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30 de Diciembre de 2023

La difícil convivencia entre chilenos y venezolanos durante las fiestas de fin de año: música a alto volumen y conflictos en comunidades de edificios

Convivencia entre chilenos y venezolanos

Los inmigrantes venezolanos han enfrentado las diferencias culturales con Chile, especialmente en las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Mientras ellos dicen que es de celebración al máximo, videos en TikTok critican la música a alto volumen y han habido confrontaciones verbales en comunidades de edificios. "No hemos trabajado en la convivencia. Para nosotros es una fiesta que empieza a mediados de noviembre y la extendemos lo más que podemos”, dice Patricia Rojas, presidenta de la Asociación Venezolana en Chile. "Nosotros tenemos que partir del punto de vista que estamos en un país ajeno. No solamente en cuanto a que es otro país, sino en cuanto a formas de ver la vida. Y eso hay que comprenderlo”, reflexiona el comunicador Beto Hernández.

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Al hablar de las fiestas de fin de año con migrantes venezolanos, una definición se repite: estas festividades son lo que para el chileno es las Fiestas Patrias. Una fecha muy importante que, incluso, se comienza a celebrar a finales de noviembre, inicio de diciembre, en Venezuela.

“Para nosotros en sí son importantes, porque es una época muy familiar la fecha. Es una época donde las personas se reúnen en las casas, hay un ambiente pintoresco a nivel nacional”, dice María Cortés (30), quien ha vivido los últimos siete años en Chile. Periodista nacida en Venezuela, de madre venezolana y padre chileno, ha experimentado en su núcleo familiar el encuentro entre dos cultural.

“Es una fecha muy alegre, muy de música, de compartir, de tomarse una cerveza, de juntarse con los panas y gozar. Es una fecha donde la gente va bajando la guardia y se relaja. Del primero de diciembre al primero de enero”, explica.

Luego, da más detalle: “Se planifican con antelación, tipo noviembre, finales de noviembre y principio de diciembre, se compran ingredientes para la hallaca, que es nuestro plato tradicional decembrino y que se suele prepararse en familia. En familión grande. Hay personas que se planifican para comprar pinturas y pintan sus casas. Es una época en que la gente se siente tan feliz y tan emocional de renovar sus casas. Tiran la casa por la venta, literalmente, porque son las fiestas más importantes para pasarlas con amigos y allegados”.

“Incluso, a nivel nacional, no solamente en los colegios, se empiezan a gestar festivales de gaitas. Hay unos que son gratuitos, otros pago y hay uno que se llama ‘El Amanecer Gaitero’. Son conciertos de grupos de gaitas que tocan hasta el amanecer”, agrega.

María Cortés remarca que para los venezolanos es una fiesta cargada de tradición familiar y, en su impresión, es algo que Chile no es así. “Lo que diferencia es el hecho que uno se planifica para pasar diciembre en familia. Se arman tres, cuatro, cinco mesas con los primos, los tíos”, dice. Sobre el ambiente que se vive en Chile, a diferencia de su país natal, relata: “Los comercios decoran y hay consumismo, igual que en Venezuela, pero creo que el tiempo de planificación es más simple, más práctico. No hay plato típico. Es una fiesta traje. Cada quien trae lo suyo”.

Para Patricia Rojas, presidenta de la Asociación Venezolana en Chile, las fiestas de fin de año para los venezolanos son “como quizás las Fiestas Patrias en Chile. Son muy alegres y muy efusivas. Entendiendo también que en Venezuela había mucha migración interna. Entonces, en las fiestas de fin de año, como eran prácticamente diez días que las personas tienen para movilizarse a sus casas dentro de Venezuela, era una fiesta tan importante. Y sigue siendo importante para nosotros. Además que esto conlleva una cantidad de tradiciones para los venezolanos”.

“Nosotros tenemos un plato típico exclusivo para la Navidad, que es la famosa hallaca, y esto congrega a todos los miembros de la familia a la elaboración de este plato, que es de casi dos días. Ahí trabajan desde los más chicos hasta las abuelas con la receta. Eso une mucho a la familia. Y, por supuesto, siempre se tiene la música tradicional de diciembre, se toman ciertos tragos tradicionales”, explica. Patricia Rojas lleva doce años viviendo en Chile y estas fiestas de fin de año las está celebrando en Caracas, marcando su regreso a Venezuela tras nueve años de ausencia.

“Vine especialmente a ayudar a mi hermana a hacer las hallacas. Es una tradición muy arraigada adentro de los venezolanos”. Al describir el ambiente que se vive en Venezuela durante el mes de diciembre, la presidenta de la Asociación Venezolana en Chile hace la distinción de los festejos en la ciudad en regiones. En la primera, “se vive bastante en las casas. Sin embargo, está la música presente, están los chistes. Las diferencias se dejan de lado. Se echan chistes para limar las asperezas”. Mientras que en otras localidades “se celebra en la casa y en la calle”.

Patricia Rojas tiene una hija nacida en Chile de diez años. Con ella viajó a Caracas y relata que para la pequeña “ha sido un proceso de reencontrarse con su venezolanidad, nuestras costumbres, nuestras tradiciones”. Pero también ha sido una experiencia en la que ha sido testigo del “impacto y el choque cultural”.

Cuenta que durante su estadía en Venezuela, su hija le comentó que estaba cansada y que no quería hacer más cosas “y uno quiere que las haga todas al mismo tiempo”. “Ahí uno tiene que parar e ir con un poquito más de calma”, reconoce.  

El choque cultural y la viralización en redes

Durante la celebración de Navidad, dos venezolanos se volvieron virales, tras compartir videos en los que cuestionaban la forma de celebrar el 24 de diciembre de los chilenos. Diego Ariza compartió un registro en el que decía: “Gente, yo no sé si es en todo Chile o solamente por acá donde yo vivo, pero si yo no veo los estados de la gente de mi país, no me doy cuenta de que estoy en Navidad”.

@diego.ariza424 Aux🥵 #navidad #chile #nohay #sinnavidad #mega #chilevisión ♬ sonido original – DIEGO ARIZA

Por su parte, otro usuario de TikTok ( @cesar_80s) realizó sus descargos en un video del lugar donde vive. En el plantea: “Un 24 de diciembre, coño. Este es el país más aburrido, con la gente más aburrida que puede existir en el planeta”. Luego, acusó que no se celebra y que “molesta la música en diciembre”. “Ustedes no ven música en ningún lado. Somos los únicos que tenemos música aquí, y ya nos llamó el conserje para que la bajáramos por ruidos molestos. Somos venezolanos, somos alegres”, sentenció.

Ambos son parte de las 1.625.074 personas extranjeras residentes al 31 de diciembre de 2022, total estimado por el Servicio Nacional de Migraciones (Sermig) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). De ellas, la mayoría llegó desde Venezuela (32,8%). Le siguen Perú (15,4%) y Colombia (11,7%). En el caso de las personas provenientes de Venezuela, su participación en Chile ha registrado un aumento, ya que en 2018 representaban el 25,7%% de los inmigrantes en suelo nacional.

“Mucha gente ha entrado este año y el último año”, plantea Beto Hernández, ingeniero industrial que emigró de Venezuela a Chile a finales del año 2016. Con siete años en el país, ahora se dedica también a las comunicaciones como influencer y como conductor de televisión en TV+. “Las redes sociales han ayudado a masificar opiniones personales de migrantes exponiéndolas a un debate y un punto de vista distinto y eso ayuda a la situación que estamos viviendo ahora. Al desencuentro”, afirma.

Beto Hernández plantea que este tipo de contenidos con venezolanos “lo toma cualquier medio y lo expone a la opinión pública y ya son diez mil o veinte mil comentarios que opinan distinto a mí”. Esto genera debate, el que “va agregando, poco a poco, a este ambiente extraño que no quiero llamar xenofóbico, porque sinceramente siento que no es así. Yo llevo siete años acá y nunca he experimentado xenofobia. Pero qué pasa, yo me adecue. Eso pasa desde el punto de vista del respeto”.

“Las expresiones de redes sociales exacerban muchas veces este tipo de expresiones como ‘tú haces esto, yo no hago esto otro’, ‘tú celebras de esta forma y yo no soy tan alegre para celebrar’. Ahí también es súper interesante cómo somos conscientes de los caracteres de las sociedades. Una sociedad que es capaz de diferenciar y poder entender que existen caracteres distintos hace que una sociedad sea más tolerante, más flexible, tenga un mejor aprendizaje al escuchar y conversar con otros. Estamos en la primera parte de este proceso”, expone Rodrigo Figueroa, sociólogo y académico de la Facultad de Ciencia Sociales de la Universidad de Chile.

“Creo que el lenguaje que se presta en redes sociales, el facilismo con el que etiquetan situaciones y las hacen virales, evidentemente, pueden ser caldo de cultivo de situaciones de xenofobia o rechazo a los procesos migratorios”, explica, para luego añadir: “El gran desafío es ser consciente de este tipo de cosas. Para ello necesitamos una sociedad más educada. Que aprenda a comprender la diferencia. Hemos pasado de universos sociales que era claramente identificables y que podríamos reconocer como miembros de una sociedad a otro más complejos que tenemos que aprender a convivir con ellos. Y muchas veces, como sucede cuando uno entra a un bosque, uno se pierde. Perderse implica xenofobia”, agrega.

“En la Asociación Venezolana en Chile somos de la creencia que las redes sociales son un sitio donde la gente se desahoga y no necesariamente este deshago tiene que ver con la realidad”, dice Patricia Rojas. “A veces se distorsiona, se amplía quizás las molestias y no se conversa necesariamente desde la evidencia”, explica. Por esta razón, dice, los venezolanos optan por no responder a este tipo de publicaciones.

“Cada quien tiene derecho de tener perspectivas diferentes. Quizás se amplifican situaciones que, a lo mejor, no son como se están planteando. Hay que hacer esfuerzos para trabajar en la integración. No solo por el beneficio de las personas migrantes. Al contrario, por la convivencia con las comunidades de acogida”, apunta.

“En esto estamos al debe tanto las organizaciones de sociedad civil, también las personas en diáspora que tenemos que entender que, bueno, no es que perdamos nuestra identidad ni nuestra venezolanidad, sino que entendamos que hay que procesos que hay que ir tomándolos con calma, que bajar un poco el volumen no va a quitar la alegría de la fiesta”, añade Rojas. Somos respetuosos de las opiniones, pero podríamos ser más flexibles, tanto las comunidades de acogida como la personas en diáspora”.

Un proceso en transición de chilenos y venezolanos

El video de Diego Ariza fue grabado en las calles Santo Domingo con Teatinos, en pleno centro de la región Metropolitana, la que concentra el 57,8% de la población extranjera del país. A nivel comunal, Santiago es la que tiene mayor cantidad de personas extranjeras, con 222.649. “Las comunidades inmigrantes, generalmente, ocupan ciertos espacios que son redes sociales que facilitan el empleo, el acceso a vivienda a servicios. Y van copando ciertos territorios en los que encuentran una oportunidad. Eso va generando una sensación de copamiento una sensación de mayor conflicto con otras comunidades que, evidentemente, hay expresiones de eso”, plantea Rodrigo Figueroa. “Pero eso no quiere decir que la sociedad no sepa entender que tiene que convivir con diferencias. Creo que estamos en el proceso de transición en la sociedad chilena de asimilar estos fenómenos migratorios de las últimas tres décadas”, añade Figueroa.

Sobre el choque cultural que se está produciendo con los venezolanos, el académico lo define como “diferencias que tiene que ver con las prácticas que son propias de las comunidades cuando van generando sus propias identidades”. Además, dice que la convivencia “ha sido súper desafiante para la comunidad chilena”, ya que antes “había menos diferencias que se podían reconocer en sus prácticas”. “Ahora son múltiples y más abundantes, y eso hace que las percepciones de las personas sean desafiadas”, define.

“Sinceramente tengo días esperando que esta situación que se está viviendo ahorita, el no entendimiento de las culturas, no pase a mayores. Nosotros tenemos que partir del punto de vista que estamos en un país ajeno. No solamente en cuanto a que es otro país, sino en cuanto a formas de ver la vida. Y eso hay que comprenderlo”, reflexiona Beto Hernández.

“Si mi arraigo es celebrar Navidad, tengo que entender que mi celebración tiene que ir acorde al buen vivir de mi comunidad. He visto con muchísima preocupación ese fervor que tiene mis paisanos por la celebración. Y son personas que de pronto llegaron hace uno o dos años atrás y les sigue pegando ese choque cultural de darse cuenta que acá no celebran la Navidad tanto como la celebran en el Caribe”, dice el influencer. “El buen vivir parte de ese punto. Adecuarse a una nueva situación y una nueva realidad. Muchos vivimos actualmente arraigados y apresados a lo que éramos en un pasado. No hemos caído en cuenta que estamos en una nueva realidad. Ojalá que esta situación de desencuentro en el ambiente sea algo pasajero y pase”, acota.

La presidenta de la Asociación Venezolana en Chile reconoce que “estamos al debe, tanto la comunidad venezolana como las comunidades de acogida”. “No hemos trabajado en la convivencia. Para nosotros es una fiesta que empieza a mediados de noviembre y la extendemos lo más que podemos”, comenta.

“Pudiera ser que sí, por supuesto, estás en un edificio donde hay, no sé, 400 departamentos y son muy pequeños y la calidad de construcción del departamento y la música alta por más de un mes, efectivamente, va a generar un mal rato para el resto de los vecinos”, dice, para luego sentenciar: “Pero quizás también entender un poco de personas que viven desarraigo. Y la Navidad significa reencontrarse con esa venezolanidad o con esa Venezuela que uno añora”.

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