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Opinión

11 de Junio de 2023

Columna de Catalina Pérez | A 50 años del Golpe de Estado: Por una democracia con sentido

Columna de Catalina Pérez: 50 años del golpe de Estado

"No es casual que el alza del pinochetismo y la mayor degradación de la democracia se den en medio de una crisis económica, política y social que sacude a los chilenos y los mantiene viviendo en la incertidumbre", escribe la vicepresidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados, Catalina Pérez (RD), en esta columna de opinión para The Clinic.

Por Catalina Pérez

Ad portas de conmemorar los 50 años del Golpe Militar, que quebró el orden institucional en 1973, han surgido varios sondeos y análisis que hacen una revisión de la salud de nuestra democracia. Las informaciones conocidas son preocupantes, pero también muy ilustrativas del momento político que vivimos.

En enero de este año, la encuesta CEP daba cuenta de una caída de 12 puntos desde la última medición en la valoración de la democracia como forma de gobierno, alcanzando un 49%. Al mismo tiempo, un 19% -seis puntos más que en la última medición- señalaba que el autoritarismo “puede ser preferible”.

Hace solo unas semanas, la encuesta CERC-MORI complementaba este gris panorama. Arrojó que en 10 años la valoración positiva del dictador Augusto Pinochet aumentó en 20 puntos, llegando a un tercio (36%) los chilenos que creen que el ex militar “liberó del marxismo” al país.

No es casual que el alza del pinochetismo y la mayor degradación de la democracia se den en medio de una crisis económica, política y social que sacude a los chilenos y los mantiene viviendo en la incertidumbre. En ese contexto, nuestra política e instituciones no han logrado responder con efectividad a las necesidades de las personas, dando constantemente señales de inestabilidad. Estas se expresan tanto en la banalización del debate público. Así también en la complejidad para alcanzar acuerdos que le mejoren el día a día a las familias de nuestra patria.

Sin pensar en este como el único o principal factor, es importante relevar que cuando la democracia y el sistema político no funcionan como una herramienta para la resolución de los conflictos y urgencias de la ciudadanía, lamentablemente se desdibujan las bondades de un gobierno democrático por sobre uno autoritario. Al final del día, las personas sienten que, independiente de quién gobierne y cómo lo haga, ellos seguirán viviendo igual.

En el mediano y largo plazo, para combatir esa desafección y la reivindicación de un pasado marcado por graves atrocidades, las fuerzas políticas debemos ser capaces de ofrecer una mirada clara de futuro al país. Un horizonte nítido hacia el cual se avanza y permite, más que una reivindicación permanente del pasado, una conversación sobre el porvenir.

Pero en lo inmediato, para recuperar algo de confianza en el sistema político, nuestra obligación es brindar certidumbres, materializando un mejor vivir para nuestros compatriotas. Esa puede ser nuestra mejor arma para enfrentar el avance de posiciones que capitalizan el malestar social desde veredas autoritarias o populistas. Estas a menudo contrarias a los mínimos comunes que hemos ido consensuando como sociedad.

Sabemos que en contextos de crisis democrática penetran con mayor facilidad estos discursos. Por lo mismo, hoy vemos cómo -con tanta naturalidad- intentan instalar una especie de legado a valorar de la dictadura. O cómo dirigentes políticos reivindican como un “estadista” a un dictador que dejó más de 3.200 víctimas de vulneraciones a los Derechos Humanos.

Nuestra memoria merece más que eso. Los 50 años desde el Golpe de Estado deben invitarnos a recomponer el diálogo democrático. A dejar de ver al que piensa distinto como un actor inválido. Confío en que el encuentro y el entendimiento es posible cuando partimos una base que luego de varias décadas debiese estar asentada. Tomar el poder por la fuerza y violar masivamente los Derechos Humanos de tus opositores es intolerable e indefendible. Hagamos consenso de una vez por todas el “nunca más” y miremos el futuro como una oportunidad de profundizar nuestra democracia.

* Catalina Pérez, diputada y vicepresidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados.

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