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Ilustración: Sandro Baeza

Tendencias

12 de Noviembre de 2024

Las parejas que piden dejar una videollamada prendida durante toda la noche: la historia de un desbordado método de control adolescente

"Cuando despertaba, prendía el celular, abría la videollamada y él ya estaba ahí, mirando el celular, como esperando que me conectara. Sabía que era algo extraño. Y sí, en algún momento quise tratar de entenderlo. Pero no pude". Es la historia de Daniela, estudiante universitaria que durante nueve meses mantuvo una videollamada prendida con su pareja todas las noches. Es un ejemplo más de una conducta límite que, según los especialistas, sí constituye violencia en la pareja. ¿Se puede denunciar? Depende.

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Daniela (21) se puso a pololear a los 19 años con un hombre de 23. En ese entonces, ella estaba cursando su segundo año de universidad en Santiago y él estudiaba en Valparaíso. Ambos vivían una relación a distancia durante el año académico. En verano se volvían a ver porque ambos volvían a Rancagua, donde nacieron y donde se conocieron. Pero desde abril hasta diciembre, mantenían la relación a través de videollamada. Todos los días y, todas las noches.

La primera vez que él le pidió a Daniela que dejara la videollamada prendida toda la noche, dio argumentos románticos. “Me decía que quería sentirme más cerca suyo. Que quería escuchar mi voz a través de la pantalla cuando ambos nos levantáramos y nos diéramos los buenos días, como si estuviésemos juntos”, recuerda Daniela.

“Yo dejaba la cámara y el micrófono apagado toda la noche. Cuando despertaba, prendía el celular, abría la videollamada y él ya estaba ahí, mirando el celular, como esperando que me conectara. Él me decía ‘buenos días’, pero yo solo me despedía, porque me tenía que ir a la universidad. Sabía que era algo extraño. Y sí, en algún momento quise tratar de entenderlo por nuestra relación a distancia. Pero no pude”, continúa.

Daniela cortaba, tomaba sus cosas y salía del edificio residencial para estudiantes universitarios y personas migrantes ubicado en Santiago Centro, metro Moneda. El lugar estaba lleno de estudiantes jóvenes como ella. Se hacían fiestas en el estacionamiento casi todos los fines de semana y se vivía como en una especie de fraternidad universitaria. Eso a él, le provocaba celos.

El fenómeno de que la pareja pida dejar la videollamada prendida durante la noche, no sorprende a Soledad Garcés, directora de la Fundación para la Convivencia Digital. “No me extraña, lo he escuchado. Eso sí, pasa más en los universitarios que en los adolescentes escolares, que tienen una rutina mucho más supervisada del sueño”, explica.

Garcés, que también es educadora de la Universidad Católica, dirige Fundación para la Convivencia Digital para promover el auto-cuidado en internet de la niñez y la juventud. Cuenta que hoy día el peligro está en que las personas están tendiendo a normalizar conductas que se viralizan a través de las redes sociales pero que no son sanas.

“La gente empieza a viralizar este tipo de conductas en la pareja y terminan siendo aceptadas socialmente porque se tiene la idea de que es “permitido” pedirle a la pareja que deje la videollamada prendida solo porque todos los hacen”, dice Garcés. “Pero esto, habla de un mecanismo de control en la pareja donde la cotidianeidad es solo una excusa”.

Relación a distancia y videollamada a oscuras

Daniela cuenta que su ex pareja tenía “muchos problemas de apego y de autoestima que yo conocía en esa época, pero no tan a fondo. Lo de las videollamadas en la noche empezó cuando llevábamos tres meses de relación a distancia. Yo empecé a notar todos sus problemas de apego con su mamá a los seis meses”.

Por qué es relevante: la ciber-violencia en el pololeo es un fenómeno multidimensional precedido principalmente por los celos, y estos, a su vez, son precedidos por las inseguridades. Lo explica un estudio publicado en enero de 2023 que analiza la ciber-violencia en el pololeo en estudiantes universitarios de Chile.

“Las inseguridades se asocian con el miedo a la pérdida del vínculo amoroso, la inmadurez y la autoestima. Además, las inseguridades son causadas por factores familiares tales como el abandono, apegos poco saludables y patrones de crianza disfuncionales“, dice la investigación.

Una conducta humana entendida desde el análisis de las emociones y los vínculos afectivos, es difícil de calificar, mucho más de sancionar, cuando se convierte en un ejercicio de violencia. “Hoy tenemos una enorme cantidad de adolescentes que a partir del mundo digital ejercen poder sobre la pareja. Lo que antes era la plata, ‘si tú no haces esto no voy a pasarte plata’, ahora es: ‘Si tú no me mandas este tipo de fotos, yo no sigo contigo’, por ejemplo”, explica Soledad Garcés.

Daniela cuenta que el control de parte de él se daba principalmente cuando ella salía de noche. “Si salía a carretear o incluso si bajaba a las fiestas del estacionamiento, él me hacía escenas de celos por todo. Después, cuando yo llegaba de vuelta a la pieza, hacíamos una videollamada y me incriminaba. ‘Que cómo yo podía preferir estar en una fiesta o estar con amigas a llamarlo por teléfono, si estábamos en una relación a distancia“.

Después de discutir, volvía la rutina de dejar la videollamada prendida durante la noche. Él le pedía a Daniela que dejara la cámara prendida. “‘Qué importa’, me decía, ‘si igual va a estar todo oscuro no se va a ver nada’. Yo le decía que no lo iba a hacer con la excusa que de no quería que se echara a perder la batería de mi celular por dejar la cámara prendida toda la noche”.

Esta conducta aún no constituye violencia en la ley

Ignacio Becker Bozo, Asesor en Políticas de Juventudes, Dirección Nacional del INJUV, dice que desde la investigación y la acción en políticas públicas de educación sobre relaciones de pareja saludables en la adolescencia y la juventud -incluyendo una relación a distancia-, esta situación sí constata un hecho de violencia.

“Dejar la videollamada prendida, pedir la clave de las redes sociales e incluso revisar los contactos del otro, son evidencia de prácticas de control y violencia psicológica y cibernética en las juventudes”, dice Becker desde la institucionalidad. También pasa que se comparten la ubicación 24/7 para saber dónde están. El especialista asegura, que son modalidades que se mezclan con otros tipos de violencia en la pareja. “Se suma a conductas como controlar con quién se junta la pareja. O elegir cómo se tiene que vestir”.

El día 11 de septiembre de 2024, entró a la Comisión de la Mujer y la Equidad de Género del Congreso el proyecto de Ley de Violencia Digital, promovido por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Esta ley actualizaría la actual jurisprudencia para sancionar la difusión no consentida de contenido íntimo con presidio de hasta 540 días. Pero también, crearía el delito de hostigamiento, algo que aún no existe.

¿Podría constatar un acto punible el hecho de pedirle a la pareja que deje la videollamada prendida durante toda la noche? “La pareja no te puede obligar a hacer algo que atente contra tu intimidad y eso sí puede ser sancionado”, explica Soledad Garcés. “Pero este tipo de situaciones en concreto aún no están especificados en las leyes. Aunque son fácilmente interpretables para cuando se denuncia abuso de poder”.

Cuando Daniela se iba a acostar, se despedía de su ex pareja y dejaba el celular cargando al lado de la cama, con la cámara y el micrófono desactivado. Pero a veces, se le olvidaba cargar su dispositivo. “El celular se me apagaba en algún momento de la noche. Cuando lo volvía a prender en la mañana, tenía millones de llamadas perdidas. Eso significa que sin importar la hora de la madrugada, él se daba cuenta de que la llamada se cortaba”, relata.

Ante la situación cuasi tétrica, Daniela volvía a conectarse a la videollamada. “Ahí estaba él, mirando fijamente el teléfono, esperando que yo apareciera”.

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