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Entrevistas

28 de Diciembre de 2022

Carlos Ruiz: “Uno de los temas del Frente Amplio es recuperar la sintonía con las cuestiones de la gente”

Carlos Ruiz dice que uno de los temas del FA es "recuperar la sintonía con las cuestiones de la gente".

El académico de la U. de Chile, referente intelectual del Frente Amplio, revisa el momento constituyente del país y el primer año de gobierno de un conocido de años, el Presidente Gabriel Boric. Pese a ello, el Sociólogo mantiene el juicio crítico con el oficialismo: “me preocupa que en el gobierno quedemos atrapados en las herencias de la Concertación", dice. “Lo que ha consumido al FA es entender la política como administración”, agrega en entrevista con The Clinic.

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Va finalizando el 2022 y el sociólogo de la U. de Chile, Carlos Ruiz, hace una pausa en sus compromisos académicos de cierre de año, para hacer una revisión de lo que ha sido un año especial para la política por dos fenómenos: dos procesos constituyentes -uno truncado por el Plebiscito de Septiembre, posteriormente rehabilitado con el Acuerdo por Chile-, y además de ser el primer año de gobierno del Presidente Gabriel Boric. Un análisis que desarrolla a partir de su rol de referente intelectual del Frente Amplio.

Dos fenómenos a los que Ruiz le ha dedicado prácticamente toda su vida académica y política. Es de público conocimiento el ascendente que tuvo el docente en la generación de jóvenes que, desde el movimiento estudiantil, comenzaron a hacer política hasta llegar a La Moneda en un trayecto que podría situarse a partir de los movimientos autonomistas en la Casa de Bello, y que posteriormente tuvieron su momento estelar en las movilizaciones estudiantiles del 2011. 

Se ha dicho que Carlos Ruiz -otrora dirigente de la Surda, con raíces en el PS y el MIR- es el “padre” del FA, rótulo que el intelectual rechaza de plano. Pero sí ha sido un referente en la formación política de varios y varias de ese conglomerado que actualmente están dirigiendo los destinos del país. 

Por lo mismo, su diagnóstico lo hace desde la cercanía militante, pero siempre con la postura crítica que lo caracteriza. A lo largo de esta entrevista, por ejemplo, será enfático en destacar que el Frente Amplio no debe obviar sus raíces en los movimientos sociales, manteniendo el sello transformador de toda orgánica política que se precie de izquierda. En este punto, además, Ruiz hace un contrapunto crítico con la participación del Socialismo Democrático en la gestión de gobierno. 

Por ejemplo: ambos mundos aún no debaten ni consensuan un diagnóstico común sobre las causas del Estallido Social -argumenta-, uno de los fenómenos políticos que sigue siendo objeto de análisis y definiciones para este académico que conoció al Mandatario en sus años de aula y política desde la calle.  

-¿Cómo resumirías este 2022 para la izquierda y una generación que está en el gobierno a la que conoces desde la universidad?

-Desde el 2006 en adelante tomó forma una crisis social que se venía profundizando es un abismo entre política y sociedad, entre la política institucional y la sociedad. Eso no se ha resuelto y creo que sigue latente.

También creo que el Rechazo se tendió a leer de manera unilateral, como una especie de restitución de una hegemonía de derechas y eso es absolutamente falso, ilusorio. Eso arrastra un dato muy complejo que es la inexistencia de grandes mayorías políticas sustantivas. Tenemos gobiernos que son electos con 1/4 de la población efectivamente votante, y eso ya había ocurrido incluso con Piñera y Bachelet dos hace mucho tiempo. 

-¿Tiene alguna vinculación eso con el Acuerdo Constituyente en curso?

-Haber puesto el acuerdo de manera absoluta, sin ninguna otra forma de participación de sociedad y de manera completa en el Parlamento… Parlamento que está con déficit de representación política y de legitimidad. 

Esta es una sociedad demandante que instaló una exigencia por transformaciones que todavía no tiene horizonte. Esto que se llamó desmontar el neoliberalismo puede tomar una década, no va a ser un proceso corto ni lineal. 

La estrategia posible podría estar por dónde empezar ese proceso, pero no caer en un exceso de expectativas de que esto se va a resolver en un sólo gobierno, ni tampoco en un sólo acto constitucional. Esto va a ser muy complejo.

-¿Entonces?

-Este gobierno va a terminar bajo una Constitución que estaba hecha para bloquear cambios; ahí va a estar el gran dilema. Es importante que esto se resuelva y se pueden encauzar institucionalmente, pero hay una institucionalidad vetusta que se resiste esas transformaciones. 

Y eso lo único que puede extender es al desborde de lo político desde la presión social, con los costos humanos que ya conocemos; mutilados, muertos, las mismas situaciones de jóvenes presos que todavía hoy no se resuelven de manera inexplicable. 

Ahí no sólo hay una responsabilidad del aparato judicial a esta altura, también del propio gobierno porque hay cosas que se pueden resolver por decreto. Echarle tierra a esto es un escapismo muy absurdo de parte de la política institucional. Las cosas no se repiten nunca igual en la historia, pero nadie sabe cómo pueden volver a darse.

-¿Qué escenarios proyecta con eso?

-Esa situación sigue abierta y creo que va a ser zigzagueante por un buen tiempo; va a tener avances y retrocesos. El dato más concreto era si lo que tenías al frente era una derecha muy distinta a la que tú te habías acostumbrado a leer y a entender y con la cual estabas acostumbrado a lidiar en los años noventa.

Lo que hay ahora es más bien una actitud obstruccionista. Diría que incluso respecto al gobierno que es abiertamente desestabilizadora, de bloquear…mira lo que está ocurriendo con el nombramiento del Fiscal Nacional, no más. 

Hay muchos más ejemplos de eso. Incluso cierto liderazgo empresarial como el del propio Juan Sutil (ex presidente de la Sofofa) cayeron en la política de la provocación, en la distorsión de la discusión. Aquí se les va a quitar la propiedad privada y no escuché a nadie de la Convención decir eso.

-¿Y los errores o excesos propios de la ex Convención?

-No estoy defendiendo los errores que se cometieron del otro lado, pero lo otro era una actitud totalmente abierta. El tema de la proximidad de la sociedad, de construir los puentes entre política y sociedad, sigue siendo un tema fundamental y es mucho el tiempo desde que se arrastra. A mí me preocupa que en el gobierno quedemos atrapados en las herencias de la Concertación.

Usted dice que no hay restitución de una hegemonía conservadora, pero también hay una tesis que dice que la gente se replegó atemorizada ante una narrativa refundacional. ¿Acaso la gente se puso más conservadora?

-Mucho antes que eso ya había un José Antonio Kast que ganó en primera vuelta. Un candidato que se plantea en las peores formas conservadoras que hemos conocido en tres décadas por lo menos. Se llegó a jugar hasta con la posibilidad de derogar el voto femenino, se habló de una cantidad de cosas. Y ganó y creció un poco más en segunda vuelta. Todo eso no salió de la noche a la mañana.

-¿Y qué vinculación se puede establecer entre eso y el 62% del Rechazo en el Plebiscito de Salida?

-Cuando se ganó la segunda vuelta estuvimos tres semanas celebrando y se nos había olvidado lo que había pasado; en la segunda vuelta hubo un voto mucho más anti Kast que pro Boric, porque salieron montones de gente, que no necesariamente tenía una opción porque el problema era parar, digámoslo así, a esa bestia. Esto volvió a aparecer en el Rechazo, en el voto de los sectores rurales.

Lo segundo está el tema de la fake news y la confusión que lograron crear con todos los medios y todo el dinero a su favor. En ningún caso hay que desvalorizarlo, pero tampoco hay que elevarla al factor que lo explica todo. En todo caso, no significa una lealtad política dura con un proyecto de derecha. 

Además, mucha de esa gente aparecieron en las encuestas diciendo que sí querían nueva Constitución, pero creyeron que votaban para reformarla; se compraron el cuento de rechazar para reformar y después se declararon estafados. Ahí tienes también una zona interdicción que es mucho más compleja.

Sobre las dos almas del oficialismo: “¿Qué lectura hacen de los 30 años y el Estallido?”

-¿En qué falló la estrategia política del Apruebo en el Plebiscito pasado?

-La campaña se hizo con un exceso de centrarnos en los sectores de más confort. Entonces, los partidos están dedicados a acumular fuerzas para aumentar su militancia y, por lo tanto, va a ser una acumulación frontera, y no se salía más a campo traviesa donde no hay zona de confort. 

Recuerdo que en ese momento Daniel Mansuy advirtió a la derecha que no convirtieran la campaña del Rechazo en una campaña de identidad por la derecha. Yo lo venía haciendo del otro lado, decía que esto no se puede convertir en una campaña entera con la izquierda, ni con el Frente Amplio. 

-¿Por qué?

-Porque estábamos ante una disyuntiva inédita que era el voto obligatorio con inscripción automática. Eso nunca lo habíamos conocido, iba a votar un porcentaje de población que nunca había votado. Y efectivamente votó por fuera de los moldes de la política.

Eso nos volvió a recordar el abismo que hay todavía entre política institucional y sociedad. Fíjate que el Apruebo se recupera un poco cuando se va a un estrato más alto, fue como al revés. Entonces es muy difícil decir que esa gente está negada a las transformaciones. Creo que no hay una interpretación que lo generalice todo. 

Pero como te digo, hay un factótum grande que está por obstruir las transformaciones, eso es innegable. 

-Las encuestas parecen que marcan un cambio en el eje de la discusión. Por ejemplo, se apoya mayoritariamente la participación de expertos en el nuevo Proceso Constituyente. Otro arista: la gente quiere que la cotización extra en la reforma de pensiones vaya entera a su cuenta individual…

-Mira, esas son discusiones que se han destrozado en términos racionales. Acuérdate de esa idea de Con Mi Plata No. Con los retiros se produjo un vacío y la reforma de pensiones lo que busca es restituir en gran parte ese vacío aumentando el volumen de cotizaciones. Eso es lo que están haciendo con este proyecto de pensiones, no es una transformación lo que están dando. 

Si el empresariado fuera un poco más hábil, se daría cuenta de que le está saliendo bastante barato validar el sistema, después de toda la crítica que tuvo. Acuérdate que hubo 1 millón y medio de personas marchando contra esta cuestión.

-Qué hay de cierto eso de que la ciudadanía padece cierta “fatiga electoral” ante tantas elecciones durante el 2021? Tal vez eso hizo que la gente ya no esté en las calles presionando por transformaciones.

-Eso no significa que han cambiado las temáticas. Ahora, la forma en que  se consultan… uno mismo sabe cómo se prepara una encuesta y cómo las preguntas pueden condicionar la respuesta. Pero sí, vivimos una seguidilla de elecciones, lo que era prácticamente insano desde el punto de vista de un esquema representativo, fue una coyuntura muy particular. 

Este es un momento en que la política se tiene que dar vuelta hacia la sociedad e intentar reconstruir desde los sectores que creen que las cosas se resuelven a través de una legislación nacional en democracia, que las confrontaciones de intereses son legítimas y que siempre van a existir, pero se tienen que resolver 

-Usted dice que la política tiene que volcarse en la sociedad, pero el nuevo Proceso Constituyente se está realizando en el Congreso.

-Y no sólo con la vaga legitimidad que tiene esa institución política que es el Parlamento, sino que, además, tiene un nivel de fragmentación política que también es inédito de descomposición.

Recuerdo que se le criticaba mucho a Giorgio Jackson que no era capaz desde el gobierno hacerse cargo de la política parlamentaria del gobierno: no podía cuadrar los acuerdos allá. ¿Y quién lo puede hacer? ¿Qué es el Partido de la Gente, por ejemplo? Es cualquier cosa ¿En qué geometría entraba eso? Era un quebradero de cabeza. Haber cuestionado a Jackson sobre eso es no hacerse cargo del nivel de fragmentación en que cayó la política.

¿Así no se puede gobernar?

Eso es lo que te digo. Haber puesto la resolución del problema constitucional ahí y no intentar otras mesas de diálogo con otras representaciones, me parece muy complejo. 

A mí me preocupa el tema de que lo que gana en segunda vuelta no es el Frente Amplio, no es ni siquiera Apruebo Dignidad, sino que todo este aglomerado de un antiKast porque eran fuerzas que no habían hecho nunca un programa juntos. 

¿Cuál era el programa que ganó en segunda vuelta? No era el programa de Apruebo Dignidad, tampoco el del Frente Amplio. ¿Cuál programa? No había programa. ¿Qué fuerza ganó? ¿Cómo se llama la alianza que ganó?

Eso se empieza arrastrar en tensiones sucesivas y después se reajusta con la lectura que se hace del Rechazo como una especie de ascenso de una hegemonía conservadora, que me parece que es un error. Entonces se da un desequilibrio mucho más fuerte de la entrada de los estilos de la vieja Concertación.

-¿En detrimento de Apruebo Dignidad?

-Ahí me parece que el riesgo de esa situación, que va en detrimento de Apruebo Dignidad, de la izquierda y del propio Frente Amplio, en este caso estoy hablando del Ejecutivo, plantea una disyuntiva. 

Tienen que gobernar juntos, es una necesidad y eso quiere decir que este va a ser un gobierno un poco más de transición hacia un proceso de cambios, más que un gobierno que va a facilitar la consolidación de todas las transformaciones.

Perfecto, entonces definamos una estrategia. ¿Por dónde empezar? Porque no da lo mismo por dónde empezar tampoco porque, ¿qué lectura hacen de los 30 años y el Estallido? ¿Por qué se produjo entonces? Eso también dificulta mucho la reconstrucción de la izquierda, porque es una izquierda que no está debatiendo en este momento.

-¿Y qué tanto esa ausencia de debate obedece a que el gobierno, por ejemplo, tiene la presión de administrar el país en el día a día?

-No se le puede echar la culpa de todo al gobierno, sería una actitud facilista. El deterioro del sistema de partidos, el enmudecimiento de las organizaciones sociales, todo eso tiene que reactivarse en una discusión porque de lo contrario, lo único que nos queda como paradigma es la administración. 

Lo que está haciendo en este rato y que ha consumido al Frente Amplio es entender la política como administración. Estoy de acuerdo que el Estado es la administración, pero también puede ser transformación.

-¿Y cómo se transforma con una recesión económica y con un Congreso donde eres minoría?

-Es que ni siquiera hemos resuelto el problema de los presos de la Revuelta.

-¿Es un imperativo ético a su juicio?

-Por eso te digo que se leyó mal el tema del Rechazo. Se leyó como una especie de llamado a la moderación. El uso de la moderación ha sido de un abuso que va desde desde cómo se leyó eso que significaba la vuelta a la Concertación, lo que era símbolo de moderación.

La moderación siempre se lee como que la izquierda o los sectores populares tienen que retirar sus demandas o los sectores populares. Entonces yo pregunto, ¿y Kast no es un problema también de des-moderación? 

-¿Qué debería hacer entonces el gobierno en este punto?

-Me parece que es importante tener políticas más activas desde el gobierno, pero no solamente desde el gobierno, sino que también se tiene que reconstruir sus partidos y sus vínculos con la sociedad o actor. 

Hay que invitar a los actores sociales a discutir el tema pensiones porque si no lo sientas en la mesa, a esos actores sociales les cuesta también la legitimidad frente a sus bases. En el fondo, las cosas pasan por fuera de ellos y no tienen ninguna capacidad de determinación. Entonces, ¿para qué están metidos con No Más AFP?

Que son bien críticos del proyecto de reforma de Pensiones.

-Por supuesto, y apenas fueron atendidos 40 minutos por lo que escuché. Si vamos a empezar a generar la idea de que los proyectos de transformación se generan en unas mesas de expertos, de unos nichos que son poco transparentes para la sociedad, esos son cotos de caza fáciles para el gran empresariado, porque ahí entra el lobby. 

“Recuerdo que se le criticaba mucho a Giorgio Jackson que no era capaz desde el gobierno hacerse cargo de la política parlamentaria del gobierno: no podía cuadrar los acuerdos allá. ¿Y quién lo puede hacer?”

Al revés, una mesa de diálogo permite mayor capacidad de presión a los otros actores e, incluso, le habría permitido más capacidad de negociación al propio gobierno, pero también permite revalidación de los actores en el sentido de encauzamiento institucional de las demandas. 

En el fondo es una ampliación democrática, porque lo fundamental es defender la democracia porque está siendo agredida. En este momento hay sectores que no son menores y que no son carentes de poder que están en una política abierta de erosión de la democracia.

-Su afirmación es delicada. Ejemplifique.

-Desde Amarillos hasta el Team Patriota. Lo que pasa es que son distintas armas, pero la manera en que se apuesta vulnerar las reformas…recién te criticaba el hecho de que la gestión del acuerdo constituyente solamente encerrado en el Parlamento. 

Eso significa que discuten los parlamentarios, pero los parlamentarios no más. No nos vamos a meter a una mesa donde ni tú ni yo somos parlamentarios.

-¿En calidad de expertos?

-(Risas) Es que eso ya es un chicle.

Se dice que las universidades van a tener un rol en la discusión. 

-Hay una cantidad de cosas que todavía están en el aire, por ejemplo, los bordes. No es por hacer exégesis, pero en Teoría Social está sumamente demostrado que conocimiento e interés tienen un vínculo interno y no hay conocimiento sin intereses, por lo tanto no hay experto carente de interés. 

El experto siempre representa un interés, por muy experto que sea. La expertise existe, por supuesto, pero no es carente de interés.

“Hay un Frente Amplio que no está en las universidades”

-¿Cuál es la inserción en la sociedad tiene el Frente Amplio en este minuto que le tocó hacerse cargo del Estado?

-Me preocupaba mucho que en términos de cultura política, por decirlo a lo Gramsci, se convierta la administración como el único paradigma de la política porque eso significa que renunciamos a cualquier transformación.

Entonces vamos mutando a ser los administradores de lo mismo y nos ofrecemos como alternativas de administradores de lo mismo, más decente que los otros; no vamos a robar, los otros robaban. 

Esto no significa ser desleal con el gobierno. Y el gobierno debe entender que la lealtad no se puede confundir con obsecuencia y con carencia de reflexión. Al contrario, implica apropiarse de nuevas condiciones de lucha y de confrontación

-¿Por ejemplo? 

-Va a haber que subirse a esta cancha del acuerdo con todos los problemas que está teniendo todavía su dibujo, porque uno no escoge las condiciones en que tiene que pelear, pero tiene que subirse arriba a dar pelea como sea. En ese contexto, el horizonte administrativo por si sólo no alcanza, no da el ancho ante una situación histórica como esta.

El aplanamiento  intelectual de la izquierda, de su vitalidad reflexiva, no pasa solamente en la gestión administrativa, sino que también en los propios espacios sociales. Hay un Frente Amplio que no está, por ejemplo, en las universidades. Desapareció y es su espacio de origen. Las federaciones quedaron  en el suelo.

Puedo entender que Carolina Tohá y otros no entiendan nada de esto porque no lo entendieron en los últimos 30 años. Lo que no puedo entender es que la gente del Frente Amplio no entienda esto.

Cuando se plantean este tipo de dilemas, un sector del oficialismo recuerda el hecho de que el Plebiscito de Salida se perdió por un 62% de los votos. No es menor. 

-Claro, pero ahí te digo que hay más lecturas de la homogeneidad de ese 62%. Decir que fue un voto a favor de la moderación es entenderlo en una forma maniquea porque por moderación se puede entender muchas formas. 

Ahí es donde el discurso ha sido utilizado, incluso, para ganar más espacio dentro del gobierno. Ahí es donde yo creo que todavía queda mucho por abrir procesos de transformación.

-No le parece elocuente que el Presidente Boric haya dicho que quiere pasar a la historia como Patricio Aylwin, Radomiro Tomic, Eduardo Frei Montalva? Fue bien simbólico…

-Y también fue bien polémico, habrás visto las redes de los propios sectores, los militantes de su partido. Creo que esos son temas que se pueden deliberar legítimamente dentro del Frente Amplio, pero no son dilemas resueltos.

Es que da la impresión de que el Presidente Boric está cómodo con la moderación.

-Mira…no sé. No te puedo decir nada de esto porque no tengo ningún dato. Lo que sí te puedo decir es que el problema de cómo reformular la identidad del Frente Amplio en este contexto y la propia izquierda como se sitúa, son debates que están pendientes y están afectando a esas colectividades. 

Ahí la perspectiva de entender la política como burocratismo, digamos de la administración estatal, es un suicidio como proyecto político.

O sea, ¿está comprometida la proyección del Frente Amplio a mediano plazo?

-Digámoslo de otra manera. Si tu perspectiva es la administración de lo que ya venía de los 30 años, ¿cuál es el problema? ¿Alargarlo a 40? Bueno, eso es intrascendencia histórica porque eres como el relevo tardío de lo que fueron aquellos personajes para tratar de administrando este modelo con un crecimiento que permita cierta distribución, pero dentro de los márgenes que permite el modelo.

Mirado desde la hegemonía actual del Ejecutivo, ¿No será que en los hechos estamos ante un nuevo gobierno de la ex Concertación? 

-Tengo la impresión de que lo que se ha instalado es un defensismo. Todavía no me atrevería a ponerle el sello a esa frase, no diría que es algo ya consolidado. No me parece que es algo en lo cual se pueda generalizar en que, por ejemplo, esté muy cómodo al Partido Comunista. La actitud de Camila Vallejo ha sido distinta. 

Creo que es un proceso todavía de articulación y sigue vivo como tensión. Ahí es donde merece discusión. Tampoco creo que la Concertación es una sola, había mucha gente que era crítica en un sentido muy interesante dentro de la Concertación. Pero había otra que no y que tendía a la versión más naftalina de la Concertación. 

Me parece que hay una ensoñación con repetir un poco el ciclo de Lagos, lo que sería nefasto. 

“Uno de los grandes capitales que tiene Gabriel (Boric) es su cercanía con la gente”

-¿Qué expectativas tienes para la izquierda en el 2023? 

-Confío en que podamos recuperar una discusión crítica del momento en que estamos, de hacer una lectura más detallada y menos ramplona, menos monocromática del Rechazo. Ojalá en 2023 sea una izquierda más dinámica, social y política, recuperando su capacidad de reflexión, produciendo a partir de eso, política.

-Un debate que se dio al inicio del gobierno en el oficialismo, era juntar a Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático en una sola coalición. ¿Le parece viable ese diseño?

-Sin entender qué piensa el Socialismo Democrático de lo que fue la Revuelta…yo creo que ni ellos están de acuerdo, pero por lo menos va a haber una razón para discutir el cómo nos vamos a reunir. Porque si no, es un acto de pegamento burocrático, de organizar desde un cónclave una disciplina de partidos para ejecutar política administrativa. Eso no es una alianza con un proyecto histórico.

-Posterior al Plebiscito, hubo un cónclave oficialista donde se volvió a este debate: concluyeron que eran una “alianza de gobierno” la que, en todo caso, carece de nombre. 

-Es una declaración burocrática. ¿Cuál es el proyecto entonces? No hay o cada uno supone y lo entiende como cree. Ojo, la política nunca es vacío. Cuando no hay discusión, cuando no se delibera abiertamente, es porque se está pasando de contrabando algún proyecto de sociedad.

-Una hipótesis es que el oficialismo trata de implementar el programa en la medida de lo posible en condiciones adversas.

-¿Cuál programa? ¿El de Apruebo Dignidad o el programa del Socialismo Democrático? ¿Los programas que traían en primera vuelta? Porque el cónclave no resolvió un programa. Por primera vez transparentó que eran dos cosas y entiendo que hubo un diálogo que a veces fue un poco más áspero que en otros momentos. De nuevo está la prensa que tiene que volver a contar lo que pasa en esos lugares.

“El gobierno debe entender que la lealtad no se puede confundir con obsecuencia y con carencia de reflexión”.

Sé que hay organizaciones y grupos políticos que mandaron documentos  pidiendo respuestas, y no recibieron nada. Me parece que eso se tiene que reanimar y hay que entender que eso es positivo, no es negativo. 

No se puede confundir esto con obsecuencia irreflexiva. No se trata esto de que hagamos gárgaras intelectuales. Me refiero a la vitalidad de los actores políticos y de los actores sociales.

Se dice que los presidentes son líderes naturales de sus coaliciones. ¿Qué rol debería tener en esta discusión el Presidente Boric?

-Es muy difícil lo que le tocó. Esto lo voy a decir con cariño, con preocupación y apego personal también: esto nunca le tocó a ningún Presidente antes en los últimos 30 años.

Ser líder en un momento de esta fragmentación política es muy complejo y creo uno de los grandes capitales que tiene Gabriel es su cercanía con la gente y que volvió a aflorar en la crisis de Viña del Mar. Es muy fuerte y no es impostado: él es así.

-¿Pero ese carisma tiene límites, no?

-La proximidad de la política institucional con la sociedad pasa por mucho más que eso, es verdad. Pero creo que uno de los temas, no sólo de Gabriel, sino que del Frente Amplio en general, es recuperar la sintonía con las cuestiones de la gente.

El problema es que no se trata eso de traducirlo solamente en oferta pasiva para la gente, sino que permite que la gente dialogue, participe activamente en la construcción de esas soluciones. Porque si no, vas volver con un producto y te van a volver a decir: rechazo. En ese dilema está la figura de Gabriel.

Lo que sí creo que él dio un paso al frente en el momento de hacerse cargo de una situación histórica que exigía mucha responsabilidad. Eso nadie lo puede poner en discusión.


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