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Entrevista Canalla

25 de Noviembre de 2022

Pablo Echarri, actor argentino: «¡Me importa un carajo ganar el Mundial de Qatar 2022… prefiero que baje la inflación de mi país!»

Es un galán mítico de Argentina que visitará Chile para estrenar la obra ART. Aquí habla del teatro, de Chile, de fútbol, de Maradona, de Messi, del Mundial, de la inflación argentina, de perder, de ser galán y de ser partidario de los Kirchner.

Por

“¡Me dicen que Santiago es muy bello!”, afirma, con inocencia y enmarcado en un Zoom, Pablo Echarri, actor argentino, un galán cuya biografía está plagada de televisión, series e histeria femenina. “¿Usted está seguro?”, titubea el reportero, un simple santiaguino untado en smog. “¡Claro! Qué linda ciudad deben tener…”, se entusiasma Echarri, cortés, luciendo una polera ceñida, blanca, que potencia sensualmente dos pectorales que tal vez han sido endurecidos con máquinas porteñas.

-¡Voy para allá por primera vez!- exclama, dichoso.

-Le gustará…

-Y, sí, estreno una obra, ART  el 2 de diciembre (Teatro Nescafé de las Artes), dirigida por Ricardo Darín. 

Y anuncia que quiere probar la comida típica de la ciudad, morder un loco decorado con mayonesa, pasear, percibir a prisa la psicología local, darse un baño de turismo ideológico y recorrer con solemnidad los alrededores del estallido. 

-Y ART es una obra magnífica…trata de la amistad. Tres amigos se juntan…y…

Y cuenta, inspirado, el argumento que escribió Yasmina Reza, dramaturga francesa. Un amigo, dice, se compra un cuadro valiosísimo que está vacío en su interior y entonces se genera una irónica controversia sociológica. Tres amigos, el arte, la siutiquería como patrón de conducta, el escalafón social, risas, traumas, todo en un solo escenario. Y esta obra, insiste Echarri, dispuesto a una promoción encendida del producto, es la obra mejor escrita que ha actuado en su vida. “Oh, sí”, señala, “esos diálogos…”, y suspira, afiebrado de teatro. La presentó en Buenos Aires y fue un éxito. La presentará ahora en Chile y presume un instante emotivo y cómico. Y dice dramatúrgicamente: “El arte se ve a través de los ojos, pero lo que más participa son los sentimientos”. 

-¿Dónde está ahora?- la curiosidad es geográfica, pero Echarri convive con metáforas y responde elevado.

-Estoy parado donde quiero estar. 

-Sabemos que usted es una estrella…- halaga el reportero.

-¿Yo? Ja.

Y agrega, lírico:

-He caminado bastante en el oficio de la actuación. Ya son treinta años.

Este señor, un espigado porteño de 53 años y ronquera erótica (aunque su voz ronca es pulmonarmente atribuida al cigarro), es, de algún modo, un George Clooney nacido en un margen de Buenos Aires. Y, localmente, es la mixtura entre Pancho Melo y Jorge Zabaleta. Protagonizó teleseries que batieron récords de audiencia en Argentina y América Latina: Resistiré, Montecristo, El Elegido. Ha actuado en veinticinco películas. Protagonizó un video musical de Charly García. Fue pareja de Natalia Oreiro, se peleó con Natalia Oreiro, ahora se lleva parcialmente bien con Natalia Oreiro. Amó a otra famosa de Argentina, Nancy Duplaá, tuvo dos hijos. Es, además, un gestor cultural, un artista politizado, un creyente K: es, tal vez, el hombre más sexy de la Argentina de los Kirchner.

-…y ahora me dirige Darín…

Y Ricardo Darín, hoy por hoy, es el emblema patrio de la Argentina Teatral. 

-¿Cómo es Darín?

-Y…conocemos tantos secretos de Ricardo…

-¿Cómo cuáles?

-Naa…- y el galán le cubre las espaldas al otro galán. Se genera una complicidad entre los más seductores de Buenos Aires. 

-¿Darín le enseñó algo como director de la obra?

-Mucho. A elevar la voz en el instante justo. A hacer silencios. A fijarse en el texto. A sentir el texto. 

-¿Por qué fuma tanto el señor Darín?- el reportero maneja el antecedente que Darín, más que un actor, es un fumador que hace grandes actuaciones entre dos cigarrillos. Pero Echarri es otro fumador, uno de sus pulmones tiene una orilla oscura, hace un año dejó de fumar por urgencia, y sólo dice:

-No me meto en los cigarros ajenos.

Y ríe con galanura.

Y, bueno, luego su risa se desdibuja.

Lo que ocurre es que, casi en ese instante, interrumpiendo el momento artístico, el árbitro esloveno Slavko Vincic da por finalizado el partido entre Argentina y Arabia Saudita. El arte, a estas alturas, es algo superfluo. Hay aquí un drama con final infeliz: el tema es que Messi está cabizbajo y cuarenta y cinco millones de argentinos están hundidos. Argentina ha sido derrotada y contemplamos, in situ, el dolor de un galán futbolizado.

-No me jodas…no se puede creer…

-Lo lamento…

-¡Ten piedad! ¡No digas nada!

Y ahora sí nuestro deber es hablar de lo que convoca a la humanidad: Argentina se desmoronó en 90 minutos. El sueño que podía distraer las cifras inflacionarias de ese país se empieza a disipar.

-¡No puede ser…!- reclama el actor desconsolado.

Y se tapa la cara.

Esa elogiada cara.

Aquí el galán habla de fútbol

Y…qué sé yo…hay que seguir…- sentencia, decepcionado.

-¿Qué pasa con Messi?

-Y qué sé yo…tenemos expectativas con él…

-¿Se acabó el sueño?

-Vamos Argentina…- la voz le sale apenas.

Sucede un largo silencio.

Es el luto de un hincha.

El reportero aprovecha de espiar la intimidad de Echarri y nota, alarmado, que en su WhatsApp está la foto de Maradona, el dios zurdo, el mito cuyo aniversario de muerte se conmemora este viernes. Todas las ceremonias están juntas en Argentina. Hay plaga de eventos.

-Tiene a Maradona en la foto- susurra el reportero.

Echarri se repone. Un rayo de talento, una ráfaga de gambetas se le instala en la sonrisa. Y sólo dice:

-Lo adoro…

Y agrega, hermético.

-Fui su amigo.

-¿Qué?

-Y, sí…

En líneas generales los galanes no revelan primicias personales de nadie. No necesitan impresionar: ya son impresionantes. Por tanto Echarri sólo habla de Maradona con gestos de su cara.  

-¿Cómo era Maradona?

Y Echarri abre los ojos, simbolizando una mueca de asombro.

-…¿Maradona era asombroso?

Y Echarri, casi sin darse cuenta, mueve la cabeza de un lado a otro.

-¿Sí y no?- tantea el reportero.

Echarri se pone serio. Y apunta:

-Siempre fui maradoniano por su significado social y político. Diego jamás puso en juego el amor a su pueblo.

Otro silencio.

-Y dígame…¿cómo es vivir sin Maradona?

Echarri se estira hacia atrás.

-Es muy duro.

Y agrega:

-En estos días de Mundial se nos vienen tantas imágenes de Diego. Tantos goles. Y…era un tipo especial…no sé…defendía a los jubilados…Maradona no nos dejaría caer. Siempre estaba peleándose con alguien, con los políticos, con los poderosos, con la Iglesia…

Y a Echarri se le resbala la última frase maradoniana:

-Lo extrañamos.

-¿Qué le pareció esa frase de la Ministra del Trabajo de Argentina…que decía que por este mes es mejor priorizar el Mundial a la lucha con la inflación?

-Desafortunadas. 

-¿Usted qué prefiere: ganar el Mundial o que baje la inflación de Argentina?

Y el galán no duda un segundo.

-¡Me importa un carajo ganar el Mundial…prefiero que baje la inflación de mi país!

-Pero…¿acaso el fútbol no es el opio del pueblo?

-Naaa…

La derrota, según parece, le enfrió el corazón al hincha Echarri. El hincha queda tumbado y aparece el ciudadano con penurias. 

Y Echarri añade con sinceridad.

-La cosa en Argentina está horrible…

-¿Qué pasa?

-Y…cómo qué pasa…es uno de los peores momentos de nuestra historia…

Traga saliva.

-Fijáte…la inflación no para…las cifras son terribles…

-¿Usted, materialmente, está bien?

-Soy un afortunado. Pero, na, la gente está sufriendo, es un caos.

Y el actor, el creyente K, se politiza al instante.

Aquí el galán habla de política

Pablo Echarri ha sido un devoto de Néstor Kirchner. Le ha dado las gracias en las redes sociales. Le dedica mensajes con sentido, con lucha social en que revela que le disgusta el capitalismo.

-¿Y Cristina Fernández, Pablo?

-Qué…

-¿Ha hecho algo ilegal?

-Le han hecho todo tipo de querellas y jamás se ha probado algo. 

-¿Ella robó?

-Naa…la quieren voltear. Su figura aquí en Argentina es inmensa…ella siempre ha trabajado por una Argentina libre. 

A Pablo Echarri le gusta la justicia, la igualdad, el peronismo, la paz. Y cuando se le consulta en torno a lo que lo tiene más orgulloso de ser argentino, él dice enigmáticamente:

-La pelea por la soberanía.

Y si se le consulta por lo que le da más vergüenza de ser argentino, él dice:

-Cierto desapego por lo propio.

Y si se le consulta, enarbolando la patria, por Chile y Argentina, conjuntamente, él dice:

-Una rivalidad muy grande. Una rivalidad casi eterna. Sobre todo en fútbol…

Y si luego se da un giro a la conversación y uno lo enfoca en sus logros, en Resistiré, la teleserie, él resume todo con una frase:

-Fue un trabajo enorme.

En ese momento uno le consulta directamente:

-¿Y cómo es ser galán, Pablo?

Él, galán, ríe.

-Yo nací como galán de telenovelas. Traté posteriormente de desmarcarme de eso. Pero sería muy caradura si no dijera que he sido un privilegiado. Ser galán no es tener una vida difícil. Sería un hijo de puta si dijera que es una vida difícil.

-¿A qué se enfrentó?

-Las chicas corrían detrás de mi auto. Las chicas me esperaban a la salida del estudio de televisión…

Era Elvis adherido a un mate. Un porteño con sex appeal, mechas largas, la polera ajustada, el Levi´s en su lugar. Le tironeaban una patilla, le imploraban un beso a la distancia y Echarri, generoso, les regalaba una sonrisa, fruncía la boca. Era, ya sabemos, la anatomía más sexy de la Argentina Kirchnerista.

-¿Lo tomó con madurez?

-Y…yo soy un agradecido del galán.

Y luego señala que está enfocado en hacer gestiones sociales, en ayudar a otros actores. Lleva años trabajando en una institución que ampara a los actores argentinos y desde allí alza la voz, alza el puño, pide igualdad. Admite que admira a los chilenos: “Por su fuerza”, confiesa. Admira Santiago, ya está a días de pisar por primera vez territorio chileno. De pisar un escenario chileno. Y mira hacia arriba como si rezara, o eso infiere alucinado el reportero. Pareciera que está buscando a Maradona con la mirada. Al verdadero Salvador de Argentina, al dios imperfecto. Y, en ese instante, se le consulta qué le gustaría poner en una pancarta si marchara por las calles.

Y Echarri respira un poco y grita extasiado:

-¡Viva Perón!-y así, felizmente argentinizado, Pablo Echarri termina la transmisión. 

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