Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

15 de Julio de 2022

Poder elegir

Un “poder elegir” nos cita a votar, nos reclama ciudadanos, nos interpela como si se tratara de una melodía política o una tonada cívica. Y, por metafórica que se enuncie, no deja de ser llamativo su literalidad: Poder elegir es exactamente eso, una canción -política y cívica- de aquella banda que, “un plebiscito atrás”, musicalizaba con “El baile de los que sobran” la revuelta de octubre 2019 –Los Prisioneros.

Diana Aurenque Stephan
Diana Aurenque Stephan
Por

Nuevamente se aproxima una elección histórica. Y las posiciones oscilan entre dos irreconciliables –aprobar o rechazar la propuesta Constitucional. Como es esperable cuando se trata de decidir “a favor” o “en contra” de algo, hay discordia. Sin embargo, ¿habrá algún modo de discrepar, pero cuidando alguna concordia? ¿algo cordial? ¿un corazón común –cor o cordis– como enraízan ambas palabras? Porque, como advirtieron Carlos Peña o Ricardo Lagos, pase lo que pase este 4 de septiembre, serán necesarios nuevos acuerdos y el cese de las trincheras –o sea, un latido común. Intentemos partir por coincidir con lo que posibilita la disputa: poder elegir.

Los opuestos Apruebo/Rechazo se conjugan en ese democrático “poder elegir”. Y aunque parezca de Perogrullo decirlo, volver la mirada sobre lo evidente podría ayudarnos a iniciar un camino común y, así, aproximarnos. Porque “poder elegir” es una posibilidad que nos convoca, nos llama, a todos y todas –transversalmente.

Un “poder elegir” nos cita a votar, nos reclama ciudadanos, nos interpela como si se tratara de una melodía política o una tonada cívica. Y, por metafórica que se enuncie, no deja de ser llamativo su literalidad: Poder elegir es exactamente eso, una canción -política y cívica- de aquella banda que, “un plebiscito atrás”, musicalizaba con “El baile de los que sobran” la revuelta de octubre 2019 –Los Prisioneros. ¿Mera coincidencia? o ¿evidencia de que poetas y músicos custodian un sentido histórico?

La canción inicia: “La vida no es broma /Hay algo más que comer y llorar” – como si González indicara en 1987 lo que aún vale; que, pese a que no tenemos grandes relatos o ideologías que nos cohesionen en una comunidad política, “hay algo más”; como si nos dijera que el “llorar” individual deja de ser narciso cuando se torna decisión colectiva.

Los opuestos Apruebo/Rechazo se conjugan en ese democrático “poder elegir”. Y aunque parezca de Perogrullo decirlo, volver la mirada sobre lo evidente podría ayudarnos a iniciar un camino común y, así, aproximarnos. Porque “poder elegir” es una posibilidad que nos convoca, nos llama, a todos y todas –transversalmente.

Ese “poder decidir” de la canción se ajusta en gran medida con lo que ha sido comprendido y enfatizado por diversas disciplinas contemporáneas –en bioética, ética médica, filosofía política, etc.-: el respeto a la autonomía de las personas. En dicho sentido, decidir autónomamente no se identifica con optar entre opciones, sino que, para ser decisiones autónomas, se debe garantizar el cumplimiento de algunos criterios: contar con la información completa y fidedigna sobre la materia a decidir; escoger sin presiones externas y con voluntariedad, comprender la información y ponderar los alcances e impacto de la decisión. “Poder decidir” implica, pues, poder ser autónomo, y, por tanto, se trata de una posibilidad abierta a todos y todas, pero que requiere condiciones para su ejecución igualmente válidas para todos y todas: para que cada quien pueda decidir soberanamente por la opción que mejor le parezca.

Por esto, resguardar la autonomía requiere oponerse enérgicamente a todo aquello que tergiverse, distorsione o desinforme sobre lo que hemos de elegir –venga del sector que venga. Pues es obvio que, con la mitad de la información o con datos falsos, se limita y condiciona la libertad individual. Por lo mismo, denunciar a quienes descaradamente utilicen mecanismos de desinformación por oportunismos electorales, es a lo menos un deber ético que, nada tiene que ver con defender paternalismos, elitismos, clasismos, vanguardismos o similares. Por una simple e incuestionable razón: Porque aquel “poder elegir” que busca garantizarse pone al centro la autonomía, y por ello, al individuo – nada más; no la opción de mayorías, minorías, clases, élites, partidos, expertos, etc.

Denunciar a quienes descaradamente utilicen mecanismos de desinformación por oportunismos electorales, es a lo menos un deber ético que, nada tiene que ver con defender paternalismos, elitismos, clasismos, vanguardismos o similares

“Queremos elegir, decidir / Debemos elegir, como quieres vivir”: eso es lo que nos une en el próximo plebiscito. “Poder elegir”, cada cual y autónomamente las reglas del país en el que se quiere vivir. “Y que nadie aproveche de ti” – no significa oír “la verdad”, “lo bueno” o “lo mejor” que alguien se atribuya, sino que tú –sea que rechaces o apruebes- seas libre e informado tú – porque esa diversa discordia, puede hacernos también una concordia, un genuino: “podemos elegir”.

Notas relacionadas

Deja tu comentario