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6 de Abril de 2024

En la UTI: los días más críticos de la Clínica Las Condes

Ilustración: Camila Cruz

La semana pasada, el Colegio Médico de Santiago comunicó haber pedido un oficio a la Superintendencia de Salud por denuncias de deficiencia en insumos médicos adentro de la Clínica Las Condes. Además, ya habían recibido antes una solicitud por publicidad engañosa y deficiencia en la información de su página web, que etiqueta a médicos sin especialidad como tratantes de diversas áreas en específico, como la cirugía plástica, la nefrología y la neurología. El Sernac está informado de la situación. The Clinic se adentró en el funcionamiento de la institución a través de testimonios de pacientes y funcionarios que narra episodios que cuestionan su servicio y trabajo administrativo.

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Ha pasado exactamente un año y seis meses desde que Sonia Ventura (36) y Pablo Flores (39) recibieron la noticia de que su hija Trinidad (3) se había azotado la cabeza contra el piso en la sala de recuperaciones de la Clínica Las Condes. Ese 6 de octubre, la niña tenía un año y cinco meses de vida, pesaba 10 kilos, medía 80 centímetros y yacía acostada en una camilla de post operatorio para adultos. En la clínica, no existe una sala que sea exclusivamente de pediatría habilitada para que los niños despierten de la anestesia. 

De hecho, al lugar llegan neonatos que pueden esperar su despertar en una de las dos cunas con rejas solo si tienen 29 días de edad. Al cumplir el mes, pasan a una camilla que tiene dos barandas abatibles, cada una con tres ventanas anchas en el somier, una al lado de la otra, y separadas por delgadas vigas hechas de HDPE, un plástico de alta densidad resistente a altas temperaturas. Al verlas, no es difícil asumir que por ahí si entraría el cuerpo de un infante. “La caída pasó delante de todos y en cámara lenta”, cuenta Flores que le dijo el médico esa noche.

Como éste episodio, hay más denuncias por faltas graves de funcionamiento, administración y proceso dentro de la Clínica Las Condes, que han comprometido la salud de sus pacientes. La de Trinidad Flores, fue la primera.

Pablo Flores cuenta a The Clinic que hace una semana, dos psicólogas del colegio al que están postulando a Trinidad le pidieron en la entrevista que contara si su hija, había tenido algún tipo de problema que reportar. No pudo evitar recordar el día en que se la entregaron en la Clínica Las Condes con un moretón azulado en el centro derecho de la frente.

“Ha sido un episodio traumático para toda la familia. Lo que me pasa por dentro desde ese entonces me ha sobrepasado”, relata Flores. “Siempre lo recuerdo. Se lo cuento a gente que no conozco. Lo pienso en las discusiones que tenemos con mi señora. Lo veo en las veces que miro a la Trini después de todo este tiempo y me sigo preguntando si su operación se vio comprometida o no, por culpa de esta gente a la que le pagaríamos una millonada para que la cuidaran y no lo hicieron”, dice, mientras junta todos los detalles de ese día que tiene en su memoria, para contarlo, una vez más.

Foto: Felipe Figueroa.

Este mes, se tomó tres semanas de vacaciones. Quiere dedicarse a ordenar la carpeta de fotos, pantallazos de correos, respuestas institucionales y un excel donde detalla cada gasto después del episodio de la caída. También tiene un video, de cinco minutos y cuarenta segundos, que grabó en la sala de recuperación esa misma noche. En él, la enfermera de turno explica lo que sucedió mientras se apoya en la misma barandilla de la camilla desde donde se cayó Trinidad.

—La niña estaba mirando para allá, de ladito—, comienza a relatar en el video. —Aquí tenía su cabecita, los brazos, todo el cuerpo para allá— hacia su derecha. —Estaba tapada. La anestesista la entregó, como nos entregan para recuperación a todos los pacientes. Ella hizo esto— y gesticula como la niña pudo haberse dado vuelta en 180 grados al despertar de la anestesia, —y de ahí, se cayó. Pero por acá. No se cayó ni por aquí, ni por acá—, dice.

Continúa señalando que la caída no fue por las ventanas de la barandilla, sino por el borde de la cama donde la niña tenía su cabeza, sin baranda. En el momento del video, hay un almohadón de contención en ese lugar. La niña, está en brazos de su madre. 

—Es que no entiendo cómo se les cae si habían cuatro personas adentro—, pregunta Pablo Flores en el registro. 

—Obviamente no habían cuatro personas. Imposible. No se te puede caer una niña con cuatro personas a su alrededor—, dice Sonia Ventura. Y Trinidad empieza a llorar en sus brazos. Se la pasa al padre, que sigue grabando la conversación. 

—Estaba la auxiliar de sala, la enfermera, la anestesista y yo, que vine a recibir a la paciente—, continúa la enfermera. —Sí, éramos 4. La persona que estaba ahí— y señala nuevamente el borde de la camilla sin baranda, —se dio vuelta para buscar algo. Luego, la doctora que la vino a recoger no sé cómo la encontró, si de cabeza o qué… Pero puede haber sido que se cayó, de ahí reaccionó, y se pegó. No que haya caído de cabeza—, agrega en un susurro. A pesar de tener una mascarilla sobre la boca, se escucha el relato perfectamente en el video. 

Pablo Flores, la interrumpe a secas. —En una fracción de segundo, sí sé. Sé que así es como pasan los accidentes. Pero a mí, nunca se me ha caído mi hija—. 

Una fracción de segundo y dos años sin respuestas

A Trinidad Flores Ventura le había dado una otitis después de entrar al jardín por primera vez en marzo de ese año. Nacida en pandemia, se expuso a un virus que su cuerpo no conocía antes producto del encierro. Después de repetidos episodios de secreciones y algunas consultas médicas, la familia llegó donde Gonzalo Nazar, médico cirujano especialista en Otorrinolaringología certificado ante la Superintendencia de Salud por CONACEM y la Universidad Católica. 

“La paciente Trinidad Flores Ventura, de un año y medio de edad, fue llevada a mi consulta por sus padres, durante el segundo semestre del año 2022”, dice la declaración compartida por Nazar. “Por este motivo, el día 6 de octubre del 2022 la operé de una adenoidectomía y punción timpánica bilateral con instalación de tubos de ventilación —colleras—. La intervención resultó exitosa. La controlé por última vez en diciembre del año 2022. Desde entonces, ya no trabajo en Clínica Las Condes por diferencias que tuve y mantengo con su actual administración”. 

Gonzalo Nazar le había explicado a Pablo Flores cómo iba a ser el procedimiento completo de la operación. Lo citó el día 30 de septiembre a las 13:45 horas a su consulta con un sobrecupo. Ahí le contó que Trinidad podría entrar con uno de sus padres. Él fue el elegido, porque Sonia Ventura había dado a luz hace un mes a su segundo hijo, Valentín.

“Yo estaba muy sensible”, relata la madre de Trinidad. “Decidimos dejar a Valentín con mi suegra ese día. Era la primera vez que lo dejaba en manos de otra persona. Aún le estaba dando leche. Pero aún así, quería estar con mi hija. Pablo me dijo que él podía entrar a pabellón para que yo no me expusiera a ese nivel de estrés, porque ver cómo le ponen la anestesia a los niños podía ser muy fuerte. Acepté y me quedé en la sala de espera, tranquila”, continúa. 

Todo iba bien. Cuenta que acompañó a su hija mientras la anestesiaban, que las enfermeras lo felicitaron por su buena gestión y contención. Cuando salió, el doctor le dijo que lo iban a llamar para que llegara al post-operatorio antes que Trinidad, cosa que cuando ella despertara, viera exactamente la misma y última cara que vio antes de dormirse. Fue a buscar a su señora a la sala de espera y bajaron una hora a tomarse un café. Al volver, Flores bajó un minuto al baño. En eso, Sonia Ventura vio desde el sillón al doctor y la enfermera trotar por el pasillo con cara de estrés. “Estaban buscando a Pablo”, dice.

Cuando él volvió, la enfermera le dijo que lo habían llamado al teléfono pero que no había contestado. Lo llevaron a la sala de recuperación. Ahí estaban los cuatro profesionales, rodeando a Trinidad. “La operación fue un éxito”, le dijo el médico cirujano. “Pero tu hija se cayó”, agregó.

“Cuando vi la cara de asco de Pablo cuando llegué al box, perdí la cabeza”, señala Ventura. “Nos dijeron que podía pasar que los niños despertaran angustiados después de la anestesia, pero si había una persona ahí cuidándola, si nos hubieran llamado antes de traerla como dijeron que iban a hacer, la Trini no se cae”, expone.

Fotos: Pablo Flores 06/10/2022, Clínica Las Condes.

La carpeta de fotos y pruebas que ha preparado Pablo Flores, muestra en las imágenes cómo el gorro y la mascarilla de aire de la niña yacían en el suelo, al borde de la camilla, cuando él llegó a la sala de recuperación. Muestran también a Trinidad en brazos de su madre con el moretón azul en la frente, la bolsa de hielo que les dieron como “protocolo de seguridad”, y la camilla llena de cables desordenados y sábanas desarmadas. Las pruebas, han sido presentadas a través de correos para pedir una respuesta y una indemnización. Todo ha sido compartido con Gonzalo Nazar, con la subgerente de procedimientos quirúrgicos Daniela Tapia Contreras, y con la empresa aseguradora Crawford & Company.

Esa última empresa, se define como mediadora “en el ajuste de pérdidas, gestión de reclamos y servicios legales; con soluciones de administración de terceros”. Fue creada en 1979 como liquidadora de siniestro por su actual presidente, Javier Carvallo. Él y la familia Solari —dueños de Clínica Las Condes— comparten un vínculo, porque él preside el Consejo Superior de la Hípica Nacional, y Cecilia Karlezi Solari, propietaria y controladora financiera de CLC —una de las mujeres de mayor patrimonio en Chile—, quien también es la principal accionista del Club Hípico.

Foto: Felipe Figueroa.

Ambulancias sin frenos

No es el único servicio externalizado que el presidente de Clínica Las Condes, Alejandro Gil, —pareja de Cecilia Karlezi— deja dentro de la familia. El 6 de mayo de 2021, el Sindicato de Enfermeros de Urgencia y Rescate de la Clínica Las Condes, presentó una demanda al 1er Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago por vulneración al Derecho a la Vida y la Integridad. Esto después de que las ambulancias presentaran problemas técnicos graves.

Uno de los demandantes —que reserva su nombre por miedo a implicancias legales— cuenta que un día, mientras viajaban desde Peñalolén para ir a buscar a un paciente, se le cortaron los frenos a la ambulancia al avanzar por una pendiente en bajada. “El chofer trató de acercarse hacia la cuneta para enganchar las ruedas y parar. De suerte, terminamos atravesados en la bajada antes de chocar”, dice. Tras denunciar el episodio, relata que el vehículo fue enviado a reparación a Transportes Gil, contratista en ENAEX, la empresa de explosivos mineros donde Alejandro Gil es parte del directorio.

“Cuando cambió la gerencia en 2019, ellos llegaron con la idea de que nosotros como funcionarios le robábamos a la clínica. Por eso, cambiaron el taller de reparación de ambulancias que teníamos a uno que era de la empresa del dueño”, comienza a contar el demandante.

La misma semana en que él viajaba en la ambulancia por Peñalolén, a la de otro colega se le reventaron los neumáticos en Chicureo. A otra, también se le habían cortado los frenos mientras manejaba por la Autopista Nororiente. En las fotos incluidas en la demanda del sindicato, eso vehículos se ve con manchas negras y quemaduras por la puerta del costado y la parte trasera. 

Fotos: Demanda T-614-2021 1° Juzgado de Letras de Santiago 06/05/2021.

“A mí me despidieron porque yo me negué a que una tripulación volviese a salir en una ambulancia que no frenaba”, cuenta el demandante. “Una noche, me entregaron una ambulancia al inicio del turno con la promesa de que venía lista y reparada de este supuesto taller Transportes Gil. Cuando mi equipo fue a revisarla, lo vieron. ‘No frena’, me dijeron. Grabamos los videos, sacamos la foto, le informé a flota y me dijeron: ‘Tienes dos opciones. Puedes ocupar una ambulancia que no tiene aire acondicionado o puedes ocupar una que no tiene revisión técnica’. Yo me negué a usar cualquiera de las dos. Al día siguiente me echaron”, continúa. 

Al menos cuatro ex funcionarios aportan testimonio en esta demanda. En ella, denuncian hostigamiento, despido y auto-despido por malos tratos y vulneración al derecho de integridad. La resolución sentenció una multa de 20 UTM mensuales a Clínica Las Condes y la obligación de revisar y reparar cada una de las 14 ambulancias que habían en ese entonces en las tres sedes de la clínica. “Incluso cuando íbamos a buscar a los pacientes, la ambulancia se demoraba media hora en partir. En ese tiempo yo puedo perder una vida”, agrega el demandante.

A cinco años de esta falta, desde Clínica Las Condes declaran: “No tenemos conocimiento de un taller Gil. Las manutenciones o reparaciones se hacen en Kauffman en el caso de las ambulancias marca Mercedes. El resto en el taller de Juan Gac”. Las dos ambulancias estacionadas en la sede de Estoril, apagadas, hoy no muestran defectos de infraestructura visibles. Ni por dentro ni por fuera. Tras una apelación, la sentencia de esta demanda fue anulada. El caso, sigue suspendido hasta hoy. 

Fuga de funcionarios y pacientes en espera

Los conductores y enfermeros de rescate no fueron los únicos en presentar denuncias por faltas de funcionamiento. 36 funcionarios administrativos y técnicos —secretarias, auxiliares, analistas y técnicos de enfermería, entre ellos— se querellaron en agosto de 2020 por despido sin pago de remuneraciones por años de servicio e interese. Los montos de deuda llegaban hasta los ocho millones de pesos por persona. A esto, se le suma una acción judicial previa presentada en mayo, por la deuda del feriado “bono invierno”, y también de pago por trabajo en horas extra. El documento dice, que se le debía casi 500 millones de pesos a los 1.340 funcionarios del Sindicato de Trabajadores.

A 2023, la institución acumulaba 30 querellas de médicos exigiendo millonarios honorarios impagos. ¿La razón? Un modelo de pago privado implementado por la clínica. El ex director médico Rodrigo Mardones lo explicó en una declaración al 21° Juzgado Civil en 2022. “El pago a los médicos en Clínica Las Condes, se realiza una vez que la empresa consigue cobrar la prestación de servicios a sus pacientes”, consigna a Pulso

“Contra recaudación” es el nombre del modelo de pago que sigue vigente hasta el día de hoy en la clínica. Consiste en lo siguiente: al médico se le paga cuando a CLC le paga el ente financiador. Así, recaudan el dinero entre seguros, isapres, Fonasa y el copago del paciente. Cada quincena, se supone que la clínica le paga una liquidación por procesos ambulatorios —consultas o intervenciones menores— .No así las operaciones, porque, según fuentes internas de la institución, las isapres depositan los bonos de sus afiliados en un promedio de 150 días por cada intervención.

“Sin ir más lejos, existe una causa de cobranza por ya varios años, de deuda efectiva por montos superiores a los 70 mil millones de pesos”, continúa el ex director médico en su declaración a la justicia en 2022. “Estos representan aproximadamente un 10% más de dineros que hasta ahora, no han sido recuperados ni recaudados, destacando que en los años de pandemia dicho monto se incrementó en hasta tres veces”. 

El aviso que la empresa le da a los médicos que operan respalda que la plata total por la operación va a llegar en algún momento. Eso, sí puede ser interpretado como una deuda. En el caso de Rodrigo Díaz (54), —anestesista cardiovascular que trabajó 22 años en CLC y que hoy es querellante—, esa deuda se ha extendido desde 2021 hasta la fecha. Cuando se fue de la clínica, se dio cuenta de que le debían un año de honorarios. Hoy, mediante el pago contra recaudación, va en ocho meses faltantes de pago. Son aproximadamente 100 millones de pesos. 

“Fui el primero en demandar por esta causa en la época”, relata Rodrigo Díaz. “Es que desde el cambio de modelo médico que hubo con Gil, un 80% de la planta de médicos que trabajaba en ese entonces, se ha ido. En lo personal, me fui por no coincidir con ellos en cómo se estaban haciendo las cosas. El liderazgo que se aplicaba era muy vertical y en mi opinión, de poco conocimiento”, continúa. 

La empresa estima que la fuga de doctores de esa época fueron 236 profesionales. Hoy, entregan las cifras de profesionales actuales y las de atención médica de las últimas semanas: 824 profesionales, de los cuales 612 son de “staff” y 212 funcionan como “médicos proveedores”, o sea, por honorarios y para las intervenciones críticas en la UCI, la UTI y Urgencias. Hay, según dicen, 40.000 consultas médicas mensuales y 50 atenciones diarias en pabellón. 200 atenciones en urgencia. Además, cuentan que más del 75% de ocupación de camas en cuidados intensivos y hasta 80% de ocupación en cuidados intermedios.

El cálculo, demuestra que, con estas cifras, hoy un médico de Clínica Las Condes puede realizar 49 consultas médicas al mes, sin importar si está contratado o no. Además, cuatro médicos por honorarios son los que se necesitan a diario para trabajar en intervenciones críticas que requieran operación.

Pero las denuncias de pacientes, a través de la página de reclamos y en redes sociales de CLC, dicen que los doctores no alcanzan. Ángela Ramírez (39) publicó una en 2023, porque pensó que su hija podría haber muerto en la cama, a la espera de un médico que la atendiera. 

A principios del invierno pasado, su hija cumplió cuatro meses de vida en la Clínica Las Condes. Se había contagiado hace cinco días con el virus sincicial respiratorio. Mientras estaba en la camilla de la zona de cuidador intensivos, la niña dejó de respirar. Según su testimonio, llamaron a la enfermera que les contestó que vendría, pero pasaron 40 minutos, y no llegaba. “El pitido de la máquina se hacía más fuerte a cada segundo por la baja saturación y mi hija, que estaba en control de síntomas vitales, no reaccionaba”, dice Ramírez. “La intentamos reanimar con mi marido y cuando de milagro abrió los ojos, le escribí por WhatsApp a la pediatra de la niña para preguntar qué hacer”, continúa. 

La médico llamó a su colega de turno en el piso. Cuando llegó a la pieza, les dijo que probablemente nadie había llegado porque “entre las 20:00 y las 21:00 se hace cambio de turno”. Ramírez no lo podía creer.

Todos fuera de la clínica

Cuando uno entra a la Clínica Las Condes, la infraestructura amplia, las paredes enchapadas y los corredores amplios rodeados de cafés y restoranes, se ven grandes para la poca cantidad de gente que hay. En la sala de espera de la Unidad de Tratamiento Intermedio ubicada en el piso 7 del Edificio A, una madre espera con su hijo recostado a lo largo del sillón de espera. Su cuerpo cabe entero, no hay nadie más que necesite usar ese espacio.

La mujer cuenta que vienen desde Cabildo a operar a la hermana del niño. Que “llegaron hasta acá porque para Fonasa, la Clínica Las Condes tenía que ser lo mejor a lo que podíamos optar”, contó. Pasaron tres horas y la sala de espera seguía igual de vacía. Adentro, la mayoría de las piezas estaban vacías, la cama intacta y la luz natural entrando por la ventana abierta.

Fuentes internas a la clínica entregaron un cálculo de la cantidad de pacientes que entraron a CLC entre octubre del 2023 y marzo de este año. Basado en la planilla de ingresos, 400 entraron por Isapre Libre Elección, 208 por Isapre Ley de Urgencias, 121 por Fonasa Libre Elección y 306 por Fonasa Ley de Urgencias. 1.035 pacientes en cinco meses.

Gonzalo Nazar, el médico que atendió a Trinidad Flores Ventura cuando le dio otitis, también se fue de CLC. “Lo que le pasó a Trinidad fue la gota que rebalsó el vaso para él, que siempre fue un buen médico con nosotros”, comentan Pablo Flores y Sonia Ventura. 

Después de la rencilla con el equipo médico en la sala de recuperación y de grabar el relato de la enferma donde admitía que Trinidad se había caído y golpeado en la cabeza, ambos cuentan que exigieron la visita de un neurólogo para ver que Trinidad estuviese bien. La revisaron y decidieron que estaba en condiciones de bajar a una sala. Les pidieron que firmaran un consentimiento para que uno de los profesionales la trasladara y ellos se negaron. La llevaron ellos en brazos y al llegar, vieron la misma camilla que arriba. Se negaron también a acostarla ahí y “a modo de protesta y protección”, armaron una cuna “pack and play” que habían traído en el auto. 

Pasaron unas horas esa noche y se fueron de inmediato. Nazar iba monitoreando todo, incluso hasta después de que la dieron de alta, cuando Trinidad comenzó a tener secreciones otra vez. Sonia Ventura le escribió unos mensajes de texto en desesperación: “¿Esto significa que la operación no sirvió verdad?”, a lo que el médico respondía que había que insistir con el tratamiento antibiótico. “Pero nosotros nunca nos pudimos quedar tranquilos”, agrega Pablo Flores. “Hasta el día de hoy nos preguntamos si ese golpe en la cabeza hizo que todo lo que pasamos haya sido en vano”. 

Foto: Felipe Figueroa.

Flores ha enviado comunicados a la Clínica Las Condes donde reconstruye todo lo que pasó esa noche. Además, adjunta un excel que muestra los gastos cuantificados en atención médica, hospitalización, remedios, bencina y horas de cuidado de sus hijos con babysitter. También, los tres millones de pesos que gastaron en la fórmula que tuvieron que comprar para alimentar a su hijo Valentín. Sonia Ventura dejó de producir leche producto del estrés y depresión post parto. Flores avaluó estas consecuencias como “graves e irreversibles” en el documento, y las contabilizó en quince millones de pesos.

En total y hasta hoy, el padre de Trinidad exige una indemnización de $62.095.387 pesos a Clínica Las Condes. Para conversarlo, consiguió una reunión con el abogado de la gerencia de la institución, Héctor Zavala, y con el doctor Jorge Rufs, director médico interino desde octubre de 2023 —fecha en la que Rodrigo Mardones renunció al cargo por sus deudas avaluadas en 10 mil millones de pesos—.

“En esa reunión, Zavala le dijo a Rufs: ‘Yo le ofrezco lucas, quédate tranquilo’. Después la aseguradora me llamó y me ofreció $1.500.000. Dije que no y, después de eso, tanto ellos como la aseguradora, dejaron de contestar”, cuenta Flores.

Información: Pablo Flores. Infografía: The Clinic.

Reserva de hora, pero sin especialistas

Hoy, mientras la postulan a Trinidad su primer colegio, Sonia Ventura dice que nunca volverá a la Clínica Las Condes producto de la negligencia médica y su incapacidad de dar respuesta. Incluso antes, ella se había hecho una intervención estética en una clínica privada de Las Condes. Cuenta que ahí ni siquiera le pusieron anestesia general —siendo una intervención que lo requería—. Luego, uno de esos doctores llegó al Departamento de Cirugía Plástica de la Clínica Las Condes. “Me sorprendió mucho. Con una amiga, comprobamos que este profesional ni siquiera tenía la especialidad de Cirugía Estética inscrita en la Superintendencia de Salud”, cuenta hoy. 

De los seis profesionales que ofrece la página web de CLC en la sección de reserva de horas para cirugías estéticas, dos tienen acreditada la especialidad de “Cirugía General” en el Registro Nacional de Prestadores Individuales de Salud. Se llaman Luis Felipe Costa y María Isabel Thumala. Los otros cuatro no la tienen: José Luis Monardez, José Miguel Zahri, Elmer Torres y Harold Bravo.

Rodrigo Díaz, el anestesista cardiovascular que se está querellando por honorarios impagos contra CLC, también denuncia este tema. “Promocionan a especialistas sin tener el certificado de especialidad que entrega esta institución. Lo hacen sobre todo los argentinos”, dice. Díaz denuncia por once médicos: Marcos Mendes (neurología), Mariano Barrera (nefrología), Mariana Mesías (nefrología), Francisco Contreras (nefrología), Luciano Stricker (cirugía plástica), más los tres mencionados anteriormente, por cirugía plástica.

La Superintendencia de Salud confirma que se revisó nombre a nombre en la Intendencia de Prestadores. Ninguno de estos médicos tiene especialidad certificada y enviada a la institución por CONACEM —institución que acredita especialidades junto con la U. De Concepción y la USACH— en sus áreas. Contreras y Monardez tienen especialidad en Medicina Interna. Solo Sticker reporta el Eunacom aprobado, por lo que es el único que podría ejercer en el sistema público.

Chile no tiene una Ley de Especialidades ni ningún recurso que obligue a los médicos con títulos de médico cirujano tener una especialización reconocida en su área para ejercer y atender en una clínica. Así lo explican desde la Superintendencia de Salud. “Lo que está prohibido, es realizar propaganda o información engañosa de que estos médicos son ‘especialistas. Este tipo de denuncias, como constituye el ámbito de la venta, llega al Sernac”, dicen.

Sernac informa que ya se encuentran en conocimiento de la situación y que “procederán a iniciar un oficio de fiscalización por publicidad engañosa en la web de Clínica Las Condes”. En consulta con los abogados, informan que durante la revisión de la web, “lo que es problemático a primera vista, son los deberes de información en relación con el ofrecimiento de los servicios de salud, puesto que no sería información clara ni transparente”, aludiendo al Derecho a la Información Veraz y Oportuna .

Al respecto, CLC responde a The Clinic que “todos los profesionales que se desempeñan en la institución, incluso en especialidades, cuentan con todos los registros y habilitaciones necesarios para desempeñar sus funciones en Chile”. 

Fernanda Poza (28) entró a urgencias de Clínica Las Condes el 18 de julio de 2022 porque llevaba dos semanas por vómitos y quedó hospitalizada. En el momento en que llenaron su ficha y le preguntaron si tenía alguna alergia, ella respondió que sí. Generalmente, si tenía una vía venosa puesta más de dos días, su piel se empezaba a irritar inmediatamente. 

“Yo les dije, les dije que iba a pasar. Y a los dos días, me empezó a doler mucho el brazo cuando me estaban pasando litio. Me dijeron que era normal, la enfermera me revisó, me cambio la vía de lugar —mismo catéter— y me dijo que el parche me lo habían puesto mal y que por eso se me había irritado un poco”. Después le dieron una bolsa de hielo para que la pusiera durante la noche. 

Fotos: Fernanda Poza 10/07/2022, Clínica Las Condes

Al otro día, la dieron de alta y le cobraron una crema dérmica. No la pagó. Tampoco pagó la hospitalización. Después de que fue a control con su doctora inmunóloga, se dieron cuenta de que tenía un trombo de 10 cm producto de la alergia, y que la vena se había perdido en su totalidad. “Por suerte no era una vena principal, pero el problema de la vía me provocó una trombosis en la que tuve que invertir mucha plata. Más encima, después de la hospitalización por mis vómitos, me llamaron a control para revisar la endoscopía que me hicieron para mirar el estómago. Pero las imágenes no estaban por ninguna parte. Las habían perdido”, relata.

La respuesta institucional que en ese tiempo firmó Rodrigo Mardones, decía que “lo sucedido es una de las complicaciones que se pueden presentar y asociar al uso de accesos vasculares, y en esta situación, se aplicó el protocolo implementado para estas situaciones”. Hielo y crema Arnikaderm —gel tópico, de venta libre y sin receta en todas las farmacias, en un valor de $10.000 pesos aproximadamente—. La hospitalización le salió $491.128 pesos a pagar, con el 80% de cobertura del plan de la isapre. 

La falta de insumos médicos

Esta semana, el día miércoles 3 de abril en la noche, el Colegio Médico publicó un comunicado donde solicitan a la Superintendencia de Salud una investigación por irregularidades en la disponibilidad de insumos críticos. La denuncia, fue hecha por los mismos funcionarios de la Clínica Las Condes. La institución respondió mediante un comunicado rechazando de manera “categórica y tajante” la existencia de una deficiencia en insumos. A The Clinic, respondieron lo siguiente:

“Es completamente falso que en CLC exista falta o deficiencias de insumos. Hoy la provisión de insumos se realiza por personal interno de CLC; y no existen inconvenientes de ninguna especie. Por el contrario, se implementó un sistema de automatización para la distribución de insumos al interior de la Clínica, que ha mejorado la cadena de entrega de los insumos. Sobre proveedores externos, CLC trabaja con laboratorios y proveedores de primer nivel y no han existido cambios a ese respecto”

Fuentes internas conocedoras del funcionamiento médico de la clínica, denuncian que “en las unidades de pacientes críticos, en todos los box de atención, no hay cajas para guardar las agujas o los desechos que uno utiliza con pacientes. La que hay, está colapsada con agujas saliendo por todas partes. El riesgo de pincharse es alto”. También hemos dejado de tener potasio por días en la clínica. Simplemente tenemos que elegir al paciente más crítico para dárselo y a los otros dejarlos con riesgo de accidente cardiovascular. Ya no se cambian los catéteres cada cinco días, sino cada siete, y los pacientes pueden pasar semanas con las mismas infusiones durante una semana lo cual es grave”, afirma. 

En el recorrido que The Clinic realizó por Clínica Las Condes, la gerencia y el equipo médico que forma parte de la dirección mostró el sistema automatizado de insumos y suplementos que instalaron hace tres meses -y al que se referían en la declaración-. Hace 11 años, la Clínica Las Condes fue el primer centro médico clínico en recibir el HIMSS -Healthcare Information and Management Systems Society-, por ser pioneros en digitalizar las fichas de los pacientes. El sistema que trajeron ahora, se llama Pyxis. Lo que hace el robot, es sistematizar el inventario de medicamentos e insumos disponible en cada “bodega periférica”, ubicadas en las distintas unidades de atención de la clínica.

Foto: Felipe Figueroa.

Funciona ingresando el nombre de usuario que cada una de las enfermeras, enfermeros y técnicos tiene registrado y se llena de la información sobre cada paciente y sus necesidades en conexión con la ficha clínica. Para sacar un remedio de la bodega, hay que ingresar al sistema, seleccionarlo y el robot abrirá una de las puertas donde se almacenan a una temperatura específica. Todas las gavetas de la Unidad de Cuidados Ambulatorios, que es la que muestran, se ven llenas y en buen estado. 

Pelea chica que crece hasta los pacientes

Los profesionales médicos con cargos directivos en CLC que están presentes en esta demostración, concuerdan con que el “problema de los insumos tiene que ver con un cambio de cultura radical a los que los funcionarios no se han adaptado”. Explican que a estos no les acomoda el sistema nuevo. Prefieren el sistema de antes, que era llegar y sacar el remedio de una caja de plástico. Como no ven los medicamentos ahí donde estaban antes, piensan que no hay. Agregan también, que el problema de la escasez de potasio es a nivel nacional. 

Pero la fuente que denuncia desde los funcionarios, explica que nunca ha utilizado un sistema así en su unidad de enfermería. Dice que los medicamentos llegan por pedido una vez que se han agotado, y que eso, puede tardar semanas. Una fuente distinta que también pertenece a un equipo de enfermería, agrega que “cada día llegan más pacientes por Fonasa y por isapres y no tenemos nada para darles”. 

Aunque el 1 de marzo, la isapre Banmédica publicó un comunicado en su página web que sentenciaba el término del convenio con la Clínica Las Condes a contar de esa fecha. Esto tras el conflicto legal que enfrentaron ambas empresas, después de que Banmédica notificara una demanda por 15 mil millones de pesos a CLC y ésta, respondiera con la exigencia de 60 mil millones. Fuentes cercanas a Banmédica, plantean que el convenio aún no está terminado para los pacientes preferentes. Pero esa información no está disponible para los afiliados en sus canales de consulta inmediatos. 

Pablo Flores y Sonia Ventura cuentan que por la operación de Trinidad, les siguen cobrando $3.762.825 de pesos. “Nos llaman y hostigan todo el tiempo. Han pasado casi dos años y me siguen llamando 17 veces al día, incluidos los sábados”, cuenta Ventura. Luego a Flores le dijeron que no se angustiara por la plata, “que con nuestra isapre Colmena nos va a salir $250.000 pesos y nada más”. Pero para ellos ese no es el tema. “Nadie me va a devolver lo que hemos perdido por este episodio durante este tiempo”, dice. 

Clínica Las Condes declara “no estar en conocimiento de denuncias por supuestos servicios perjudiciales a pacientes”. No mencionan haberse reunido con la familia Flores Ventura, pero la invitación a la reunión virtual por Teams con ID: 282 866 556 579, donde Pablo Flores se reunió con Felipe Maureira de Crawford & Company, y el correo para concretar la reunión principal con Jorge Rufs y Héctor Zavala el día 18 de noviembre del 2022 a las 16:00 horas, están. El código del ingreso del reclamo a la clínica 8000437118, está.

La declaración también consigna que “CLC es una institución de salud presta servicios de primer nivel y calidad a sus pacientes en las materias de la más alta complejidad del ejercicio de la medicina. Ello no tiene nada que ver con que, como parte normal del ejercicio de la medicina, pacientes puedan reclamar o demandar por las atenciones que reciben“.

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