho palabras que reflejaran lo que buscaba decir(aunque todavía no sabemos exactamente qué era)? Probablemente no, porque la política pública carecía de la más mínima aceptabilidad social.

Es todo un cliché escuchar que una política pública es mal recibida por la opinión pública porque fue “mal comunicada”. Esto ha sucedido durante gobiernos de signo ideológico diverso, y es una mala comprensión del rol de las comunicaciones en el proceso de las políticas públicas, en particular, y de la política en general.

Otro ejemplo memorable fueron las declaraciones del Ministro Nicolás Eyzaguirre al calor del debate sobre las reformas a la admisión escolar en el segundo gobierno de Bachelet, en 2014: “Lo que tenemos actualmente es, en una cancha enlozada, un competidor corriendo con patines de alta velocidad y otro descalzo; el descalzo es la educación pública. Entonces me dicen: ‘¿Por qué no entrenas más y le das más comida al que va descalzo?’… Primero tengo que bajar al otro de los patines”.

Los dichos de Eyzaguirre conducen a varias semanas en que políticos, columnistas y periodistas, de diferentes signo ideológico, comentan acerca de los patines de manera más o menos lógica. Diputados de la UDI, incluso regalaron un par de patines al ministro. Tanto el  movimiento “Así no la quiero”, opositor a la reforma educacional y defensor de la selección escolar,  como el entonces diputado Bellolio, utilizan el eslogan “Eyzaguirre nos quiere bajar de los patines y nivelar para abajo!”.

Finalmente, el ministro Eyzaguirre retrocede diciendo “no puede ser peor la metáfora, como me di cuenta después. Yo tengo una mente sistémica y complicada. Me suele ocurrir que elijo ejemplos demasiado elaborados para ser fácilmente digeribles”. Eso sí, a diferencia del caso anterior, el Ministro Eyzaguirre logró finalmente la aprobación y promulgación de la ley en 2015, antes de cambiar de ministerio.

El balance relativamente positivo del Sistema de Admisión Escolar, que sobrevivió a un cambio hacia un gobierno contraria a esa política en 2018, contrasta con el caso del alza del pasaje. La rebaja del Metro “para madrugadores”, fue, por el contrario, el catalizador para el estallido social. Sin embargo, más allá del desigual desarrollo de ambas políticas públicas, en ambos casos los mensajes de los ministros debilitaron las posibilidades de éxito de esas políticas y abrieron flancos para los ataques de sus opositores.

Teniendo en cuenta la agitada agenda política que se viene, con la progresiva instalación del nuevo gobierno de Gabriel Boric y el plebiscito constitucional, ¿qué enseñanzas podrían sacar ellos  de estos dos casos para hacer mejor las cosas?

La primera, es que una política pública mal comunicada, en definitiva es una mala política pública, porque la comunicación es parte integrante del proceso de las políticas. La estrategia comunicacional no es algo que se pueda improvisar al final del proceso, ni tampoco es algo secundario. Si no se tiene una estrategia comunicacional propia, se deja en mano de los adversarios el  llenar ese vacío en sus propios términos.

La segunda, es que cuando una política pública, en su base, carece de aceptabilidad social para la población, como el alza de los 30 pesos y “la rebaja para madrugadores”, no hay mucho que vaya a cambiar con una “buena comunicación”, ni consultores o consultoras que puedan hacer milagros.

Más allá del desigual desarrollo de ambas políticas públicas, en ambos casos los mensajes de los ministros debilitaron las posibilidades de éxito de esas políticas y abrieron flancos para los ataques de sus opositores.

La tercera, es que las personas que ejercen vocerías sectoriales, como las y los ministros, deben evitar las ocurrencias, las metáforas y expresiones ingeniosas, y ser en cambio muy claros en cuáles son los mensajes claves que buscan transmitir. Esto significa prepararse con anticipación, trabajar en equipo los mensajes y confiar en la expertise de los equipos de comunicación.

Y finalmente, que los mensajes deben proponer y amplificar encuadres con los cuales el gobierno se sienta cómodo, y evitar los que lo desfavorecen. Por ejemplo, en vez de “quitar patines”, el ministro Eyzaguirre podría haber propuesto “patines para todos”. Esto implica evitar improvisar y pensar estratégicamente, anticipándose a los argumentos de los adversarios.

*Sebastián Vielmas es licenciado en Historia de la P. Universidad Católica de Chile y máster en Ciencia Política de la Université Laval. Es integrante de la red Nueva Política Exterior. Ha sido columnista y conferencista en Chile y en el extranjero. Vive desde 2014 en la Ciudad de Quebec (Canadá) donde actualmente trabaja como asesor de comunicaciones en una ONG de cooperación internacional.

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