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Política

11 de Abril de 2024

Los vaivenes de la compleja relación de Chile con Venezuela bajo la administración Boric

Gabriel Boric Gabriel Boric. Foto: Presidencia

Esta mañana el Presidente Gabriel Boric anunció lo que sería el segundo llamado a consulta en su mandato, en donde notificó que requeriría al embajador chileno en Venezuela, Jaime Gazmuri. Ello luego una polémica diplomática iniciada por el canciller de ese país, quien habló del Tren de Aragua como una "ficción". El episodio se suma a la larga lista de desencuentros que ha tenido Chile y Venezuela desde la llegada de Boric a La Moneda.

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Nos preocupa la falta de colaboración del gobierno venezolano en áreas claves relacionadas con la seguridad, como, por ejemplo, la expulsión de individuos responsables de cometer delitos en nuestro país (…). Venezuela no está colaborando con los países del sur, porque sí lo hace con Estados Unidos. Sí acepta expulsiones de Estados Unidos a Venezuela“. Esas fueron las palabras previas —y el tono— que manejó el Presidente Gabriel Boric antes de comunicar una decisión que se venía barajando desde el Ejecutivo: el llamado a consulta al embajador de Chile en Venezuela, Jaime Gazmuri.

“Es una clara señal política de disgusto”, comenta a The Clinic el senador y exministro de Relaciones Exteriores, José Miguel Insulza (PS). Y es que la decisión del Mandatario vino argumentada del último episodio de confrontación entre ambos países, el cual radicó en las declaraciones del canciller venezolano, Yván Gil.

El diplomático del régimen de Nicolás Maduro señaló —en un encuentro con su par colombiano en Cúcuta— que la organización criminal del Tren de Aragua respondía a una “ficción”. Fue ante eso que el Ejecutivo, mediante la ministra del Interior, Carolina Tohá, se refirió como un “insulto” a las palabras del diplomático. Pese a ello, Gil insistió en su punto posteriormente y llamó al gobierno chileno a “desechar el relato impuesto” y asumir el “combate del crimen de manera profesional“.

El llamado a consulta del embajador es una expresión de malestar“, añade Heraldo Muñoz, exministro de Relaciones Exteriores, en donde asegura que la acción “refleja la tensión bilateral entre Chile y Venezuela” y que “el embajador permanecerá en Chile todo el tiempo que decida la autoridad, como expresión de rechazo a las declaraciones y acciones del régimen venezolano“.

Dicho rechazo a las declaraciones del canciller venezolano reforzó Boric en sus redes sociales, en donde habló de “afirmaciones irresponsables”.

En todo caso, dicha “tensión” entre Chile y Venezuela está lejos de ser un episodio nuevo bajo esta administración.

Un historial de dificultades

En la cumbre de líderes de América del Sur, hospedada en Brasilia a finales de mayo del año pasado, la situación de Venezuela —que volvía a participar de una instancia multilateral— generó un breve encontrón entre Boric y el presidente brasileño, Lula da Silva. Lo anterior ocurrió luego de que el mandamás de Brasil hablase de una “construcción de narrativas” en torno a Venezuela.

Sobre ese punto fue donde el Presidente marcó su diferencia. “Yo manifesté respetuosamente que tenía una discrepancia con lo que señaló el presidente Lula (…). No es una construcción narrativa, es una realidad. Es seria y he tenido la oportunidad de verla en los ojos y en el dolor de cientos de miles de venezolanos en nuestra patria“, señaló.

Por esos comentarios, unos días después Boric recibiría una réplica directa desde Caracas proveniente del brazo derecho de Maduro, el diputado Diosdado Cabello. “Boboric, el bobo mayor (…). Es un bobo que es un presidente de un pueblo, de un país, pero es un bobo con malas intenciones”, espetó. Además, sumó que Boric trabaja para los gringos” y de gobernante de las élites.

En los últimos meses, Cabello también se hizo presente en la contingencia del país. Esta vez el ambiente estaba dado por el secuestro y homicidio del exmilitar venezolano, Ronald Ojeda. Antes de que se descubriera el cuerpo de Ojeda, hubo mucha especulación en torno al caso. Una de las que aludió el parlamentario venezolano conversaba sobre una posible misión militar de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela (DGICM).

“Él dice que, escuchen estas historias (…), que un comando de la DGCIM fue a Chile. Saquen la cuenta de cuántos kilómetros hay de aquí a Santiago de Chile. Secuestraron un tipo allá y se lo trajeron de Chile para acá”, comentó. “Pasaron por todos los países que había que pasar hasta aquí y nadie se enteró. Es que nosotros somos unos campeones. Si nosotros podemos hacer eso, ¿quién nos para en este mundo?“, ironizó.

Sobre el mismo crimen de Ojeda se reflotó otra situación que había pasado semanas antes. Se trató de un acuerdo de cooperación para enfrentar al crimen organizado que firmó el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve (PS), con Venezuela.

Dicho documento —por el cual Monsalve viajó hasta el país caribeño para suscribirlo— generó suspicacias, en su momento —argumentado por un medio venezolano—, sobre si el mismo habría dado un visado al régimen de Maduro a efectuar tareas en suelo nacional. Fue el propio Monsalve quien debió referirse al acuerdo y establecer que éste aún no estaba vigente.

No obstante, los problemas en torno al convenio no se cerraron con esa precisión. La Contraloría General de la República solicitó informes tanto a la subsecretaría del Interior como a las de Relaciones Exteriores para evaluar la legalidad del convenio. Ello luego de que la diputada Gloria Naveillán reclamase por la firma del mismo de forma unilateral sin la consulta de otro poder del Estado.

En tanto, sobre el mismo caso de Ojeda, hace una semana el medio colombiano Caracol TV afirmó que Maduro mandató, mediante el Tren de Aragua, el asesinato del exmilitar, quien era opositor al régimen.

Contraste de Sebastián Piñera

Una de las quejas que nombró esta mañana el Presidente Boric guardó relación con la expulsión de migrantes venezolanos.

Durante el segundo mandato de Sebastián Piñera, en tanto, hubo vuelos de extranjeros expulsados que, inclusive, repatriaron a chilenos que vivían en Venezuela. Ello se daba en el marco del plan de expulsión que impulsaba el Ejecutivo en ese entonces, que en 2018 concretó 1.102 expulsiones con destino hacia distintos países.

Pero, la relación con Venezuela no sólo generaba una diferencia en esa temática. Uno de los puntos de inflexión de la gestión del exmandatario se dio con la visita que hizo a Cúcuta en 2019. En esa oportunidad, la intención era hacer un ingreso de ayuda humanitaria en la ciudad colombiana, fronteriza con Venezuela.

Ese último episodio, además de haber sido hospedado por el gobierno de Iván Duque, era promovido, desde Venezuela, por el entonces presidente autoproclamado, Juan Guaidó.

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