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Entrevista Canalla

20 de Noviembre de 2022

Claudio Palma: “Me emociona poco este Mundial”

Empieza Qatar 2022 y el legendario relator alista su garganta. Sin embargo, admite tener reparos con este evento. Aquí habla del torneo, de sus predicciones, de su desazón por relatarlo desde Chile, habla del cambio que le produjo la pandemia, de la tele, de la fama, de plata, de sus hijos, de su depresión y de su nueva forma de ver la vida.

Por

“Me emociona poco este Mundial”, revela, sincero, el poeta Palma. Claudio Palma, el relator del fútbol de CHV, el nerudiano que inició su ruta de gritos en radio Yungay, este hombre capacitado para poner metáforas a un contragolpe, el inspirado que utiliza la cancha como un pretexto para el poema, ese chileno al que le brotaron lágrimas tras un penal flotado de Alexis Sánchez (“Yo no vibro con la ópera…yo vibro con el fútbol…etc.”), desliza cabizbajo que Qatar no le eriza los pelos. Qatar no le activa poemas. Qatar no contiene versos. “No está Chile”, dramatiza Palma, “no es patriotismo exacerbado, pero…”, y recién ahí le aflora una sensación emotiva.

-Y lo relataré viendo la tele…- y la voz le sale compungida, como si le hubieran pinchado la pelota.

-¿Y así no es atractivo?…

-¿Eh?- a Palma le saltan los ojos. Al poeta le han lanzado un insulto: ¿Acaso se puede emocionar a la multitud instalado en un sillón con la pierna cruzada, encerrado en un estudio de televisión, rodeado de instrucciones y a quince mil kilómetros de un gol? ¿Se podrá estremecer a la población narrando la disputa del balón, en mitad de cancha, entre Qatar y Ecuador? ¡A quién, carajo, le puede importar el descuelgue de un lateral qatarí!  Todo esto a Palma le parece un desafío. La emoción, en su forma de ver el trabajo, no se fabrica por contrato.   

-Pero fíjate- aclara- que no es solamente un tema de querer viajar y tener esa oportunidad. 

-¿Qué es, Claudio?

-Es vivir el Mundial, compadre.

-¿Y es malo vivirlo desde lejos?

-Ja- ironiza, herido-, no, desde acá no se puede vivir el ambiente…

El Mundial no se capta desde un happy hour. Ninguna mesa de restaurante, ninguna sobremesa con la Promo Qatar, equipara estar allá compartiendo una fila con un marroquí y un coreano, contemplando atónitos la estatura de Lewandowski.  

-Desde acá- continúa- no ves la tensión, a los hinchas, la magia. In situ es otra cosa- y enciende, impotente, su primer cigarro. Luego encenderá su segundo, su tercer, su cuarto cigarro, y hablará hundido en el humo, con la vista melancólicamente puesta en Doha, Qatar, forzado a animar a alguna selección de otro país.

-Mm… Argentina puede hacerlo bien… tiene un tremendo equipo— opta con un murmullo.

-Opine libremente del Mundial de Qatar- y el reportero abre la cancha.

Palma lanza el humo, teatral, con actitud de simposio.

-Rodeado de irregularidades- emite.

Y sigue.

-…no sé qué puede resultar de este Mundial…pero está eso de la sospechosa designación de la sede, todas las muertes que han ocurrido durante la construcción de los estadios, las condiciones climáticas, el calor, los jugadores llegando a esta competencia con poca bencina…

-¿La FIFA sólo baila por plata?

-Mm- y el poeta, pensativo, fuma-… la FIFA baila al son de la tele…

-Mencione, le ruego, algún atractivo de este Mundial…

-Será el último Mundial con treinta y dos equipos. A partir del próximo se aumentará el número de participantes. 

-¿Será más masivo?– el reportero, ilusionado, intuye a la Roja clasificando.

-Habrá material de relleno, compadre. 

Y alza la voz. 

-¡Fíjate que siempre van los australianos a los mundiales! ¡O equipos de centroamérica…! Entonces  ahora que serán más equipos quizás quiénes terminarán yendo…

Y el relator, desanimado, se lleva las manos a la cabeza y especula una posible debacle de la competitividad. Luego, presagiando resultados, opina del fútbol y pone a un genio en la vitrina de Qatar 2022:

-Messi- advierte y aspira el cigarro.

-¿Qué tiene ese crack?

-Tener al mejor del mundo te da galones. Eso sí, Messi es especial. Messi es introvertido. Messi no es Maradona. 

-¿Es Argentina el equipo a seguir?

-Tienen un gran juego. Scaloni ha hecho un gran trabajo y además, en ese país, todas las semanas aparece un Julián Álvarez. Veo mejor a Argentina que a Brasil. Estuve en Brasil hace poco…

-¿Están vibrando con el Mundial?

-¡Naa!

-¿Cómo?

-¡En Brasil nadie quiere a su selección!

-¿No era una religión la Scratch?

-¡A Neymar lo ven como alguien interesado en las lucas! Ellos quieren el jogo bonito otra vez. Y ya no está.

-¿Es verdad, como dice el escritor Juan Villoro, que los mundiales de fútbol son torneos que se hacen para que siempre los termine ganando Alemania?

-Los alemanes se agrandan en los mundiales.

Y el reportero, frenético, se pasea por el mundo.

-¿Y los ingleses?

-Interesante. Equipo joven.

-¿Y los belgas?

-Interesante. Siempre están a punto de hacer algo importante.

-¿Y los franceses?

-No los veo tan sólidos. Perdieron a Kanté.

-¿Qué selección no lo estimula?

El poeta no titubea.

-Japón, huevón.

-¿Es aburrido?

-Pufff… y no es esa cosa de que los jugadores tienen nombres complicados… Mira, todos los equipos asiáticos son terribles. Son desordenados. No tienen orden táctico.

Lo que ocurre es que para los relatores un equipo caótico, sin líneas definidas, es una dificultad para la narración. Y, según parece, Japón juega sin estructura, pero a toda velocidad. Inglaterra juega con estructura, pero lanzando pelotazos. Este Brasil juega con un sentido matemático de la gloria: calcula un gol más que el contrincante y luego descansa con la pelota en los pies. Argentina jugará con hambre, especula, y Francia, que es el campeón vigente, jugará con el estómago lleno. No vislumbra sorpresas, la copa la pelearán los de siempre. Si Messi llega a la cúspide a Palma se le activará la épica a gritos. Quizás ya está confeccionando un verso dedicado al 10, al hijo de D10S.

-Naa…yo improviso…

-¿No lleva anotada alguna frase poética?

-No. No me emociono artificialmente. Yo siento el fútbol. Me dejo llevar por lo que va ocurriendo.

Y de pronto, el poeta se futboliza, le vuelve por momentos la adrenalina.

-Sí, bueno, un Mundial es un Mundial…- comenta, prendiéndose.

Se estira en la silla y cierra el primer tiempo. Y casi uno escucha, de fondo, su estribillo habitual:

-¡Nada más! Termina la primera etapa…

Y Palma apaga el cigarro con cara de entrenador y se va al entretiempo.

Entretiempo

-¿Y usted cómo está, Claudio?

-¿Yo?- y, sorprendido, se apunta a sí mismo.

-…sí, usted…a nivel humano…

-Mmm…

Claudio Palma tiene 53 años alcanzados sin canas. Luce dos pectorales fornidos enmarcados en una polera de moda: tiene look de goleador en día lunes. Tiene dos hijos grandes. En la intimidad le apodan El Choro, alguna vez le propuso puñetazos achorados a un entrenador azulmente gigantesco. Es gritón y culto, es seguidor de Eduardo Galeano, el lírico del fútbol. Tiene una señora que enfermó de gravedad a causa de una negligencia médica, por ende, el poeta ha tenido que pagar un montón de cuentas injustas. Es, sintetizando, un Palma distinto al de antes. 

-La pandemia me dio vuelta- resume.

-¿Qué pasó?

-Miré a mis hijos- declara con hondura.

-¿No los había visto, Claudio?

Y el relator suspira.

-Puta, sí…ahora los vi de verdad…y vi a mis hijos grandes… 

Palma se dedicó a relatar tantos goles que un día, al volver a su casa, se dio cuenta que Felipe, el mayor, ya lucía bigotes. Y Javiera, la menor, luchaba por ser actriz. Sin embargo, se volvió a encontrar con ellos en la cuarentena, los Palma en su esplendor. Y ahora Palma, el poeta-gol, dice esto:

-Trabajar el fin de semana ya me tiene agotado.

Y luego, reflexivo, dice esto:

-Estoy más viejo. 

Y fuma.

-Todo- agrega- te empieza a pasar la cuenta.

-Usted, meses atrás, dijo que este año se iba a retirar, ¿será así, Claudio?

El relator salta.

-Bueno- aclara, urgido, forzado a miles de gastos- eso lo dije en cierto contexto. Pero las cosas van cambiando…

-¿Tiene en la actualidad una sólida posición económica?

-Mm… he sido ordenado, pero son tiempos duros…- rezonga.

Y, de todos modos, narra su sueño: Palma quiere trabajar en programas chicos, en la televisión artesanal, en el cable, en esos programas con aroma a sótano. 

-Yo hice Palma Producciones. Una productora con ese enfoque…

-Lo felicito.

-Salí para atrás en todos los proyectos. 

-Lo siento.

-¡Puta, no sé por qué me gustan esos espacios más marginales! Y ojalá que vayan más allá del fútbol. Pero no debo tener el prototipo para hacer ese tipo de huevadas…

-¿Siente que no sirve?

-Parece que finalmente sólo sirvo para relatar, jaja…

El reportero lo mira con seriedad.

-¿Siente que no sirve para muchas cosas, Claudio?

-¡Yo no sé hacer ninguna huevada! ¡No sé emprender, huevón, no lo sé! Es más difícil que la cresta. Pastelero a tus pasteles.

-¿Y la tele? Usted, discúlpeme, es una estrella…

-No me gustan las luces de la tele abierta, compadre.

-¿Qué tienen las luces?

-No, huevón, a mí no me gustan. No, no, no…

-¿Es banal?

-¡Claro!

-¿Usted es más profundo?

-Es que la tele abierta pega bien en lo relativo al show, a la parafernalia. Yo voy de invitado a ese tipo de programas cuando ya no tengo escapatoria…pero no soy de ese estilo…

Palma es hacia adentro, al punto que su interior le genera suspicacias: el poeta, esto lo comunicamos con respeto, desde hace años padece una depresión endógena.

-Yo soy un huevón nostálgico.

-¿En qué momento empezó a bajonearse?

-Un día en que estaba en la ruina y mi hijo pidió un Playstation para navidad… Puta, ahí me fui a la cresta…

El proceso ha implicado terapias, lágrimas, apoyo. Le han recetado abrazos, escuchar música feliz, sintonizar cumbia si está manejando en soledad. 

-¿Toma remedios?

-Antidepresivos, de forma diaria.

-¿Cómo ha superado la tristeza que siente naturalmente?

-Con la radio, compadre. La radio para mí ha sido terapéutica.

-¿Con goles?

Y Palma sonríe iluminado.

-Seguramente sí…

-El fútbol lo estabiliza…

-Algo así…

-¿Usted está bien?

-Sí, compadre. Estoy bien. No es algo de lo que me guste hablar, pero es algo con lo que debo convivir.

Entonces apaga otro cigarro, se pone a pensar en fútbol otra vez y sale encendido a la parte final. 

Los descuentos

Repite que Argentina es su candidato. Y, a la vez, Francia puede ser la decepción. Messi es el talento, dice, Cristiano Ronaldo es el trabajo. Ojo con Bélgica, anuncia. 

Y reclama nostálgico:

-Extraño ese fútbol más mágico de antes.

Quizás prepara a solas una artillería de hipérboles. Ese stock de frases que sellan su estilo: “El hombre venido del Planeta Gol”, decía cuando Chupete Suazo la clavaba con un puntete. Dijo: “No te apures en dormir, que el sueño va a llegar”, cuando Chile clasificó a Sudáfrica. Le dice Golón a los grandes goles. A un enjambre de jugadores en el área les dice que están “en la dictadura de los espacios”. Ganarle a Bolivia en La Paz es “una épica en el techo del mundo”. Una vez dijo que un delantero “preñó la red” y hubo alegatos.

Es el poeta en acción, el relator que dice que con Aldo Schiappacase, su dupla, no son amigos, pero se respetan. El chileno que ha gritado proezas en dos mundiales (Sudáfrica y Brasil), pero que, al mismo tiempo, admite desconcertado:

-¿Y me vas a creer que nunca he ido a Europa?

Ahora Palma prepara nuevamente la garganta. Y reitera: “Y, claro, me emociona poco este Qatar”, pero lo dice sonriendo. Y todos, a días del inicio, suponen que Palma, al primer gol, volverá a pegar el grito exaltado de siempre.

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