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Reportajes

29 de Julio de 2023

La vida nocturna se acaba más temprano en Santiago: cómo pospandemia los restaurantes se habituaron a cerrar antes de las 11 de la noche

Fotos: Felipe Salgado

Los barrios gastronómicos de Lastarria, Bellavista, Plaza Ñuñoa, Barrio Italia, Orrego Luco y Nueva Costanera han adelantado su hora de cierre. Algunos lo explican por la pandemia, otros por el Estallido. Sin embargo, hay un acuerdo: los chilenos se acostumbraron a salir más temprano y la demanda que había en 2019 no volvió a su flujo habitual. The Clinic recorrió las zonas bohemias más relevantes de la Región Metropolitana y conversó con locatarios sobre un cambió de hábito que llegó para quedarse.

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Ignacio Saavedra es dueño de dos restaurantes en Providencia con el mismo nombre: Lusitano. Uno ubicado en Antonio Bellet, a pasos de avenida Providencia, y el otro en Condell, en el corazón de Barrio Italia. “Yo a veces hago, por las noches, el tránsito atravesando todo Barrio Italia y Manuel Montt entre los dos locales. Te digo: ahora uno ve las calles muertas, vacías. Paso a las 12 de la noche y está todo cerrado”, dice el empresario.

La escena no solo se repite en el corazón gastronómico y comercial de Providencia, sino en todos los barrios gastronómicos de la capital. Desde el fin de la pandemia, los horarios de los restaurantes se quedaron con el horario que adoptaron en la emergencia sanitaria. La explicación: los cambios de hábitos de las personas. Otros culpan al Estallido social y los cambios de frecuencia en el transporte público. Varios, en la sensación de inseguridad que se ha tomado a Chile.

Según un estudio de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (CNC), la tasa de victimización en el comercio llegó a un 60,1% durante el segundo semestre de 2022. La más alta en la historia del país.

Sin embargo, se trata de solo una de las varias razones que existen para entender el cambio de hábitos en Chile que llevaron al cierre temprano de la noche. Una realidad que el columnista de The Clinic y crítico gastronómico, Álvaro Peralta, explica en múltiples factores. “Que hoy la gastronomía cierre más temprano se explica por varias cosas. Lo que se ha ido fue comer de noche. Lo que cierra más tarde hoy son los bares. Pero para comer, algo tranquilo y contundente, ha cambiado. Ahora uno debe mirar bien las fichas de los restaurantes, para saber a qué hora cierran”, dice “Don Tinto”.

A 2.4 kilómetros, un poco más al poniente, la escena es la misma. Son las 23 horas y el Barrio Lastarria brilla por su calma. Los pasos de quienes recorren la avenida son acompañados por conversaciones de fondo, en los pocos restaurantes y bares abiertos en calle José Victorino Lastarria, algo se repite también en las noches de viernes y sábado, donde hay más vendedores ambulantes que restaurantes abiertos, salvo excepciones como el bar Liguria, que cierra a las 00:30 de lunes a miércoles y a la 01.30 de jueves a sábado. La gente se retira, camina en dirección a la Alameda o a Bellas Artes.

Otro restaurante importante del sector, Le Bistrot Viet, cierra sus puertas a las 23 horas de martes a domingo, lo que contrasta con los tiempos previos al Estallido, en que el elogiado local tenía los viernes y sábado abierto hasta la 01 de la madrugada.

Alfonso Molina, presidente de la Asociación Gremial de Empresarios y Emprendedores de Barrio Lastarria, detalla que se ha transformado en una realidad que ya muchos aceptan. “Si bien han habido modificaciones, no ha sido un perjuicio para nosotros. También hubo una modificación en los hábitos de las personas”, describe.

“La gente sale más temprano. En horarios en que antes se recibía más gente, hoy llegan más temprano. Gran parte se explica por hábito de la pandemia, que llegó a borrar el turno que era de noche. Pero para el vecinos del sector, el que reside en el barrio, ha sido todo muy cuidado, porque esto le ha significado una buena calidad de vida”, añade Molina.

Se trata de la nueva realidad del país. Una que, describe Máximo Picallo, presidente de la Asociación Chilena de Gastronomía, es imposible no ver: “Cuando los restaurantes comenzaron a abrir con las restricciones de aforo, cambiaron el personal que tenían. Con los toques de queda todo comenzó a funcionar más temprano, hasta el transporte público. De algún modo, las personas se acostumbraron. Todos, todos se acostumbraron”.

Muchos apuntan a cambios en los hábitos en barrios como Lastarria. Foto: Barrio Lastarria.

Providencia, la comuna que sí duerme

20:00 horas. El sonido de los pasos al caminar por las cercanías del barrio gastronómico Orrego Luco se ahoga por el sonido de las risas del lugar. Allí se concentra gran parte de la oferta de restaurantes de Providencia. Es el foco de oficinistas, turistas y quienes recorren una de las avenidas comerciales más importantes de Santiago.

Sin embargo, el ambiente bohemio hoy tiene una hora peak: antes de las diez de la noche. Los carteles de locales como De la Ostia lo dejan en claro, con un cierre a las 23 horas, cuando hasta 2019 podían tener abierto hasta las 02:00 de la madrugada los viernes y sábados. Otros locales replican el sistema, advirtiendo que el servicio no llega hasta la medianoche.

El crítico gastronómico Álvaro Peralta lo describe como lo que es: una transformación. “Diría que hay muchos cambios en el público que va a restaurantes. Muchos están más cómodos con ir más temprano a comer. Hay una mezcla de todo estos factores: menos gente en las calles, una situación económica distinta, locomoción más baja. Todo va sumando”, señala.

Diversos locales de Providencia se encuentran semivacíos durante la semana.

Al caminar por avenida Providencia gran parte de los locales tienen un panorama similar: locales con personas adentro, pero mesas vacías por fuera. El ambiente es cálido, no frío. El viento apenas logra mecer los pocos árboles que se distribuyen por las calles.

Mientras que en calle Orrego Luco es posible ver cómo la gente se toma las calles comiendo, el resto de la ruta que conecta el oriente con el poniente pareciera estar tomado por la desolación de las terrazas vacías. Avenida Providencia destaca por la falta de grupos de amigos, platos calientes y garzones a la espera de la decisión de sus clientes.

Un par de cuadras más arriba, otro polo gastronómico de Providencia se ubica en Nueva de Lyon, donde hay restaurantes como el Baco y Le Bistrot, que suelen tener filas de espera a las 19 horas. A las 22 horas ya no sucede lo mismo y la explicación, nuevamente, está en sus horas de cierre: ambos bajan sus cortinas a las 23:00 horas, aunque sea viernes o sábado, y a partir de las 22:00 horas los meseros avisan que la cocina va a cerrar y luego llegan con la cuenta, aunque no se haya pedido. Antes de la pandemia, ese horario pasaba de la medianoche.

Ignacio Saavedra habla sobre su experiencia personal. “Yo siempre estoy en el cierre del Lusitano. Llevo 17 años en restaurantes, entonces esto no es trabajo: es vida. Nosotros no cambiamos nuestro horario, nos organizamos, nos adaptamos. Yo meto harto las manos, me quedaba siempre para llegar hasta tarde. Yo sí te puedo decir que muchos restaurantes, porque llevo 26 años en este rubro, comenzaron a cerrar antes. Algunos sacaron directamente el turno de noche”, describe el empresario.

Así, describe de primera mano lo que le ha tocado ver, el cambio de hábitos: “Antes del Estallido, digamos, yo cerraba a las dos de la mañana y tenía que echar a la gente. Terminábamos cerrando a las 2:30 AM. Ahora, cerrar es súper fácil: son solo cinco u ocho personas hasta las dos. La gente se está guardando antes”.

Muchas mesas del exterior se pueden ver vacías en Providencia.

El polo gastronómico de Nueva Costanera

20:30 horas. Uno de los polos bohemios más importantes de la capital se ha concentrado en Avenida Nueva Costanera. Hay al menos una treintena de restaurantes en la zona y muchos de ellos se pueden ver a capacidad completa, aunque el flujo tiene un peak a partir de las 19:00 horas durante la semana y, una hora más tarde, los fines de semana.

Por las calles transita poca gente, abundan los autos y uno de los más concurridos es el Osaka, que de lunes a miércoles cierra sus puertas y de jueves a sábado se extiende hasta la medianoche. Como sucede en el último tiempo, al menos media hora antes avisan que la cocina se ha cerrado y que traerán la cuenta. El restaurante La Mar, en tanto, tiene anunciado que a las 12 de la noche baja su cortina y antes de ello la cocina ya estará cerrada.

El restaurante Japón, a pasos del mall Casacostanera, cerraba sus puertas pasada la medianoche los fines de semana, pero hoy no han vuelto a ese horario y a las 22:00 horas cierran el local de martes a sábado, cerrando su cocina 15 minutos antes del cierre. A esa hora se explica porque hay pocos comensales no solo ahí, sino que en toda la zona.

El restaurante La Mar en Nueva Costanera / Foto: La Mar

Patio Bellavista: un oasis en medio de la noche

21:00 horas. Mientras que gran parte de los locales tienen sus cortinas cerradas pasadas las diez de la noche en Santiago, una realidad distinta se observa en Patio Bellavista. A pesar de que varias mesas se pueden ver vacías, no es difícil observar que las entradas comienzan a llenarse de personas buscando un lugar.

Las sillas de mimbre, a diferencia de, por ejemplo, Barrio Italia o Plaza Ñuñoa, aún permanecen disponibles. Los garzones, ocupados. Las personas, dispuestas a quedarse un rato más. Aún queda tiempo.

Su realidad contrasta con el resto. Alguien que sabe de esto es Álvaro Jadue, quien desde hace 13 años trabaja allí, desempeñándose desde hace cuatro como director general de Patio Bellavista. “Todo va a tender a la normalidad. La gente tiene hábitos de décadas. El Estallido fue un tema, después, la pandemia. No quedaba otra que cerrar antes. Que la noche llegara antes”, comienza reflexionando.

Sin embargo, recula rápidamente. “Hoy, de a poco, estamos volviendo a los horarios habituales. Va a tomar un tiempo, pero nosotros en Patio Bellavista estamos ya normalizándonos. Ahora cerramos solo una hora antes de lo que era antes de la pandemia: a las tres de la mañana”, describe Jadue.

La distribución de público en Patio Bellavista varía en torno a las horas de peaks

Pocas cuadras más hacia el sur, en plena Plaza Italia, la imagen es completamente desoladora. Locales cerrados, gastronomía con cortinas abajo y personas caminando rápido, con el fin de acercarse a los focos de multitudes. Se trata de la nueva realidad de uno de los sectores que, hasta antes del Estallido, era uno de los focos de turismo.

Su explicación, describe Carlo Siri, presidente del Gremio Barrio Plaza Italia, lo encuentra en la delincuencia y transformaciones del sector. “La realidad es mucho peor que en otros lugares. Por ejemplo, si antes restaurantes y locales cerraban a las 12, hoy están cerrando a las 7 de la tarde“, describe de modo directo.

Es así como relata, con tono preocupado, el problema que significó para los locatarios. “Por ejemplo, nosotros debíamos haber sido 38, y ahora deben ser casi diez personas menos. Se ha reducido considerablemente. La gente en este sector ahora llega mucho más temprano, porque no le gusta pasar tarde por Plaza Italia”, describe.

A sus palabras se suma Francisca Fernández, fundadora de Nuestro Centro, agrupación que busca reunir a distintos barrios como Bellavista, Bellas Artes, Parque Bustamante, Lastarria y Plaza Italia. “Este último era antes un barrio bohemio, y hoy se perdió totalmente la vida nocturna. Pero Bustamante y Bellavista también. En general, se ha perdido la vida nocturna de Santiago“, dice la dirigente.

“Hay problemas de locomoción, de seguridad, y ahora es imposible hablar de un barrio bohemio. La gente también se acostumbró, por esto mismo, más a estar en casa y salir menos”, dice Fernández, pesimista.

Barrio Italia y Ñuñoa: en búsqueda de una oportunidad

21:30 horas. Un miércoles, a esa hora, ya se puede ver trabajadores recogiendo las sillas hasta el interior de los restaurantes de Barrio Italia. Desde Santa Isabel hasta Caupolicán solo hay dos locales abiertos: ambos bares, no restaurantes.

Los viernes y sábado el cierre es un poco más tarde, pero encontrar un restaurante abierto a las 23 horas en Barrio Italia es un desafío para quienes quieren alargar las noches de fin de semana, lo que contrasta con sus veredas repletas de gente a las 19 o 20 horas, las horas peak en esa zona. Incluso, encontrar un restobar atendiendo a medianoche es una odisea y el tránsito de personas es escaso, al parecer, ya acostumbrados a que será difícil encontrar un lugar para entrar.

La gerente de la Cámara de Comercio, Turismo y Emprendedores de Ñuñoa, Valeria Besoaín, retrata que se ha tratado de uno de los grandes cambios en hábitos dentro de los consumidores chilenos. De quienes llegan hasta lugares como Barrio Italia y Plaza Ñuñoa, focos de locales en la comuna.

“Pospandemia muchos se quedaron con el horario de antes, el restringido. Por supuesto, esta decisión también está cruzada por la percepción de inseguridad en el comercio. Desde la Cámara nosotros igual podemos percibir que hay un nivel de venta parecido en gastronomía, pero sus horarios terminan mucho antes. Pero esto es distinto en los bares: estos son de horario más flexible, y, por lo general, suelen cerrar mucho más tarde”, describe.

Poco después de las 10 de la noche no más de una decena de locales permanecen con sus mesas fuera. No más de cinco con grupos de personas comiendo fuera. Y no más de tres repletos de personas que toman y comen dentro.

Distintos restaurantes y locales gastronómicos de Barrio Italia cierran sus puertas antes de las 23 horas

22:30 horas. La imagen -aunque no en su totalidad- se compara con la que se puede encontrar en Plaza Ñuñoa a esta hora. Es allí donde aún permanecen un par de locales abiertos. Sin embargo, rápidamente estos comienzan a cerrar sus puertas, a entrar las mesas y sillas. A despedirse hasta el otro día.

Pese a ello, decenas de personas caminan en los alrededores, buscando lugares al ver que Las Lanzas cierra sus puertas. Algunos se refugian en Teclados, cuyo foco se concentra en su interior, con las mesas del exterior vacías.

En junio de este 2023 se realizó un estudio de caracterización de clientes de Plaza Ñuñoa. Entre algunas de las conclusiones es que el interés por el área gastronómica de la zona llega al 21% de quienes visitan el sector como forma de pasar el tiempo. Muy por debajo de la vida social y entretenimiento del sector, que agolpa el 82% del total.

Ante las principales preocupaciones del sector, está la necesidad de mayor seguridad y vigilancia con el 28% del total, acompañado de los estacionamientos con el mismo porcentaje. Más abajo, en el tercer lugar, se queda directamente la falta de oferta de bares, locales y restaurantes, siendo el 10% de la preocupación de mejora en el lugar.

Caracterización de Clientes… by The Clinic

Caminando hacia al norte, rumbo a Alcaldesa Balbina Vera, la imagen es distinta. Varios bares abiertos destellan por estar repletos, con casi todas sus mesas ocupadas. En pocas mesas hay comida, muchas de ellas tienen tan solo cervezas, tragos temáticos y destilados. El único de los restaurantes ocupados es La Tecla, con varios asistentes.

Sin embargo, sus horarios también han cambiado. Lugares como el Restaurante Rosita en Boulevard Plaza Ñuñoa tienen su hora de cierre a las 2 AM durante un viernes. Kechua Restaurante, en cambio, apunta a cerrar sus puertas a las 1 horas durante los viernes y entre 11 y 12 en la semana. Algo que se repite en Favara Pizzería, cuya hora de cierre los viernes es a las 1 AM, con un rango en la semana que varía de 11 a 12.

Poco antes de las 23:00 horas la situación es otra. Quedan un par de locales abiertos, pero con menos gente en su exterior, salvo el Boulevard Plaza Ñuñoa, que tiene su hora tope de cierre a la medianoche, aunque desde las 11 de la noche los restaurantes ubicados en el subsuelo comienzan a ordenar su mesas, debido a que hay poca gente a esa hora. Cada vez se ve menos personas caminando por Plaza Ñuñoa. Muchos caminan en dirección al poniente, en las cercanías del Metro Chile-España, aspirando a alcanzar el Metro. Un hombre sube las escaleras eléctricas, hablando con su amigo. Ambos ríen, y uno se frota las manos diciendo: “De más que hay algo abierto”.

Las Lanzas es uno de los locales emblemáticos de Plaza Ñuñoa.

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