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21 de Diciembre de 2022

Columna de Cristian Arcos: La receta Argentina y lo que pasa en Chile

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¿Qué pasó en Argentina que se convirtió en animador permanente de Mundiales? Las razones son variadas y compatibles.

Por Cristian Arcos

Hasta el Mundial de 1978, Argentina había jugado una sola final del torneo planetario. Fue en la primera edición. Cayó por 4-2 contra los anfitriones uruguayos, quienes se consagraron en un torneo que por entonces era casi experimental, cuyo porvenir estaba en entredicho y que surgió como un campeonato de protesta luego de que el Comité Olímpico Internacional decidiera marginar al fútbol de los Juegos que se realizarían en Los Ángeles en 1932. Como reproche, la FIFA decidió organizar su propio certamen, sólo de balompié, con equipos invitados. Ahí, en el Centenario de Montevideo, la selección albiceleste jugó su primera final y la perdió.

Hasta 1978 era un gigante a nivel continental, acumulando torneos sudamericanos, Copa América o Libertadores a nivel de clubes. Era uno de los más importantes mercados productores de grandes futbolistas. Pero en Mundiales no había trepado a instancias mayores. Hasta el ’78, en ese controvertido torneo organizado en su país, donde Argentina se corona campeón del mundo por primera vez. El hecho es que desde ese año hasta ahora se han disputado doce finales de Copas del Mundo y Argentina ha estado en cinco. Ganó en las ediciones del ’78, ’86 y 2022. Perdió en el ’90 y el 2014. 

No es poco.

¿Qué pasó en Argentina que se convirtió en animador permanente de Mundiales? Las razones son variadas y compatibles.

Materia prima. Podemos darle muchas vueltas y el punto inicial, aunque no suficiente, es la presencia de buenos intérpretes. Argentina siempre tuvo buenos jugadores, pero nombres propios como Diego Armando Maradona y Lionel Messi marcan época, con una ascendencia dentro del terreno e influencia fuera de él. Con esos jugadores es casi inevitable no ser protagonista. Pero tanto Maradona como Messi perdieron finales (Maradona el 90, Messi el 2014) y también jugaron Mundiales donde no registraron desempeños notables: Maradona tuvo una decepcionante participación en España ’82 y Messi ni siquiera hizo goles en Sudáfrica 2010.

Es decir, no basta con tener al mejor del mundo en cancha.

La influencia de Julio Grondona en el fútbol argentino y sudamericano tiene muchas capas. Algunas nefastas como la corrupción que estaba enquistada en el vecindario y que tenía a Grondona que el articulador principal de oscuras maniobras. Pero el fallecido dirigente ideó un plan y un relato que puso a la Selección por encima de todas las prioridades del fútbol trasandino desde 1974. No había nada más importante que la camiseta nacional. Y armó una estructura de trabajo que no sólo se dedicaba a elegir al técnico de la mayor, sino elaborar una maciza maqueta a nivel de selecciones menores que le permitiera a Argentina ser protagonista. Los vecinos no sólo han sido tres veces campeones mundiales, sino que suman seis torneos mundiales sub 20 desde 1979 a la fecha. A saber: Japón ’79, Qatar ’95, Malasia ’97, Argentina 2001, Holanda 2005, Canadá 2007.

Eso le ha permitido contar con un caudal de jugadores de primer nivel, listos y dispuestos para dar el brinco a la mayor.

Clave fue elegir a los nombres correctos sobre todo en el comienzo de este proceso. César Luis Menotti condujo el seleccionado desde 1974 a 1982. Su sucesor, Carlos Salvador Bilardo, venía desde las antípodas futbolísticas, pero la dirigencia lo sostuvo desde 1983 a 1990. Dos entrenadores en 16 años. Ambos campeones del mundo. A la hora de escoger a los entrenadores de inferiores, optaron por otra ruta para llegar a los nombres. Recurrieron a concursos, a la presentación de proyectos. Así llegaron José Pekerman y Hugo Tocalli, ambos campeones del mundo.

Esto es fútbol. No existe garantía de triunfo, pero sí del fracaso: la improvisación, la falta de proyectos, la ausencia de respaldo directivo.

No ganaron todos. No lo hicieron Basile, Bielsa, Sampaoli, todos buenos entrenadores, con algunos notables momentos de rendimiento que no pudieron extender a Copas del Mundo.

Estamos al lado. Nos separa la Cordillera de Los Andes, pero la distancia futbolística parece ser más alta que el mismo Aconcagua. No pocas veces Chile compitió con Argentina. Se acercó. Incluso fue capaz de superarlo. Duranta la generación dorada, con finales de Copa América consecutivas, con victoria en el Nacional hace 15 años. ¿Argentina se convirtió en inalcanzable? Un poco, pero también porque la Roja no replicó los procesos que alguna vez dieron resultados y eso no se restringe sólo al equipo de Alexis, Bravo, Vidal, Medel, Isla, Vargas, Beasejour. Cada administración llegaba con un carácter fundacional. Y empezar tantas veces de cero sólo hace que la distancia con la meta se vea difusa y lejana. Pasó con Fernando Riera, con Luis Álamos, con Marcelo Bielsa, con Jorge Sampaoli. Estuvimos cerca, pero claudicamos antes, esperando que surgieran jugadores casi por generación espontánea. De tanto en tanto eso sucede, pero hay que ayudar a sostener esa frecuencia con trabajos de base, desde los clubes, desde la formación en adelante. A eso agregar que en términos de cultura deportiva nos ganan por goleada.

Quizás ahí podamos explicarnos por qué estando tan cerca estamos a la vez tan lejos.

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