Entrevistas
29 de Octubre de 2023Elisa Loncon: “No puedo aprobar, no puedo estar de acuerdo con un texto que nos niega”
La expresidenta del primer órgano constitucional reaparece, y hace público su rechazo a la nueva propuesta constitucional. Loncon acusa que "hicieron todo un show con mi año sabático" al referirse al permiso que le entregó la Usach. "El problema es cuando tú ya estás siendo perseguida", añade. Sobre el nuevo proyecto de Carta Magna argumenta que "ese texto está negando mis derechos como pueblo" y defiende el proceso anterior. "La institución más transparente que ha tenido el Estado de Chile en la historia fue la Convención Constitucional", dice.
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Dice que aún no ha definido si se hará parte activamente de alguna campaña en rechazo a la nueva propuesta de Carta Magna, pero Elisa Loncon Antileo (60) -quien durante esta entrevista sostiene un impreso subrayado con el consolidado de artículos con el actual proyecto del Consejo Constitucional- sí quiere dejar de manifiesto su postura: el 17 de diciembre votará “En contra”.
En un recorrido por lo que fue el primer intento constitucional, la expresidenta de la Convención se muestra distante de los hechos que mellaron la credibilidad del órgano que presidió. Cuando se le menciona, por ejemplo, el episodio de Rodrigo Rojas Vade y su falso cáncer, alude rápidamente a la responsabilidad individual del exmiembro del pleno.
Elisa Loncon reconoce que aún le cuesta visualizar un error desde la representación de los pueblos originarios en dicho proceso: la académica persiste en los análisis que hizo inmediatamente después del triunfo del “Rechazo”, donde atribuyó a las redes sociales, la prensa y a un sector de la derecha como los responsables detrás de “mentiras que se fueron haciendo”, aludiendo a los “conflictos” o polémicas que marcaron el proceso.
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—En julio de este año concluyó el permiso sabático que le entregó la Universidad de Santiago. ¿Puede detallar las labores que realizó en ese período?
—En la página de la Facultad de Humanidades está mi currículum, unos códigos QR donde está todo mi historial académico, mi participación, mi producción, incluyendo los grados académicos. Eso, porque una de las forma en cómo se desacreditaron mis opiniones, fue decir de que yo no tenía los grados académicos (…). Hicieron todo un show con mi año sabático. Son muchas las personas que salen con sabáticos y la única persona que han perseguido ha sido a mí.
—Pero en las solicitudes de transparencia había un interés periodístico, al ser usted una persona de figuración pública.
—Los periodistas investigan y mis papers están dentro de toda la web.
—A veces hay algunos aspectos que requieren ser solicitados bajo la Ley de Transparencia…
—Sí, y no hay problema en entregar la información por transparencia. El problema es cuando tú estás siendo perseguida, cuando ya eres objeto de una denostación pública. Aquí hubo personas asociadas, comentaristas de televisión, de radio, articulistas que se dieron el lujo de atacarme de la forma más nefasta. La mayoría hombres, incluso compañeros exconvencionales. Pero en resumen, uno presenta un proyecto para sabático y yo presenté un proyecto que incluía conferencias nacionales e internacionales y términos para escribir tres libros. Libros que ya había iniciado pero que por el mismo trabajo de la Convención no pude avanzar. Terminé mi sabático, hice cerca de 16 conferencias. Dentro de esas, cinco nacionales y otras internacionales.
—Cambiando de tema, ¿cómo considera la gestión del conflicto en la Macrozona Sur por parte de esta administración? Ya se cumplen dos años bajo estado de excepción en la zona.
—La gestión del conflicto no ha sido política. La gestión del conflicto va por la cuestión de la fuerza, con los Carabineros, los militares. Pero este es un tema político. El Estado está equivocado de foco y no ha cambiado su foco. Lo sigue abordando como un problema de carácter militar, con la fuerza pública, cuando requiere soluciones políticas.
—¿Lo ve con decepción por parte de un gobierno que se mostraba más afín quizás a esta causa?
—Yo no siento decepción del gobierno. No es un problema personal con el Presidente ni con la ministra Tohá. Lo que hay de fondo es que las instituciones son racistas y eso no ha cambiado.
—Con las críticas que tiene a la nueva propuesta de texto constitucional, ¿qué votará el 17 de diciembre?
—Yo te preguntaría a ti, como le preguntaría al resto de la gente, si tengo conocimiento de que ese texto está negando mis derechos como pueblo, mis derechos lingüísticos, mis derechos a ser considerado una nación distinta, porque somos distintos, ¿cómo votarías tú?
—Le reitero la pregunta, ¿cuál es su voto?
—No puedo aprobar, no puedo. No puedo estar de acuerdo con un texto que nos niega.
—Si se lo piden, ¿podríamos verla haciendo campaña de forma activa por el “En contra”?
—No lo he visto todavía. Estamos a fines de octubre, y en noviembre la carga académica con mis estudiantes, los trabajos y todo eso es intenso.
“La institución más transparente que ha tenido el Estado de Chile en la historia fue la Convención Constitucional”
—En la primera oportunidad constitucional, a diferencia del actual proceso, los pueblos originarios contaron con amplia presencia de escaños reservados. A más de un año del “Rechazo” a la propuesta, ¿cuál es su reflexión más interna del rol de su sector?
—En la sociedad chilena hay un hecho colonial no abordado: el genocidio hacia los pueblos indígenas. Dentro de otras constituciones modernas, han sido reconocidos esos genocidios y se han instalado discursivamente que los pueblos indígenas tienen derechos y eso ha llegado a la Constitución. Estoy hablando, por decirte, de Canadá, Nueva Zelanda (…). Ese fue el avance de la Convención Constitucional, que con los escaños reservados los pueblos pudimos participar junto con la sociedad chilena, se creó un espacio institucional para la participación de los pueblos.
—Y contaban con una representación no menor. ¿No fue una oportunidad perdida?
—Pero lo que pasó ahí es que los partidos de la derecha nos juzgaron a nosotros, a partir de esos estereotipos raciales. Dijeron que estábamos promoviendo violencia, que se dividía el país (…). A mí me enrostraron toda la violencia de La Araucanía, que yo estaba prácticamente, no sé, casi vocera de la CAM. Mi postura fue tomar una responsabilidad histórica y política, hacer mi aporte para resolver este vacío que tiene la Constitución respecto a comprender y garantizar los derechos de los pueblos indígenas.
—Pero más allá de ese conflicto en particular, la Constitución también debía resolver otros aspectos. ¿No se exacerbaron los temas indígenas?
—Nosotros no exacerbamos la situación, fuimos manipulados, exacerbados por los medios de comunicación. Teníamos un sistema de transparencia impecable. La institución más transparente que ha tenido el Estado de Chile en la historia fue la Convención Constitucional.
—¿Bajo qué términos mide esa transparencia?
—Todo lo que se decía ahí se estaba inmediatamente comunicando. Hoy no tenemos idea cuáles son las discusiones internas. Lo poco que dicen los medios es lo que nosotros logramos captar, pero hay gente que no sabe cuáles son los conflictos internos y las posiciones políticas que se han debatido al interior. En ese contexto de amplia transparencia, dimos un paso importante en cómo hacer la política, de cara a la ciudadanía.
—¿Cómo así?
—Como pueblo mapuche, fuimos la corriente que tomó la decisión política de abordar este tema al interior de la institucionalidad chilena, porque hay voces que no están con esa progresividad frente al Estado, sino que están apelando para que todo se resuelva ya. Nosotros no estábamos en la posición radical de ‘no queremos nada con el Estado’, sino que optamos por incorporar esos derechos al interior de una Constitución, y eso hoy no está reflejado en la propuesta constitucional. Se dice que va a garantizar los derechos de los pueblos indígenas, pero no figura -por ejemplo- el derecho a la tierra, al territorio, no aparecen las lenguas o derechos específicos vinculados a la mujer indígena.
—En un escenario hipotético, ¿volvería a aprobar, sin ningún cambio, la propuesta rechazada el año pasado para una nueva Constitución?
—Por supuesto que volvería a aprobarla. Los cambios se pueden hacer, lo que no podemos continuar es negando los derechos, a lo que yo no estoy dispuesta es a aprobar un texto que parte por la negación de quienes somos nosotros, los pueblos; de quienes somos nosotras, las mujeres.
Elisa Loncon: “Los errores individuales nos perjudicaron, pero esos errores no fueron el producto final que entregamos”
—La Lista del Pueblo tenía posiciones más radicalizadas respecto a esos temas.
—La tenían (…). Pero no puedes equiparar a la Lista del Pueblo con la emergencia de los escaños reservados. Porque nosotros sí teníamos un norte y una agenda clara, amparada por la legislación internacional y por la historia. La Lista del Pueblo fue algo inorgánico, en la circunstancia del Estallido Social.
—Decía que no veía un error en particular en su sector…
—Cuando llegamos, cuando fui electa presidenta, ampliamos la mesa con la representación de todos los sectores políticos que estaban presentes en la Convención, incluyendo a las derechas. Yo hice conversaciones con ellos, incluyendo a Teresa Marinovic (…). La realidad es que ahí hay otra manera de ver el mundo de los pueblos indígenas. ¿Y sabes qué? Yo sumo, sumo y sumo. Y ellos (derecha) usaron una estrategia, fueron muy hábiles con la cuestión del miedo. El miedo como una estrategia para evitar el apoyo de la ciudadanía a lo que nosotros estábamos ahí escribiendo. Eso les funcionó y esa misma estrategia del miedo les puede volver a funcionar hoy día.
Entonces, si tú me dices cuál fue el error de ustedes, a mí todavía me cuesta decir, ‘mira, este es el error’. Como pueblo (mapuche) te puedo decir, porque como pueblo estamos fracturados en diferentes posiciones, y nuestra posición era la conquista progresiva de los derechos frente a los que ya querían inmediatamente ejercerlos.
Elisa Loncon a The Clinic.
—Pero ocurrieron hechos indesmentibles. Lo de Rojas Vade, lo del hito inaugural, un convencional votando desde la ducha. ¿No fue por ahí el desprestigio?
—Ese accionar individual de Rojas Vade por supuesto que nos dañó profundamente, pero no era parte de la agenda nuestra como entidad colectiva. En el Congreso tú has visto cómo llegan los diputados a reaccionar individualmente, hasta se han golpeado. En los actos colectivos, la Convención siguió un programa, siguió su reglamento y con todo en contra. Hace algunas semanas, en El Mercurio, se comparaba el nivel de conflicto que tenía la Convención Constitucional frente a la que tiene hoy el Consejo Constitucional. Salíamos en rojo nosotros, y el Consejo en azul. Y yo pensaba, ¿pero quiénes fueron objeto de todo lo que fue la manipulación mediática, de las mentiras? Nosotros.
—Pero usted ejemplificaba con el Congreso y esos casos, precisamente, han sido noticia porque han sido hechos disruptivos en espacios institucionales.
—Son situaciones que pasan a nivel de los individuos y nosotros tuvimos hechos que se dieron a nivel de los individuos, pero como Convención Constitucional tuvimos un programa, tuvimos una ruta, tuvimos un mandato y lo cumplimos. Los errores individuales nos perjudicaron, pero esos errores no fueron el producto final que entregamos. Nosotros entregamos una propuesta de Constitución actualizada para las necesidades de la sociedad en el siglo XXI, la más avanzada en el contexto latinoamericano y en el mundo.
“Venían los tiempos a favor de nosotros, con la efervescencia del Estallido Social”
—¿Por qué se rechaza, entonces? El porcentaje fue muy amplio para explicarlo bajo un solo factor.
—Es multifactorial. Hay cuestiones personales incidieron en el producto colectivo que logramos, pero también fue la estrategia del miedo instalado, diciendo ‘mira si apoyas esta Constitución, si apruebas y tienes una habitación desocupada, te la va a ocupar un migrante’. Burdo. Que se iba a dividir el país, que no hay derecho a las pensiones, que estábamos en contra de la bandera de Chile. Esa conducta amenazó a los sectores más desposeídos, más desvinculados, obviamente sumó (…). Entonces ahí se conquistó el 60% y tanto de los votos en contra.
—Puede haber sectores más permeables a ciertos relatos, pero hubo interés ciudadano, hubo filas para adquirir el texto. ¿No fue problemática la radicalidad expresada en el texto, particularmente en lo relativo a plurinacionalidad?
—El tema de la plurinacionalidad fue una propuesta política para dar una solución política a una historia de desencuentro que tiene el Estado con los pueblos indígenas y que el Estado nunca ha abordado. Entonces, cuando tú dices que a la gente chilena le sorprendió que se escribiera 50 veces plurinacionalidad, en una sociedad que nunca ha sido educada para valorar a sus pueblos vamos a tener esa realidad, pero ese no es un problema de nosotros. Ese es un problema del Estado que no ha buscado forma de convivir con la nación originaria.
—Pero ocurre una fractura en el respaldo a esos temas entre el Estallido Social y el primer proceso constituyente. Eso es una merma en el apoyo a esos temas.
—Venían los tiempos a favor de nosotros con la efervescencia del Estallido Social. El Estallido Social se hizo con la wenufoye, la bandera mapuche. En el 2017 hay encuestas que se aplicaron antes también y 2019, continuamente se preguntaba si la sociedad chilena estaba de acuerdo con la autonomía de los pueblos indígenas. Creo que eso no se ha perdido, sino que hubo una reacción de miedo en la élite política.