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Entrevistas

15 de Octubre de 2023

Jacqueline Van Rysselberghe (UDI) a cuatro años del estallido social: “No creo que el cambio de Constitución haya sido un clamor ciudadano”

Fotos: Juan González, desde Concepción

A días de un nuevo aniversario del 18 de octubre, la expresidenta de la UDI reflexiona sobre ese hito, reconoce que el acuerdo por la paz era la única forma de frenar la violencia, y coincide con la tesis del expresidente Piñera respecto a que hubo un intento de golpe de Estado: "No era un golpe de Estado tradicional, era un golpe blanco, pero golpe al fin".

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Jacqueline Van Rysselberghe (58), histórica militante de la UDI, se alejó de la política después de 30 años, tras la derrota en su postulación al Senado en las últimas elecciones parlamentarias. Al poco tiempo retomó su carrera como médico psiquiatra, que había dejado en segundo plano luego de asumir como concejala, alcaldesa, intendenta y senadora entre 1992 y 2022.

A días de que se cumplan cuatro años del estallido social, reflexiona sobre esta fecha, la cual le tocó enfrentar como legisladora y presidenta de la UDI. Cuenta a The Clinic que cuando todo explotó, estaba en Concepción, y al ver por televisión la quema de los metros en Santiago, tuvo la misma sensación que experimentó con la caída de las torres gemelas o los saqueos que se registraron en el terremoto de 2010.

Por esos días, en su calidad de timonel de la tienda gremialista, se preparaba para la celebración de los 36 años de existencia del partido fundado por Jaime Guzmán.

Hoy, dice estar tranquila ejerciendo su profesión, y asegura que no la seduce la idea de volver al foco político, pero sí se mantiene al tanto de la contingencia. Y está al tanto de lo que señaló hace algunos días el expresidente Sebastián Piñera, que durante el estallido su Gobierno hubo un “Golpe de Estado no tradicional”.

A casi cuatro años del estallido social. ¿Qué reflexiones hace de este momento? 

-Creo que en general el país entero se ha ido dando cuenta que la violencia no es el camino para poder resolver los conflictos. Claramente el 18 de octubre hubo una manifestación que tenía cierta connotación de protesta social, pero hubo mucho también de vandalismo.

Cuando vemos a dirigentes que cuando partieron las manifestaciones justificaban la ruptura de los torniquetes, el vandalismo del metro, antes que partieron incluso los incendios, la verdad es que uno dice “algo no está funcionando”. Por muy en desacuerdo que yo esté con algo, no puedo validar la violencia como un mecanismo de acción social.

¿Cómo vio los primeros días de manifestación, a medida que empezaban a consolidarse diferentes demandas sociales?

-Pensé que debía decretarse inmediatamente el Estado de Excepción. La violencia atenta contra la democracia. La democracia no solo tiene la necesidad, sino que tiene la obligación de defenderse a ella misma, porque podrá ser imperfecta, pero es el mejor sistema para que gobiernen en los países.

Si bien pueden haber demandas sociales legítimas, porque los sistemas sociales son imperfectos, eso de ninguna manera justifica la violencia que nosotros vivimos. Quienes dijeron “no son 30 pesos, son 30 años” hoy día se están comiendo sus palabras, porque ahora dicen que los 30 años no fueron tan malos.

-Hace algunos días el ex presidente Piñera aseguró que sufrió un intento de golpe de Estado no tradicional durante el estallido social. ¿Coincide con las palabras del exmandatario?

-Si. De hecho, sé que hubo conversaciones de esa naturaleza. No con Fuerzas Armadas, con una toma del poder por parte de instituciones armadas, pero un golpe de Estado es tratar de sacar a alguien del cargo que legítimamente accedió a través de un sistema de elección popular. De alguna manera obligarlo, porque eso fue lo que se trató de hacer, obligarlo a que renunciara. No era un golpe de Estado tradicional, era un golpe blanco, pero golpe al fin.

-¿Realmente temieron en esos días que podían terminar con el gobierno del expresidente Piñera?

-Más que terminar, porque no se iban a tomar La Moneda, si la violencia era tanta que la base se empezó a debilitar. Cuando la misma gente que te apoya, gente de derecha, empieza a decir “mejor que renuncie”, te empiezan a acorralar. Eso, de alguna manera, empezó a pasar. Incluso sé que hubo ciertas conversaciones de que, en una de esas, podía asumir el presidente del Senado, o llamar a elecciones anticipadas. Eso, de alguna manera, es obligar a que alguien deje un cargo que ganó democráticamente.

¿Tenían una suerte de Plan B en caso de que lo obligaran a terminar su mandato?

-Bueno, esa fue una de las razones por la cual se llegó al acuerdo del 15 de noviembre. Si la violencia no hubiese parado, no tengo una bola de cristal, pero no sé qué hubiese podido suceder. Por eso el acuerdo fue tan importante. Demostró que las diferencias, por muy profundas que fuesen, no se sacan por la violencia, sino a través del diálogo. 

-¿Qué reflexiones hace del acuerdo?

-En ese minuto no había otra opción. De verdad, lo pensé y lo sigo pensando hoy día. Uno mira atrás y dice “no debimos”, pero en ese minuto recuerdo que todo el mundo pedía que la violencia parara. La gran mayoría del país no quería seguir viendo vandalismo, protesta, apaleo a Carabineros. Quería que volviéramos a la normalidad.

¿Pero cómo lo hacíamos? O salían los militares a la calle, que era una opción, pero con la violencia que había en las calles iba a terminar más de algún muerto, o se hacía un último esfuerzo por tratar de demostrar que la solución a los problemas era a través del diálogo.

¿Hubo violaciones a los derechos humanos durante el estallido?

-Sinceramente, no. La vulneración a los Derechos Humanos es institucional y sistemática, y no creo que haya habido una orden de Carabineros. Tenían que restablecer el orden público, defender la infraestructura crítica. Pudo haber alguien que abusó de la fuerza, puede ser, pero sinceramente no fue una cosa sistemática y mucho menos a propósito. Eso no son violaciones a los derechos humanos, es uso excesivo de la fuerza.

-¿Ha visto algún avance relevante en materias sociales, a partir del estallido, considerando las demandas que habían en ese periodo?

-No. Creo que estamos peor que antes. Hubo estallido y pandemia, y hoy hay recesión económica. Hay menos empleo, menos poder adquisitivo. El país está peor.

“Pensé: Qué lata, esto no va a llegar a ninguna parte”

Pese a no arrepentirse de firmar el Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre de 2019, que abrió las puertas al proceso constituyente, Jacqueline Van Rysselberghe asegura que la nueva Constitución no formaba parte de las demandas ciudadanas.

Cuando se toca el tema suele recordarse la imagen de la entonces presidenta de la UDI con el puño en el mentón, con expresión de descontento al minuto en que se anuncia al acuerdo la cual reconoce -entre risas-, “que estaba con mala cara” -dice ella ahora-, pero añade que la instancia fue necesaria en ese momento.

Ahora dice que es necesario cerrar este ciclo. Pese a defender la constitución que rige en la actualidad, valora la propuesta redactada por el Consejo, y de momento opta por aprobarla.

Tras dos procesos constitucionales, uno rechazado y otro que, de acuerdo con las encuestas, no va por buen camino. ¿Siente que los reparos a cambiar la constitución que presentaron algunas figuras se validan hoy? 

-Sinceramente creo que no había otra opción. Tampoco el cambio de la Constitución haya sido un clamor ciudadano, porque cuando partió el estallido social se exigía el fin de las AFP, mejor salud, mejor educación, un montón de cosas. No había ningún cartel que dijera Nueva Constitución. Ese es un anhelo de los políticos que después se instaló en el debate público como la solución a todo.

Cuando se aprobó el proceso constituyente pensé que era una demostración de que la política podía abrir un espacio de diálogo, pero todos los presidentes de izquierda hicieron un discurso súper ideologizado. Hubiera esperado que dijeran que fue fruto de un encuentro, y lo que había era una cosa muy polarizada. En ese momento pensé “que lata, esto no va a llegar a ninguna parte”. Y efectivamente pasó eso.

Jacqueline Van Rysselberghe el día que se firmó el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.

¿Cómo ve el texto elaborado por la Comisión Experta y el Consejo Constitucional?

-Es mucho más razonable que la anterior. Tiende a gustarme lo que hay, aunque no sé finalmente cómo va a quedar, me gustaría que este proceso se cerrara. El país tiene demasiadas urgencias como para seguir dando vueltas en esto mismo, que finalmente le quita estabilidad al país. No sé qué va a pasar, pero en la medida que la gente se informe, probablemente podría aumentar el nivel de aceptación del proyecto.

-¿La propuesta es mejor que la Constitución actual?

-La Constitución que nos rige actualmente permitió que pudiéramos salir adelante y estar al borde del desarrollo. No está mal, pero me gustaría que se cerrara el proceso. Más que esta o la otra, es bueno que se cierre.

¿Usted hoy en día estaría por el A favor?

-Si. Me gusta lo que está saliendo. En términos generales no veo grandes cosas que me generen ruido.

-Y si se rechaza, ¿qué debería pasar?

-Espero que esta cosa ya por fin se termine. No creo que para los chilenos, en su gran mayoría, una nueva Constitución sea algo que los movilice. Esto moviliza a los políticos.

“La UDI no ha sido una oposición clara”

Jacqueline Van Rysselberghe continúa militando en la UDI, pero alejada del debate político. De todas formas, reflexiona sobre el presente de la tienda gremialista, y aunque no tiene intenciones de dejarla, reconoce que ha faltado mayor conducción como oposición al Gobierno del presidente Gabriel Boric, el cual califica como nefasto.

Sobre el desempeño de la UDI en las elecciones constituyentes, asegura que perdieron terreno ya que no lograron capitalizar el voto de su electorado histórico, algo que -a su gusto- si logró el Partido Republicano, colectivo que ve con buenos ojos.

Ante la irrupción de la alcaldesa Evelyn Matthei como eventual carta presidencial de su partido, valora su figura, y dice que tiene potencial para el desafío, aunque anticipa que falta mucho para la carrera por La Moneda.

¿Cómo ve el presente de su partido?

-Está un poco complicado. La UDI ha tenido mucha deserción de militantes, igual que gran parte de los de los partidos políticos. Hay un cierto desencantamiento por parte de los militantes en torno a la UDI. Este gobierno, para la gente de mi sector, es considerado por distintas razones como nefasto, y ha habido una percepción de que la UDI no ha sido una oposición clara. Eso a la gente que vota por nosotros le genera una sensación de desapego.

¿Se puede revertir esto? 

-Espero, por el bien de Chile. Un país necesita un buen gobierno y también necesita una buena oposición. Los resultados de la última elección le dieron el triunfo a los republicanos porque supieron ser una mejor oposición de lo que fue la UDI.

-Ya que lo menciona. ¿Cómo ve el auge de los republicanos?

-La UDI siempre se caracterizó por ser un partido, sobre todo en su inicio, que decía las cosas por su nombre, aunque eso le trajera costos políticos. Estoy convencida que eso de decir las cosas que uno piensa te muestra coherente, y se premia en política y en la vida. Ese premio fue el que tuvo el Partido Republicano.

-¿Ha pensado dejar su partido y apostar por el Partido Republicano?

-No lo he pensado. Ahora, conozco mucha gente republicana y tengo grandes amigos ahí, y muchas veces me siento representada por lo que ellos plantean. Pero yo soy de la UDI. El Partido Republicano lo ha hecho bien, han sido valientes al plantear, y eso les ha traído réditos electorales.

Tendría que pasar algo para que yo tuviera una sensación de desapego que me hiciera renunciar al partido en el que he militado toda mi vida.

En la UDI uno de los liderazgos que se posiciona como una posible carta presidencial es Evelyn Matthei. ¿Cómo ve la figura de la alcaldesa?

-Evelyn Matthei lo ha hecho muy bien desde la municipalidad y eso le ha ayudado a proyectarse. Es una mujer inteligente, habilidosa, tiene experiencia política, puede ser una gran candidata. Pero falta harto tiempo.

Lejos de la política después de 30 años

Hoy, la exsenadora, dice estar bien con su consulta psiquiátrica en el Consultorio Alemán de Concepción. Luego de la derrota en las elecciones parlamentarias, retomó la profesión a la cual dice que no le ha costado adaptarse.

No anunció oficialmente su retiro de la política, pero tampoco le seduce la idea de volver. Lo que si reconoce es que le ha hecho bien alejarse, y ahora aprovecha de los beneficios de poder establecerse en su ciudad, sin necesidad de viajar al Valparaíso o Santiago regularmente.

¿Cómo ha sido alejarse de la política tras más de 30 años de actividad?

-Soy súper pragmática. Dije “bueno, perdí una elección. Me quedo lamiéndome la heridas eternamente o me pongo de pie”. Así que rapidito di vuelta la página. Y como soy médico psiquiatra, en diciembre de ese año ya estaba inscrita en un postítulo, estaba haciendo un posgrado, en enero tenía un contrato con una las clínicas de Concepción, y en marzo ya estaba funcionando.

La verdad es que me ha ido súper bien. Estoy tranquila. Soy dueña de mi tiempo, me siento valorada profesionalmente y me está yendo bien.

¿Cómo ha sido el proceso de volver a la salud y alejarse del Congreso?

-Es muy entretenido. Ahora, la psiquiatría es distinta a las otras especialidades, porque si bien pueden cambiar los medicamentos, la mente humana, la forma de enfrentar las cosas, la forma de resolver los conflictos, no cambia tanto. 

Y me gusta, soy buena es lo que hago, y probablemente la política me ayudó a practicar la psiquiatría. De verdad que estoy tranquila. 

¿No le seduce la idea de volver?

-No. Siempre hablo con amigos que están en política, cuando voy a Santiago nos juntamos, pero a estas alturas de la vida se valora la tranquilidad.

¿Se retiró entonces de la política?

-Estoy tranquila y me gusta lo que estoy haciendo.

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