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Comer y beber

24 de Noviembre de 2022

Columna de Álvaro Peralta: ¿El mate está de moda?

En Chile algunos comentan que, más que el fútbol o la influencia rioplatense, lo que ha contribuido mucho al aumento del consumo del mate ha sido la participación de un argentino en un reality show televisivo que se pasó buena parte del programa bebiendo mate. Y tan bien le fue, que tras su encierro se dedicó -entre otras cosas- a importar desde Argentina yerba mate y accesorios para su consumo.

Álvaro Peralta Sáinz
Álvaro Peralta Sáinz
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Es cierto, en Chile siempre se ha tomado mate. De hecho, existen crónicas históricas que dan cuenta de un alto consumo de esta infusión en el país hasta mediados del siglo dieciocho, justo cuando comenzó a importarse otra infusión: el té. De ahí en más, el hábito de beber mate se fue relegando -primero- a las clases populares y la población rural. Sin embargo, hacia fines del siglo diecinueve el mate quedó desplazado casi exclusivamente al campo y sobre todo a la zona sur.

No pasó lo mismo en los países del Río de la Plata, Paraguay y sur de Brasil; donde esta infusión -originaria de las cuencas de los ríos Paraguay y Paraná, y que se consume desde antes de la llegada de los españoles al continente- siempre ha sido parte de su cultura. El mejor ejemplo de todo esto es Uruguay, donde andar con el mate en la mano y el termo con agua debajo del brazo es una costumbre largamente extendida entre su población. De hecho, los uruguayos son los primeros consumidores de yerba mate en el mundo, con un promedio 10 kilos anuales por persona. Obviamente, más atrás vienen los argentinos con 5 kilos por persona y mucho más atrás Paraguay (donde se consume en una versión fría) y Brasil.

Sin embargo, desde hace más o menos una década y tal vez por primera vez en la historia, el mate ha dejado de consumirse exclusivamente en estos cuatro países antes mencionados y ha vuelto a instalarse -tímidamente- en Chile e incluso Europa. ¿Qué es lo que está pasando?

El periodista argentino Leo Burgueño vive en Chile desde 1998 y obviamente es consumidor de mate. Por lo mismo, ha visto cómo ha cambiado el panorama matero en el país. “Cuando llegué recuerdo que había muy poca yerba, costaba conseguir la que uno andaba buscando e incluso muchas veces había que comprar unas marcas brasileñas que llegaban. Sin embargo, ahora la cosa es diferente y te diría que si bien no están todas las marcas argentinas, el surtido es mucho más amplio y se pueden encontrar al menos las marcas más conocidas”, explica el trasandino, quien destaca además que “ahora también es más fácil comprar en Chile mates, bombillas, termos y otros accesorios para el consumo”.

Para comprobar esto basta con entrar a algún supermercado y buscar yerba mate. No menos de quince o veinte opciones de yerba -entre argentina y chilena- seguro se encuentra. ¿Termos, mates, bombillas? Se pueden encontrar en los mismos supermercados, en las secciones de menaje de las ferreterías antiguas (las pocas que van quedando) y en las tiendas especializadas en productos naturales como infusiones y otras cosas. También ahora es posible comprar yerba y accesorios en algunos sitios web especializados. Y aunque aún no llegamos a ver gente tomando mate por la calle a cada rato, sí es posible toparse -poco a poco- con alguien con un termo y un mate en una plaza o viendo un partido de fútbol de sus hijos en el colegio.

Y a propósito de fútbol, lo cierto es que en nuestro campeonato nacional ahora vemos más mate que nunca. Sobre todo cuando jugadores -argentinos y chilenos- bajan de los buses que los llevan a los estadios con sus ya tradicionales mates, termos y materas. De hecho, hace un par de años, cuando Mauricio Pinilla militaba en Coquimbo Unido, fue mostrado durante una transmisión televisiva cebando de manera muy defectuosa un mate (es todo un ceremonial hacerlo) mientras estaba en la banca coquimbana. Obviamente, el video se hizo viral. 

Pero esto de mate y fútbol no para e incuso cruza fronteras. O mejor dicho, un océano. Sí, porque por primera vez en la historia ahora es relativamente común ver a jugadores profesionales europeos llegar a los estadios bebiendo mate. Y no me refiero a los cracks argentinos o uruguayos que juegan en el viejo continente, porque también hay una buena lista de futbolistas de otras latitudes que ya han hecho costumbre el andar con un mate en la mano y un termo bajo el brazo.

Los franceses Antoine Griezmann, Paul Pogba y Kylian Mbappé, el coreano Son Heung-min, el alemán Diego Demme y el español Diego Maffeo son tan solo algunos ejemplos de este verdadero fenómeno que es el consumo de mate en algunas ligas europeas.

Se supone y es bastante obvio que la costumbre de beber mate ha llegado a los camarines europeos (y en menor medida a sus respectivos países) de la mano de los futbolistas argentinos y uruguayos que no se despegan de esta infusión. Sin embargo, hace décadas que los jugadores venidos desde ambos costados del Río de la Plata son parte de planteles europeos y nunca antes se había visto tanta yerba, mates y termos en camarines y campos de entrenamiento como antes.

¿Qué pasó? Difícil dar con una respuesta clara, pero siempre he pensado que la raíz de todo esto está -era que no- en Uruguay, el verdadero país del mate. Es que a partir de 2010 este pequeño país de Sudamérica captó la atención del mundo por varias razones. Primero por tener un presidente tan carismático como Pepe Mujica, con una historia de vida increíble y que, como buen uruguayo, es bebedor de mate. A eso hay que sumar el exitoso ciclo de la selección uruguaya de fútbol -dirigidos por Oscar Washington Tabárez– a partir del Mundial de Sudáfrica 2010, donde terminaron cuartos y volvieron a meterse en el cuadro de honor del fútbol mundial. Y claro, todos bebedores de mate también.

Pienso que a partir de estos fenómenos tan mediáticos fue que la gente en diferentes partes del mundo comenzó a ver con naturalidad a toda esta gente haciendo su día a día tomando mate, ya fuese antes de un partido en un mundial o incluso en pleno discurso de un presidente, como más de una vez pasó en el caso de Mujica. 

En Chile algunos comentan que, más que el fútbol o la influencia rioplatense, lo que ha contribuido mucho al aumento del consumo del mate ha sido la participación de un argentino en un reality show televisivo que se pasó buena parte del programa bebiendo mate. Y tan bien le fue, que tras su encierro se dedicó -entre otras cosas- a importar desde Argentina yerba mate y accesorios para su consumo. Seguramente eso también ayuda a que el alza de consumo de yerba mate aumente aquí, al igual que en varios otros países del mundo “no matero”.

Obviamente aún no hay cifras ni nada parecido, pero así como en Chile es cada día más fácil comprar yerba (incluso en distintas variedades como con o sin palo o saborizadas), lo mismo pasa en países con cero tradición matera como Alemania, España o incluso Estados Unidos.

¿Saben qué más seguro ayudó a esta alza? Las reconocidas propiedades de la yerba mate, que van desde ser un diurético natural a una buena fuente de energía, pasando por ser una excelente fuente de vitaminas y minerales.

Pero volvamos a Chile, que es lo que me interesa en este espacio. Pienso que están todas las condiciones dadas para que nosotros también nos subamos -o sigamos subiéndonos- a esta verdadera moda mundial del mate. Primero, porque está claro que mal no nos hace. Y segundo, porque se trata de una infusión que no nos es ajena del todo y ya la conocemos, porque en algún momento de nuestra historia su consumo fue bastante popular. Además, con tanta lesera que nos llega desde el norte o del otro lado del charco y que copiamos sin chistar, ¿por qué no hacer costumbre el tomarnos unos mates? En lo personal, yo partí durante la pandemia. Y créanme, cuando el mate te engancha no hay vuelta atrás. 

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