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Reportajes

7 de Octubre de 2023

El negocio de las cirugías estéticas clandestinas: la trama tras la muerte de Nicol Padilla en el living de su casa en Puente Alto

Nicol Padilla Facebook

La propuesta de su peluquera y la experiencia de algunas amigas motivó a la joven de 27 años a comenzar un tratamiento estético sin saber cómo podía terminar. Aunque según sus familiares, no tenía complejos con su apariencia, la joven entró en una obsesión que la llevó a la muerte. Tres operaciones se realizó la joven con Pedro Ibáñez, siendo la tercera, un implante mamario, la que terminó con su vida. "Me di cuenta por mi hijo que ella se estaba inyectando en los senos. No alcanzaron a inyectarle tanto y mi hija empezó automáticamente a convulsionar y a decir que estaba ahogada... Pasaba el tiempo y ella se iba poniendo más mal", cuenta a The Clinic su madre, Kariela López. Su fallecimiento evidenció una realidad en el país: la clandestinidad de los procedimientos y la necesidad de mayor regulación sanitaria.

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El viernes 1 de septiembre, Nicol Padilla (27) llegó con su hija de ocho años al Caracol de Puente Alto. Quería teñir de azul las puntas del pelo de la menor, por lo que acudió a la peluquería Jessica, donde se atendía siempre. Fue ahí que su amiga “Tati”, quien le cortaba el cabello todos los meses, le hizo una recomendación: hacerse una cirugía estética a domicilio con el doctor Pedro Ibáñez.

Ese “día fatal” -recuerda entre lágrimas a The Clinic su madre, Kariela López– la peluquera “le empezó a meter ideas en la cabeza”. Le comentó que Ibáñez era un cirujano que había estudiado en Estados Unidos, que tenía una clínica estética en Perú y que viajaba regularmente a Chile para ver a sus más de 120 pacientes. Para convencerla, también le dijo que él la había operado “y la había dejado regia, como toda niña quería quedar”.

Nunca antes había mostrado intenciones serias de hacerse una cirugía estética y, según Kariela López, no tenía problemas con su apariencia. “Quizás”, reflexiona su madre, “como niña joven, no se sentía bien con lo que ella tenía y quería un poco más, y se acomplejaba un poquito porque quería tener más busto. Pero no se podía, porque esas cosas son caras. Pienso que ella, en verdad, no necesitaba hacerse nada, estaba bien como estaba”.

Pero esta vez, pese a que la familia le manifestó sus aprensiones por tratarse de un procedimiento riesgoso, “ella se empezó a obsesionar con la idea. Desgraciadamente, apareció esta galla, la Tati, y la convenció, porque los precios eran tan baratos… ‘Háztelo, es súper barato’, le decía. Ahí se confió más”.

La prueba de fuego para que Nicol Padilla tomara la decisión fue que tanto su vecina y otras cuatro personas se habían realizado intervenciones con Pedro Ibáñez que habían tenido un resultado exitoso. “Se hicieron cosas, como ponerse glúteos y hacerse una lipo, y quedaron bien. Como mi hija vio que no había riesgos, se lo quiso hacer”, comenta su mamá.

A través de la peluquera, la mujer de 27 años fijó una hora para atenderse con el presunto médico de nacionalidad peruana. “Todo fue muy rápido”, dice López. Ese viernes 1, Nicol y ‘Tati’ agendaron para el lunes siguiente -el 4 de septiembre- la primera intervención: una liposucción, que tendría un costo de $450 mil y se realizaría en su domicilio, cercano al centro de Puente Alto. Ese dinero lo sacaría de los ahorros que había juntado cuidando a un vecino enfermo.

El tío de Nicol, Jonathan López, asegura que ahí radicaba parte importante del negocio de Pedro Ibáñez: ofrecer servicios a precios bajos y enviar luego el dinero a Perú, donde la suma se triplicaba o cuadruplicaba. Los depósitos, en tanto, los recibía en Chile la madre del supuesto profesional -la única de esta historia que está actualmente en prisión preventiva-.

Nicol Padilla antes de la cirugía fatal

Los cercanos a Nicol Padilla la recuerdan como “una buena hija, una buena hermana y una buena nieta”, que no salía a fiestas y que estaba generalmente en su casa. En 2013, luego de llegar a 3º medio, dejó el Liceo Nonato Coo tras haber comenzado una relación sentimental.

Al año siguiente, intentó retomar sus estudios en modalidad vespertina en el Colegio Técnico San Cayetano, ubicado en su barrio. Sin embargo, tampoco logró terminar, porque quedó embarazada y su pololeo se quebró. Desde ahí, dice su tío, su vida se volcó a preocuparse al 100% de su hija y a los asuntos de su familia.

Entre sus labores, además de ocuparse de criar a su pequeña -que nació con complicaciones de salud-, estaba asistir a uno de sus vecinos -enfermo de cáncer-, a quien le preparaba comida y le daba sus medicamentos, y alternarse con su madre en las labores del hogar.

El último tiempo, para Nicol Padilla, estuvo marcado por una depresión causada por la trágica muerte de su hermano Kevin Padilla, de 20 años, cuyas imágenes están repartidas por toda la residencia y adornan una animita en la calle.

Animita en memoria de Kevin y Nicol Padilla López a las afueras de su domicilio. Foto: The Clinic.

Cómo se regulan los procedimientos estéticos en Chile

Estimaciones de la Sociedad Chilena de Medicina y Cirugía Estética (Sochimce) plantean que cada año en Chile se realizan entre 15 mil y 20 mil cirugías con objetivos estéticos. El procedimiento más común es la liposucción, seguida por los implantes mamarios y las rinoplastias. El presidente de la Sochimce, doctor Jorge Díaz, advierte que “en los últimos cinco años ha habido un aumento exponencial. Las cirugías incluso se han triplicado”.

En redes sociales como Facebook abundan los grupos y comunidades donde usuarios ofrecen y recomiendan lugares en los que se pueden realizar una cirugía estética. En uno de ellos, las publicaciones más comunes aluden a solicitudes de referencias de médicos y centros estéticos, pero también a funas en contra de quienes han ejecutado mal los procedimientos.

Según la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, no cualquier profesional puede hacer una cirugía plástica -el marco genérico para la cirugía estética-. El organismo asegura que debe haber realizado “la debida formación académica en la especialidad médica de Cirugía Plástica en todas las áreas reconstructivas y estéticas”.

“Luego de los siete años en la escuela de medicina, debe cursar tres años de especialización en cirugía general, para después pasar por dos o tres años de especialización en cirugía plástica estética y reconstructiva”, agregan desde el gremio.

Según la Seremi de Salud Metropolitana, en la región existen 14 clínicas estéticas que tienen permitido funcionar, 329 centros estéticos y 585 salas de procedimiento autorizadas. Para instalar una clínica o un centro estético, el organismo establece una serie de condiciones. La primera es solicitar, a través de internet, la autorización sanitaria. Para recibirla, se deben adjuntar documentos como la individualización de los dueños, planos del local, certificados de instalaciones eléctricas y de aguas. Además, se exige un listado del personal y de los procedimientos a realizar.

Cada clínica estética debe contar con salas de espera, baños, recintos de vestuario para el personal, espacios para depositar la basura y los útiles de aseo, y comedor para los funcionarios. Junto con ello, se requiere que cada sala cuente con una camilla, pisos, mobiliario para almacenar insumos clínicos limpios y estériles, mesas para el instrumental y un área sucia, entre otras cosas.

En ese sentido, el doctor Díaz afirma que es fundamental “verificar siempre la idoneidad profesional, en el portal de la Superintendencia de Salud. Además, estos tratamientos se deben realizar siempre en establecimientos clínicos especializados con las condiciones sanitarias y de enfrentamiento de eventuales complicaciones. En tercer lugar, siempre se deben verificar los elementos e implantes que se colocarán y saber si están esterilizados”.

Las tres intervenciones del falso médico a Nicol Padilla

Pero en el caso de Nicol Padilla, nada de eso se cumplió. A eso de las 16:00 horas del 4 de septiembre, acompañado de un ayudante, Pedro Ibáñez llegó al domicilio de la mujer de 27 años. El presunto médico instaló una camilla al lado de la mesa del comedor -donde dejó algunos implementos- y comenzó el procedimiento.

Testigos dicen que había algunos aspectos llamativos: ni Ibáñez ni su asistente midieron la presión y los signos vitales de la joven. Además, la grasa que iban extrayendo se iba acumulando en bolsas como las que se utilizan para suministrar suero. Jonathan López, que estaba en casa al momento de la intervención, cuenta que “ese día, para la once, me hice un pan, y quise ir a comérmelo al comedor. Ahí me encontré con esta escena rarísima y me dio mucho asco. Estuve a punto de vomitar”.

A pesar de las irregularidades, la joven no sufrió complicaciones ni ese día ni en las jornadas posteriores. Las visitas del presunto médico continuaron durante dos semanas, con el objetivo de masajear las zonas que habían sido operadas y revisar su cicatrización. En una de esas oportunidades, Ibáñez logró convencerla de realizarse un segundo procedimiento: una liposucción de papada, a la cual también accedió Kariela López.

Tras ese procedimiento, ni la madre ni la hija tuvieron complicaciones. “Ahí salió todo bien y se veía que el médico trabajaba bien. Pero le dije a la Nicol que no se hiciera nada más, porque ya estaba bien”, rememora la mujer. El médico, en tanto, continuó visitando el hogar de los Padilla Soto para examinar los avances de los procedimientos, y el jueves 28 de septiembre, le propuso la idea de realizarse un implante mamario.

“Me di cuenta por mi hijo que ella se estaba inyectando en los senos. Mi hijo se sentó frente a ellos y le dijo ‘hermana, esto es muy peligroso’. Yo me fui adentro a hacer las cosas para mi mamá, que es discapacitada, pero mi hijo se puso a grabar. No alcanzaron a inyectarle tanto y mi hija empezó automáticamente a convulsionar y a decir que estaba ahogada… Pasaba el tiempo y ella se iba poniendo más mal”, afirma Kariela López.

En medio de la desesperación, la madre y el tío llamaron un taxi que se dirigió al Hospital Sótero del Río. Los médicos del centro asistencial advirtieron que la joven estaba grave y que no pasaría la noche. “Estaba fuera de la sala de reanimación, y apareció Pedro Ibáñez. Sin escrúpulos, me dijo que me quedara tranquila y que la tenían entubada para bajarle la anestesia. ‘Vai a ver que mañana va a estar tiki taka’, me dijo”, señala la mamá.

Kariela López fue a despedirse de su hija, que había entrado en situación de gravedad, y 15 minutos después le pidieron salir de la sala. Cuando estaba en la puerta, sonó un pito. “Yo quedé destrozada, la Nicol había muerto”, recuerda entre llantos. Esa noche fue intensa: al llegar al hogar, la familia tuvo que dar declaraciones ante la Policía de Investigaciones, que comenzó a buscar al falso médico y a su asistente.

El caso actualmente está en manos de la Fiscalía de Flagrancia de la Fiscalía Metropolitana Sur y la justicia continúa buscando a Pedro Ibáñez y su asistente. En tanto, la madre de Ibáñez es la única detenida y está actualmente en prisión preventiva mientras se avanza en la investigación que tiene un plazo de 120 días.

Collage realizado por familiares de Nicol. Foto: The Clinic.

La necesidad de una nueva regulación para los centros estéticos

El de Nicol Padilla no es el primer caso de un procedimiento estético irregular que termina con un resultado fatal. El 1 de febrero de 2022, Leslie Vergara llegó al domicilio ubicado en Las Condes donde Teresa Díaz, Mónica Flores y Jorge Flores atendían a sus pacientes. Era la segunda vez que acudía al lugar, en medio de un tratamiento de aumento de glúteos, mediante presuntas inyecciones de colágeno.

A minutos de iniciada la intervención, que se realizó en el comedor de la casa, comenzaron los problemas, porque lo inyectado eran biopolímeros de silicona industrial. Leslie Vergara se descompensó y fue auxiliada con un tubo de oxígeno para intentar estabilizarla. Luego de que un vecino alertara, los falsos médicos decidieron llevarla a la Clínica Cordillera, lugar al que ingresó sin signos vitales.

Seis años antes, una mujer de 36 años, que prefiere resguardar su identidad, fue al mismo centro estético al que asistió Leslie Vergara. Quería tratarse las marcas de la celulitis con injertos de ácido hialurónico. “Varias amigas se habían tratado ahí. Ellos tenían título de médicos -que eran falsos-, por eso yo confié, No había tanta información como ahora”, recuerda.

Dos años después, en 2018, se enteró de que lo que le habían inyectado era silicona industrial. “Lo supe por una funa de otras niñas que les había pasado lo mismo. Llamé a los doctores y me dijeron que eso no era así”, dice. Junto a otras víctimas, ella interpuso en 2019 una querella en la que acusaron lesiones graves y menos graves, propinadas por los Flores Díaz.

“Me he operado cinco veces para sacarme la silicona industrial y he tenido tratamiento con inmunólogos, porque mi sistema inmunológico se volvió loco, porque no es compatible con el cuerpo. Además, he gastado como $35 millones para operarme”, reclama.

Datos de la Seremi de Salud Metropolitana apuntan a que sólo en Santiago en 2022 se realizaron 85 fiscalizaciones a centros estéticos, las que aumentaron a 188 en lo que va de 2023. De ellas, en este año se han iniciado 118 sumarios, se han decretado 64 prohibiciones de funcionar, se han clausurado tres locales y se han revocado tres permisos.

Ante esta realidad, actualmente la comisión de Salud del Senado discute un proyecto de ley que busca regular la práctica de cirugías y procedimientos con fines estéticos. En la iniciativa, que presentó un grupo transversal de senadores, se plantea que “se ha observado la intromisión de personas que usurpando funciones propias de profesionales médicos, realizan procedimientos a pacientes habitualmente jóvenes, que en busca de una solución a anomalías de tipo estético, ven afectada gravemente su salud y en ocasiones su vida”.

Por eso, el proyecto -que se votará en particular el 11 de octubre- se propone definir claramente quiénes pueden realizar una cirugía estética, cuáles son los derechos y deberes de los pacientes. Además, fija en presidio menor en su grado máximo la pena para quienes ejerzan ilegalmente la profesión de médicos.

El senador Juan Luis Castro (PS), quien preside la comisión de Salud, asegura que “el proyecto amplía el rango de acción de distintas profesiones con una delimitación y una certificación muy clara de las idoneidades para que nadie se lleve a engaño. Que no haya negligencias profesionales en manos inexpertas cuando se trata de una cirugía estética”.

“Esto no se puede dejar a manos de inescrupulosos que hacen ofertones publicitarios en nuestro país. Esto trae serias complicaciones y resultados graves e incluso el fallecimiento de mujeres. Por eso, sería revolucionario que el Senado despache este proyecto”, agrega el parlamentario.

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