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Opinión

2 de Diciembre de 2023

Columna de Isabel Plant: Necesitamos paridad de salida (¡de verdad que sí!)

Imagen referencial: AgenciaUno

"Tengo una certeza: los hombres no nos ven", afirma la columnista de The Clinic al reflexionar sobre el acceso que tiene las mujeres a espacios de la vida pública, enfocando su mirada crítica en lo que quedó escrito en la nueva propuesta Constitucional que asegura la paridad de entrada, “pero la de salida quedó, en los descuentos, incorporada como un artículo transitorio”.

Por Isabel Plant

Tengo una certeza: los hombres no nos ven. No porque sean malos, ni egoístas, supongo que es por tradición o costumbre. La cosa es que no nos ven, o hasta hace poco, nos veían mínimamente.

Así es como yo me di cuenta de esto: estaba en una reunión laboral de unas veinte personas, donde como siempre éramos unas cuatro mujeres. Hablábamos de hacer un ranking de las mejores películas del año y cuando se me ocurrió decir -pre estallido de la quinta ola de feminismo- que llamaran no sólo a opinantes hombres, alguien me contestó: Es que no hay mujeres. Daba lo mismo que fuera un trabajo que en ese entonces yo también hacía -sentada frente a esa misma persona-, sino que obviamente era cosa de buscar. Me pasó algo similar varias veces en que se abría una posición laboral: los hombres, que eran mayoría, recomendaban sólo a otros hombres. Mujeres, según ellos, no había.

El tema de la falta de visibilidad femenina da para un millar de otras columnas, partiendo de datos tan simples como que sólo un 20 por ciento de las biografías en Wikipedia son sobre mujeres. Aunque en los últimos años se han estado poniendo al día, solo menos del 5% de los premios Nobel científicos ha ido a mujeres (y han ganado 6.7% cuando se incluyen Literatura y Paz). Y así en todo aspecto de la sociedad, incluida la política.

Para las mujeres es más difícil destacar, tienen que esforzarse el doble o trabajar más que el par masculino. Si no, el default social es apuntar, celebrar o elegir a un hombre. Ya que también ha sido mi experiencia al respecto, apoyo las leyes de cuotas y la paridad de entrada y salida. Es la única manera de, por el momento, igualar el camino.

La nueva propuesta constitucional incluye la paridad de entrada, algo que pareciera por fin poner de acuerdo a todos los sectores políticos. El que las mujeres tengamos menos acceso a espacios en la vida pública es un hecho, y se constató aún más creo tras la Ley de cuotas de 2015, que obliga a que los partidos presenten un 40 por ciento de candidatas en sus listas de elecciones. Se aplicó por primera vez en 2017, con resultados discretos, en parte porque los partidos dejaron la cuota para último minuto, buscando mujeres que “acompañaran” al candidato varón (¡no nos ven!).

Dato aparte es que la ley también establece que a lo menos el diez por ciento de lo que reciben los partidos en aportes públicos debe ir en fomentar la participación femenina. ¿Adivinen qué? No se cumple, y año a año varios partidos deben pagar millones en multas por contravenir la regla.

Así las cosas, la paridad de entrada parece sensata: que haya la misma cantidad de mujeres que de hombres en las papeletas (aunque si me apuran, hay más mujeres que hombres en Chile y podríamos ponernos estrictas en la representatividad…). Es obligar a ver a las mujeres, a darles el espacio. Según una investigación del CEP, en las elecciones de la Cámara de Diputados es donde más se ha notado el aumento de candidatas electas con esta paridad de entrada, con hoy 55 diputadas de 155 (algo que no se replica en el Senado aún, donde sólo hay 13 senadoras de 50 escaños).

Cuando se habla de paridad de salida, en cambio, se arma el debate. Significa que nos aseguremos de que las personas electas sean en mismo número hombres y mujeres. Se suele decir -actualmente se escucha en la franja del A Favor- que “se mete la mano en la urna”. Pero no se dice lo mismo cuando nuestro ilustrísimo sistema D’Hont aplica su proporcionalidad generando arrastre entre candidatos y candidatas (recordemos que fue el elegido para sustituir el binominal). O se dice sólo cuando él o la ganadora no es de nuestro agrado, quizás.

La elección de la primera Convención Constituyente fue un buen ejemplo de paridad de salida. Habiendo asegurado la paridad obligatoria en sus bases, tuvo presencia de candidatas fuertes y un verdadero esfuerzo por incluir mujeres competitivas. Salieron electas de hecho más mujeres que hombres, demostrando que buenos nombres atraen votos sin importar el género, y la regla de paridad en ese momento –al igual que con la icónica votación de la directiva del Colegio de Abogados- benefició a los hombres, dejando electos a un puñado que había sido menos votados que sus competidoras. Algunos dicen que esta no es la idea de la paridad de salida porque “perjudicó” a mujeres. ¿Pero no es lo más justo, acaso, que una norma beneficie de manera igualitaria a ambos géneros y sin diferencia?

La nueva propuesta Constitucional asegura la paridad de entrada, pero la de salida quedó, en los descuentos, incorporada como un artículo transitorio. Además de ser 60-40, dice que “por mensaje o moción” debe crearse un proyecto de ley electoral para incluir un mecanismo que asegure la paridad de salida, quedando la responsabilidad en el aire entre Congreso y Presidente. Debe ser dentro del año de entrada en vigencia de la nueva Constitución, pero no dice qué pasa si no ocurre. No hay plazos, ni sanciones. No pasa nada si no existe, genial. Y de ser aprobada esta ley no asegurada -necesita quórum de 4/7- y a cargo de nadie y en tierra de nadie, es por dos ciclos electorales; un tiempo demasiado acotado, ya que lamentablemente la Ley de cuotas nos ha demostrado hasta ahora que el cambio social toma un poco más de tiempo.

Por supuesto que me encantaría no tener que obligar a los partidos a buscar candidatas, ni a que inviertan en su igualdad, o que se asegure el mitad y mitad. Lo ideal en un mundo perfecto sería que esto naciera de manera espontánea. También lo ideal sería no tener que exigir mujeres en el Congreso, ni en los directorios de empresas, ni en ningún lado donde hay cuotas. Pero las cuotas y la paridad de entrada y salida seguirán siendo necesarias mientras la igualdad sea una exigencia que pareciera incomodar a la manera tradicional de hacer las cosas. Mientras exista la inercia al interior de las coaliciones políticas y mientras los hombres no nos vean, ni mientras las mismas mujeres aún no se vean a sí mismas como las líderes que pueden ser.

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#constitución#paridad

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