Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

4 de Julio de 2022

Las cicatrices de Pedro Lemebel

La imagen muestra a Montserrat Martorell frente a Pedro Lemebel Agencia Uno

Pedro Lemebel, muerto hace siete años, continúa rozando nuestra geografía, nuestros ruidos y nos sumerge y nos embetuna con su lengua afilada, con sus sílabas que no conocen los ripios.

Montserrat Martorell
Montserrat Martorell
Por

Venimos de celebrar el pasado 28 de junio una fecha que nos recuerda la primera vez que la comunidad LGBT luchó por sus derechos. Y yo lo hago leyendo. Leyendo a escritores y poetas como Adrienne Rich, Gabriela Mistral, Federico García Lorca, Camila Sosa, Oscar Wilde, Safo, Marcel Proust, Truman Capote y tantos y tantas más que le imprimieron a la literatura un lugar sagrado: el del canto rebelde, el de la irreverencia, el del combate, el del amor hecho palabras. Podría dedicarle un párrafo a cada uno de ellos, pero me gustaría quedarme quieta. A veces es en la quietud donde las cosas convergen. Pedro Segundo Mardones Lemebel nació el 21 de noviembre de 1952 a orillas del Zanjón de la Aguada. Su padre se llamó como él, su madre Violeta Elena.

Criado en La Legua, educado en Departamental, estudió en el Liceo Industrial donde fue víctima de bullying por parte de sus compañeros. Sí, lo de siempre: la homosexualidad mirada con los ojos bestiales del patriarcado causa en cualquier época el mismo daño. También caminó por los pasillos del Liceo Manuel Barros Borgoño y el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue escritor, fue cronista, fue profesor de artes plásticas y columnista y amigo de Gladys Marín y Roberto Bolaño y fundador junto con Francisco Casas de Las Yeguas del Apocalipsis -responsables de interrumpir lanzamientos y presentaciones y darle nuevos colores a ese Chile gris-.

Abandonó su apellido paterno y usó el de su madre porque “es un gesto de alianza con lo femenino”, repartió panfletos sobre el SIDA, usó plumas y vestido rojo, bailó cueca, a pie pelado, sobre un mapa de América Latina cubierto de vidrio, se transformó en Frida Kahlo y se subió desnudo a un caballo blanco. Le gustaba el tango, los boleros y las rancheras y jamás de los jamases dejó de lado su compromiso con la memoria, con los derechos humanos, con los detenidos desaparecidos y la democracia. Murió a los 62 años de un cáncer de laringe. Ya había dicho: “cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer”. 

¿Qué escribía cuando escribía? ¿Cómo configuraba la marginalidad de nuestro país? ¿Cómo nos sacudía con su irreverencia, con su ira, con su tono implacable, con su prosa que era contestaria, que era inteligente, que era poética, que era radical, que era tremendamente lúcida, íntima y biográfica? Alguna vez lo vi siendo una niña, caminando por Providencia, con sus tacos, con su pañuelo, con su maquillaje. Me deslumbró. No tenías que conocerlo para saber que experimentaba con la vida, que experimentaba escribiendo, que se descubría a sí mismo entre las letras con una sensibilidad y una fuerza y un coraje que tienen pocos:

No soy un marica disfrazado de poeta 

No necesito disfraz 

Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro 

Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
y viene la democracia
y detrasito el socialismo
¿y entonces?
¿qué harán con nosotros compañero?

Jamás de los jamases dejó de lado su compromiso con la memoria, con los derechos humanos, con los detenidos desaparecidos y la democracia. Murió a los 62 años de un cáncer de laringe. Ya había dicho: “cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer”. 

En este manifiesto hay denuncia y una provocación y una actitud y una valentía que es buena/necesaria/urgente para el alma:

¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
y no hablo de meterlo y sacarlo
y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones 

Usted no sabe
qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo 

Súper-buena-onda
yo no soy buena onda
yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda.

Pedro Lemebel, muerto hace siete años, continúa rozando nuestra geografía, nuestros ruidos y nos sumerge y nos embetuna con su lengua afilada, con sus sílabas que no conocen los ripios. Lemebel es la memoria en voz alta y la imaginación hecha cabeza y la cabeza hecha corazón y las palabras puestas al revés porque la literatura de los bordes no se acaba nunca. 

Hay que leer La esquina es mi corazón. Hay que leer Loco afán. Hay que leer De perlas y cicatrices. Hay que leer Tengo miedo torero. Hay que leer Adiós mariquita linda. Hay que leer Serenata Cafiola. Hay que leer Háblame de amores

Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo 

Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero

Abecedario barroco, hombre de señas, de santos y periferias. La escritura marginal, la escritura mar adentro, la escritura de la grieta. Una escritura limpia, una escritura decisiva, una escritura que sabe decir lo que hay que contar. Una escritura de la sangre, del abismo. Líneas que cuentan tormentas, líneas que quiebran el silencio de la pobreza, el musgo de la marginalidad y de la irreverencia y de la deuda y de la duda y de la burla y del amor porque “con la memoria herida cuesta volver a soñar un país”. No te olvidamos, no te olvidamos nunca, mariquita linda. 

Notas relacionadas

Deja tu comentario