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14 de Octubre de 2023

El relato de un médico en Israel: “En mi vida profesional he visto cosas impresionantes, pero lo de los últimos días no tiene precedentes”

Samuel Moscovici, médico venezolano en Israel Imagen: Nitzan Zohar

The Clinic conversó con Samuel Moscovici, neurocirujano venezolano que está atendiendo pacientes en Jerusalén tras los ataques de Hamas. En la conversación, y a raíz de los últimos ataques armados contra civiles, el profesional reflexiona sobre el horror, sobre la vida y sobre la muerte.

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Los ojos de Samuel Moscovici (41) han presenciado escenas horribles durante su trayectoria como neurocirujano. Hace unos años le tocó atender a un niño árabe que se cayó cuatro pisos por el hueco de un ascensor. Su cara se partió en dos y su cerebro quedó expuesto.

En medio de esa brutal escena, intervinieron quirúrgicamente al menor y lograron salvar su vida. También atendió a un hombre que se entrerró una varilla metálica en una construcción la cual le atravesó de un lado a otro su cráneo.

A pesar de estas brutales imágenes de su pasado, Moscovici asegura que nunca ha visto nada como lo que le ha tocado ver estos últimos días. “Para que un neurocirujano con más de 25 años de experiencia te diga que son heridas impresionantes, es porque realmente son impresionantes. Y vienen de una masacre. No es que no haya visto cosas impresionantes, pero lo que hicieron estos asesinos es una cosa sin precedentes”, sincera él, tras los ataques de Hamas.

Desde Jerusalén, el doctor Moscovici conversó con The Clinic en una pausa de su atención a pacientes en el Centro Médico Hadassah, donde desempeña funciones como Director de la Unidad de Cirugía de la Pituitaria y la Base del Cráneo.

Desde el inicio de los atentados el pasado 7 de octubre, el profesional señala que ha trabajado unas 12 horas diarias en promedio. Una de las cosas que más le ha afectado en este tiempo es la cantidad de niños y jóvenes que han pasado por el recinto asistencial. De hecho, comenta que una de las escenas más terribles es tener que ver a los padres esperando el desarrollo de las intervenciones médicas a las que están sometiendo a sus hijos. Eso, ha pesar de todos los años que ha dedicado a la medicina, es una de las cosas que más lo ha marcado.

El día de los ataques

Aunque sea fin de semana, Samuel Moscovici se suele despertar a las 5:30 o 6 de la mañana. Se levanta temprano porque va a ver a los pacientes que operó en los días previos. El pasado 7 de octubre, el día del inicio de los ataques en Israel, se encontraba en su casa con su familia. Esa mañana, recibió un llamado de la guardia del hospital quien le avisó de los ataques y de la activación del protocolo de emergencias.

En ese minuto, con mucha prisa, se dirigió al hospital para poder ayudar a atender a los primeros pacientes que comenzaron a arribar. El Centro Médico Hadassah no es un recinto de atención primaria, pero sí es un hospital de alta complejidad. Por este motivo, suelen derivarse casos que implican una alta cantidad de cuidados intensivos.

Desde el inicio de los ataques han admitido a un centenar de pacientes, de los cuales aproximadamente un 60% está en condiciones graves. Desde el interior del centro médico relatan que la unidad de emergencia está colapsada. Por este motivo, han debido postergar algunos tratamientos regulares o ambulatorios que se realizan de forma cotidiana.

“Como neurocirujano, me he dado cuenta que el cerebro se daña muy rápido. Una bala, en cuestión de milisegundos, puede matar a una persona o puede dejarla en un estado muy difícil de recuperarse. Respecto a los últimos días, hemos visto a muchos muchachos jóvenes o niños con heridas importantes. Y tienes a los padres afuera de la terapia intensiva desesperados, quienes ven que la situación es crítica. Y al lado tienen otros padres que perdieron a su hijo”, relata el médico.

Es esta imagen la que más se ha quedado en su memoria reciente. Lo explica, en parte, por sus tres hijos. Ellos están estudiando en casa por zoom y deben resguardarse en el ‘cuarto de refugio’ cuando suenan las alarmas en la ciudad. Cuando ocurre esto, ellos intentan de comunicarse por teléfono con él y con su padre. Pero no siempre pueden hablar con él, ya que en varias ocasiones se encuentra en pabellón.

Por lo mismo, toda esta situación le genera una reacción particular: “En general, cada caso es terrible. Para nosotros como padres también. Cada uno de los casos es como si fuera un hijo de nosotros que fue masacrado. Esa imagen de muchos padres afuera de pabellón esperando qué va pasar con sus hijos es la que más me ha marcado“.

Un deseo de niño

Hay que sumergirse en sus recuerdos de niñez para encontrar las primeras pistas de los motivos por los cuales Samuel Moscovici se convertiría en neurocirujano. Cuando tenía solo dos años de edad, a su madre le detectaron un tumor en la médula espinal. Ella tenía 30 años y se sometió a dos cirugías para extirpar el tumor. Luego de dicha intervención, quedó paralizada completamente del pecho para abajo.

“La fecha de la operación coincidió con mi segundo cumpleaños. Por lo tanto, así es como crecí. A partir de ese día, el deseo que tenía de niño era que mi madre pudiera caminar. Cada cumpleaños, cada vez que perdía un diente, o cada vez que me decían ‘cierra los ojos y piensa en algo que realmente quieres’, siempre le pedí a mi madre que pudiera caminar”, relató en conversación con la página institucional del Centro Médico Hadassah.

El recorrido para llegar a los orígenes del médico no solo es temporal, sino que también físico. Hay que viajar unos 10.500 kilómetros desde Israel para llegar a su lugar de nacimiento. Estudió medicina en la Universidad Central de Venezuela en Caracas y posteriormente realizaría la especialización en Israel en 2004. Ya siendo adulto, la decisión que tomó cuando niño fue confirmada: se especializó en neurocirugía.

Mientras avanzaba en su carrera profesional, su madre seguía siendo parte de su motivación. En el ámbito académico, sus primeros focos de estudio estuvieron relacionados con tumores cerebrales y de médula espinal en mujeres jóvenes. Uno de sus primeros estudios importantes en los que participó fue sobre mujeres embarazadas con tumores.

En la misma página institucional se puede leer el resto de su testimonio: “En algún momento me di cuenta e internalicé que mi madre ya no podría caminar. Sin embargo, el deseo que me acompañó toda mi vida no desapareció, sino que cambió. Hoy como médico, mi deseo y mi esperanza están dirigidos a mis pacientes. Cuando alguien viene a mi con parálisis, debilidad o alguna enfermedad en particular y lo opero, espero a que despierte, y mi deseo está ahí ante mis ojos, espero a que el paciente que operé se recupere de pie”.

Ese mismo deseo de niño -que se materializaba en su cumpleaños o cuando perdía un diente- seguía latente.

Los médicos árabes que están salvando a ciudadanos de Israel

El Centro Médico Hadassah en Israel suele tener imágenes particulares en sus pasillos. Es común ver a pacientes judíos ortodoxos junto a árabes en la misma sala de espera. Lo mismo se repite en el equipo médico, ya que es probable que te atienda un médico árabe con un residente judío.

“Nuestro equipo médico está formado por médicos de todas las religiones y de diferentes nacionalidades. Tenemos médicos judíos, judíos religiosos, judíos laicos, tenemos médicos católicos, cristianos, musulmanes. Tenemos nacionalidades diferentes, hay médicos latinos, hay gente de Panamá, México, Ecuador, Venezuela, Inglaterra, Australia“, comenta Moscovici.

¿Cómo convive esta diferencia cultural al interior del recinto? “Cuando llegan los heridos, nunca hay un problema del origen de la persona. El paciente es el paciente. A veces hay cuartos que son de dos camas, y tienes a una persona judía religiosa y a un árabe. Y las familias de cada uno ahí. Me ha pasado que un paciente árabe musulmán por alguna razón no se siente bien, no se puede pasar, y el vecino, que es un paciente religioso judío se acerca a las enfermeras y le avisa la situación”, relata el médico.

Por esta mismas circunstancias, es que algunos médicos de origen palestino han salvado las vidas de ciudadanos israelíes. “Hay gente de todas las religiones y nacionalidad. Eso no ha sido nunca un problema. Más que un problema, es una solución“. 

¿El juramento hipocrático pesa más?

“Seguro. Pero no solo el juramento hipocrático. Nosotros tenemos una ética y para nosotros las personas son iguales y tienen los mismos derechos, sin importar de dónde es su origen. Esa es una cosa que, al menos para nosotros, es clara”, responde .

Sobre esta misma mirada, Moscovici realiza una última reflexión: “Quizás porque soy cirujano, lo veo de una manera muy práctica. Acá tiene que estar muy claro para el mundo que se trata de un grupo de asesinos y terroristas llamado Hamas. Yo creo que un grupo como ese no debe existir en la faz de la Tierra: un grupo que usa a sus civiles como escudo para hacer sus asesinatos. Hoy en día somos nosotros los que estamos cerca de este conflicto, pero creo que poco a poco el mundo -que ya ha sufrido del terrorismo antes- va a sufrir también de esto“.

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