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Reportajes

30 de Diciembre de 2023

El curioso caso de René Pinochet: La historia del actor de doblaje que sacrificó su voz

Un desorden hormonal impidió que René Pinochet (46) pudiera crecer y cambiar su voz de niño. Su atípica condición le permitió convertirse en uno de los doblajistas más respetados del país, interpretando a personajes infantiles como Aang de "Avatar" y Ryder de "Paw Patrol". Pero, al mismo tiempo, le significó la inseguridad de vivir una vida con una expresión y apariencia que no se ajustaban a su edad. Un tratamiento prometió ayudarlo a crecer, pero con un costo: dejar atrás la cualidad que le permitió llegar a las televisiones de millones de personas en Hispanoamérica.

Por Sebastián Palma

Esta historia no podría contarse según lo que pronosticó el equipo médico que trajo al actor de doblaje René Pinochet al mundo.

–Nací con un montón de problemas. Fui prematuro, muy chico. Mis dedos ni siquiera se habían separado. Tuve que terminar de desarrollarme en una incubadora en la que pasé mucho tiempo.

Y no es para menos, si hoy nacer prematuro es riesgoso, más lo era en 1977, el año en que nació René. Desde un principio no había muchas certezas en cuanto a su futuro o las posibles secuelas que podría arrastrar. Fue cuando cumplió cuatro que recién hubo un diagnóstico. René nació con una deficiencia en la hormona del crecimiento.

Desde esa edad, más o menos cuando comenzó a tener consciencia de sí mismo, René se vio más pequeño que el resto, él más pequeño entre todos. A los cinco años aún parecía una guagua y en octavo básico medía 99 centímetros, lo mismo que mide un niño entre tres y cuatro años.

Pese a sus problemas de crecimiento, sus padres promovieron que tuviera una vida normal. Fue parte de los boys scouts y visitaba sólo a algunos parientes que tenía fuera de Santiago. Incluso fue a Chiloé cuando tenía 11 años. Un lugar del que se maravilló.

–Mi familia no fue de la idea de sobreprotegerme. Mis padres me soltaron a la vida. Me decían: eres más chico que el resto, no vas a tapar el sol con un dedo, pero eso no quiere decir que no puedes hacer lo que tú quieres.

Pese a las buenas intenciones de su padres, René creció en los años 80, con la carga que significó convivir en un colegio siendo distinto al resto. Algunos de sus compañeros lo molestaban por su baja estatura y sus profesores lo impulsaban a hacer actividades que le resultaban imposibles. 

–A veces hacían hacer cuestiones que parecían para el chiste. Yo, con 99 centímetros, tenía una prueba en el colegio con la pelota de básquet, que era una tremenda cuestión que casi cubría todas mis piernas. Me pedían achuntarle al aro. ¿De dónde iba a llegar, si no tenía fuerza?

Trató de sortear las burlas con las herramientas que tenía al alcance, su buen sentido del humor, sesiones de terapia con expertos en salud mental y una seguridad atípica para alguien de su edad.

–Siempre me acuerdo cuando estaba en el colegio, medía menos de un metro y había una compañera que me gustaba y era super alta para mí, pero me dio lo mismo. Me acuerdo que una amiga de mi mamá hacía clases de salsa y le pedí que me enseñara, entonces para una graduación, empezamos a pinchar con esa niña porque le enseñé a bailar salsa. Para mí lo de las relaciones nunca han sido una tranca–comenta.

Pese a su seguridad, recuerda que las burlas se extendieron hasta que una mañana, camino al colegio, un carabinero motorizado lo vio y le preguntó a dónde iba un niño tan chico caminando solo por la calle. René le dijo que ya era un adolescente, le mostró su identificación, allí el oficial vio que casi cumplía los 15 y que se apellidaba Pinochet. No lo podía creer.

El policía comenzó a preguntarle cosas: si lo molestaban por su estatura y por su apellido. Luego de escucharlo un rato resolvió ayudarlo.

–Me subió a su moto y me dijo: mira, esto vamos a arreglarlo altiro. Me fue a dejar adentro del colegio, todos me quedaron mirando así como ¿y este gallo por qué llega así? Y el carabinero les dice que era mi guardaespaldas personal, que cualquiera que me molestara se las iba a tener que ver con él.

No lo volvieron a molestar.

Por esa época René, quien al visualizar su infancia se rememora como una especie de “conejillo de indias” habituado a visitar a doctores en distintos hospitales e institutos, recibió una esperanzadora oferta para convertirse en un objeto de prueba para un novedoso fármaco.

En el Inta de la Universidad de Chile nos dijeron que tenían un tratamiento experimental con hormona de crecimiento, pero que como estaba en experimento no sabían cuáles eran los efectos secundarios. Lo hablé con mis papás, recuerdo que les dije que no me importaban la posibilidad de esos efectos, entonces igual me apoyaron.

La prueba trajo resultados positivos y René creció cerca de 12 centímetros. En el colegio también su popularidad se acrecentó entre sus pares por su nueva apariencia, y si bien aún se veía mucho más pequeño que el resto, el episodio con el carabinero y una inesperada aproximación a la fama cambiaron su destino.

María Isabel, una amiga de sus padres que trabajaba en publicidad, lo recomendó para protagonizar un comercial de una conocida marca de lácteos, René era el candidato ideal. Por su apariencia y voz podía interpretar a un niño de seis años con la madurez y capacidad de seguir instrucciones que tiene un adolescente.

Tras el comercial las agencias lo siguieron contactando, ya no para actuar sino para doblar las voces de los pequeños actores que protagonizaban sus comerciales. Eran, en su mayoría, textos cortos que requerían un tono de voz que evocara ternura y cercanía. René cuenta haber hecho comerciales para Coca-Cola y otras grandes empresas. La relación con el sonido, desde entonces, tomó otra relevancia para él y cimentó su historia para siempre.

El camino como actor de doblaje: no es una pitanza

Al salir del colegio, René entró a estudiar locución en la extinta escuela Iberoamericana de doblaje donde su fundador Jorge Araneda -quien fue uno de los pioneros en el doblaje de televisión en Chile y la voz de John Bonachón en Garfield y sus amigos- se convirtió en su maestro.

–Instalé un estudio de grabación con Fernando Solís y decidimos hacer clases junto a Osvaldo Lagos, que es un actor de mucho renombre en Chile. Recuerdo que puse un aviso en “El Mercurio” y vino gente. De repente me llamó un niño preguntando por las clases –recuerda Araneda–.

El profesor pensó que se trataba de una pitanza, pero la voz del niño al otro lado del teléfono le dijo que ya era un hombre. Finalmente acordaron juntarse, Araneda recuerda que René no tenía el dinero para pagar el curso, pero él le ofreció pagarlo “cuando empezara a ganar plata”. Intuía que no sería en mucho tiempo más.

René rápidamente mostró aptitudes para el doblaje: su experiencia en publicidad y su voz de niño lo hizo destacar entre sus pares, tanto así que mientras estudiaba su profesor le ofreció su primer trabajo en una serie de televisión. Se trataba del personaje Mito, secuaz de Kinnikuman, el hombre músculo, un animé de lucha con un humor excéntrico que suscitó un masivo éxito en Chile. René, por primera vez, interpretó a un personaje importante: tenía apenas 18 años. Sólo tres meses después de finalizar los talleres pudo saldar su deuda.

Con el paso del tiempo la voz de René Pinochet se convirtió en un tesoro para las agencias de doblaje y poco a poco se hizo reconocible en los hogares de Chile y otros países de Latinoamérica. En publicidad interpretó la voz en comerciales de Telefónica, Chocapic, Soprole y muchas otras marcas. En televisión continuó con recordados personajes de series infantiles como Benzo de Los Pulentos y Droguett en Diego y Glot.

Su amigo, el también doblajista Samuel Guajardo -conocido por hacer las voces del pato del Banco Estado y de Myke de Bilz y Pap-, lo describe:

–En el trabajo, él tenía una ventaja sobre los niños reales. Y era que podía recibir instrucciones rápidas, las entendía y aplicaba todas y trabajaba como un profesional adulto, pero teniendo esa voz de cabro chico. Trabajar con niños no es fácil, no es común encontrar a uno que haga exactamente lo que se necesita y que tenga un rigor profesional. Por el colegio no pueden trabajar en las mañanas, por ejemplo. 

Convirtiéndose en el Avatar

En la década de los 2000, René también interpretó a uno de sus personajes más reconocidos: se trataba de Aang, el protagonista de la serie animada Avatar, de Nickelodeon. Cuando le ofrecieron el papel y leyó parte del guión, se maravilló inmediatamente con lo poco que pudo entender de la historia. La serie animada estaba ambientada en un mundo compuesto por cuatro naciones, cada una definida por un único elemento natural (tierra, fuego, agua y aire) y ciudadanos conocidos como “maestros”, capaces de manipular los elementos de su pueblo de origen.

–Fue como una suerte de amor a primera vista. Con lo que vi en esos tres o cuatro minutos del casting de voz entendí que la serie estaba a otro nivel. No había visto una caricatura así en mi vida, desde el argumento, la técnica de color, de trazado, la ilustración. Todo, todo, todo era de excelencia –recuerda el actor de doblaje–.

Desde la prueba de voz demoraron tres meses en llamarlo. Pensó que el papel se lo habían dado a otra persona cuando lo confirmaron como el protagonista de Avatar. Allí se enteró de más cosas de la trama: que se centraba en que el mundo de maestros que controlan elementos estaba amenazado por la Nación del Fuego, la que era gobernada por un régimen totalitario y con aires nazi que buscaba dominar y oprimir a las otras tierras.

Pinochet entendió rápidamente que su personaje, un precoz monje de 12 años, era el único que podía controlar los cuatro elementos y traer equilibrio al mundo, pero para ello debía completar su entrenamiento de control para derrotar al tirano.

La historia del niño que debía tomar un papel de hombre para asumir sus responsabilidades era un antípoda con la propia historia de Pinochet, quien ya tenía casi 30 años y parecía un niño.

–Aang tenía una suerte de rebeldía con su pega de Avatar. Él quería seguir siendo niño y de manera un poco inversa yo simpatizaba con eso y decía: ¿Por qué a mí toda la gente me tiene que ver como a un cabro chico si soy un adulto?

El mayor de los éxitos profesionales como actor de doblaje de René coincidió con una complicada época personal.

–Si iba a comer con amigos a un restaurante, siempre me pedían el carnet, en algunos lugares no me creían y poco menos que no podía estar ahí. Debía estar mostrando mi identificación en todas partes y llegó un punto en el que eso me rebasó. Era como ¡Ya! ¡Córtenla! ¡Soy un adulto! ¿Qué les pasa?(…) Para qué te voy a decir con la licencia de conducir, varias veces pensaban que le saqué el auto a mis papás. 

Su historia personal lo hizo empatizar fuertemente con su personaje. La fibra de sus propios demonios llevaron a una exitosa interpretación en la serie.

–Llevaba más de una década haciendo doblaje, pero ahí empecé a enganchar la academia con la intuición –recuerda Pinochet–. Veía la postura de los hombros del dibujo y ya sabía que el personaje se iba a enojar o si el plano era de atrás para adelante, era porque estaba por alguna razón ocultando algo, entonces había como un entendimiento que lo marcaba en el texto, estaba tan como metido en lo que estaba pasando en la pantalla que era más fácil conectarse con las emociones del personaje.

Aang no fue el único rol globalmente conocido interpretado por Pinochet. Por su trabajo, el actor de doblaje le dio voz en español latino a personajes como Ryder de Paw Patrol; Cabeza de Coco en Manual de supervivencia escolar de Ned; Yang en Yin Yang Yo!; Doki en Las Aventuras de Doki y la del personaje femenino Stephanie en los primeros episodios de Lazy Town, entre varios otros.

Sobre su participación en Lazy Town, René explica:

–Hay voces que son un poquito más transversales, que no tienen un color tan característico. Entonces, mi voz se parecía mucho a eso, porque mis graves no eran tan profundos, sino que mi voz era más bien brillante. Entonces con ese criterio, me dicen, oye, ¿sabes qué? Necesitamos que esta cuestión se vaya a cliente ahora ya. Grábame un episodio.

René no dimensionó el éxito que alcanzaría la serie, que fue un fenómeno en Chile y cuyos personajes incluso protagonizaron la campaña “Elige vivir Sano”, durante el gobierno de Sebastián Piñera.

–Fue como de esos clichés que cuentan que tienen grandes papeles y dicen: ‘¡Compadre! Yo iba pasando y de repente me dicen, actúa’. Bueno, esto fue algo muy parecido con esto. Yo me cago de la risa precisamente por eso. O sea, imagínate que era Lazy Town. Era una tremenda serie, con cantantes, una tremenda producción, una joyita que venía de Islandia.

El sacrificio de René

Los tratamientos que René inició en su infancia le permitieron tener la posibilidad de hacer cambios más significativos en su cuerpo de adulto. Según explica, su equipo médico tenía al alcance iniciar nuevos procesos y junto a ello tener la opción de permitirle crecer varios centímetros más pero, en consecuencia, agravar también su timbre de voz.

La decisión no era para nada sencilla, René Pinochet se situó en la encrucijada de tener que cambiar su aspecto y mejorar su salud, pero al mismo tiempo abandonar la cualidad que lo acompañó durante toda su vida y que le ayudó a descubrir esa relación con el sonido que desde niño cimentó su historia.

El proceso reflexivo no fue para nada sencillo, su amigo Samuel Guajardo, la voz del pato del Banco Estado, recuerda de esa época largas noches de conversaciones con René acompañados de una botella de Bourbon.

–En esa época conversamos mucho. La decisión que estaba tomando René le implicaba quedarse sin trabajo –recuerda su amigo–. Lo complejo era que esa estabilidad que René tenía, el lugar que tenía en el medio se iba a perder. El doctor le decía que podía avanzar hacía una voz más adolescente, pero está lleno de doblajistas adolescentes. Iba a pasar a ser uno más.

René, reconocido entre sus cercanos por su personalidad decidida, estaba confundido. Como nunca antes lo estuvo. Ya tenía casi 40 años y dilatar más el proceso podría incluso significar problemas de salud como un envejecimiento prematuro o la imposibilidad de someterse al tratamiento más adelante.

–En la mesa pusimos los pro y los contra. Por un lado estaba su estabilidad y por otro su felicidad personal. Las dos posiciones eran muy fuertes e implicaban una decisión trascendental. Recuerdo que al primer Bourbon nos íbamos por un lado y al quinto por el otro. Al día siguiente, en un café, se iba por el otro lado –recuerda su amigo Samuel–.

En 2016, acompañado de más conversaciones con amigos y expertos en salud mental, René se decidió a cambiar para siempre.

–Yo lo estiré por el tema de la pega, pero en un momento dije: quiero hacer un giro en mi vida. No quiero tener que definirme y seguir haciendo siempre lo mismo. 

Los cambios que suscitaron a partir de la decisión de René Pinochet fueron paulatinos, pero significativos. En poco más de un año creció hasta los 1.59 metros, una estatura relativamente normal. El cambio de su voz, en cambio, llegó como un zarpazo. Tal y como le ocurre a los adolescentes, su timbre cambió rápidamente.

–La cuestión casi que fue como un resfriado al comienzo. Y yo fui al otorrino y a una fonoaudióloga para ver los cambios de la voz –recuerda–.

En su aspecto, René dejó de parecer y sonar como un niño. En su trabajo también. Sin embargo, al fin comenzó a sentirse acorde a la identidad que le correspondía. Y de eso ya no había vuelta atrás.

Reinventando una carrera 

Naturalmente las proyecciones que René y su amigo Samuel hicieron respecto a su trabajo se terminaron por concretar. Los llamados para casting y papeles de doblaje fueron disminuyendo considerablemente.

El tratamiento no ayudó mucho para sortear la nueva situación. Según Samuel Guajardo, ese escenario y las hormonas en el cuerpo de René lo volvieron más irritable. René recuerda ese período con una metáfora.

–No fue fácil. Imagínate: tú tienes un restaurant donde vendes los mejores sándwich y está ahí durante 20 años. Todo el mundo sabe dónde queda, la dirección, a la hora que funciona, incluso el número telefónico para las reservas. Pero de repente ese restaurante deja de vender sándwich y ofrece otra cosa. Aguas, por ejemplo, pero la gente se molesta y dice pero cómo es posible –explica–. Muchos de mis clientes se fueron a otros lados a buscar nuevos talentos por otra parte.

Afortunadamente para René, algunos de sus clientes se aventuraron a probar sus nuevas aguas y lo siguieron llamando. Uno de los personajes que mantuvo fue uno de los más significativos para él, también el más popular, con 10 años de emisión continua y una fidelidad incuestionable de distintas generaciones de niños.

–Aún sigo siendo la voz de Ryder de Paw Patrol. Con ese personaje están todos mis tonos. Si miras la primera temporada, mi voz era totalmente de niño y si miras la temporada 10 es la voz que tengo ahora, mi voz como de adolescente. Agradezco mucho que el cliente no me quiso cambiar, perfectamente me pudieron sacar.

La nueva voz de René, con una entonación más grave, también le ha permitido diversificar en un abanico de personajes entre 15 y 25 años. Al dejar de ser un niño, en sus interpretaciones de doblaje también aparecieron nuevas tramas con personajes de teleseries turcas y reality shows.

–Hay personajes más jugados, Kyle es uno de un reality de MTV llamado Challenge. La vida de estos gallos es meterse todos con todos y pasarla bien. Es totalmente distinto a cualquier otra cuestión que hice antes –comenta–.

La diversificación de personajes, sin embargo, no llegó a ofrecer el volumen de trabajo que René tenía antes de su cambio de voz. Con su nueva apariencia el actor de doblaje decidió dar otro vuelco en su vida. Comenzó a dar clases en la Escuela de locutores de Chile y abrió su propia escuela, llamada Voice Media, en la que entrega talleres de doblaje convencionales, además de sesiones personalizadas en la que ayuda a profesionales a mejorar su expresión oral y también a personas con dificultades de lenguaje.

Todas las clases y sus trabajos en doblaje los hace de manera telemática. En 2020 decidió irse de Santiago e instalarse en Chiloé, el lugar que lo maravilló desde niño. Levantó un estudio en Castro y desde entonces no tiene planes de volver.

–Estoy muy contento por él. Pudo tener una cierta normalidad pero, además, creo que en el doblaje él sigue teniendo una voz. Él sigue teniendo una expertise y logró seguir viviendo de lo que ama y eso me parece fantástico, muy bonito. Todo es por su personalidad única, que va a todas. Incluso, admiro que viva en Chiloé. Es una maravilla que se haya podido ir a vivir a ese paraíso –comenta el profesor de doblaje Jorge Araneda. 

Desde Chiloé su antiguo alumno, René Pinochet, dice sentirse al fin en armonía con su identidad y su historia de vida. Esa misma que no habría podido contarse según el augurio de los doctores que lo trajeron al mundo.

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