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Entrevista Canalla

21 de Octubre de 2022

Teresita Reyes, actriz: “¡Las mujeres no somos calientes a esta edad, nos tienen que calentar!”

Se dejó el pelo blanco, pero está más joven que nunca. Aquí habla de trabajo, de la vejez, de de redes sociales, de sexo, de virginidad, de soledad, de cortejos, del pasado, de su marido, de marihuana y de Chile.

Por

Teresita Reyes, la actriz, produjo una noticia capilar tiempo atrás: de pronto apareció con el pelo blanco. Se rebeló drásticamente a la tintura, se opuso con carácter al tono castaño, al rulo oscurecido, a la juventud de peluquería, y, a los 72 años, se liberó de los productos químicos. Luego se hizo un corte parcialmente punk y ahora luce un pelo provocador: la melena recortada de una contestataria. De manera que Teresita Reyes hoy es una indomable que encaneció de manera súbita. 

-Yo me siento de quince- señala, desde el Cajón del Maipo, tendida en una cama de hechura hippie. 

-¿Por qué se siente de quince?

-Me visto igual que mi hija e igual que mi nieta. 

-¿Usted es parte de la tercera edad?

-Digo que soy de la tercera edad para entrar a todas partes…

En otras ocasiones, desliza, ella simplemente es de la segunda edad, el grupo etáreo de los adultos esforzados. Una adulta experimentada con mucho trabajo y que, durante los descansos, vive mirando el río Maipo. Una señora sin galán. Una abuela de tres nietos que filma dos películas (una de ellas es La Vida de Cecilia), unos cortometrajes (“no me preguntes cómo se llaman…”), una teleserie (La Ley de Baltazar, Mega), que hace eventos benéficos para, justamente, los adultos mayores de verdad, “esos pobres viejitos que se sacaron la cresta por sus familias y ahora quedan ahí, tirados”, define. Es, al mismo tiempo, la esposa melancólica que enviudó hace seis años. 

-…murió a mi lado…- y se descompone por un segundo.

Y es la madura mentalmente joven que hace inmersión en las redes sociales, la influencer platinada, el hito digital Sub-70. La siguen, por ejemplo, 140 mil personas en Instagram. Y ella dice:

-Ja. ¿Influencer yo?

O dice:

-Me encanta estar conectada con los cabros…

O bien:

-Me encanta hacer reír, mi misión en la vida es hacer reír.

Y ríe.

-¿Qué es lo que más le pregunta la gente cuando la ve?

-Las señoras me dicen: “Y usted, tan jovial, tan llena de vida…¿por qué no se vuelve a teñir mejor?”

Teresita insiste: su pelo actual es un mensaje. Su pelo es una postura de vida, un simbolismo a la tercera edad. Las canas son vigencia, con canas también se puede obtener un trabajo. 

-¡Y la que es vieja, teñida o no, es igualmente vieja!

-¿Qué es lo mejor de la vejez?

-Los nietos.

-¿Y lo peor?

-Ser invisible.

-¿Considera que las personas viejas no existen?

-Puff…para mucha gente es así. Para mí, al ser conocida, no tanto. Sigo siendo visible en muchas partes. Pero la realidad es que los viejos aquí se vuelven invisibles.

-¿A qué edad empiezan a disminuir los llamados telefónicos con ofertas de papeles?

-A los 55 años, más o menos. Pero fíjate que yo no tengo ningún inconveniente con eso. Hay que dar paso a los que vienen. No me angustio con ese tema. 

Y respira, tranquila. Y a la pregunta: Y cómo está usted, evalúe con entusiasmo su presente. Ella dice: Estoy en millones de cosas. Estoy con tanto trabajo, admite. Vivo con mi hija, una pelirroja de 175 centímetros de estatura. Mi otra hija es una sicóloga con vuelo propio. Y mis otros hijos, se infla, son dos genios del comercio con sentido. Y confirma que ama ser chilena, adhirió al Apruebo, declara, pero no adhiere a los malandras, a la plaga de emputecidos. 

Al rato, entonces, pega un vistazo inspirado al entorno. Y agrega, en tono profundo, imbuida de naturaleza: 

-Y aquí estoy, mirando el cerro y todas las huevadas…

El reportero contempla con atención a la actriz dotada de chispa, al legendario personaje secundario de veintisiete teleseries, y percibe en su mirada un halo new age.

-¿Es usted hippie?

-Sí, señor.

-¿Usted le dice Pachamama a la tierra?

-Le digo Pachamama, tal cual. Y me visto con ropa larga…

-¿Y se fuma un pito con la vista clavada en el cosmos?

-¡Eso sí que no! No, no, no…

-¡Pero en el medio artístico es algo habitual!- reclama la prensa.

-Fumé una sola vez. Di dos piteadas y no me pasó nada, aunque después supe que estaba súper volada.

-¿Qué le ocurrió?

-Fui a la cocina muy seriamente y me comí dos kilos de pan.

En la actualidad Teresita lleva una vida agitada en lo laboral y serena en lo personal. Tras enviudar, tras la muerte fulminante de Jorge, el hombre que la desposó a los 23 años, Teresita reconoce que lleva una vida emocionalmente sencilla.

-Nada de nada…- sintetiza.

-¿Qué? ¿Nada?

-Nada- y no se inmuta.

-¿Ha sido cortejada el último tiempo?

-Sí, algo por ahí, algo por allá… pero no…

Han sido galanes de poca monta. Teresita exige hombres que lleven a cabo conversaciones seductoras, que ostenten altos niveles de inteligencia, dominio de la palabra escrita y oral, cierta apostura física elemental, sentido del humor progresista. No han llegado. Hay señores que insinúan una frase de conquistador y caen al abismo. Teresita no se entrega, Teresita no tiene sexo.

-Y tampoco es tema…- añade, mirándose las uñas.

-¿Cómo es la sexualidad después de los 70 años?- interroga el reportero, dando un matiz de sociología al tema.

Teresita, mirando a un costado, murmura:

-No sé…me imagino que igual que antes no más…

Y se queda mirando el cerro y eso que llama las otras huevadas.

Una virgen nueva

Y detalla:

-Es cosa de estimularse con la otra persona.

Teresita es una persona joven, pero el pelo blanco, su cobertura canosa, hace que se magnifique su madurez. Lo cierto es que Teresita ha perdido interés en el amor, en el sexo, en lo carnal. 

-De verdad estoy bien así- resume.

-¿Por qué?

-Ay, no, una ya no está en las mejores condiciones…¡Las pechugas ya llegan al ombligo!…¡Me da pudor!

Y confiesa en un grito hondo:

-¡Las mujeres no somos calientes a esta edad, nos tienen que calentar!

-¿Cómo se hace eso?

-Con una buena conversación, con lentitud, con besitos…

El reportero ha tocado el tema sexual porque, días atrás, leyó una declaración surrealista de Teresita Reyes. En esa declaración ella insinuaba que tuvo un momento traumático al hacerse un examen ginecológico: el popular papanicolau. 

-La verdad es que sí- afirma con un murmullo.

-¿Qué pasó?

-De alguna manera volví a ser virgen, amigo- confiesa con valentía.

-Pero usted tiene cuatro hijos…

-Así es…

-¿Se puede volver a ser virgen?

-Se puede, mi amor. Lo que pasa es que al hacerme este examen… bueno… esto es bastante íntimo…pero… finalmente detectaron que yo estaba seca… totalmente seca…

-¿Qué pasó?

-El doctor me dijo que no me podía hacer el examen. Era muy doloroso por no tener la lubricación adecuada… en resumen… ¡se me cerró el músculo, huevón!

-¿Qué?

-¡Soy virgen, huevón!

-¿Es usted una virgen feliz?

-¿Qué?- Teresita alza la voz.

-Quiero decir…¿qué siente con la virginidad madura?

-Mm… me afecta… es fuerte…

Se produce un silencio cargado de sensaciones. Teresita Reyes, a sus 72 años, como ejecutando una vida a la inversa, ha comenzado a ser virgen. Es una mujer inmaculada con cuatro hijos y cincuenta años de matrimonio a cuestas. Vivió un concubinato con sexualidad apasionada, con amor y desamor, con sexo apurado, sexo los sábados en la noche, las normas de cualquier matrimonio. Y de pronto, vuelve a ser casta, como una doncella.

-Ya tengo el aviso… para captar galanes- sugiere.

-Cuál es…

-”Aquí hay una mujer virgen de 72 años y cuatro hijos”…

El reportero, producto de la tensión, tose. Guarda un silencio místico: La Virgen Teresita, masculla, atónito.

-Teresita- la invoca.

-Diga.

-¿Usted ha hecho el amor sin amor?

-Jamás.

-¿Usted perdió su primera virginidad en el matrimonio?

-Eee… bueno… el caballero que me desvirgó lo hizo antes del matrimonio. Y fue Jorge, mi posterior marido. 

Otro silencio intenso.

-¿Usted, digamos, ha tenido intimidad con un solo hombre?

-Mm…

-¿Teresita?- el reportero, sorprendido, alza la voz, como si estuvieran en un convento.

-Nadie me cree que sí… sólo él- admite ella.

Fiel 

Ella mira otra vez la lejanía, el cerro y las huevadas, conmovida por su propia biografía. 

-¿Nunca fue tentada por algún hombre que no fuera su marido?

-Uf. Tuve varias tentaciones…- confiesa, ida.

Y agrega:

– …lo pensé… alguna vez…

-¿A qué se refiere?

-Yo me enamoré varias veces…- lanza sin titubear.

-¿Estando casada?

-Claro. O sea, nunca pasaba nada…pero yo caía en estos enamoramientos, en estos deslumbramientos. Pero no. Nunca pequé. Nunca caí. Es muy peligroso dejar un matrimonio con cuatro hijos por una pasión. Para el hombre es distinto…

-¿Por qué es distinto?

-¡Al hombre se le para la tula y la mete donde sea y le da lo mismo!

Y ante la consulta: ¿Quién la cortejó? ¿Fue acaso un hombre del mundo del espectáculo? Teresita es tajante: No. Y agrega que jamás se ha involucrado con seductores del mundo del espectáculo. Aunque hubo un tenaz actor que la intentó conquistar.

-¿Fue Fernando Kliche?- apuesta al azar el reportero.

-¡No!

-¿El gremio es promiscuo, Teresita?

-Te juro que no sé. Yo jamás he tenido algo con nadie.

Y dice que no se referirá a casos oscuros como el de Herval Abreu o el de Nicolás López, pues no tiene los antecedentes. Sólo emite una frase al respecto: “A los amigos yo no les podría dar la espalda”. Y no habla más al respecto. 

Y empieza a hablar de Chile.

-Soy orgullosa de ser chilena opina.

Y dice:

-¡Este país rechazó algo que no leyó!

Y profundiza:

-¡La gente no leyó una mierda!

-¿Y el Presidente? ¿Cómo lo ve?

Los ojos le brillan de chilenidad. Y la Virgen Teresita bendice al mandatario.

-Tengo toda la esperanza en Boric- declara con coraje.

Y, como tantos, quiere la unión, la paz, el brote de ideas, la conjunción de lucidez, el horizonte colorido. Es la actriz soñadora, la encargada de la simpatía, la abuela que vive en paz. 

-Mis nietos, los adoro- suspira.

Fue, además, la enamoradiza que vivió eternamente en los brazos de su marido. La actriz que no tuvo más amores, que no tuvo amantes, y que, al morir su marido, renunció al sexo. 

-Puta que hablé huevadas…

Y se ríe nerviosa.

Y acota:

-…y qué le vamos a hacer- entonces suelta una carcajada y queda ahí, tendida en la cama, a solas. Y ahí queda la mujer que ha sido virgen dos veces.

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