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Opinión

10 de Septiembre de 2023

Columna de Francisco Chahuán (RN) | 50 años del “11”: Vía chilena a la reconciliación

AgenciaUno

"Hace 50 años la política falló, y hoy, medio siglo después, continúa fallando", escribe el senador Francisco Chahuán en esta columna de opinión, por los 50 años del Golpe. "La política, nuevamente, vuelve a fallar cuando no tiene la capacidad de respetar la visión del otro, cuando insulta la memoria de quienes nos antecedieron, cuando es incapaz de sentarse a una mesa de conversación que empuje las urgencias sociales. Evitar una escalada de polarización y violencia es una tarea patriótica de todos quienes habitamos el espacio común", señala.

Por Francisco Chahuán

Hace 50 años, nuestro país vivió uno de los traumas más serios que puede vivir un país: el quiebre democrático. Sobre las causas podríamos conversar por horas y muy probablemente no concordaríamos en una sola causa que derivase en dicha ruptura de la convivencia. Es que, a pesar del tiempo transcurrido, hablar del 11 de septiembre de 1973 es para muchos revivir hechos que parecen ocurridos ayer.

Es una fecha que enfrenta y polariza a los chilenos. Existen decenas de libros, columnas, ensayos, documentales y películas que retratan las visiones de uno y otro lado de la trágica historia que enfrentó a la sociedad chilena de los años 70. Encontrar la raíz del problema es, quizás, la dificultad más importante a la hora de lograr la esperada reconciliación y es en dicho punto en que quizás no nos pongamos de acuerdo jamás.

Es que como es sabido, para algunos el problema comenzó con la validación de la violencia como método para acceder al poder y ejercerlo. Para otros, en cambio, el problema fue la intervención de las Fuerzas Armadas, obviando el contexto social en el que se desarrollaron los hechos. En tal sentido, hay una cosa que creo todos estaremos de acuerdo: la política falló. La polarización y la falta de entendimiento condujeron al país a un estado crítico que derivó en una descomposición institucional severa.

Pues bien, existen dos caminos para enfrentar los 50 años del 11 de septiembre de 1973: el primero, como un 11 “habitual” con recriminaciones y discusiones atribuyendo responsabilidades políticas los unos a los otros. El segundo, como un evento de reflexión nacional, apuntando a la unidad de la sociedad chilena. Este último camino fue el que eligió el gobierno del presidente Gabriel Boric, pero actuó como si se tratara del primero. Poco ayudaron las reiteradas declaraciones del Presidente y sus voceros, que fueron polarizando el clima ad portas de la conmemoración de una fecha que divide a los chilenos.

Nuestro sector político ha buscado permanentemente contribuir a la reconciliación. Conocidas son las reiteradas oportunidades en que Renovación Nacional ha marcado postura frente a los hechos ocurridos entre 1970 y 1990. Desde la fundación de RN, nuestros lideres históricos fueron categóricos en condenar la violencia que afectó gravemente nuestra convivencia política y social, como también el quiebre institucional y la vulneración a los derechos fundamentales, incluso, el año 2014, modificamos nuestra Declaración de Principios para hacerla coherente con nuestras posiciones políticas, que se basan en la validación de nuestro sistema democrático, el respeto a los Derechos Humanos y la condena a cualquier violación de los mismos, como también a toda forma de violencia. Renovación Nacional ha sido puente para construir diálogo y para fortalecer nuestro sistema democrático.

Al cumplirse 50 años del 11 de septiembre de 1973, los partidos de Chile Vamos suscribimos una declaración de siete puntos, cuyo único propósito es llamar a respetar las diferencias, porque tanto izquierdas como derechas, tenemos el deber de trabajar juntos por el futuro de nuestro país, lo cual implica ir más allá de nuestras propias posturas ideológicas y no establecer “verdades únicas”.

Pero cerrar las heridas implica también reparación y construir memoria. Hemos tenido un Estado indolente. Veintidós años han esperado 89 cajas con restos de chilenos que no han podido ser identificados. Dieciocho años de los cuales estuvieron en la Universidad de Chile y otros cuatro en el Servicio Médico Legal, sin que ningún gobierno de turno -de cualquier signo político- haya realizado esfuerzos significativos para permitir el reencuentro de las víctimas con sus familiares.

En tal sentido, desde la Comisión de Derechos Humanos del Senado que presido, respaldamos el Plan Nacional de Búsqueda, como también levantamos la necesidad de dotar al Servicio Médico Legal de todos los elementos técnicos y humanos que permitan esa adecuada investigación, y hemos acordado -tal como ocurrió a principios de los años 90- proponer al Ministro de Justicia que la Comisión pueda recibir información de carácter confidencial, para dar con el destino de aquellas personas que se encuentran desaparecidas. La deuda es también con sitios y espacios de memoria histórica pluralista, que inviten a la reflexión y no impongan verdades oficiales.

Hace algunos años atrás me tocó liderar el ejercicio de juntar a familiares de víctimas y familiares de victimarios, apoyados por las Iglesias, donde concurrieron desde el jesuita Fernando Montes hasta el anglicano Alfred Cooper y desde miembros de la familia del General Prats y el entonces diputado Tucapel Jiménez, hasta familiares de sus victimarios. Todos los que manifestaron, en aquel entonces, la necesidad de que el país cierre heridas y se reencuentre, pensando en los desafíos que tenemos por delante.

Hitos como estos están ausentes en estos 50 años. Y donde pareciera que seguimos intentando construir una historia oficial, más que hacer esfuerzos para construir una patria que, reconociendo los fracasos de la política entre el 70 y el 73 y las consecuencias que tuvo para Chile en los años siguientes, no seamos capaces de compartir, desde la miradas diversas, un país que mire unido el futuro.

Como dije, hace 50 años la política falló, y hoy, medio siglo después, continúa fallando. La política nuevamente vuelve a fallar cuando no tiene la capacidad de respetar la visión del otro, cuando insulta la memoria de quienes nos antecedieron, cuando es incapaz de sentarse a una mesa de conversación que empuje las urgencias sociales. Evitar una escalada de polarización y violencia es una tarea patriótica de todos quienes habitamos el espacio común.

Tenemos la oportunidad de resolver nuestras actuales controversias de manera diferente, con diálogo y respeto, aprendiendo de los errores de la generación que nos antecedió. De los liderazgos actuales depende construir un nuevo escenario donde los problemas de la democracia se resuelvan con más democracia. Ese es el legado que nuestra generación debe dejar a quienes habitarán la República los próximos 50 años.

Francisco Chahuán Chahuán, senador y presidente de Renovación Nacional.

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