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Opinión

17 de Agosto de 2022

Chile en el jardín de los senderos que se bifurcan

Ambas campañas han intentado instalar que las reformas continuarán más allá del resultado del plebiscito. Sin embargo, es erróneo suponer que ambos escenarios son análogos en la posibilidad real de que estos cambios sean llevados a cabo. El Acuerdo del 15 de noviembre de 2019 es claro: de ganar la opción de rechazar la propuesta, queda vigente la Constitución actual. Esto no impide que se empiece un proceso de reforma, pero definitivamente no lo asegura.

Julieta Suárez-Cao
Julieta Suárez-Cao
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El 4 de septiembre no termina necesariamente el proceso constituyente. Ambas campañas han intentado instalar, con mayor o menor grado de éxito, que las reformas continuarán más allá del resultado del plebiscito. Sin embargo, es erróneo suponer que ambos escenarios son análogos en la posibilidad real de que estos cambios sean llevados a cabo. El Acuerdo del 15 de noviembre de 2019 es claro: de ganar la opción de rechazar la propuesta queda vigente la Constitución actual. Esto no impide, claro está, que se empiece un proceso de reforma, pero definitivamente no lo asegura.

Podemos inferir de las señales que ha dado cierta clase política del Rechazo, como la rebaja de quorums aprobados  últimamente, que existe una voluntad de avanzar en ese sentido. No obstante, las declaraciones de políticos de la derecha, como las de un senador de Evópoli ante el acuerdo de reformas avanzado desde el Apruebo, siembran dudas sobre la sinceridad del anhelo reformista. Y aún otorgando el beneficio de la duda a la disposición de desmantelar sustantivamente la Constitución de la dictadura, es difícil imaginar mínimos comunes en una coalición que va desde la ultra derecha pinochetista a cierta centroizquierda concertacionista.

Las declaraciones de políticos de la derecha, como las de un senador de Evópoli ante el acuerdo de reformas avanzado desde el Apruebo, siembran dudas sobre la sinceridad del anhelo reformista”.

Estos mínimos comunes son esquivos como vimos, por mencionar solo un ejemplo, en el caso de la paridad. Chile Vamos no lo menciona en su compromiso y sus figuras más importantes la ponen en duda, mientras que la centroizquierda del Rechazo la considera una conquista que “llegó para quedarse”. La incertidumbre que se alza sobre temas clave de distribución de poder como sistema político y forma de Estado es aún mayor. Las críticas a la propuesta de nueva Constitución, a las que ya me referí en otras ocasiones, no auguran un consenso sobre estos mínimos comunes hipotéticos del “rechazar para reformar”. Esto no es sorprendente, sin embargo, ya que las coaliciones negativas suelen compartir esta característica: es más sencillo acordar en qué no estamos de acuerdo, que resolver un camino propositivo a seguir. Este es el talón de Aquiles del “rechazar para reformar”. Si Chile emprende este sendero a partir del 5 de septiembre, lo más factible es que triunfe el statu quo​ y se mantenga la Constitución actual por defecto.

Este resultado tampoco implica necesariamente que se termine el proceso, por más que algunos de sus propulsores deseen fervientemente que así sea. Simplemente se vuelve mucho más difícil prever los efectos futuros porque este camino no tiene una hoja de ruta y nos puede dejar como a Bill Murray en un día de la marmota eterno. Las coaliciones negativas pueden ser fáciles de armar, pero ¿qué ocurre con ellas una vez que desaparece lo que los une? ¿Qué representa esta coalición el día después de que la propuesta de nueva constitución deja de existir? ¿Cuál es el camino de salida que ofrecen a Chile?

Las coaliciones negativas pueden ser fáciles de armar, pero ¿qué ocurre con ellas una vez que desaparece lo que los une? ¿Qué representa esta coalición el día después de que la propuesta de nueva constitución deja de existir? ¿Cuál es el camino de salida que ofrecen a Chile?”

En caso de aprobarse la nueva Constitución, el proceso claramente no termina, porque la misma propuesta establece un rol importante al Congreso actual para su implementación. Muchas de sus provisiones tienen que regularse a través de la legislación ordinaria y sin duda va a ser necesario evaluar la pertinencia de los plazos de las normas transitorias. En un intento por tomar las riendas del debate público, los partidos políticos que apoyan el Apruebo sacaron la semana pasada un compromiso de reformas. En medio de una crisis de representación es importante no abusar de estrategias que pueden ser interpretadas con suspicacia como dando la espalda a la ciudadanía. Los acuerdos son fundamentales cuando los actores que se sientan a la mesa representan mucho más que sus propias personas, de lo contrario es bueno ejercer cautela. Como dijo Paracelso, “dosis sola facit venenum” (sólo la dosis hace el veneno).

Más allá de lo conveniente o no de algunas de las reformas delineadas en el acuerdo por el Apruebo, es importante reconocer que no alcanza con los votos de los partidos firmantes para poder llevarlas a cabo. Esto podría generar incertidumbre sobre los efectos del acuerdo, pero sin embargo también abre vías de entendimiento. Lo que transmite es que nada está escrito en piedra y que todo puede ser discutible a futuro. Al menos, vuelve a dejar abiertas las puertas de la discusión democrática, pero ya con un camino trazado. Y en esto radica la fortaleza del Apruebo.

Más allá de lo conveniente o no de algunas de las reformas delineadas en el acuerdo por el Apruebo, es importante reconocer que no alcanza con los votos de los partidos firmantes para poder llevarlas a cabo. Esto podría generar incertidumbre sobre los efectos del acuerdo, pero sin embargo también abre vías de entendimiento”.

En la vida, como en las pruebas de hipótesis, hay que elegir qué tipo de error cometer y para qué lado queremos errar. El sendero que se abre con el Apruebo tiene una ventaja importante que radica, como dijo Gabriel Negretto, en que la propuesta de Nueva Constitución responde de manera adecuada a la lógica histórica que dio origen al proceso constituyente. En este sendero se encuentra delineada una nueva distribución de poder, una carta de derechos del siglo XXI, principios de transparencia y responsabilidad fiscal, perspectiva de género, intercultural y de derechos humanos. En un contexto de altísima incertidumbre como el que vivimos, esta condición debería ser insoslayable a la hora de tomar nuestra decisión de cara al 4 de septiembre.

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