Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

17 de Septiembre de 2023

Claudio Alvarado (IES): “Chile Vamos tiene que colaborar a modificar los contenidos, pero también instalar un ambiente propicio a los acuerdos”

El director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado, analiza el actuar de la oposición, el rol "articulador" que debe cumplir Chile Vamos como una bisagra entre oficialismo y los republicanos, entre otros aspectos de un proceso al que, admite, le ha faltado acuerdos, pero que en ningún caso es homologable a la Convención Constitucional.

Por

Las alertas ya se han levantado tanto en Chile Vamos como en los consejeros del oficialismo. Los últimos sondeos de opinión muestran poca confianza en el proceso constitucional y una creciente preferencia por la opción “En contra”. Sin contar a un porcentaje no menor que aún no toma partido.

Con ello como telón de fondo, este viernes comenzó la votación en el pleno de las enmiendas ingresadas. Y la acción de Chile Vamos no pasó desapercibida: cuatro consejeros (Evópoli, RN y UDI) rechazaron el inciso del Artículo 1 de la propuesta en construcción que establecía que “todo ser humano es persona”, generando molestia en su propia bancada y en los consejeros del Partido Republicano.

El director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado, analiza el actuar de la oposición, el rol “articulador” que debe cumplir Chile Vamos como una bisagra entre oficialismo y los republicanos, entre otros aspectos de un proceso al que, admite, le ha faltado acuerdos, pero que en ningún caso es homologable a la Convención Constitucional.

—Con la votación de las primeras enmiendas ya se ve un actuar preliminar de Chile Vamos. ¿Qué lectura hace?

—En primer lugar, no me parece que la enmienda “todo ser humano es persona” pueda ser calificada como extrema. De hecho, hay una norma muy similar en la convención americana sobre DD.HH. Pero sin perjuicio de que esa norma en particular no me parece extrema, es verdad que Chile Vamos está llamado a intentar jugar un rol articulador de los acuerdos que le den viabilidad al proceso constitucional.

No es de extrañar que vayamos a ver más o menos desmarques según el caso, pero los actores políticos de Chile Vamos que rodean el proceso deben ser particularmente prudentes en el modo en que van intentado colaborar en el destino del proceso. Lo digo porque la alcaldesa Evelyn Matthei apareció celebrando la votación de un modo que a mí me parece algo exagerado. Eso colabora a instalar una narrativa que a mí no me parece precisa. Una que dice que el proceso actual es una copia del proceso anterior, pero de signo inverso.

—En el oficialismo se ha planteado así también. El diputado Daniel Manouchehri (PS), hace algunos días, sindicó a los consejeros republicanos como “la Lista del Pueblo con corbata”. ¿Cómo se sostiene lo contrario?

—Hay una diferencia importante a nivel de las reglas del proceso. No hay que olvidar que este es un proceso de varias etapas. De hecho, antes de las votaciones del Consejo, tuvimos un anteproyecto de expertos que no existía la vez anterior. Después de los plenos viene una interacción con los expertos, una eventual comisión mixta. Las mismas reglas de elección del órgano electo en particular son muy diferentes. Uno se parecía a la Cámara de Diputados con correcciones en favor de los independientes. Este se parece más al Senado.

Cualquiera sean las críticas que los actores políticos tengan respecto del Partido Republicano, no cabe comparar un partido organizado con lo que fueron las características del la Lista del Pueblo y los movimientos independientes de la pasada Convención. Y así como es verdad que faltan acuerdos y que se requieren consensos para que el proceso sea exitoso, también es verdad que si uno mira el contenido de lo que se está votando, tenemos enmiendas, de las cuales varias ya se van cayendo en el pleno, como vimos hoy, de las cuales se modifican un anteproyecto que sigue vigente más o menos en alrededor de un 70%. Cuando se dice que esta va a ser una Constitución de derecha, no es así, porque tenemos que el anteproyecto que se está enmendando es un anteproyecto de los expertos.

Más allá de esas diferencias, a mí me parece que no hay comparación alguna respecto al proceso anterior. Los contenidos son muy distintos. Si algo mostró el pasado 4 de septiembre es que los contenidos sí les importan. Uno piensa cuáles fueron las cosas que le hicieron más ruido a la ciudadanía: plurinacionalidad, autonomías regionales, entre otras.

—¿Cómo Chile Vamos está llamado a cumplir ese rol articulador?

—Ese rol articulador tiene algunas exigencias en la forma, en el tono y en los contenidos. Una primera exigencia para ayudar a articular acuerdos es tomarse en serio las críticas de la izquierda, pero distinguir la paja del trigo. Cuáles de esas diferencias son fundadas, cuáles son exageradas y eso mismo aplica para el otro lado, para los Republicanos (…). Dicho de otro modo, los dirigentes de Chile Vamos tienen que ayudar a construir un ambiente propicio para la opción “A favor”.

Chile Vamos tiene que ser consciente de eso y, entonces, contar las cosas tal y como están ocurriendo. Tomarse en serio la izquierda, pero tampoco caricaturizar a los Republicanos. Yo espero que no ocurra que haya dirigentes políticos de Chile Vamos que estén pensando con la calculadora en mano, especulando algo del tipo “si el proceso fracasa y republicanos fracasa, eso le conviene a Chile Vamos”, porque la verdad es que si el proceso fracasa, todos se hunden en este barco. Deben colaborar a modificar los contenidos, pero también instalar un ambiente propicio a los acuerdos.

Tomando esta frase que plantea, que “Chile Vamos no ridiculice a republicanos”. ¿Qué intentan, entonces, cuando presenta enmiendas como lo del rodeo? ¿Busca tensionar el espacio?

—Para entender la situación del Partido Republicano hay que considerar lo siguiente: si uno mira lo que ha sido el debate constitucional en los últimos años, lo que se advierte es que a medida que avanza la discusión, que ha sido intermitente, cada vez más actores se han ido convenciendo de la necesidad de un cambio constitucional.

En el gobierno de la expresidenta Bachelet, lo que teníamos es que el mundo de centroizquierda estaba convencido, pero no estaban de acuerdo con los contenidos y en la forma de hacerlo. Luego, si nos vamos al acuerdo de 2019, observamos que una parte importante de la centroderecha se convenció de esa necesidad (…). Para la campaña del plebiscito de salida, ya vimos a toda la centroderecha establecer de que, en caso de que se impusiera el “Rechazo”, Chile se dotara de una nueva y buena Constitución, que se cumpliera la palabra.

Y el mismo gobierno propició la continuidad del proceso.

—Tal cual. Entonces, ¿qué se observa? Que el último actor que faltaba por incluirse a este grupo de actores políticos convencidos del cambio constitucional -por necesidad o conveniencia- era el Partido Republicano. Ellos solos se subieron a este barco, una vez que obtienen una mayoría contundente en el triunfo del 7 de mayo. Una vez que obtiene la mayoría, comienza a cambiar de switch y decir: “Dado que tenemos responsabilidad, tenemos que intentar colaborar para que el proceso sea exitoso”, pero con doble desafío. Por un lado, conducir el proceso de modo exitoso y que termine ganando la opción “A favor”, para que no los perjudique electoralmente a un eventual fracaso. El otro desafío es incluir en el proceso a sus bases, que probablemente lo siguen mirando con desconfianza.

Lo que advierto en alguna de las enmiendas que han generado más ruido, es un grupo político que está tratando de articular con mayor o menos éxito, según el caso, esa tensión entre tener una conducción responsable y, al mismo tiempo, hablarle a sus bases para que se suban al barco del proceso y no los critiquen por ser entreguistas, traidores. 

¿No cree que el Partido Republicano puede ganar “a todo evento”, considerando que si triunfa el “A favor”, habrán logrado imponer sus ideas, y si no, vuelven a la postura original de no estar de acuerdo con el cambio constitucional?

—Es verdad que muchos analistas comentan esta eventual situación de win-win en la que estaría hipotéticamente el partido. Sin embargo, me parece que no es así. Una vez que ellos obtienen la mayoría el 7 de mayo pasado, ellos quedan necesariamente comprometidos con el destino del proceso en curso. Si es que se impone la opción “A favor” en el plebiscito de diciembre, efectivamente, más allá de las disputas internas con las que quede en sus bases, va a poder mostrar un éxito, que la conducción llegó a buen puerto. En cambio, si triunfa la opción “En contra”, ellos no van a quedar en buen pie, porque el fracaso se les va a atribuir a todos, como ya dijimos, pero en primer lugar en los que tienen la mayoría.

No hay forma en que el Partido Republicano se desprenda de esa situación. La gran paradoja es que el clima político está súper crispado, están todos discutiendo y, sin embargo, a todos los actores más razonables de centroizquierda y centroderecha les conviene que el proceso termine siendo exitoso. Dicho de otro modo, sólo les conviene el fracaso del proceso a aquellos grupos que están a la derecha de José Antonio Kast y aquellos grupos del oficialismo que son más disruptivos y más indiferentes a la estabilidad política.

¿Se debería abrir un nuevo proceso constitucional si fracasa, o no es factible políticamente?

—Yo distinguiría el corto plazo del mediano. En el corto plazo va a ser inviable, en el caso de un eventual triunfo de la opción “En contra”, abrir un nuevo proceso. Lo que va a ocurrir es que se terminará de instalar una sensación de fracaso de la clase política en su conjunto. Se va a imponer un diagnóstico en virtud del cual se dirá que la clase política ha estado demasiado ensimismada en sus debates, no está atendiendo las urgencias ciudadanas, las urgencias sociales.

En el mediano-largo plazo, en cambio, si el proceso llegase a fracasar, intuyo que sería indudable que más temprano que tarde, pero sabiendo que no es el corto plazo, es decir, hablando de la campaña presidencial posterior o, incluso, durante el eventual próximo gobierno cualquiera sea el presidente electo, ahí probablemente se volvería a abrir el debate, porque sabemos que la Constitución vigente está muy cuestionada.

Notas relacionadas

Deja tu comentario