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Entrevistas

27 de Junio de 2022

Shane Cienfuegos, activista no binarie: “Nada es estático, nada es para siempre, ni siquiera el patriarcado”

Archivo Personal

Shane Cienfuegos es une trabajadore social y especialista en estudios de género que a lo largo de los años ha destacado por su activismo en defensa de las personas trans no binarias. En esta entrevista, comparte su análisis acerca de qué le impulsó a movilizarse por otres, mientras explica su diagnóstico del presente de Chile en términos de inclusión. “Muches activistas trans, travestis, transexuales y no binaries hemos tenido que poner al servicio de lo público nuestras fuerzas físicas y psíquicas en pos de generar incidencias que promuevan avances”, comenta.

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A sus 29 años, Shane Cienfuegos es una persona trans y no binaria con una larga trayectoria de activismo por los derechos de las diversidades sexuales en Chile.

Como trabajadore social, y con un magíster en estudios de género, Shane lleva la bandera de la lucha por la igualdad como una propia. Su historia y experiencia le han llevado a liderar charlas en el país y el extranjero, convirtiéndose en una especie de referente para les jóvenes que no se sienten identificades con las nomenclaturas de género rígidas, muchas veces forzadas por un contexto sociocultural conservador e incomprensivo.

Actualmente, Shane es parte de la asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile), donde cumple el rol de coordinadore de intervención social. Sin ir más lejos, su trabajo fue clave en la entrega que OTD realizó, en medio de la pandemia, de poco más de mil cajas de mercadería a población trans en situación de vulnerabilidad social. También participó en la fundación del Colectiva Neutres, una organización transfeminista que lucha por el reconocimiento social e institucional de las personas no binarias.

Asimismo, Shane Cienfuegos lanzó en septiembre de 2020 su debut en el mundo de las letras, con el libro “A través del CIStema: Memorias y reflexiones de una travesti chica” (Catalonia). Ahí, relata parte de su historia, que le llevó a ser quien es hoy.

En entrevista con The Clinic, en el marco del especial sobre rostros del activismo LGBTIQ+, Shane Cienfuegos comparte su análisis acerca de qué le impulsó a movilizarse por otres, mientras explica su diagnóstico del presente de Chile en términos de inclusión.

“Chile para mí es una paradoja legal, cultural y política, puesto que, por un lado, a nivel internacional, se visualiza este largo y angosto fajo de tierra como una metrópolis disidente con amparo legal, y por otro, nosotres vivimos una realidad de vida precarizada y de constante muerte y ataques trans odiantes”, comenta al respecto.

-¿Cómo ha sido tu lucha dentro del activismo LGBTIQ+?

-En primera instancia, quiero referir que esta lucha no es mie. Nuestra lucha es un largo desarrollo de experiencias multiplicadoras de cambios sociales que busca como eje central, des ocultar, visibilizar y erradicar las estructuras que promueven e instalan desigualdades sociales con el objetivo de controlar y regular no tan solo nuestras cuerpas, sino nuestras economías y percepciones. En donde muches activistas trans, travestis, transexuales y no binaries hemos tenido que poner al servicio de lo público nuestras fuerzas físicas y psíquicas en pos de generar incidencias que promuevan avances en cuanto a componentes de la vida tan importantes como la cultura, el arte, sistemas de cuidado y la educación, etc.

-¿Y cómo has vivido esto tú particularmente?

-En mi caso en particular, fueron los movimientos under/queer de los 2000 que me llevaron a entenderme de forma distinta a lo que se esperaba desde el proyecto educativo imperante -lo normal-. Fue así como en esos años me instalé como una pequeña beba seudo militante desde la periferia de zona metropolitana sur, en la comuna de El Bosque. Yo no sabía que era travesti hasta que lo gritaron en la calle unos compañeros de curso. No sabía qué era o qué significaba tal palabra, pero sabía que era algo que me iba acompañar el resto de mi vida.

-¿Cómo fue que descubriste lo que significaba “travesti”, en esa época?

-Recuerdo más o menos a la edad de 9 y 10 años haber visto un reportaje en la TV, a propósito de “hombres que se vestían de mujer”. Eran trabajadoras de la calle, eran estilistas y tenían la peste rosa. Crecí con la mirada de que era una persona que iba a vivir poco tiempo y que debía lo antes posible conseguir unos tacones rojos para que no se me hiciera tan difícil la calle. Fue de esta forma que de muy pequeñe conocí en mundo under en mi comuna, La Pintana y San Bernardo. Es por ello por lo que quienes estábamos en esos lugares en la actualidad nos vindicamos como activistas de las periferias. Santiago no es la región Metropolitana.

-¿Cómo recuerdas los comienzos de tu activismo?

-Aún recuerdo que en la revolución pingüina, una de las consignas que se disputaban desde mis compañerxs -en la enseñanza media- era la de una educación gratuita y de calidad, mientras que las consignas travas e inclasificables eran un acceso a la educación igualitaria. O sea, mientras algunos pedían mejores condiciones para poder estudiar, nosotres quienes éramos marginades por ser distintes a la hegemonía, exigíamos que no nos negaran la matricula por ser LGBT. Tales luchas al igual que otras muchas quedaron eclipsadas por dirigencias principalmente masculinas divulgadas en TV. Después de mucha performance, fotocopia de prevención del VIH en esos años, entre otras actividades de memoria, tome la decisión por obligación de formar parte de los activismos más institucionales.

-¿En qué decantó eso?

-Así llegué a Organizando Trans Diversidades OTD Chile, con una postura bastante clara de que debía aportar visibilizando lo trans no binario. Lo que vino después se puede contar por sí solo: primer reportaje no binario en Chile, creación del Colectiva Neutres, lucha política por reconocimiento de las personas no binarias dentro del sistema de salud pública, banderazos no binarios, Ley de Identidad de Género, intentos de asesinato a mi persona, performance por aquí , campaña para el Apruebo por allá, documentales, y otros eventos que se van sumando a una larga lucha social, cultural y política que hemos construido de forma colectiva.

-¿Destacarías algún elemento en específico de tu historia que te llevó a adentrarte en la defensa de los derechos y la no discriminación de otres?

-Crecer sin referentes visibles para la comunidad trans no binaria, y sufrir una discriminación constante en el CIStema educativo en donde me desarrolle como individue. Haber sido violentade psicológica como sexualmente fueron unos, entre otros tantos motivos, por los que me vinculé a las militancias activistas de las disidencias sexuales. El saber que existen desigualdades sociales debido a tu identidad de género u orientación sexual es deprimente. Nos hace visualizar que seguimos en un país retrógrado, que busca higienizar nuestra experiencia trans travesti solo para que calcemos dentro de los moldes hetero sociales para no incomodar. Me resulta una práctica social con amparo en leyes estatales bastante cruel, y que no va en la línea de los avances por los que estamos luchando, en cuanto a materias de acceso a derechos humanos.

-¿Cómo ves el presente en Chile para las diversidades sexuales?

-Chile para mí es una paradoja legal, cultural y política, puesto que por un lado, a nivel internacional, se visualiza este largo y angosto fajo de tierra como una metrópolis disidente con amparo legal, y por otro, nosotres vivimos una realidad de vida precarizada y de constante muerte y ataques trans odiantes, que han afectado a nuestra comunidad. Un ejemplo de esto es el cobarde ataque que recibió nuestra compañera y amiga Isidora Caris, trans trabajadora sexual militante del Sindicato de Trabajadoras Sexuales Amanda Jofre Cerda. Otra de las dimensiones de este genocidio trans-travesti-no binarie es la que reciben las infancias y adolescencias.

-¿Cómo así?

-Mientras por un lado se levantan banderas por parte del Estado, aún siguen existiendo casos donde la experiencia divergente del alumnado es reprimida por el currículum implícito de colegios y liceos, que no respetan las ordenanzas y circulares a propósito del respeto de nombre sociales, códigos de vestimenta y utilización de los baños, tal como es el caso del joven trans José Matías, quien cometió suicidio tras constantes persecuciones por el CIStema educativo, y que hoy se disputa una ley para subsanar un carencia que, antes de cualquier ámbito legal, es cultural, estructural y política.

-¿Observas un grupo de las diversidades especialmente precarizado en Chile?

-Las adultes mayores trans sin lugar a dudas, desde mi perspectiva profesional, es uno de los grupos con mayor precarización que existen en Chile. Su visibilidad es solo asunto de meses del PRIDE. El tema es que esas vejeces trans están muriendo hoy. Somos organizaciones como OTD Chile, Sindicato de Trabajadoras Sexuales Amanda Jofre Cerda, MUMS, entre otras muchas, quienes hacemos todo lo posible para apoyar, pero esto resulta ser más un trabajo para mitigar el problema que para resolverlo. El Estado tiene una deuda histórica enorme, comenzando con el reconocimiento de la violencia y patologización estructural hacia personas trans, y un deber con la reparación que debe ser económica, de salud, vivienda, etc.

-¿Cómo ha cambiado el panorama en la última década? ¿Es Chile hoy un país más inclusivo que lo que ha sido nunca antes en su historia?

-La última década ha estado acontecida de transformaciones epistémicas no tan solo a nivel de leyes, sino a nivel de movimientos sociales. Creo que esto último ha impulsado las TRANSformaciones sociales, y que el Estado se quedó bastante desactualizado en estos avances, que por sobre todo son culturales y que apelan a un sentido social de corresponsabilidad afectiva, tensionando las estructuras que hoy entendemos como CIStema de Cuidados. ¿La pregunta que me haces es si Chile hoy es más inclusivo? Diría que no, porque quienes hemos adquirido conciencia de estos devenires políticos, hemos entendido que para que exista equidad de condiciones sociales, materiales y económica, Chile como construcción genocida de lo “otro” debe desaparecer y no refundarse. En este sentido, prefiero declarar que Abya Yala (el nombre más antiguo hasta ahora conocido referido a un territorio americano) siempre fue inclusiva, o mejor dicho colectiva, diversa y libre.

-¿Qué sientes al ver que en el actual Congreso chileno existe una bancada de diputades disidentes, compuesta por, entre otras personas, la exdirigente estudiantil Emilia Schneider?

-La presencia de cuerpas no hegemónicas dentro de los espacios de toma de decisiones me parece que es la demostración de que siempre tuvimos las capacidades para hacer ese trabajo. Emilia Schneider, mucha fuerza para ti y tu equipa de trabajo.

-¿Qué falta todavía para que Chile sea un país cada vez más inclusivo? ¿Cuál es el tema más urgente para tratar o solucionar, en ese sentido?

-Esta pregunta es en parte contesta en un trabajo escritural, libro inédito en busca de financiamiento para su publicación, en el marco de investigaciones transfeministas que hemos desarrollado disidencias sexuales desde la sociedad civil, colectivas, grupas territoriales y la academia.

Así, Shane Cienfuegos pasa a listar los contenidos de ese trabajo, donde resume las principales urgencias de las diversidades sexuales en pilares tales como el “reconocimiento y reparación”, “registrabilidad y estadística”, “habitabilidad”, “salud”, y “educación”. Destacan propuestas como “crear un programa de salud que dé cobertura gratuita a quienes hayan resultado víctimas de violencia por razones de su identidad de género”, y la “creación de una política nacional de salud trans por parte del Ministerio de Salud”, entre otras.

-Noté que constantemente usas el lenguaje no binario. Según tu mirada, ¿Por qué es importante comunicarse en lenguaje no binario?

-El lenguaje construye realidades. No lo digo yo, si no muchas disciplinas del conocimiento. Creo que la pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Por qué el lenguaje neutro es tan incómodo para algunos sectores más que a otros? Para responder a la pregunta, tenemos que remontarnos a otras formas de lenguaje incluyente abucheados por los movimientos más estáticos en cuanto a estructura social se trata. Mi memoria trans/memoria colectiva me hace pensar en la incorporación de la “A” como un tipo de lenguaje incluyente. O sea, incorporar a las mujeres en el lenguaje, a todos y todas.

-Es una discusión de larga data…

-Recuerdo que por ahí en el 2000 en adelante muchos sectores debatían con argumentos bastantes precarios como ‘para qué vamos a hablar de todas y todos, si en el todos están todas’, o ‘para qué vamos hablar en lenguaje incluyente si el plural masculino es universal’. Incluso en los gobiernos de Michelle Bachelet se hicieron guías del lenguaje incluyente, para culturizar al sector empresarial en cómo tratar a las trabajadoras mujeres. Se gastaron recursos sociales, culturales y económicos para concientizar algo que el día de hoy es natural. El tema aquí es por qué incluso los movimientos feministas trans excluyentes y algunos movimientos anti derechos se han alineado en contra del lenguaje neutro. El tema es muy simple al mismo tiempo que complejo: para mí el cuerpo trans/travesti y no binario pone en jaque las estructuras del orden social, no tan solo a nivel legal, sino a nivel simbólico, y esto integra el lenguaje.

-¿Qué significa para ti ocupar este tipo de lenguaje?

-La ocupación de este tipo de comunicación verbal/escritural, más allá de ser contestatario, para mí es una apuesta política que viene a develar algo que para todes es algo muy obvio, pero que deseamos negar por mera soberbia humana: nada es estático, nada es para siempre, ni siquiera el patriarcado. Sentencio.

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