“Me parece paupérrimo”: La molestia del mundo de las artes por los pocos agregados culturales nombrados por Boric, que no superan en número a los de Piñera

El 19 de enero del 2022, a dos días de que se presentase el gabinete presidencial de Gabriel Boric con el que asumiría la presidencia en marzo, una columna de opinión fue publicada en Ciper. Iba firmada por Julieta Brodsky, posterior ministra —y luego exministra— de Cultura del actual Mandatario.

“El legado en Cultura de Sebastián Piñera“, era el título con el cual la antropóloga social, que abandonó el ministerio en marzo del 2023, se refirió a la gestión del expresidente en la materia. En resumen, y pese a hacer mención a la pandemia, la cual afectó directamente las actividades culturales del país, postuló una “falta de ambición del gobierno saliente“.

Asimismo, en las primeras líneas de la columna, Brodsky se posaba en el escenario de “la expectativa frente al próximo gobierno” de Boric. Sin embargo, tal ilusión planteada pareció acabarse en los últimos meses y semanas, tras las críticas sucesivas del mundo cultural con respecto al Gobierno.

“Este era el gobierno donde la cultura debería haber florecido. Y no floreció“, dijo la actriz Amparo Noguera el 26 de diciembre del año recién culminado. A ella le secundó Marcelo Alonso, quien este viernes, en entrevista con The Clinic, señaló: “Tuvimos una primera ministra de Cultura que no sé lo que hizo, no tengo idea”, dice sobre la exministra Brodsky.

Una de las áreas que pareciera estar con “poco regadío”, de acuerdo a gente del sector, responde a la de los agregados culturales. Hasta ahora, el Mandatario sólo ha nombrado a tres personas para esos cargos en particular. Cristián Campos, exagregado cultural en Washington D.C. (2006-2010) de la expresidenta Michelle Bachelet, resume el trabajo como “una labor bisagra entre la cultura de un país y otro“.

El primer designado, en julio del 2022, fue el productor de cine, Germán Berger Hertz, hijo de la diputada Carmen Hertz (PC) y del ejecutado político en 1973, Carlos Berger.

Su designación causó polémica de inmediato, y no sólo por el parentesco con la diputada, que causó incomodidad en la oposición. Berger fue escogido para integrar la agregaduría de Chile en España, con sede en Madrid —los agregados culturales aparecen como funcionarios de la embajada—. Sin embargo, la entonces ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, precisó que el “asiento” del recién nombrado sería en Barcelona.

Ello generó la sorpresa del propio cónsul general de Chile en la ciudad catalana, Jaime Ferraz. De hecho, hizo llegar un mensaje a Cancillería por la decisión y acusó que podría generarse una polémica, debido a que el hecho podría dar leña al independentismo catalán. Pese a ello, Urrejola se remitió a defender que en la decisión no existía “ninguna controversia bilateral” ni política.

Berger se desempeñó como “jefe de área de no ficción” de TVN, además de haber sido director de la Secretaría de Comunicaciones (Secom) del segundo gobierno de Bachelet. En ambos cargos tuvo un cuestionado desempeño.

Por otro lado, el segundo elegido por Boric para una agregaduría cultural ocurriría 6 meses después del anuncio de Berger.

Se trató del actor Alejandro Goic, premio Altazor en Chile y con una carrera reconocida a nivel internacional, con galardones en Europa, América y Centroamérica. El connotado actor arribó a la embajada de Chile en Argentina, a la ciudad de Buenos Aires, donde está localizada la sede chilena en el país trasandino.

A Goic le siguió una designación que pasó desapercibida en relación a las otras. Se trató de Diego del Pozo, a quien el cargo le fue otorgado por el Presidente el 16 de octubre del 2023. Magíster en Literatura, la carrera de Del Pozo se ha centrado en la investigación de los escritos de la premio Nobel chilena Gabriela Mistral. El editor arribó a la embajada de Chile en Francia, en París.

El Presidente cuenta actualmente con 17 agregados totales (renombrados “delegados presidenciales”, de acuerdo a Cancillería), sumando a los agregados culturales. Sin embargo son 33 los cupos contemplados con los que dispone la administración. Es decir, la mitad de los puestos están vacantes (16).

Administraciones previas

A pesar de la crítica de Brodsky sobre la gestión de Piñera y el auguro que se tuvo respecto a la gestión cultural que tendría el entonces presidente electo Boric, en cuanto a números en agregados culturales, los resultados son iguales. Inclusive, ambas gestiones repiten los mismos países en los cuales se desempeñaron y desempeñan dichos cargos.

Por ejemplo, Alejandro de la Carrera, periodista de Radio Agricultura, fue seleccionado por el exmandatario -en su segundo gobierno- para la agregaduría de cultura y prensa en España, con un sueldo de aproximadamente $10 millones, el monto asignado para ese cargo. En tanto, la exdiputada RN, Carmen Ibáñez, arribó a Argentina para ocupar la agregaduría cultural de ese país, lo que no la libró de críticas, debido a que organizaciones del rubro señalaban que no era posible reconocer un aporte de ella a la cultura que justificase su designación.

Con algo de mejor suerte corrió Justo Pastor Mellado. Su nombre provino del propio Ministerio de las Culturas, según cuenta a The Clinic el exsubsecretario de la cartera en la administración Piñera, Juan Carlos Silva. El escritor y crítico de cine arribó, por ese entonces, a Francia.

Sin embargo, si las designaciones de Boric se comparan con las de la Bachelet en su segundo mandato, la diferencia cobra relevancia.

Sin ir más lejos, a dos meses de su arribo al Palacio de La Moneda, la expresidenta socialista designó, en un solo comunicado, a 8 agregados culturales. Cinco más de lo que hoy ha nombrado Boric.

Se trató de María José Fontecilla (Argentina); Patricio Rivas (Ecuador); Daniella González (España); Javiera Parada (Estados Unidos); María Paz Santibáñez (Francia); Antonio Arévalo (Italia); Ximena Vidal (México); y Jorge Moreno (Perú).

“Está en línea con lo paupérrima que ha sido la gestión cultural de este Gobierno”

Que el número de agregados culturales de Boric sean muy pocos, bajo la impresión de Cristián Campos, es una señal de alerta para el actor. “Los agregados culturales son súper valiosos. Pueden incluso influir en la economía, desde el punto que pueden atraer inversiones a nuestro país, dando a conocer las riquezas naturales y culturales“, argumenta.

“Me parece paupérrimo“, define, y añade que tal cantidad de agregadurías “está en la línea con la falta de iniciativa y lo paupérrima que ha sido la política cultural de este Gobierno“.

“Es una bofetada a la expresión cultural de Chile en el extranjero (…). Si quieren hacer ahorros o economías, sacaría la grasa del Estado en los gobiernos regionales y en los ministerios“, concluye.

Por su lado, para la también exagregada en Washington entre 2014 y 2016, Javiera Parada, quien cuenta que lleva años impulsando más cargos de agregados culturales y una profesionalización de los mismos, ve la baja cantidad de agregados como una pérdida “de conocimiento y de redes“.

“Disminuir el número va en contra de las posibilidades de la internacionalización y la circulación internacional de las culturas, las artes chilenas y sus industrias culturales”, añade. Asimismo, el evento se suma a la mala costumbre —a su parecer— de cambiar los agregados culturales con cada cambio de administración.

Juan Carlos Silva, el exsubsecretario de Culturas de Piñera, manifiesta sus reparos en el cargo en sí mismo. Para él “la estrategia que pueda tener cierta relación a través de la cultura con algunos países nunca se ha desarrollado de una manera orgánica ordenada“.

“La ley dice que se designan 33 agregados internacionales. Nunca se señala cuántos culturales y cuántos no. Ha ido cambiado y no termina habiendo una vinculación con la institucionalidad cultural para efectos de lo que ahí se hace“, critica.

“Va a ser un punto más al grueso listado de errores”, dice el diputado Gustavo Benavente (UDI), integrante de la comisión de Cultura en la Cámara. Su par Viviana Delgado —y compañera de la comisión— es más categórica: “Esto limita la exportación nuestro arte y cultura, y la valoración y visualización de nuestros artistas”, con quienes reconoce que el país “tiene una profunda deuda“.