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Opinión

19 de Junio de 2022

La violencia de cada día

¿Cómo podemos ser paz en un mundo tan lleno de violencia solapada y generalizada? Siempre, sí, siempre tenemos la opción de elegir cómo respondemos a determinada situación, de optar por lo que deseamos vivir.  Expondré aquí algunas maneras de erradicar este tipo de violencia de nuestro día a día que son parte de la base para ser, vivir, crear paz. 

Verónica Sánchez
Verónica Sánchez
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Estoy tratando de estacionar mi auto, pongo las luces de retroceso, pero antes de poder maniobrar, otro conductor se estaciona en el espacio que yo iba a ocupar, se baja de su vehículo muy ufano y se va. Probablemente, le comente a sus amigos, entre risas, cómo le “ganó” a una vieja lenta el estacionamiento y hasta reciba felicitaciones por ser tan “pillo”.

Muchos de nosotros hemos vivido situaciones parecidas, en el supermercado, en la tienda de departamentos, en el trabajo, en el banco, en el transporte público y no una vez, sino que muchas veces. Reclamamos, nos enojamos, sí, pero lo que realmente sucede es que las aceptamos y hasta las repetimos, después de todo, creemos que si tal o cual persona pudo hacerlo, nosotros también podemos. 

Estos eventos son el resultado de una solapada aceptación de la violencia que se manifiesta de manera individual primero y colectiva después, creando un modo de comportamiento y reacción que a la larga nos causa estrés y ansiedad. 

En su famoso libro Influence, el Doctor en Psicología Robert Cialdini, nos habla de cómo una persona cruzando la calle con luz roja influencia a otras a hacer lo mismo y de cómo una persona percibida como “autoridad”, al tener un determinado comportamiento, tiene la capacidad de influenciar a otras a tener esa misma manera de actuar. 

Es esa influencia la que expande la violencia cotidiana, el efecto de mucha gente comportándose rudamente, aunque no lo parezca, genera una masa crítica que se instala como una nube en la consciencia colectiva. 

En nuestra vida cotidiana nos enfrentamos a diversas situaciones y eventos que muchas veces hacen aflorar las peores características personales que tenemos. Decimos y hacemos cosas de las que después nos arrepentimos, sin embargo de tanto repetir las mismas situaciones, terminamos pensando que son normales, que la vida es así, que un poco de rudeza en nuestro actuar es aceptable y hasta necesaria. 

Por supuesto, no estoy de acuerdo con esto, la violencia solo se multiplica al avalarla y ejercerla, de la misma manera que la paz se expande al vivirla y sentirla. 

La clave para empezar a cambiar esta manera violenta de actuar en la vida es convertirnos en “seres paz”, nótese que no he agregado “de”, ya que ser paz es más profundo que ser de algo, que parecer, es realmente vivir la paz desde el interior y reflejarla en cada momento de nuestro día en el exterior. 

¿Cómo podemos ser paz en un mundo tan lleno de violencia solapada y generalizada?

Siempre, sí, siempre tenemos la opción de elegir cómo respondemos a determinada situación, de optar por lo que deseamos vivir.  Expondré aquí algunas maneras de erradicar este tipo de violencia de nuestro día a día que son parte de la base para ser, vivir, crear paz

El poder de la palabra

La mayoría de nosotros conoce la frase “trata a otros como quieres que te traten a ti”. Esto parte por casa, es decir, por cómo le hablamos a aquellos con los que vivimos y compartimos íntimamente, por cómo nos hablamos a nosotros mismos. Y aquí quiero detenerme un momento en los niños, pues ellos son los más afectados con palabras duras, que además, muchas veces, se acompañan de conductas físicas, tales como coscorrones, tiradas de pelo e incluso correazos. Aclaro que no estoy juzgando a los padres, sino que expongo una situación, cuya solución está en las manos de cada uno de nosotros, en decisiones más pensadas y mucho más amorosas. Entonces, detengámonos y pensemos: ¿Es así cómo queremos que otros nos traten? ¿Es así como demostramos y enseñamos a amar a los demás? ¿Es ésta la manera de solucionar los problemas?

Una palabra amable no cuesta nada, es imprescindible que cambiemos el vocabulario que usamos en la casa, con nuestros niños, con nuestros seres queridos y no solamente en el hogar, sino que también cuando estamos en una tienda, en el banco o en cualquier otro lugar, preguntémosle al vendedor, al cajero, al colega en el trabajo cómo está, deseémosle un buen día, tarde o noche. Nos daremos cuenta de que no solo nos tratan mejor, sino que se eleva inmediatamente la vibración de esa persona y lo que es más, automáticamente se eleva nuestra propia vibración y bienestar. 

Siempre, sí, siempre tenemos la opción de elegir cómo respondemos a determinada situación, de optar por lo que deseamos vivir.  Expondré aquí algunas maneras de erradicar este tipo de violencia de nuestro día a día que son parte de la base para ser, vivir, crear paz. 

El poder de una sonrisa

Se han hecho numerosos estudios acerca de los efectos positivos de sonreír. Cuando sonreímos liberamos endorfinas y serotonina, que aumentan nuestro estado de felicidad. Entonces, es muy importante ir a través de nuestro día con buen humor, con una sonrisa en nuestro rostro y también en nuestro corazón. Sonríamos cuando estemos conversando con otras personas, obviamente, sonreír al hablar depende del tema que se está tratando, sin embargo, el buen ánimo siempre ayuda. Sonríamos cuando estemos de compras, cuando compartamos con nuestros hijos, cuando interactuemos con nuestros compañeros de trabajo, con nuestra familia. Sonríamos cada vez que podamos, no perdemos nada y ganamos mucho. 

El poder de la empatía

La empatía no es sufrir con otra persona, creyendo que demostramos cariño o amistad con ello, sino que es la habilidad de comprender los sentimientos del otro, de ponernos en los zapatos del otro, de entender desde donde miran el mundo. En este sentido, cada vez que nos encontremos con alguien que está de mal humor o más agresivo, pensemos en qué pueden estar viviendo para estar así, recordemos el trato amable, la sonrisa, una palabra de aliento, en vez de reaccionar de manera violenta y si vemos que será difícil que no reaccionemos bien, es mejor que nos retiremos, muchas veces, las personas solo necesitan un momento de soledad y silencio. 

Una palabra amable no cuesta nada, es imprescindible que cambiemos el vocabulario que usamos en la casa, con nuestros niños, con nuestros seres queridos y no solamente en el hogar, sino que también cuando estamos en una tienda, en el banco o en cualquier otro lugar.

Es nuestra responsabilidad erradicar la violencia de nuestro quehacer diario, de crear una vida más armoniosa, de fomentar el respeto mutuo. Si practicamos estos tres poderes, estaremos más cerca de tener una vida más placentera y segura. Todos tenemos la posibilidad de ser paz, es cosa de empezar a ejercer ese derecho, porque lo es, la paz es inherente a nuestro espíritu, un corazón en paz unido a muchos otros, crea una ola expansiva que puede generar un gran cambio en la sociedad. En definitiva, ser paz es ser amor.

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