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Opinión

2 de Marzo de 2024

Columna de Isabel Plant | Humor en Viña: Mujeres chistosas, femeninas y feministas

Alison Mandel AgenciaUno

En su columna de esta semana, Isabel Plant escribe sobre el humor en el Festival de Viña y el debate que se instaló. "¿Es el humor de Alison Mandel y de Javiera Contador, humor “de mujeres”? En X había quienes tildaban a Mandel de 'feminazi' y otros que celebraban que no lo era. Al parecer, para algunos el reírse de los hombres, o de un hombre en particular, sería una acción política de género. Deben ser los mismos que a cualquier producto cultural con una mujer en el protagónico, desde canciones a películas, los tildan inmediatamente como algo de minas'", dice Plant. "El éxito en Viña depende de buenos chistes y de una entrega cautivadora. En eso Luis Slimming dio cátedra, y nada tuvo que ver ahí el género", plantea.

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Pareciera otro mundo, pero pasó. Y pasó en este milenio. Corría el año 2007 cuando el gran autor británico Christopher Hitchens escribió un largo artículo para la revista Vanity Fair titulado “Por qué las mujeres no son chistosas”. Argumentaba que, aunque con algunas excepciones, por lo general los hombres hacen reír, mientras que las mujeres, a las que les atribuía inteligencia y sentido del humor, no son normalmente capaces de generar carcajadas. Su tesis se basaba en que como las mujeres somos bonitas, no tuvimos necesidad de desarrollar el humor como instrumento para aparearnos. Y también, quizás, los hombres quieren a las mujeres de público, no de rival.

Ardió Troya en ese momento, en la medida en que el internet de la época lo permitía, con un Twitter en pañales, posteos de blogs y una portada de respuesta en Vanity Fair con las comediantes Tina Fey, Amy Poehler y Sarah Silverman.

Hoy en día, post nueva ola de feminismo, nadie podría tener la desfachatez de hacer la pregunta del ensayo. Ni siquiera su autor, ya que murió de cáncer hace años. Pero me quedé pensando en Hitchens esta semana, al ver a las y los comediantes del Festival de Viña. Escribo esta columna cuando ya han pasado por la Quinta Vergara una cumplidora Alison Mandel, el desastre ensordecedor de Javiera Contador y el éxito arrasador de Luis Slimming. Pensé en el escritor británico, en un más allá en el que famosamente no creía, diciendo: Te lo dije. Las mujeres son menos chistosas que los hombres.

Un eco de ultratumba que se tomó el debate en redes sociales. Nada que genere más discusión que el humor de Viña a fines de febrero. Que si lo hicieron bien o mal, que son progres o fachos, que muy cochinos o muy políticos o muy blancos. Una mezcolanza de quejas y definiciones sobre quienes se suben a contar chistes, porque quizás no hay nada menos definible en este mundo que el sentido del humor. ¿Quién tiene la autoridad para decir qué es lo objetivamente divertido?

A la conversación se incorporado el tema del género, en un evento donde hace unos años aún eran noticia que encontraran mujeres comediantes “al nivel” de la Quinta. Por siglos y siglos, cuando se hacían los recuentos de los grandes triunfos y caídas del humor en el festival se citaba una y otra vez al fracaso de Vanessa Miller, como ejemplo irrefutable de que las mujeres no daban el ancho con el monstruo, y se rellenaba la parrilla con varones otra vez.

Hasta que llegó, avanzada ya la revolución del stand up y el cambio generacional en las risas, el vendaval de Natalia Valdebenito, con una de las rutinas más frescas y graciosas que ha visto ese escenario, la que dejó incluso una frase para el bronce – Y voh creís que soy hueona-, quizás el más decidor ejemplo de un éxito que se convierte en cultura pop, como “Mi mamá me los compró” o “Que se mejore”.

Hoy, los organizadores de Viña buscan tener una parrilla con presencia femenina obligatoria en el humor. Este año Mandel inauguró el camino, repitiéndose Viña con el mismo tipo de discurso que la ha hecho exitosa: marido, amigas y maternidad. Nada de lo que contó fue especialmente brillante ni novedoso, pero entre una entrega encantadora y la capacidad de buscar quejas reconocibles que tenemos las mujeres con nuestras parejas, todo salió bien. En el caso de Contador, de lo que puede extraerse de esa fatídica rutina entre las pifias y sus nervios angustiosos, también buscó apuntar a lo mismo que la hizo triunfar hace algunos años, como el viaje familiar y los niños.

Slimming se paseó por temas que iban también desde lo familiar, como ser padrastro, pero saltó al bajo vientre de alto calibre en el más simpático de los tonos, vadeó lo político sin tropesarse y brilló en lo que fue una clase casi magistral de entrega de chistes constante y rápida. Es humor sobre ser hombre, pero no “de hombres”.

Ahora, ¿es el humor de Mandel y de Contador, humor “de mujeres”? En X había quienes tildaban a Mandel de “feminazi” y otros que celebraban que no lo era. Al parecer, para algunos el reírse de los hombres, o de un hombre en particular, sería una acción política de género. Deben ser los mismos que a cualquier producto cultural con una mujer en el protagónico, desde canciones a películas, los tildan inmediatamente como algo “de minas”.

Pareciera que existen hombres que sienten que una mujer chistosa es una amenaza, ya que el humor y la inteligencia van de la mano, y aceptar intelecto superior femenino es terrorífico, porque desestabiliza el mundo de la única manera en que lo pueden entender. Se desquician tratando de encontrarle una justificación a su odio, y terminan generalmente sacando el comodín de “feminazi”.

El año pasado, una de las rutinas más exitosas fue la de Pamela Leiva, quien habló de su familia, de su entrada a la TV, pero más interesante aún para una mujer arriba de la Quinta, de aventuras sexuales incluyendo una genial historia de un viaje a Brasil, simpática y desvergonzada. ¿Deja por eso de ser humor “de minas”? ¿Cómo se ríe de sí misma y no del sexo opuesto no es feminazi? Cuando Jani Dueñas fracasó esa noche fatídica en la Quinta, ¿fue porque habló de que no le gustaban los niños, el máximo pecado para una mujer?

El éxito en Viña depende de buenos chistes y de una entrega cautivadora. De las pausas y los guiños al público en momentos clave, de la inteligencia de la temática o la identificación de la audiencia con el discurso. En eso Luis Slimming dio cátedra, y nada tuvo que ver ahí el género. Ojalá las mujeres comediantes de la Quinta pudieran ser evaluadas así, como los hombres, sin dedos apuntados a su feminismo o ausencia de este, a su humor con respecto a los varones o su comportamiento apegado a lo que se espera de lo femenino. Quizás así puedan fracasar o triunfar igual que sus colegas masculinos, sin la carga de tener que representar y dar explicaciones por un género completo.  

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