La segunda vida de Andy: el perro que fue apuñalado en Copiapó
El día de Año Nuevo, un crimen sacudió a Copiapó: un grupo de personas golpeó y apuñaló a un pitbull. El ataque fue grabado y difundido en redes sociales e incluso llegó a la televisión nacional. La respuesta fue inmediata: la PDI detuvo rápidamente a uno de los agresores, la Fiscalía logró una inusual prisión preventiva en un caso de maltrato animal y las organizaciones animalistas recaudaron fondos para su recuperación. Pero, a más de un mes del ataque, las circunstancias cambiaron. Ningún imputado por el caso se encuentra en prisión y Andy vive en una clínica veterinaria con una impactante herida que no ha podido curar. Aquí, policías y sus cuidadores cuentan su historia y analizan su complejo proceso de rehabilitación, que complica una eventual adopción.
Por Sebastián PalmaCompartir
Al pitbull que fue apuñalado en medio de una turba, el 1 de enero en Copiapó, lo han operado cuatro veces en el último mes. El ataque casi lo mató y, según su informe veterinario, incluyó puñaladas con un cuchillo que quebraron una de sus vértebras, patadas e incluso estocadas con un machete.
El perro aún no se puede recuperar; complicaciones en sus heridas le han causado una reacción que inflama su lomo. El aspecto de la lesión impacta a la vista y sus dimensiones. Siendo justos, parecen las de un melón. El equipo veterinario que lo atiende ha intentado drenar la herida en varias ocasiones, pero los procedimientos no han dado resultados. Ya definieron someterlo a otra cirugía, será la quinta en poco más de un mes, y esperan que sea la última.
Hoy, el perro vive en el patio de la veterinaria en que se atiende. Por sus lesiones pasa la mayor parte del tiempo con un cono de plástico alrededor de su cuello; debe tomar una serie de medicamentos, los que incluyen un antiansiolítico canino recetado tras el ataque. Pese a la joroba que lo hace parecer un camello, actúa como un cachorro normal. No evoca la sensación de miedo que se espera de un pitbull. Incluso, cuando las personas se le acercan, mueve la cola e intenta lamerles la cara.
A pesar de que el hombre casi lo mata, el perro no desconfía de los humanos.
La criminología de un apuñalamiento a un animal
No todas las regiones de Chile cuentan con una Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medio Ambiente y Patrimonio Cultural (Bidema) de la PDI. En Copiapó se instaló hace solo 10 años, particularmente por estar localizado en una zona minera. Por lo mismo, sus oficiales se dedican a investigar, en su mayoría, cuestiones ambientales. Pese a ello, cuando el video de la agresión al pitbull en la población Juan Pablo II de Copiapó comenzó a viralizarse, sus oficiales le dedicaron una inusual atención a otra clase de delito en la que su unidad también se especializa: el maltrato animal.
Los recursos dirigidos exclusivamente para investigar el caso no eran los acostumbrados para un hecho de violencia animal. Dos funcionarios fueron destinados exclusivamente a investigar el caso el 3 de enero pasado. El subcomisario Gabriel Valenzuela fue uno de ellos y recuerda con claridad ese día: “Nuestra prioridad fue intentar esclarecer quiénes eran las personas que lo atacaron, pero lo primero que hicimos fue ir a ver el estado del perro, por preocupación del animal y porque era evidencia importante en ese momento”.
Los oficiales comenzaron a investigar el crimen como si se tratara de uno entre personas, pusieron particular énfasis en las características de las lesiones cortantes, se entrevistaron con el veterinario que atendió al perro y solicitaron un informe en lesionología a una experta. Ambos determinaron que las heridas más graves fueron causadas por un machete y un cuchillo.
“No se había visto mucho estudio de lesionología en maltrato animal. Usualmente, las denuncias se tratan de manera más general. Pero aquí hubo una descripción detallada que señaló que el perro tuvo un hematoma, que tuvo equimosis y todo el resto de lesiones que pudimos establecer. En realidad nosotros trabajamos el caso como un delito de personas”, agrega el subcomisario.
Con las lesiones confirmadas, el equipo de la Bidema se enfocó en identificar a los agresores. En el cuartel y con la colaboración de la oficina de análisis de la prefectura, lograron localizar a una mujer de nacionalidad extranjera y dedicada a la confección de trenzas que subió el video. Analizando su perfil en redes sociales pudieron establecer su vínculo familiar con uno de los atacantes: se trataba de Leonardo Valencia, de nacionalidad colombiana. La PDI no tenía mayores antecedentes de él debido a su situación irregular en el país.
La identificación dio el paso a una orden de detención. El operativo constituía un hito importante para los policías de Copiapó, a esa altura el caso tenía relevancia nacional y, por lo mismo, para la detención se destinaron cuatro camionetas y más de 20 funcionarios, entre ellos el Jefe de la Prefectura Provincial, Mauricio Vergara.
En el operativo no sólo se sorprendió a Valencia, sino que también a su compatriota Luis Miguel González, un bombero de bencina de 23 años que declaró y confesó su participación en la agresión: “Yo le pegue patadas, mientras que otro tipo, al que solo conozco de vista, sacó un cuchillo y lo apuñaló”, señaló.
Gonzalez agregó: “Yo no había visto el video que circulaba en redes sociales, pero cuando me lo mostraron los oficiales de la PDI, me reconocí como la persona que se cae, estando en ese entonces, en estado de ebriedad”.
El operativo fue un éxito, y tanto Valencia como González fueron formalizados. El 6 de enero el Tribunal decretó prisión preventiva para el segundo, una medida cautelar bastante atípica para un caso de maltrato animal. Él esperaría preso la investigación, mientras el perro se seguía batiendo entre la vida y la muerte.
“Fue una medida inédita para este tipo de delito. La valoramos como tal, por cuanto se acogió lo planteado por la Fiscalía en orden a que es un hecho grave y cruel, de connotación pública, que recoge la sensibilidad sobre el cuidado y protección que debemos darle a nuestros animales. Aún el arresto total del imputado, sin antecedentes, es una señal clara del sistema judicial hacia este tipo de tratos crueles a los animales”, indica al respecto la vocera de la Fiscalía Regional de Atacama, Rebeca Varas.
El cuidado de Leslia
Leslia Escobar es asistente social. Durante más de una década, ha recorrido las calles de Copiapó realizando entrevistas por su trabajo en el Servicio Nacional de Drogas y Alcoholismo, además de su desempeño como encargada de participación ciudadana. Durante esas jornadas en terreno, comenzó a conmoverse por la gran cantidad de perros callejeros que poblaban la ciudad, especialmente las tomas que se han multiplicado en los cerros.
Inició su labor realizando rutas de alimentación y luego se involucró en su adopción. En la actualidad, en su hogar ubicado en el sector de Paipote, cuida a más de 20 perros. Además, fundó la Fundación Pro Animal Paipote Yanapai Saqisqa, de la cual es presidenta. El nombre de la fundación proviene del quechua, lengua del pueblo coya, y significa “ayuda a los abandonados”.
El nombre se debe a que Leslia pertenece a una comunidad coya ubicada en las afueras de Copiapó. Durante el ataque al pitbull, precisamente se encontraba en ese lugar con mala cobertura, por lo que no pudo ver el video, el cual se compartió primero entre las organizaciones animalistas de la región.
Al llegar a Copiapó, lo primero que hizo fue acudir a la clínica veterinaria a la que fue trasladado el perro, y desde entonces ha asumido sus cuidados con otros miembros de la fundación.
“Él estuvo muy mal, en riesgo vital. Llegó con una anemia severa debido a la hemorragia que le provocaron las heridas(…) Hubo una lesión importante en la vértebra, allí el machete rompió la apófisis espinosa. Eso, en cierto sentido, sirvió de escudo para que no lesionara la médula, por unos centímetros no quedó parapléjico”, recuerda Juan Pablo Vargas, veterinario de la clínica Ceqvet, quien aún atiende al perro.
Fue en la clínica del doctor Vargas, con el perro herido, que Leslia recién puedo ver el video del ataque. Cuenta que requirió de varios intentos para poder verlo entero: “Me costó harto, pero si no hubiera sido por ese video, el caso no hubiera sido lo popular que fue”, comenta.
Además de preocuparse por la salud del perro, Leslia intentó hacer ruido, compartió masivamente el video en redes sociales y se contactó con el diputado Sebastián Videla, quien tomó contacto con la PDI y otras instituciones. “Yo me reuní con el Director Nacional de Migraciones para solicitar la expulsión del delincuente que atacó al perro y también hice gestiones con otros diputados de la zona, para relevar el tema a nivel nacional”, comentó el parlamentario.
Junto con ello, gracias a los contactos de Leslia con organizaciones animalistas, pudo reconstruir parte de la vida del pitbull previo al ataque. Logró establecer que se llamaba Rickie, que tenía menos de un año, que perteneció a una familia en la comuna de Diego de Almagro (Región de Atacama), que fue abandonado y que pasó por varias otras casas hasta llegar a Copiapó.
Leslia, además, tomó contacto con una etóloga, como se conoce a los expertos en comportamiento animal. La experta le mencionó algunos detalles que la sorprendieron: el primero es que por la actitud que se vio del perro en el video, pareciera ser que conociera a sus atacantes, el segundo fue que para un eventual proceso de adopción resultaría clave poder financiar un proceso de rehabilitación, no de las heridas del perro, sino que de su conducta. Además, le recomendó rebautizar a Rickie, ya que su nombre pudiese estar asociado al trauma.
Leslia, junto a sus compañeros en la fundación, decidieron hacer una encuesta en redes sociales en la que los seguidores eligieron el nuevo nombre del perro atacado, quien finalmente fue bautizado como Andy.
“La etóloga dijo que el nombre tenía que ser parecido para que él lo identificara. El motivo de cambiarlo, además, tenía que ver con que nosotros pensamos que él nació de nuevo. Para el día 1 de enero él tuvo un nuevo nacimiento, donde su vida, ojalá, le cambie al 100%”, reflexiona Leslia.
Un arresto de 10 días
Luis Miguel González no alcanzó a estar más de diez días en prisión, lugar en el que, según cuenta su abogado, el defensor penal público Cristian Rodríguez, recibió amenazas él y su familia por parte de otros internos.
Fue su mismo defensor el que apeló a la medida cautelar, argumentando que si bien González reconoció el ataque, este correspondió a puntapiés y no a las estocadas con las armas blancas. Además, el abogado agregó un informe en el que se mostró la realidad de las causas por maltrato animal en la región de Atacama.
Dicho documento indicó que de las 61 causas por delito de maltrato animal presentadas entre 2019 y 2022, 48 terminaron con orden de no investigar. De las 13 causas restantes, solo dos terminaron en sentencia condenatoria, y fueron precisamente esas dos las únicas en las que se decretaron medidas cautelares, las que no correspondieron a la prisión preventiva.
“No queremos creer que, dado que la causa fue publicada en redes sociales y en la televisión, cambiaron repentinamente los criterios políticos criminales del Ministerio Público y la forma de fallar por parte de la judicatura”, indicó el abogado en su apelación.
Al respecto, Cristian Rodriguez agrega a The Clinic que “si bien es cierto, el hecho imputado a mi representado es de connotación pública producto del video viralizado, esto no puede ser tomado por el Tribunal para justificar la medida cautelar de prisión preventiva”.
Sobre este punto la Fiscalía, a través de su vocera para la región, Rebeca Varas, indica que “la Fiscalía no cambia sus criterios de persecución penal porque un hecho esté o no en la prensa. La gravedad de un hecho está en la Ley como criterio para pedir una prisión preventiva. ¿Y quién podría decir que este hecho no es grave? Habría que preguntarle a la defensa si estima que este hecho no es grave. La Fiscalía cree firmemente que sí y actuamos en base a esa convicción”.
Actualmente, Luis Miguel Gonzalez está con arresto domiciliario, medida cautelar a la que su abogado también apelará. “Es una realidad que el señor González aparece en el video intentando golpear a la víctima (el perro en este caso), pero las heridas que presenta el animal, conforme al informe del médico veterinario, no pueden ser atribuibles a la participación de Luis”.
El abogado agrega que “en mi calidad de defensor penal público, tenemos el deber y la obligación de prestar asesoría jurídica de calidad a nuestros usuarios y justamente eso fue lo que se hizo, es parte de nuestro trabajo. Si bien es cierto, se trata de hechos que pueden ir en contra de tus ideales, toda persona tiene derecho a defensa, es un derecho universal”.
Hoy, el caso de la agresión sigue en etapa investigativa, con plazo vigente hasta el 4 de marzo. Al respecto la Fiscalía indica que “esperamos acusar pronto y lograr una condena ejemplar en contra del imputado, que dé un ejemplo nacional sobre este tipo de conductas”.
Nueva vida de Andy
Con su nuevo nombre, Andy continúa su vida al cuidado de Leslia. La mujer no pudo recibir al perro en su casa, puesto que el pitbull mantiene actitudes agresivas con otros perros. Por lo mismo, para Leslia es importante poder gestionar su rehabilitación conductual para poder entregarlo en adopción. Actualmente, se encuentra entrenando con un carabinero en retiro, pero Leslie aspira a que pueda recibir un entrenamiento especializado en perros víctimas de violencia.
La mujer cuenta que el caso de Andy tuvo mucha visibilidad en un comienzo, que llegaron aportes importantes, pero que hoy su agrupación mantiene una deuda de más de $500 mil con la clínica veterinaria. Dentro de esa euforia inicial, Leslia recuerda “insólitas” solicitudes de adopción para Andy.
“Esa primera semana me habló mucha gente por el perro. De 50 llamados eran 30 que lo querían para que fuera perro guardián de empresas. Yo les cortaba (…) Yo no quiero que el Andy vaya a una parte donde lo tengan comiendo Cachupín, donde no tenga vacunas, donde no sean capaces de enviarlo al veterinario o de bañarlo. Nuestro ideal es que él tenga una vida especial”.
Las aprensiones de Leslie no son para menos. Según estadísticas de la PDI, solo en 2023 en Atacama se levantaron 78 denuncias y órdenes de investigar por los delitos de abandono y maltrato animal, por sobre de otras regiones mucho más populosas del norte como Antofagasta, que totalizó 60, y Coquimbo, que totalizó 32.
El Subprefecto Mauricio Rojas, Jefe Bidema de Copiapó, profundiza sobre la situación a nivel regional: “En la ciudad de Copiapó hay mucho animal en situación de abandono(…) es por eso que en nuestra brigada estamos constantemente realizando fiscalizaciones y recibiendo denuncias respecto a esta situación”.
Desde la Fiscalía mencionan casos impactantes de maltrato en la región de Atacama, uno de ellos ocurrido en la comuna de Freirina, en agosto del año 2015, donde la Fiscalía Local de esa ciudad acusó y obtuvo penas efectivas de cárcel en contra de cuatro imputados, quienes amarraron a un perro a un camión, arrastrándolo por un camino rural, ocasionando heridas graves en el animal. No solo eso, en el 2023 vecinos de Copiapó denunciaron que un perro fue lanzado desde un cuarto piso en el sector de El Palomar.
A Leslia no le sorprende la brutalidad, por su trabajo como activista lo ha visto en primera persona, con abandonos, golpizas e incluso casos de zoofilia: “En Paipote hay un violador de perras que se cura y las molesta. Yo tengo que salir en las noches a fiscalizar que él no ande con cachorros. Porque más lo hace con cachorros que con perras grandes”, comenta.
Andy, en la veterinaria, pasa prácticamente todo el día acompañado, sale a pasear todas las mañanas y tardes con Leslia o algún otro voluntario de la fundación. Entre esos voluntarios está Yazmin Castañeda, una ciudadana colombiana que participa activamente en el cuidado de animales callejeros. Para ambas no tendría sentido entregar en adopción a Andy si es que nadie le puede ofrecer una mejor vida que la que ellas le entregan. Para sus cuidadoras, la segunda vida de Andy debe ser la mejor que un perro puede vivir.