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8 de Julio de 2023

El declive de lo políticamente correcto: cómo Chile y el mundo están cambiando en pleno auge de los discursos conservadores

El declive de lo políticamente correcto: cómo Chile cambió Ilustración: Daniela Carrasco

Desde explicaciones por al agotamiento de la sociedad a las posturas progresistas detrás de lo políticamente correcto hasta el crecimiento de movimientos conservadores son parte de las claves que, explican distintas voces a The Clinic, estarían detrás de uno de los momentos clave de la sociedad chilena: la hora en que lo políticamente correcto quedó bajo la mira.

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En Chile, en junio de 2016 se creó el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. El septiembre de 2017 se aprobó el aborto en tres causales. El 8 de marzo de 2018 se realizó la marcha del 8M más importante, como parte de la llamada “ola feminista”, en pleno #MeToo. En 2019 la discusión sobre el lenguaje inclusivo se tomó la discusión pública. El 15 de diciembre de 2020 se aprobaron los escaños reservados para pueblos originarios para la Convención Constitucional. El matrimonio igualitario tuvo luz verde en diciembre de 2021. El 11 de marzo de 2022 asumía el primer Gobierno del Frente Amplio, incluyendo gran parte de estas demandas.

El escenario, poco después, había girado. El 4 de septiembre de 2021, el Rechazo obtenía una victoria por sobre una Carta Magna que buscaba dar un cierre constitucional a diversas normas progresistas que habían sido aprobadas. Era el inicio de una discusión que comenzaba a agrietar a la sociedad chilena, el momento en que “progre” pasó a convertirse en un insulto para quienes lo decían y “ñuñoíno” como concepto irónico que describe a quienes adhieren a las ideas progresistas. El 7 de mayo de 2023 el escenario se profundizaba. La elección de consejeros constitucionales dejaba un claro ganador: el Partido Republicano.

El hecho significó un impacto, un reordenamiento político y social. Algo que rápidamente muchos entendieron se trataba de un hito, un contraste de realidades en pocos años. Uno de los rostros detrás de la victoria fue Francisco Orrego, vocero del Rechazo e integrante del Instituto Libertad, quien, describe, pudo sentir el cambio que se avecinaba.

“En los últimos años Chile se politizó como lo había hecho antes. Había un mantra en la sociedad chilena que, en la mesa de comida, no se hablaba de política. Hoy se pierde el miedo a hablar de eso. Por las condiciones históricas, la política se instaló en las mesas. Las posiciones políticas son mucho más nítidas que antes”, describe al respecto.

Con ello, habla de uno de los puntos que quedaron expuestos tras la elección, y que describe se puede entender como el declive de lo políticamente correcto. “Hubo un proceso de generación de construcción de discursos identitarios que buscó agudizar contradicciones realizando demandas identitarias. Nos olvidamos que somos una comunidad, que hay un principio articulador: el bien común, la igualdad ante la ley. Eso pasó, eso cambió”, apunta.

El Diccionario de Cambridge define la corrección política como el modo de “evitar el lenguaje y las acciones que puedan ser ofensivas para los demás. Especialmente las relacionadas con el sexo, el género y la raza“. Significa no usar un cierto tipo de oraciones, una clase de humor y dudar más sobre el modo en que decimos las cosas. Un modo de entender el mundo.

El profesor y filósofo de la Universidad de Chile Alan Martin aclara que, incluso hoy, el término puede generar equívocos: “Es más bien una cuestión moral que política, pero que impacta políticamente. Lo políticamente correcto es un término que, en la actualidad, se usa para cuestionar visiones morales antagónicas. Es así como ciertos sectores, por ejemplo, conservadores, comienzan a ver con sospecha a las formas políticamente correctas. En tanto son posturas críticas de sus ideas”.

Apunta a que gran parte de la discusión se da en el torno a la disputa ideológica. “Hay sectores -conservadores por lo general- que hablan, por ejemplo, de ‘ideología de género’ tratándolo de modo peyorativo. Como si la teoría de género fuera algo falso y que por ello debe ser combatido. En el fondo, es una crítica moral que se instala en el debate político como forma de deslegitimar la visión adversaria”, complementa.

Hay muchos, como el historiador Luis Oro Tapia, que aseguran indicios de que la sociedad cada vez cuestiona más el uso de lo políticamente correcto. “En el último tiempo se ha debilitado, pero no creo que esté en retroceso. Hay un cierto fastidio y una especie de reconsideración para quienes, originalmente, patrocinaban lo políticamente correcto”, afirma.

Junto a esto pone ejemplos sobre la mesa: “Un caso que grafica cómo esto ha cambiado, por ejemplo, está en el caso de Paulina de Allende-Salazar. Esto, al hablar de ‘paco’. En 2019 no le hubiera costado su trabajo”.

Hechos así lo grafican declaraciones como las del Premio Nacional de Ciencias Exactas José Maza que, en entrevista con Mega, apuntó que temáticas como las del lenguaje inclusivo, asociados a lo políticamente correcto, le producen “cierta violencia el lenguaje inclusivo, hablar de lo, la y les. La inclusión no está en la boca, sino que en la cancha”.

El inicio de una pelea ideológica

Rolando Jiménez, por años, ha sido una de las figuras clave dentro de la lucha de las disidencias por lograr derechos fundamentales para la comunidad LGTBIAQ+. El fundador del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual reconoce la existencia de un cambio de paradigma, y que deriva en la lucha que algunos sectores llevan sobre lo llamado políticamente correcto.

“No es algo que ocurra solo en Chile. Hay una contraofensiva de sectores conservadores. Es gente de derecha y extrema derecha que han puesto en cuestión los avances humanitarios que se venían dando en las últimas 40 años”, critica el fundador del Movilh. “Son pretensiones de un sector de la sociedad que se ha sentido con el derecho de determinar cómo y por qué viven los seres humanos de un determinado modo en la sociedad”, agrega.

Así, el activista es claro sobre las críticas que ve de quienes hoy ponen en duda las posturas de lo que algunos llaman lo políticamente correcto. “Nunca han dicho cómo los avances ha recortado los derechos a otras personas. Hablan de un invento, con la ideología de género, que es una falacia inventada para justificar un discurso de odio que les permite ponerle freno al avance que veníamos obteniendo distintos colectivos discriminados”, agrega.

En Chile, la encuesta del Barómetro de la Política realizado por CERC-MORI de marzo recogió que, del total de encuestados, un 26% se identificaba con posturas de derecha, igualando los datos recogidos de 2001, cuando se cifró una estadística similar.

Al intentar dibujar una línea del surgimiento del concepto de lo políticamente correcto, es difícil dibujar líneas claras con fechas marcadas en el calendario. The Guardian recoge que durante la década de los 90 rara vez se utilizaba el concepto. Algo similar a lo que ocurrió durante los primeros años de los 2000, hasta que, rastrean, desde 2012 y 2013 se transformó en un concepto que comenzó a tomar fuerza por el nacimiento de movimientos como Black Lives Matter o disidencias en Estados Unidos.

Sin embargo, en los últimos meses el escenario pareciera voltearse. Una decisión tomada en la Corte Suprema de Estados Unidos le dio la razón a una diseñadora cristiana, quien decidió negarse a crear sitios web para personas del mismo sexo, lo que implica una decisión que podría sentar un precedente en el territorio. En líneas similares, en 2022 el Estado de Florida aprobó la ley Don’t Say Gay Bill, que prohíbe enseña contenido educativo relacionado a orientaciones sexuales o de identidad de género a estudiantes de 3 a 17 años. Con ello, se estableció también una concepción: el género entendido como algo binario, “estable y fijo”.

La cocreadora de Mujeres Bacanas y columnista de género de The Clinic Isabel Plant plantea que “es una discusión que no solo se da en Chile y Estados Unidos, sino también en países como España. Este último vivió un gran avance de la derecha. Hay que tener cuidado al hablar de la ‘dictadura de lo políticamente correcto’, porque libra de culpa a sectores de la sociedad que se niegan a cambiar con los tiempos. Quienes quieren seguir discriminando, por ejemplo. Ese paraguas habla de este término, abarca a un sector de la sociedad que no quiere avanzar, y que tilda a sus críticos como fascismo“.

Sin embargo, Plant marca un punto aparte con respecto a la discusión en torno a la corrección política: no es algo solo de conservadores. “Hay una fatiga natural de haber insertado estos conceptos de generaciones más jóvenes, más estrictas en posturas como el veganismo, igualdad de género, en diferentes maneras de ser libres o mirar el mundo, que hace que las generaciones más viejas se cansen y hoy estén atacando de vuelta diciendo: ‘Oye, no, ya nos aburrimos de su discurso, no nos esconderemos’”.

El ascenso de las críticas a lo políticamente correcto

Mientras en Estados Unidos aumentan los estados que revocan el derecho al aborto tras la decisión de la Corte Suprema el 24 de junio de dar pie atrás con la sentencia del caso Roe contra Wade, y que ha llegado a que 19 de ellos dicten normas en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, una realidad no muy distinta se toma a España.

Una de las voceras del Vox, Idoia Ribas, partido de extrema derecha en el país ibérico, llegar a a realizar una afirmación que rebotó a nivel nacional. “Es hora de cambiar las políticas. Es hora de llamar a las cosas por su nombre. Los tiempos del consenso progre y de lo políticamente correcto han acabado“, dijo, en clara referencia a las posturas de izquierda.

En Chile la discusión sobre el concepto no puede desligarse de los eventos políticos que se han dado desde 2019: el Estallido social, la victoria de Gabriel Boric como Presidente, la fallida nueva Constitución realizada por la Convención Constitucional, el triunfo del Rechazo y, finalmente, la victoria de Republicanos en el Consejo Constitucional. Un vaivén que Francisco Orrego, integrante del Instituto Libertad y rostro del Rechazo, interpreta como una crítica a las posturas de lo políticamente correcto.

“Estas lógicas responden, creo yo, a varios factores, pero el más relevante es que las redes sociales y programas alternativas le dan cabida a voces que antes no tenían. Eso rompe ciertos paradigmas establecidos de que el de derecha tenía que ser políticamente correcto, que tenía que estar vestido de cierta forma. No, eso se desquebrajó”, asegura.

Hay quienes, como Rolando Jiménez del Movilh, que explican el debate público en base a cómo se ha gestado un cierto tipo de discusión a nivel nacional. “Los sectores más conservadores sienten una validación de la población al ver a candidatos presidenciales, senadores y personajes públicos compartiendo discursos de este estilo. Les hace sentir que existe un chipe libre a quienes usan la violencia contra determinadas minorías”, apunta.

Esta opinión también tiene matices. Uno de ellos lo menciona María José Cumplido, directora de la Fundación Iguales, dedicada a la inclusión de las diversidadades sexuales en la sociedad. “No creo que el discurso, por ejemplo, del Partido Republicano, sea nuevo. Lo que ocurre es que dicen hoy de manera abierta lo que antes decían a puertas cerradas. Hay una pérdida de miedo ante la funa de estos sectores. El miedo a ser incorrecto se perdió”, apunta la historiadora y escritora.

Sin embargo, pone el punto sobre el peligro de fondo que tiene llegar a una sociedad de voces sobre otras voces: “Hoy lo que prima es la polémica, de lado a lado. Ha aumentado por la lógica de las redes sociales, de cómo funciona un poco el mercado de consumo de noticias, posverdad. Esa subida de volumen impide que se discuta con profundidad. Finalmente, la imposibilidad de sentarse a conversar con alguien distinto es lo que, a mí, me parece es un peligro para la democracia. Pareciera que todo es una batalla, pero sin una discusión honesta y empática sobre qué tipo de sociedad queremos construir”.

Se trata de una realidad que, días atrás, tuvo un episodio que la propia historiadora puso sobre la mesa, haciendo referencia a la renuncia de Patricio Fernández como asesor por la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. “Le pasó a él cuando dice que históricamente se debería poder investigar sobre las causas del golpe. Fue finalmente funado por la izquierda, y tuvo que renunciar. Ahí también veo una subida de volumen e incapacidad de diálogo: esa es la característica que nos trae la polarización”, señala.

Una postura que comparte Manuel Antonio Garretón, quien mantuvo el diálogo con el periodista. “Es dañino que personas llamadas para que realicen tareas que son muy importantes en lo que es precisamente lo que interesa -construir un consenso en torno a los crímenes cometidos por el hecho mismo del golpe militar y sus efectos- se vean obligados a dejar su cargo por críticas que surgen de los sectores que persiguen los mismo fines”, puntualiza el sociólogo.

Los discursos conservadores en auge

El inicio del movimiento #MeToo, a diferencia de otros, pareciera tener una fecha. Muchos la datan en octubre de 2017. Esto con la publicación del reportaje del New York Times sobre los casos de abuso sexual por parte de Harvey Weinstein en contra de distintas actrices de Hollywood. Era el inicio de un movimiento que unía a las mujeres bajo una misma causa: exponer la extensión de la misoginia en la sociedad.

Fue en medio de esa ola que un hito sembró el debate. Se trató de la propuesta del entonces candidato presidencial José Antonio Kast quien promovía la eliminación del Ministerio de la Mujer. Estaba contra la corriente, y las elecciones lo dejaron en claro. Con solo el 7.93% de las preferencias en primera vuelta, se trataba de una minoría. Una cifra que quedó muy atrás en 2021, cuando alcanzó la primera mayoría de la primera vuelta, con el 27.91% de las opciones. En esta ocasión, sin embargo, él aclaró que su postura anterior había sido un error: “Nos equivocamos”.

Era uno de los tantos cambios que se vivían dentro de Chile. Otro ejemplo de ello ocurrió en cómo en solo cuatro años la imagen de banderas mapuche tomándose Plaza Italia -y protagonizando la imagen más recordada del Estallido social-, además de la inclusión de 17 escaños reservados para la Convención acabaron en 2023 siendo tan solo uno en el actual Consejo Constitucional.

El sociólogo Octavio Avendaño lo describe como un hecho que se da en un proceso de cambios sociales. Estos, enmarcados por la globalización y los momentos históricos del país. “Podríamos decir que hay algunas personas que logran adoptar actitudes más progresistas y otras actitudes más conservadoras. Pero los elementos se entremezclan. Las personas no necesariamente son 100% conservadoras o progresistas. Están entremezclándose en base a experiencias y la socialización de sus pares”, apunta.

Matías Trujillo, director de la Fundación Todo Mejora dedicada a la protección de la comunidad LGBTIQA+ apunta a que sectores conservadores -muchas veces llamados ‘políticamente incorrectos’- antes estaban dispersos hoy están unidos gracias a los cambios digitales. “No solo se unen, sino que se protegen. Es importante ver el hostigamiento que reciben influencers que promueven discurso de cuerpos diversos. Hay grupos conservadores que comparten contenido en YouTube sin racionalidad. Apelan a dolores sensibles. La gente conecta con ello, con ese discurso”, describe.

Y es que, tal como ocurre en la esfera pública, se trata de una disputa que aún continúa en pie. Ejemplo de ello es que el tópico sobre lo políticamente incorrecto incomoda a muchos. Para este reportaje se contactó a una decena de fuentes quienes prefirieron no hablar sobre el tema. “Es que no me quiero meter en este tema tan público”, dijo uno de ellos antes de dejar de responder mensajes.

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