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Especial The Clinic

14 de Febrero de 2023

Una historia de amor entre el alcohol gel y las mascarillas

Nos enamoramos entre alcohol gel y mascarillas durante la pandemia

Para mí fue súper paradójico todo. Con Yaraví éramos supervisores de protocolo y justamente velábamos por el cumplimiento del distanciamiento social, sin embargo, nosotros estábamos más enamorados y juntos que nunca.

Por Samuel Varela

Sin la pandemia, no nos hubiésemos conocido. No teníamos por dónde. Ella estudiaba artes y yo trabajo en una compañía de seguros. Ella es de Puerto Montt, yo de Santiago. Fue un período muy difícil para mí y para mucha gente, solo podría compararlo con una guerra. Pero incluso en esos momentos puede surgir el amor.

En 2021 estaba encerrado en mi casa, teletrabajando, y tenía mucho tiempo libre. Los malls ya estaban recibiendo gente, pero con aforo limitado y medidas sanitarias. Un amigo me comentó que estaban buscando gente para trabajar en un centro comercial, con los protocolos de prevención que se exigía por la pandemia.

Llegué a trabajar y tuvimos una reunión en la oficina operativa del mall. Había gente de mi edad, estaba el amigo que me ofreció la pega, pero no conocía a nadie más. Mientras nos saludábamos, todos con mascarillas, conocí a Yaraví. Me acuerdo que me llamaron mucho la atención sus ojos, tenía una mirada muy profunda, no sabría muy bien cómo explicarlo.

Nuestra tarea consistía principalmente en entregar alcohol gel, controlar los accesos y el distanciamiento social. Una parte del trabajo también era hacer recorridos por los pasillos del mall en parejas, pero nunca me tocó con Yaraví. Pude interactuar con todo el mundo, menos con ella y no se me ocurría otra forma de acercarme, me ponía muy nervioso. Hasta que al fin nos asignaron juntos.

Ese día logramos conversar y hablamos todo el turno. Fue súper ameno todo, teníamos muchos temas en común y fue muy entretenido. Pero después de esa ocasión, la perdí del radar, no nos comunicamos más. Ella estaba con planes de irse de la pega y no seguir trabajando allí.

No supe de Yaraví hasta que llegaron las Fiestas Patrias y nos invitó a su departamento a carretear. Fue la primera vez que nos juntamos todos sin tanto distanciamiento. A ella, por ejemplo, la había visto solo una vez sin mascarilla durante un cambio de turno, cosas de la pandemia.

En esa fiesta nos dimos nuestro primer beso. Se estaba por ir del trabajo y renunciar, entonces era como una despedida. Como no sabía si la iba a volver a ver, le conté que venía sintiendo cosas por ella desde algún tiempo. “Te quiero proponer que lo intentemos. No le pongamos un nombre. Salgamos, conversemos, conozcámonos”, le dije. Me quedó mirando y me dijo que sí.

Desde que empezó todo, nuestra relación funcionó. Era algo mágico, no sé cómo describirlo, es algo que solo he vuelto a sentir cuando nació nuestro hijo, Máximo, hace cinco meses.

Para mí fue súper paradójico todo. Con Yaraví éramos supervisores de protocolo y justamente velábamos por el cumplimiento del “distanciamiento social”. Sin embargo nosotros estábamos más enamorados y juntos que nunca. Si bien la pandemia nos obligó a encerrarnos y permanecer distantes por mucho tiempo, para mí, personalmente, vendría a ser la única vía u oportunidad que tenía para conocerla.

*Samuel Varela tiene 29 años y es analista de proyectos en una compañía de seguros. Actualmente vive en Puerto Montt.

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