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7 de Enero de 2024

De líder narcotraficante a estudiante universitario: La historia de una PAES improbable

JOSE ITURRA DIAZ Fotos: Hernán Contreras

José Agustín Iturra Díaz fue detenido a los 50 años con casi media tonelada de pasta base de cocaína. El día que coordinó la transacción no esperaba ser atrapado, pero mucho menos esperaba que diez años más tarde estudiaría en la universidad. Esta es la historia de un hombre que con un libro de 2013 logró el puntaje más alto de los reos en 2023. Un estudiante de 62 años con un pasado que sus compañeros aún no sospechan. "Esta es una segunda oportunidad para mí", comenta Iturra.

Por Rosario Mendía

La noche del 12 de abril de 2013 José Agustín Iturra Díaz debía transportar 375 kilos de pasta base de cocaína desde Bolivia a Iquique. El procedimiento era el de siempre: él conducía una camioneta con las drogas, mientras dos de sus compañeros viajaban en otro vehículo, asegurando la ruta y proporcionándole combustible para continuar el trayecto. La diferencia fue que esa vez cometieron un error.

Iturra Díaz, conocido como “Pelao Agustín”, lideraba una organización narcotraficante, y la Policía de Investigaciones (PDI) lo seguía hace meses, tenían su celular interceptado y manejaban los antecedentes que había sido detenido en el país vecino con drogas. Esa madrugada, después de cruzar la frontera, escapó dos veces de la policía manejando entre los salares de la Región de Tarapacá. Horas más tarde, creía que se había librado y fue en ese momento cuando hizo una llamada. Con solo una llamada, la PDI logró descubrir su paradero. A las 14:00 del 13 de abril, la policía detuvo al líder de la banda.

Diez años más tarde, en un café en La Serena, Iturra Díaz recuerda perfectamente ese día. Actualmente tiene 62 años y es padre de cuatro hijos. Nació en Santiago, pero ha vivido la mayor parte de su vida en el norte de Chile. Ha trabajado en la pequeña minería, inicialmente en el arriendo de maquinaria, y más tarde se dedicó la venta de automóviles robados, lo que lo condujo a otros delitos.

“Tráfico de drogas, dos receptaciones de autos robados y un estafa con cheque“, enumera las causas por las que lo condenaron. La sentencia confirma la principal: Delito de tráfico ilícito de sustancias o drogas estupefaciente o sicotrópicas, señala el documento y la condena fueron 13 años de presidio mayor en su grado medio.

Agustín Iturra sigue cumpliendo una condena, pero ahora con libertad condicional. Habla tranquilo y con naturalidad, solo baja la voz cuando menciona las drogas. “Siempre fui bueno para los números”, señala y por eso explica que con 756 puntos en la prueba de matemáticas fue el mejor puntaje de los 1.019 reos que rindieron la prueba en 2022, según datos de Gendarmería. Y una de las 25 personas que, según el Demre, fueron seleccionadas para cursar estudios superiores.

Iturra Díaz se convirtió en el reo con mejor puntaje en la PAES 2022.

Un libro de 2013 para una PAES de 2022

Llevaba más de siete años en el Centro Penitenciario de La Serena cuando decidió comenzar la enseñanza media en el establecimiento educacional de la misma cárcel. “Con el tiempo uno empieza a sentir el peso del encierro y ahí me aparté un poco. Me fui a vivir con los hermanos cristianos y empecé a estudiar”, cuenta Iturra. En los estudios vio una oportunidad de reinventarse y, sobre todo, de salir en libertad. Tenía un objetivo claro: quería entrar a la universidad.

Dentro de los penales, la educación es gestionada por la Subdirección de Reinserción Social. Gendarmería administra 84 establecimientos educativos en estas unidades, facilitando el acceso a la Educación Superior o formación técnica para la reinserción de los internos. En el caso de Agustín Iturra, con ánimo de cursar la enseñanza media, ingresó al Liceo Técnico Profesional Coresol, de La Serena.

Claudia Abufom, su abogada, recuerda que cuando su cliente la contactó desesperado por obtener la libertad, ella le dijo: “La única posibilidad que tienes de salir es estudiar”. Abufom afirma ser la abogada de Iturra desde 2009, lo conoce mucho e incluso es la tutora legal de su hijo menor. Según ella, fue en ese momento cuando Iturra decidió enfocarse en alcanzar la Educación Superior como único objetivo. “Lo de la segunda oportunidad es poco común”, agrega, y explica que para un reo, la educación no siempre es compatible con el trabajo, que debería ser la prioridad.

Iturra se trasladó a un módulo más tranquilo y comenzó a mejorar su conducta en el penal. “Recibí castigos por tener teléfonos y peleas, pero sabía que no podía correr riesgos”, afirma, respaldado por nueve registros de infracciones en el Poder Judicial. Cambió su comportamiento, vendió su celular y, según los registros del Mineduc, se graduó de 4º Medio con promedio 7.0 en el liceo. Pero luego enfrentó la parte más difícil: preparar la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), especialmente porque en esa unidad no había preuniversitario.

Fue a la biblioteca de la unidad de Huachalalume y encontró entre los libros un manual del preuniversitario Cpech del año 2013. Era el único. Lo tomó y nunca más lo soltó. Sobre eso se armó un cronograma mensual con los capítulos y las tareas. Así, Iturra Organizó una rutina: ”Pertenecía a una congregación cristiana y estudiábamos la Biblia casi toda la mañana, y en las tardes estudiaba matemáticas”, cuenta. Se sentaba en las mesas del patio o en la misma celda y resolvía ejercicio por ejercicio, durante meses.

Los contenidos de la prueba desde el 2013 al 2022 habían cambiado, pero al menos Iturra había terminado 4º medio recientemente. Se apoyó en el libro, en el profesor de matemáticas del penal y tuvo también la suerte de tener guías externas actualizadas. “Justo un interno tenía a su hija terminando la enseñanza media y él trataba de apoyarla con el estudio. Entonces me pidió ayuda y eran materias que no conocía, unas gráficas y sistemas nuevos que se usan ahora, entonces tuve que averiguar cómo se hacía”, señala. Cuenta que la hija del interno pasó de curso con su ayuda y que ese recluso tenía más influencia que otros, así que, como agradecimiento, se encargó de darle un almuerzo extra todos los días.

Para la rendición de las PAES, según el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE) de la Universidad de Chile, se habilitaron 53 locales de rendición que están dentro de los establecimientos penitenciarios. Estas pruebas se aplican simultáneamente y bajo los mismos protocolos en todo Chile, en cada uno de los más de 700 locales, incluidos los de Gendarmería. En ese contexto, el 28 de noviembre, Agustín Iturra se enfrentó a la primera prueba que podría darle acceso a la universidad.

Recuerda estar en una sala en el liceo del mismo penal, con cerca de 30 reclusos, y veía que sus compañeros terminaban rápidamente y se iban. “¿Será que no están interesados, o será que saben mucho”, se preguntó, pero continuó enfrentándose a la prueba, mientras otros conversaban. “Me sentí inseguro en la parte específica de matemáticas, pero en la prueba general me sentí bien y respondí con confianza”, señala Iturra.

Al responder las preguntas se encontró con información totalmente nueva para él, que no estaba dentro del temario del liceo y estaba fuera del alcance de lo que había aprendido del libro Cpech. Pero recuerda un gráfico familiar, el mismo que había ayudado a resolver a la hija del compañero interno. Se sonrió, recuerda, entregó la prueba y esperó lo mejor.

El medio libre

El martes 3 de enero, a las 08:00 de la mañana, se publicaron los resultados de la PAES. El país entero reaccionó ante los puntajes de la prueba de ingreso universitario, pero en el Centro Penitenciario de La Serena aún no se sabía nada. “Estaba inquieto por los resultados, molesté todo el día pero no tenía acceso a mi cuenta en internet”, dice Agustín Iturra. Preguntó entre los reclusos, a los gendarmes, e intentó comunicarse con el liceo del recinto. No lo consiguió.

Fue hasta el otro día a eso de las 11:00 de la mañana, cuando el interno vio llegar a tres oficiales de Gendarmería a su módulo. Se miró asustado con sus compañeros, no era una visita recurrente. “Te vengo a felicitar”, le dijo el comandante. “Eres el recluso con el mejor puntaje en el PAES de Chile”, recuerda que le señaló. Iturra no podía creerlo. “¿Puedo abrazarlo?”, preguntó el interno, a lo que el uniformado asintió. “Entonces lo abracé, y eso es lo que más recuerdo”, afirma Iturra. Después, le prometió que lo ayudaría a hacer lo necesario para que pudiera estudiar.

Para Gendarmería de Chile, el de Iturra es un caso a destacar. “Con relación al caso del usuario de La Serena, que logró un puntaje en matemáticas de 756,95 puntos, en el proceso 2022, lo que lo llevó a acceder a Educación Superior, es sin duda una situación exitosa”, señala el Subdirector de Reinserción Social, Pablo Gaete.

En pocas semanas, José Agustín Iturra Díaz estaba matriculado en Ingeniería en Minas en la Universidad de La Serena. Según el Demre, fue uno de las 25 personas privadas de libertad que ingresaron a estudios superiores, aunque no manejan cuántos continúan su carrera. 

El primer día de universidad lo recuerda con claridad. Su hijo mayor, Agustín Iturra Carvajal (37), lo fue a buscar al Centro de Apoyo e Integración Social (CAIS) de Gendarmería en La Serena, donde lo habían trasladado, y lo acompañó a las primeras actividades de novato universitario. “Les llamó la atención que fuera un hombre de 60 años”, señala.

Después comenzaron las clases. Por norma, podría salir a las 7:00 de la mañana del CAIS y debía volver a las 22:00 horas a dormir. Así que salía temprano, hacía las tareas durante las horas libres y volvía a descansar con el resto de los internos. Él se excusaba para hacer trabajos en grupo, incluso recuerda que le preguntaron por qué estudiaba a esa edad y él inventó que lo enviaron del trabajo. “No tenían idea que era porque en realidad estaba preso”, señala.

Iturra dice que tras su puntaje en la PAES ha tenido “una segunda oportunidad”.

En paralelo, junto a su abogada Claudia Abufon, tramitaban la libertad condicional para que pudiera estudiar y trabajar con tranquilidad, beneficio que fue conseguido en su totalidad en octubre de 2023. Actualmente, Agustín Iturra se presenta a firmar un día de la semana y duerme en la casa de su hijo en La Serena, mientras trabaja o estudia.

Iturra habla de integrales y derivadas, dice que le gusta ir a clases, que no le parece tan desafiante la carrera y que ya tiene cercanía con la minería, así que entiende el lenguaje. Lo que sí le costó, dice, fue entender a una nueva generación que reclamaba y le faltaba el respeto a los profesores. Ese es el único ramo que no pasó y que en realidad decidió dejar de lado para no meterse en problemas. Con lo demás, cuenta, sigue avanzando.

“Cuando agarré ese libro del Cpech, no tenía idea de a dónde me llevaría. Esta es una segunda oportunidad para mí”, comenta Iturra en el mismo café frente al mar. Se siente agradecido por poder estar en la calle nuevamente, por reunirse con sus hijos y, sobre todo, con el menor de 12 años. “Después de cumplir mi condena, quiero irme a Bariloche para que mi hijo pueda estudiar en el Instituto Balseiro, que se enfoca en Física, Ingeniería Nuclear e Ingeniería Mecánica”, explica. Aunque no está seguro si a su hijo le interesaría, ese es su sueño y su plan una vez que termine su condena en dos años y medio: mudarse a Argentina.

-Pero le quedan cuatro años de carrera, ¿cómo seguiría estudiando?

-No sé si lo haga. Es que no sé si me sirva, esa es la verdad.

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