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16 de Diciembre de 2023

Sexo de reconciliación: los mitos, verdades y motivos de una práctica habitual tras las discusiones de pareja

Sexo de reconciliación Ilustración: Camila Cruz

Personas que recuerdan el sexo de reconciliación como uno de los mejores de su vida, una bióloga experta en emparejamiento humano, una psicóloga y dos educadores sexuales buscan dar explicación a esta forma particular de intimar en medio de un conflicto. Apego, evolución humana, hormonas, inseguridades, deseo, amor (y desamor), son algunos de los protagonistas de los relatos. “El sexo disminuye el cortisol y esto me ayuda a tomar decisiones más prosociales cooperativas y yo no ando a la defensiva. Tienes dos opciones: nos agarramos de las mechas por la fruta o tenemos sexo, generamos confianza y nos comemos ambos la fruta”, explica María Teresa Barbato, bióloga experta en emparejamiento humano sobre cómo también los bonobos tienen sexo para resolver conflictos.

Por Paula Domínguez Sarno

Los gritos de un extremo al otro del departamento aumentaban los decibeles del ruido ambiente del edificio y las ofensas, tanto de ella como de él, se volvían cada vez menos reconciliables. “Esa fue ‘la vez’, de todas las discusiones que tuvimos con ella, en que los dos nos mandamos a la chucha”, cuenta Felipe Valladares (42). Había llegado cansado ese día y su novia comenzó una discusión cuyo origen le cuesta recordar. El exaltado y angustioso momento en la vida de la pareja parecía marcar el fin de la relación y la discusión terminó con el portazo de ella que cerró por dentro la habitación donde dormían. Ofuscado por la situación, él salió a pasear a su perro y tomar aire.

Volvió al departamento con sentimientos de culpa por lo ocurrido y tocó la puerta de la pieza. “Yo lo que esperaba cuando ella me abriera la puerta era que ella me iba a gritar, que me iba a mandar a la chucha de nuevo”, recuerda. Pero no fue así. “Como que me agarró y me abrazó, yo la abracé y como que nos pedimos disculpas mutuamente y de ahí, bueno… abrazos, cariños, besos…”, continúa. Felipe Valladares recuerda ese encuentro como uno de los mejores sexos que ha tenido.

La bióloga especialista en Emparejamiento Humano y doctora en Complejidad Social, María Teresa Barbato, explica que al vínculo que existe en una pareja, desde su disciplina, se le llama apego. En esta afición, se libera oxitocina (“hormona del amor, la calma y el contacto”) y dopamina (un neurotransmisor que “nos da felicidad”), por lo que, cuando nos alejamos de la persona que nos produce el sentimiento de enamoramiento, los niveles de estas sustancias bajan.

Si a eso se le suma la discusión o ruptura, se pueden elevar los niveles de cortisol (hormona que actúa como respuesta al estrés), poniendo a las personas en estado de alerta y resultando una situación de malestar y poca tranquilidad. “Cuando no tenemos oxitocina, la buscamos”, afirma. “Y también el sexo de reconciliación hace un poco irnos hacia ese objetivo y, probablemente, aumentar nuestra dopamina. Por eso, se siente una sensación de mayor intensidad: porque es algo que se estaba cortando y vuelve de manera abrupta”, añade.

Evitar la conversación

Nicolás Iglesias (45) tuvo una relación durante más de 15 años con la madre de su hija y, de esos, estuvieron siete años casados. Las discusiones eran comunes y por trivialidades cotidianas como lavar los platos sucios o sacar la basura. Ella era más rencorosa, le costaba más perdonar u olvidar las cosas. En cambio, yo no, yo era más fácil, daba vuelta la página”, cuenta. Al llegar la noche, si no habían arreglado el asunto por el cual habían discutido durante el día, se acostaban en la cama dándose la espalda. “A veces, ella me buscaba y como que me empezaba a ‘correr la colita’. Y bueno, yo prendía medio fácil”, se ríe. “Y uno tira pal lado un cariñito y después termina en algo bastante fogoso. Con muchos ‘te amo’ y ‘tú eres la mujer de mi vida’. Y pal otro lado también”, dice.

Parece ser que, el hecho de que en el acto sexual aflore una comunicación que no suele darse tan fácil en el resto de los momentos del día, es recurrente en nuestra sociedad. Y, en una pareja heterosexual, es más común desde un lado que del otro. “La incapacidad de ciertos hombres, por este estereotipo o rol de género, de conectar con sus sentimientos, con su emocionalidad y con una comunicación sentida, hace que el único espacio íntimo que encuentran con la pareja, que la única situación de intimidad sea el encuentro sexual, explica Catalina Ramírez. Ella es educadora sexual de pares y host del podcast Protagonistas de la cama, que hace junto al también educador sexual Nicolás Aguirre.

Las opiniones con respecto a este punto tienen consenso. La terapeuta experta en sexualidad y directora de la Escuela Transdisciplinaria de Sexualidad, Natalia Guerrero, explica que para muchas personas que han sido socializadas como hombres, a veces, el único espacio en el que se les ha permitido, por mandato social, recibir cariño y afecto físico, es en el espacio de la esfera erótica sexual. “El ser humano, al ser mamífero, disfruta mucho del cuerpo con cuerpo, el acicalamiento, el dormir retorcidos”, explica. “El regaloneo, el estar mamifereando, es un lugar en el que se dan mejores conversaciones. Es un espacio en el que se les tiene permitido a los hombres la vulnerabilidad”, agrega.

“En general, a todos nos cuesta pedir perdón. A uno mismo le cuesta reconocer y luego aceptar que la cagamos. Y los hombres, en ese sentido, somos más propensos a esa incapacidad o desconocimiento de cómo pedir perdón.”, dice el educador sexual Nicolás Aguirre. “Pero cuando se utilizan las herramientas de la sensibilidad para poder acceder al sexo, ahí funciona muy bien, porque la necesidad del sexo es tan imperativa, es realmente un mecanismo de supervivencia, el mostrarse frágil”, añade.

La necesidad de tener sexo de la que habla Aguirre tiene un respaldo científico. La bióloga María Teresa Barbato explica que, por ejemplo, está comprobado que en la especie humana las necesidades pueden generar adicción. El hambre y el sexo, por ejemplo, están entre algunas de esas necesidades. Un alcance interesante que hace Barbato es que, de acuerdo a un estudio realizado en ratas, pudieron ver que los roedores han desarrollado “adicción al apego” (o amor), lo que podría explicar que, cuando una persona deja de relacionarse con su pareja, puede pasar por un proceso de abstinencia. Esto resultaría innovador, ya que el apego, contrario al sexo, no es una necesidad.

A diferencia de Nicolás Iglesias, quien reconoce que el sexo “reemplazaba la conversación”, hay veces en intimar como acto reconciliatorio, puede venir después de llagar acuerdos mediante palabras.

Sexo, deseo y seguridad

Endrina Montes (36) lleva un poco más de dos años con su pareja, con quien vive y tiene una hija. Recuerda que, uno de los momentos íntimos más fogosos que ha tenido, fue después de una gran pelea. “Habíamos, prácticamente, terminado”, cuenta. “Así yo no puedo seguir. Me voy a cambiar de pieza. Voy a dormir con la bebé y después vemos cómo lo hacemos”, le escribió una mañana por WhatsApp, a raíz de una forma de responderle que le molestó. Firme con su decisión, estuvo dos noches durmiendo en la otra habitación. La decisión parecía definitiva y el viernes de esa semana se motivó a salir a una fiesta con sus amigas.

Con pantis semitransparentes y una minifalda, salió del baño para arreglarse en el living, para que así su pareja la pudiese ver. “Me vestí exactamente como le gusta que yo me vista. Dije: ‘¡Me voy a ir bien mina, para que vea cómo me fui!’”, recuerda entre risas, aunque en ese momento el sentimiento era de angustia por terminar la relación. “Me tenía sacada de onda como lo tranquilo que se veía, porque él tiene eso que es que por fuera se ve muy tranquilo, pero por dentro lo está comiendo la ansiedad”, explica sobre la razón por la que decidió pasearse por la casa mientras se arreglaba para salir.

La educadora sexual Catalina Ramírez explica que el “no sentirse deseada” también puede influir en el propio deseo sexual. “El deseo es, justamente, el anhelo de tener algo que está fuera, que yo no tengo”, afirma. “Entonces, cuando tú estás pensando que esta persona no es tuya, implica un desafío, implica un esfuerzo por lograr que esté cerca de ti”, añade. Esto explica que personas que se sienten inseguras con respecto a su pareja, busquen un encuentro sexual para salir de ese sentimiento.

El plan de Endrina Montes funcionó: antes de que quisiera salir, su novio le pidió que se sentaran a conversar. Hablaron sobre el tema que había dado origen a la ruptura, dieron sus argumentos, negociaron y llegaron a una solución. Ya estando ambos más tranquilos con la resolución del conflicto. Ella se levantó para irse a su fiesta, pero él la interceptó antes de que pudiera llegar a la puerta. “Fue un sexo espectacular, así, con todo”, recuerda con una sonrisa. A diferencia del “sexo de rutina”, este tuvo mucha previa y romanticismo. “Y después salí igual, me fui livianita”, agrega.

La inseguridad es protagonista de muchos conflictos de pareja y así fue también con la relación su relación. El hecho de que su pareja no se mostrara preocupado por la ruptura, reafirmaba sentimientos de percibir poco deseo de él hacia ella. “Ese día, yo lo veía súper tranquilo y entonces como que también me empecé a cuestionar. Me dije: ‘A lo mejor para él es mejor que terminemos’”, recuerda. “Pero claro, a la vuelta y con ese sexo de reconciliación… te hace sentir algo tan fuerte, que como que igual a una le hace sentir: ‘sí, sí me desea’. Porque esta intención y esta fuerza con la que lo hace es como que: ‘Sí, tú me gustas y te encuentro mina todavía’. Te reafirma que le gustas”.

El deseo también puede ser motivado por la sensación de pérdida. Nicolás Iglesias, afirma que, a pesar de que en el sexo de reconciliación que tenía con su pareja decía cosas que no solía decir el resto del tiempo, estas eran verdad. “O sea, hay amor, sientes que a esa persona puedes perderla y es importante para ti”, dice. La psicóloga Natalia Guerrero, explica que muchas veces este temor puede ser sano para mantener una relación. “Ese temor se agudiza en situaciones de conflicto y cuando se vuelve a tener sexo después de esa agudización, el deseo ha aumentado y el placer de concluir ese deseo es más alto”.

A pesar de lo que dice Iglesias, Guerrero explica que, no necesariamente lo que se dice cuando se están teniendo relaciones sexuales apasionadas es cierto. “Se suele decir coloquialmente que la gente ebria no miente”, ejemplifica sobre un escenario similar. “Lo más correcto es decir que la gente ebria está más desinhibida con respecto a lo que dice, pero a veces también le sube un poco la intensidad a lo que se siente. Entonces, a veces yo podría decirte: ‘¡Te amo!’. Simplemente, porque estoy desinhibida y placenteramente disfrutando, pero eso no necesariamente significa que cuando mañana no esté arriba de la pelota o más ratito, cuando no esté inundada por todo lo que ocurre con el cerebro cuando estoy teniendo sexo, sea igual de intenso”.

Un rasgo evolutivo y un facilitador para la conversación

Antes, solía creerse que el sexo era solo para reproducirse, pero distintos estudios científicos han concluido que, tanto en la naturaleza como en las relaciones humanas, este sirve para muchos otros fines.

“En realidad, el sexo tiene múltiples otras funciones y una de estas funciones tiene que ver con la prosociabilidad y que tiene que ver con la comunicación, con la filiación, con la integración y con generar lazos de confianza. Promueve el vínculo de pareja y es placentero. Entonces, ayuda también a resolver problemas, afirma María Teresa Barbato. “Cuando estás con una pareja a largo plazo, porque hay un apego y un vínculo, obviamente el sexo no cumple solo una función reproductiva. Cumple esta función afiliativa de resolución de problemas”.

De acuerdo al orden taxonómico de la especie humana, explica la bióloga experta en emparejamiento humano, somos primos de los chimpancés y los bonobos. Y estos últimos, por ejemplo, utilizan el sexo para resolver conflictos. “El sexo disminuye el cortisol y esto me ayuda a tomar decisiones más prosociales cooperativas y yo no ando a la defensiva. Yo digo como: ‘Ya, tú eres parte, ya tengo tu confianza. Ahora podemos resolver el problema de, por ejemplo, cómo lo hacemos para sacar esta fruta juntos y compartirla, en vez de pelearnos por la misma fruta’. Tienes dos opciones: nos agarramos de las mechas por la fruta o tenemos sexo, generamos confianza y nos comemos ambos la fruta”, explica Barbato.

La importancia, según la experta, yace en reducir el riesgo de agresividad. En los humanos, puede parecer obvia la necesidad social de reducir la violencia en una relación. Para los primates y, animales en general, también significa un ahorro energético importante. “Permite resolver problemas de otra manera que no sea tomando la pelea o la agresividad como conducta, sino que yendo hacia otro lado. Entonces, por eso, evolutivamente también esto es tan importante”, agrega.

A pesar de todos los argumentos a favor del sexo de reconciliación, en lo biológico, la experta en sexualidad, Natalia Guerrero, concluye que la educación sexual es lo más relevante en el contexto de las parejas que buscan arreglar un conflicto a través del sexo. Explica que, aunque el sexo concluya con “éxito”, no necesariamente es conciliativo o reparador al largo plazo.

“Literalmente, sabemos que el espacio erótico sexual es un espacio de complicidad. Sabemos que nos resulta bien. Sabemos que va a ser placentero para todas las personas implicadas y porque va a ser placentero, nos va a dejar el cerebro delicioso para poder escucharnos con calma, con mayor compasión. Nos genera un bálsamo. Es como que fuera el lubricante para la conversación, porque deja al cerebro predispuesto a una mejor escucha, un diálogo más compasivo”, introduce.

Sin embargo, no es para todos y todas así. “Muchas veces, la gente tiene sexo y lo que obtiene es un cerebro que está más preocupado, más estresado, que se siente más incómodo y menos cómplice con la persona. Entonces, eso parecería un sexo de reconciliación, pero es un sexo de reafirmación del conflicto. Y no siempre se tiene el coraje, en esas condiciones, de decirle a la otra persona lo que está sucediendo”, plantea.

Además, más allá de las explicaciones biológicas y psicológicas del complejo intercambio social de mantener relaciones sexuales en medio de una disputa amorosa, está la incertidumbre. “Nada te asegura que tener sexo de reconciliación va a cumplir la tarea”, dice Nicolás Aguirre, educador sexual.

Después de la discusión y el sexo desenfrenado que tuvo Felipe Valladares con su novia esa noche en su departamento, conversaron sobre el tema y arreglaron el conflicto. Un año después terminaron.

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