La expansión de la comida coreana en Chile: el boom que superó a Patronato y se tomó Santiago con nuevos locales y largas filas para entrar
Más de trece locales abiertos en el sector oriente en menos de seis meses, la creación de una asociación gastronómica en 2022 y largas filas en locales dedicados a vender productos coreanos son la cara visible de un éxito que dejó de ser solo una en Chile. Sus dueños atribuyen el éxito a distintos factores, desde el fenómeno del k-pop hasta el interés por los doramas. Una realidad que, dicen sus protagonistas, ya no tiene vuelta atrás.
Por Aleister QuezadaCompartir
Ya era pasado mediodía cuando Yu Jin Kil, junto a su familia, abrieron por primera vez el Bora Market, el 26 de julio pasado. En las repisas del local, conocido como un convenience store, hay objetos cotidianos, productos de origen asiático como ramyeon -como corrigen ellos cuando uno dice “ramen”- y comida coreana. Sin embargo, muchos de quienes hacen una fila de 30 personas para entrar solo buscan un producto, la novedad del local: un vaso de hielo en el que se mezcla jugo o café en bolsa. Un producto típico de Corea que conectó con los chilenos. Su costo: $2.000.
Dos días pasaron hasta que se hicieran filas de al menos una cuadra de gente intentando entrar. Muchos de quienes pasan por avenida Providencia 2670 no entienden el fenómeno. Miran a quienes intentan ingresar: personas interesadas en la cultura asiática. Yu Jin Kil sonríe al hablar de este interés, su sorpresa. La sorpresa más grande de su vida.
“La respuesta de la gente fue mucho, mucho mejor de lo que esperábamos. Hay varios puntos fuertes. Uno es la atención que estamos dando. El otro, los productos y precios”, dice uno de los rostros del éxito comercial.
Mientras las filas se agrupan en las afueras del Bora Market, a solo minutos caminando hacia el poniente se puede ver la misma cara de la moneda. En Santa Magdalena 168 está el CH01 Coffee and Bar, restaurante de gastronomía coreana que abrió solo tres semanas antes. Uno de sus encargados, Jinoh Choi -hijo del dueño-, cuenta las razones que llevaron a la familia a instalar el local en la zona.
“Llevamos 15 años trabajando con comida asiática. Partimos con otro local, en Merced, Santiago. Empezó meses antes del boom de la comida japonesa. Era un restaurant pequeño, pero se fue expandiendo, creció a los lados y con un segundo piso. Después pasó el tiempo y comenzamos a incorporar de manera más obligatoria la comida coreana. Luego abrimos un local acá -en Providencia-, de comida coreana. Después, por temas de pandemia y espacios, llegamos hasta acá”, describe Choi.
Fue así como tomaron una decisión basada en el momento, contexto y percepción: “Como llevamos 15 años sabemos cómo se mueve el mundo de la gastronomía. La gente comenzó a conocer más de cultura coreana, donde ayudaron factores como el K-Pop, que se volvió algo masivo. La gente, también, comenzó a cambiar sus gustos: estaban más abiertos al mundo, otros sazones, probar cosas nuevas”.
La oferta de la comida coreana y el CH01 se centra en los sabores de la gastronomía coreana. Se distribuyen entre variaciones agridulces como comidas picantes. Ejemplo de ello es que uno de los platos del local, el bibimbap, una mezcla de verduras sobre una base de arroz acompañado de yema de huevo y proteína, que cuesta $8.900. Algo similar al omurice curry, arroz salteado con verduras, proteína y cubierto con una tortilla de huevo rellena con queso, además de curry, alcanzando un costo de $9.900.
Los locales se duplican por todo Providencia. Ejemplo de ello es la instalación de Hansik, otra convenience store a la salida del metro Los Leones, punto de encuentro de quienes están interesados en comidas de Asia y productos japoneses, chinos y coreanos.
Constanza Jorquera, académica de relaciones internacionales e investigadora asociada del Centro de Estudios Coreanos de la Universidad de Santiago retrata que esta realidad no puede entenderse solo por un par de factores, sino por los cambios culturales de Chile y el mundo.
“Se está moviendo el eje de la gastronomía coreana. Ahora hay dos, no es que se haya ido de donde históricamente estuvo, en Patronato. Hoy también está un foco entre Alcántara y Los Leones. Estos locales de comida coreana se instalan no muy dentro de sus calles, sino en zonas accesibles desde el Metro”, describe sobre su expansión la académica.
Es allí donde apunta por qué hoy se transforma en un fenómeno, a todas luces, ineludible. “Hay una ola coreana que es transnacional, que tiene su marco en jóvenes, en Internet. Lo bonito es que al entrar por un drama o el k-pop, uno comienza a consumir otro tipo de contenido. Allí entra la moda, cosméticos, etc. Llegas al k-lifestyle, al estilo de vida coreano. Eso está de la mano con la importancia de las redes sociales: está la expectativa de vivir experiencias que uno pudo ver en otros lugares”, añade Jorquera.
La vida coreana en Chile
Desde hace años, Patronato es reconocido como el centro que une a la comunidad coreana en Chile. Algunos lo llaman la K-Town -como Chinatown– de Santiago.
Según cifras del Servicio Nacional de Migraciones, se estima que en Chile residen 1.480 personas de Corea del Sur en el país. El 79% de ellos vive en la Región Metropolitana, mientras que el 12% en el norte, el 7% en el sur -desde Ñuble hasta Magallanes– y el 3% restante entre Valparaíso, O’Higgins y el Maule.
En cuanto a su distribución por comunas, un 25% de ellos vive en Las Condes; un 17% en Recoleta; un 12% en Lo Barnechea; un 8% en Antofagasta; 6% en Vitacura; 6% en Providencia; y un 26% en el resto del país.
Por ello, es fácil entender que gran parte de los más reconocidos restaurantes de comida coreana se hayan concentrado en Patronato, Recoleta. Entre Antonia Lopez de Bello y Río de Janeiro hay trece locales de gastronomía asiática dedicada a Corea. Tal es su relación que en 2022 la Municipalidad de Recoleta cambió el nombre de Asunción a Seúl, en homenaje a la capital surcoreana.
Es allí donde se ubican algunos de los centros históricos donde comenzó a expandirse la comida y gastronomía de ese país. Taeyeon Yoon (35) es dueña de uno de estos lugares. El Oiso, ubicado en Eusebio Lillo 311 -en esquina con Río de Janeiro-, es ejemplo del boom que vive su gastronomía.
“Nosotros estamos acá desde septiembre de 2019. Inauguramos y llegó el Estallido, después la pandemia. Sin embargo, no fue tan complicado como pensé que sería. No sé, el k-pop, los dramas de Corea (doramas) creo que ayudaron. Cuando inauguramos había mucha gente esperando que abriéramos. Los primeros días, de verdad, fue todo un éxito”, dice la dueña.
Con estudios en gastronomía, Taeyeon Yoon cuenta que su interés e idea nació con el fin de expandir la comida coreana en Chile, la cual aprendió a preparar de manos de su madre: “Todas las recetas que tenemos vienen de ella: mi mamá. Hace diez años las comidas coreanas aún eran muy exóticas. Hoy, cambió la cultura. El 70% de nuestros clientes es gente que nunca había probado esta comida y viene a disfrutar de una experiencia nueva”.
Por ello, analiza las razones de su vertical ascenso: “Tiene mucho que ver con los k-dramas de Netflix. Durante la pandemia la gente estuvo encerrada, creció mucho el interés por las producciones de Corea”.
Una visión parecida tiene Ivonne Santín, administradora del Hansoban, local de parrilladas coreanas ubicado en Río de Janeiro 248, reconocido por ser el lugar en el que comió el grupo BTS en su visita a Chile: “Hace cinco años, antes del boom del K-Pop, los restaurantes de comida coreana no eran conocidos como ahora. De hecho, hay algo curioso. Muchas personas llegan y nos muestran fotos en su celular. Nos dicen: ‘Quiero comer esto que vi en este k-drama. Es una ayuda para nosotros que trabajamos en esto”.
Sin embargo, en el caso del Hansoban, destaca que los precios pueden ser variados. “Por ejemplo, para dos personas -con platos individuales-, las parillas cuentan con acompañamientos, bebidas y 500 gramos de carne puede llegar a los $30.000”, describe.
La comida y carne coreana destaca porque, a diferencia de lo que ocurre en otras partes, está acompañada de diversos condimentos en su mayoría picantes. Asimismo, las verduras ocupan un lugar importante dentro de su distribución, no solo como acompañamiento, sino como parte del plato.
Producto de este crecimiento es que desde los distintos locales de gastronomía de Corea fundaron la Asociación Gastronómica de Coreanos en Chile. Allí se agrupan sus distintos miembros, muchos de ellos los propios dueños y administradores de locales.
Una de ellas es Taeyeon Yoon, del Oiso de Recoleta, quien es su directora publicitaria. “Faltaba comunicación, y con el crecimiento que vivimos era necesario. Dejamos de pensar que éramos competencia, sino que somos todos compañeros. Nos une lo popular que se está haciendo la gastronomía coreana. Fue entonces que debimos fortalecernos”, apunta.
Así, llega a una conclusión: “Ahora llegó el tiempo de la comida coreana. Hace quince años nosotros vimos de primera mano el boom de la comida japonesa. Hay algo que es llamativo en todo esto: en Chile no hay muchos japoneses que cocinen japonesa. En cambio, la gastronomía coreana tiene ese factor a favor. Está de moda la cultura coreana no solo por su comida, sino el k-drama, el k-pop. La gente quiere probar la comida que salió de su drama favorito”.
Más que una moda
Diego Sierra es pareja de Yu Jin Kil, y uno de los soportes detrás del Bora Market de Providencia. Ambos se complementan sobre el conocimiento que uno tiene de Corea, y el que tiene el otro del mercado chileno. Ambos, reconocen, entraron a una tendencia que a todas luces no parece estar pronto a estabilizarse. Solo a crecer, como cuentan.
“El público chileno estaba listo para experiencias como las de las convenience store. Encontramos en Tobalaba una ubicación perfecta. Hay un mall, habrá otro, hay oficinas, mucho tránsito. Yo llegué a Chile a los nueve meses, pero hice mi carrera en Corea. Como estudiante universitaria los convenience stores fueron algo clave para mí. Hicimos estudios de mercado y sí, en Chile no existía tal como lo ofrecemos. Apuntamos bien y hoy vemos el resultado”, cierra Yu Jin Kil.
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Más al centro de la capital, la realidad del interés por Corea no se apaga. Es el caso que expone el chileno Jonathan Suazo (35), creador de Watanabe, local de comida dedicado a la venta de hot dogs coreanos en el Boulevard Alameda 333. Rellenos con queso, panko y un acompañamiento, se trata de un fenómeno que, dice su dueño, hoy está en su mejor momento.
Cuenta que en 2016 tomó un curso de comida japonesa, iniciándose en la preparación de sushi, una de las comidas asiáticas más reconocidas del mundo. Sin embargo, pronto comenzó a adentrarse en el mundo gastronómico de Asia. Primero asistió a eventos que apuntaban a nichos, para luego ir viendo el crecimiento de su local. “Fue así como llegué a la idea de Watanabe“, dice hoy.
“Comencé a invertir, y ahí es que llegamos al Boulevard en Universidad Católica. Pedí el último local, al fondo, porque yo pensaba: la gente va a llegar por redes sociales. El público estaba en las redes sociales, el concepto yo lo llamo como de cabina fotográfica: independiente de la comida, la gente quiere ir a tomarse fotos, conocer la comida. Es la novedad, eso llama mucho hoy”, agrega Suazo.
Constanza Jorquera, académica experta en el tema, entrega sus reflexiones sobre estos fenómenos. Uno que no pasará como una ola, sino como una realidad a nivel país. Apunta a que “el interés de la cultura coreana va más allá de la experiencia solitaria. Una de las características de la ola coreana es que no necesariamente estás solo al experimentarla”.
“Hoy no es solo comer la caja de ramen, sino que es hacer algo en comunicad. Es una experiencia cultural completa que va creando circuitos a su alrededor. Hay zonas enteras -como hoy es Providencia-, en que experimentas primero quizá un café, luego algo más de fritura y tienes a pasos otra más. Es algo completo”, describe.
Es entre medio que la académica de la Universidad de Santiago reconoce el interés que le genera ver, de primera mano, cómo crece uno de los temas que más le fascina. “Antes estos lugares estaban en Patronato, y muchos debían viajar para vivir la experiencia gastronómica coreana. Hoy, su expansión lo normaliza. Lo hace parte de nuestras vidas. La gente, para darte un ejemplo, no va hoy a los malls chinos porque les guste la cultura china, sino porque van a comprar algo que les gusta, y antes solo estaban en Estación Central”, describe.
Con ello, llega a la conclusión clave de la expansión y crecimiento de la cultura coreana en Chile: “Me parece interesante que se estén dando estos espacios que se comienzan a normalizar. Algo que no necesariamente va a ser de nicho. Y, dicho esto, la ola coreana solo va a tender a ser más popular”.