Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Reportajes

2 de Marzo de 2024

“Me la pasé sin saber dónde encajaba gran parte de mi vida”: El relato de cómo es ser pansexual en Chile, viviendo entre prejuicios

Ilustración: Camila Cruz

Algunos confunden la pansexualidad con la bisexualidad, otros juzgan la orientación asegurando que "les gustan todos" y hay quienes piensan que es "una moda". Sin embargo, la “atracción sexual a personas, independientemente de su sexo o género” es una definición que identifica a quienes se perciben a sí mismo como pansexuales y que acá intentan explicar su sentimiento como el gusto por “las personas”. La médica sexóloga, Magdalena Rivera, afirma que “la biología no es binaria, sino diversa” y que “el binarismo es cultural”.

Por Paula Domínguez Sarno

El placer en nuestro cerebro puede ser causado por distintos estímulos. Comer chocolate, cerrar los ojos después de un día agotador o abrigarte después de pasar un tiempo sintiendo frío, son algunos ejemplos. Hay personas que disfrutan comiendo escargots de bourgogne, otras un pastel de choclo y algunos se deleitan con ambos. Se dice que en gustos no hay nada escrito y lo cierto es que, estadísticamente, al probar más y distintas cosas, las probabilidades de placer son mayores.

Al hablar de abrir el abanico de posibilidades en temas de orientación sexoafectiva, hasta el momento, son los pansexuales los líderes en la amplitud del espectro. Les pueden o podrían gustar todas las personas, independiente de su identidad y/o expresión de género. Esto quiere decir que, a diferencia de las personas bisexuales, agregan a la ecuación de sus probabilidades de sexualidad a personas trans, no binarias e intergénero.

“Cuando hablamos de sexualidad, hablamos, claro, de relaciones humanas y con consentimiento”, explica María José Cumplido, historiadora chilena y directora ejecutiva de Fundación Iguales. En este contexto, explica que parafilias como la zoofilia o pedofilia, entre otras, no tienen nada que ver con orientaciones sexuales, por lo que su mención en algunos debates públicos carece de fundamento. “Y uno no puede discutir seriamente si hablan de parafilias o delitos. Estamos hablando de relaciones saludables entre personas”.

Hace tres semanas, la actriz Fernanda Urrejola, quien mantiene una relación con la guionista y directora Francisca Alegría, fue de invitada a “Dos en la ciudad”, un live de The Clinic conducido por Iván Guerrero, donde se definió como pansexual. “Estoy segura que podría enamorarme de un hombre, mujer, hombre trans, mujer trans y de alguien no binario, eso no es tema para mí”, afirmó. “Sigo viendo a las personas como personas”, agregó. Las declaraciones de Urrejola despertaron tanto mensajes de apoyo como de desaprobación y algunos, incluso, cuestionaron la veracidad de su afirmación, tratándolas de “moda”.

¿Se puede definir la orientación sexual hacia personas con las que no se ha experimentado?

Pansexual: Independiente del género, personas

Cuando un niño de cinco u ocho años dice que le gusta una niña, aunque nunca haya besado a una, nadie cuestiona que así sea. Lo mismo ocurre a los 15 y a los 25, y parece ser que ocurre siempre. Siempre que la orientación sexoafectiva sea la heterosexualidad, aquella que viene por defecto u omisión.

Javiera Garcés (37) cursaba séptimo básico y le llamaba la atención una compañera que era popular entre los chicos. “Era la morenaza del curso, le gustaba a todo el mundo, no solo a mí, era como un referente de belleza de la básica”, relata. Y por el lado de los niños, un chico que tocaba canciones de Nirvana en la guitarra durante los recreos y kermesses del colegio era el centro de atención de las niñas. “Y él me gustaba también”, cuenta. “Siempre me han gustado los más lindos. Las más lindas y los más lindos”.

A sus padres los define como “humanistas universalistas”, por lo que, afirma, tuvo una crianza en la que no temió expresar sus gustos o conductas menos conservadoras. Un día, con 12 años, decidió hablarle a su mamá sobre su gusto por las mujeres. “‘Me gusta mi mejor amiga, creo que soy bisexual’, le dije. Y ahí mi mamá menos entendía el concepto, era como negro o blanco: o erís lesbiana o erís hetero. Ella encontraba que era algo como ‘muy fresco’ que me gustaran todos“, se ríe.

Cuando Garcés tenía 13 años, comenzó a pololear con aquella chica morena popular del curso: paseaban, conversaban sobre sus problemas, se visitaban en sus respectivas casas y se daban besos. “Ahí, me fui a otro colegio que era bien diverso. Empezaron a mostrarme el mundo de las disidencias, casi que ser heterosexual era lo fome. Y yo no quería definirme, porque sentía que el tema de las relaciones de pareja estables, no los encuentros casuales, estaban en relación a proyectos y a afinidades que eran independientes al género, sino que tenían que ver más con el tipo de personas”.

En el periodo adolescente de su vida, Javiera experimentó tanto con hombres como con mujeres. Su siguiente relación larga fue con un chico que es su amigo hasta el día de hoy. “Ahora se declara homosexual, lo ayudé a salir del clóset. Con él duramos como seis meses, fue cortito, nos dimos cuenta al tiro que éramos ‘primas’”, cuenta entre risas. Cuando estaba en sus veintes se casó con un hombre, tuvieron un hijo y crearon un proyecto de familia, pero unos años después, se separaron y Javiera se emparejó con Francisca, su actual pareja.

“Tenemos un acuerdo de crianza comunitaria. Mi exesposo es parte del proyecto inicial, fue un embarazo deseado y planificado y luego, cuando ya nos separamos, de a poco se fue yendo a adoptar a mi nueva pareja como madre. Así que ahí lo hablamos y acordamos entre los tres de co-criar juntos, sin perder los roles”, explica. “Por ejemplo, en toda la escolaridad de mi hijo llegábamos los tres como familia y pensamos que íbamos a ser los bichos raros y la primera experiencia fue que habían otras familias homoparentales y todo bacán. Fue como: esto está pasando, está cambiando el mundo y hay nuevas formas de ver la familia”.

En 1948, el zoólogo estadounidense Alfred Kinsey realizó un estudio estadístico que hablaba sobre el comportamiento sexual de los neoyorkinos, donde incluyó por primera vez más orientaciones que la hetero y homosexual. La conclusión, aunque cuestionada por su muestreo, fue que la mayoría de la población no está en los extremos heterosexual u homosexual, sino que en los matices.

La publicación causó estragos y reticencia en los lectores y hoy, 75 años más tarde, muchos de esos matices siguen siendo tabú. “Hay personas que tienen fantasías con personas del mismo sexo, que podría estar en un trío, quizás un sueño erótico o que se erotizan viendo una escena de sexo heterosexual, pero también se erotiza con el hombre. Entonces, eso ya no te pone en el extremo de heterosexualidad”, explica la médica sexóloga, Magdalena Rivera.

“Un nombre para lo que siento”

En su niñez, Isidora Riffo (23) sabía que le gustaban también las mujeres. Una vez, por ejemplo, jugando al juego de ‘la botellita’, cuando era una preadolescente, le tocó darle un beso a una chica. “Y yo no entendí: ‘¿Por qué me gusta?’”, recuerda sobre la situación. A veces le gustaban los niños, a veces las niñas, pensó que era heterosexual, otras veces que era lesbiana y, a veces, bisexual.

“Me la pasé sin saber dónde encajaba gran parte de mi vida”, dice. Cuando escuchó hablar por primera vez sobre el concepto de ser pansexual, fue un alivio para ella saber que, si existe el concepto, entonces más personas se sienten de la misma manera. “Hay un nombre para lo que siento. Fue lo lindo: encontrar dónde encajar, finalmente”.

Explica que la gran diferencia con la bisexualidad es que cuando a ella le gusta alguien, eso ocurre porque se siente atraída hacia cualidades que son asociadas a las personas y no a un género en particular. “Independiente de su orientación sexual, independiente de su identidad sexual también, es más que eso… no me importa, basta con que yo los respeto a ellos y ellos a mí. Lo que importa es cómo yo los veo a ellos”.

Fueron los abuelos de Riffo quienes la criaron mayoritariamente, aunque veía a su madre y, con menos frecuencia, a su padre. “Yo tenía un amigo bisexual y mi mamá me dijo: ‘No, es que algo peor que los gays, son los bisexuales, porque no saben lo que quieren’”, cuenta. “Me dijo eso y yo pensé: Soy lo peor del mundo’”. Al salir del colegio, se fue a estudiar Zoología a Argentina y pasó de ser en Chile “la menos conservadora” de sus amigas y amigas a ser “la norma”.

En primer año de universidad, conoció a una persona de género fluido que tenía interés en ella. “No me molestaba que él fuera chique, que fuera no binario. Descubrí que la sexualidad es muy amplia”, afirma. “Freddy Mercury, en I want to break free, me voló la cabeza cuando era chica”, recuerda y ejemplifica Riffo. “Y este personaje de mujer era un hombre, pero con bigote (en el video de la canción). Y dije: ‘¿Qué está pasando aquí? ¿Esto es real, se puede? ¿Por qué nadie está diciendo nada de eso?’. Me encantó. Tenía como ocho años y lo veía y decía: ‘Me encanta que sea un hombre, pero mujer, con bigote’”.

“Como el ser humano aprende por invasión, el hecho de prender la televisión y que haya diversidad de personas en cuanto a orientaciones sexuales, expresiones de género yo creo que es fundamental”, dice la historiadora María José Cumplido. “Porque a cualquier ser humano le da muchas más posibilidades de poder pensarse, poder reflejarse y en este proceso de descubrimiento, de identidad, siempre es mejor tener más conocimiento que menos”, dice.

“Le conté a mi papá que, como era más lejano a mí, como que no me importaba tanto o no me afectaba tanto lo que pensara. Y no hubo problemas. De hecho, creo que a él le gusta más que esté con chicas que con chicos. Y cuando lo dije fue como un respiro largo”, suspira. “Y lo aceptó y fue increíble”, cuenta.

El suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes entre 15 y 19 años, la segunda en personas entre los 20 y 29 años y el riesgo de intento suicida en personas de la comunidad LGBT es, al menos, dos veces mayor que en personas heterosexuales. Particularmente, las y los adolescentes le dan gran importancia a “encajar” y cuando su orientación sexoafectiva no se adecúa a la norma, son más propensos a tener problemas de salud mental.

“Hay múltiples factores que generan la ideación suicida y no es que estas personas quieran morir, sino que quieren terminar con su dolor. Y este dolor está asociado a vulneraciones, discriminaciones, estrés, constante presión”, explica la psicóloga clínica y gestora del programa Hora Segura de la Fundación Todo Mejora, Constanza Becerra. “Muchos factores contribuyen a esta angustia que genera no estar dentro de la normativa”, señala. Afirma también que, conocer el significado de la orientación sexual de los jóvenes, de parte de sus familias y amigos, contribuye a entenderlos, aceptarlos y que, así, cuenten con más espacios seguros.

La biología no es binaria, el binarismo es cultural

“En teoría soy pansexual, pero en la práctica… soy bastante gay”, dice la frase que bordó en su polera Theo Graves, un modelo, bailarín y performer chileno de 24 años, y que mostró a través de un reel en su perfil de Instagram el 1 de enero. Se sienta frente a la cámara de su computador para dar la entrevista y, a través de la pantalla se puede apreciar que es delgado, de facciones finas, sus cejas delineadas, pelo corto casi al ras teñido de un rubio platinado, de su cuello cuelga una cadena, de su oreja derecha un aro y lleva puesta ropa, al menos, tres tallas más grande que su tamaño.

“Yo, como desde los ocho años que sabía que me gustan los chicos y las chicas, pero siempre me he sentido más cómodo en el mundo gay”, cuenta. “Mi papá es paco, mi hermano igual, mi mamá no, pero igual es así como rígida. Y les costó mucho entender”, plantea.

Sin embargo, cuando Theo llegó al mundo no era él, sino ella. Desde pequeño se vestía de forma más “masculina” y su madre le compraba vestidos para que cambiara su apariencia. “En ese tiempo decía que era bisexual, y cuando tienes esa parada desde muy chico, te hipersexualizan desde muy chico. Decían como: ‘Ah, quiere con todos’. Pansexual: ‘¡Uy, quiere con aún más!’. ¿Cachai? Yo siempre tachada de ‘maraca’, de ‘puta’, de ‘la niña bonita que se comía con todos’…”, recuerda. “Y yo solo me estaba descubriendo”, reflexiona. A pesar de que su familia no era de las más progresistas, dice que nunca percibió homofobia o transfobia en su casa y apoyaron sus decisiones.

“La biología no es binaria, la biología es diversa. El binarismo es cultural”, afirma Magdalena Rivera, médica sexóloga. “Hay personas intersexuales, hay personas ‘xy’ con vulva y vagina y hay personas ‘xx’ con pene. Es un tema complejo, pero muchas de esas variaciones son compatibles con la vida. Algunas se dan cuenta cuando tienen problemas de fertilidad, o porque no les llega la regla, hay personas que cambian en la adolescencia. Existen cosas genéticas así, o sea, ¿te has hecho un cariograma? ¿Sabes que eres ‘xx’ o ‘xy’?”, pregunta retóricamente.

Cuando Graves entró a la universidad descubrió que existe una comunidad de personas no binarias, personas trans e intergénero. “Encontré diversidad que en mi círculo no existía”, cuenta.  Un día, afuera de la universidad, jugando y bailando con una de sus amigas, ella le dijo algo revelador. “Yo, en mi mente, tenía una peluca, estaba en un escenario. Y mi amiga me miraba y en esa, paró todo y me dijo: ‘¿Sabís qué? Tú pareces un hombre gay en el cuerpo de una mujer’”.

En esa ocasión se rió, pero conforme pasaban los días y después las semanas, esa frase no salía de su cabeza. “Me hizo todo el sentido del mundo. En esencia, quizás, sí, soy súper maricón. Me siento un hombre gay, pero eso no tiene nada que ver con mi orientación, ¿cachái? Y a mí me costó entenderlo, porque cómo quería ser un hombre si me gustaban los hombres. O yo me sentía súper hetero, porque igual tuve relaciones con hombres, más que con mujeres”, explica Theo.

Hace un año comenzó su tratamiento hormonal, después de tener una relación con otro hombre trans, que es el término utilizado para referirse a una persona que nace con genitales femeninos, pero se identifica y expresa con el género masculino. “La pansexualidad siento que tiene mucho que ver con no mirar genitalidades, eso no es lo importante. Va en relacionarse con otro de un modo más sincero. La bisexualidad es algo más binario. ¿Qué pasa si estoy saliendo con alguien, me gusta y me dice que es intersex? (persona que nace con órganos reproductivos que no se ajustan a un género en particular). ¿Cómo quedai? Y uno asocia la genitalidad con placer. Entonces, ¿cómo le doy a la persona que amo placer? ¿Estoy dispuesto a descubrirlo?”, pregunta Graves. “Yo sí”.

Temas relevantes

#Pansexualidad

Notas relacionadas

Deja tu comentario