Cultura & Pop
22 de Septiembre de 2022Sebastián Solorza, actor y protagonista de la serie Cromosoma 21: «Quiero actuar en cualquier parte»
Creció en el Chile de los 80, pegado a la televisión y jugando a imitar a personajes de la época. Con poco más de 30 años descubrió el teatro e hizo de su diferencia una asombrosa virtud: se unió a una compañía, actuó en varias obras y ahora da el mayor salto de su carrera al interpretar al primer rol protagónico de una persona Down en una serie de ficción chilena, en el thriller policial que debuta en Canal 13 el próximo 14 de octubre. Para construir a su personaje, Sebastián tuvo que pasar por un intenso proceso que incluyó coaching actoral, la búsqueda de un método para sortear su dificultad para leer y el acercamiento con el director y sus colegas actores previo al rodaje, además de trabajar y compartir la pantalla junto a su ex polola. Esta es su historia.
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Fue Judas en una versión del musical Jesucristo Superestrella; del apóstol delator pasó a interpretar al Tomasito, el regalón de las floristas en La pérgola de las flores de Isidora Aguirre, y además le ha tocado dar vida –siempre sobre las tablas– a un variopinto abanico de personajes a los que tuvo que construir desde cero y que lo obligaron a escarbar en las luces y sombras de su propia biografía y sus emociones, desde un malvado brujo y un peluquero gay sobreviviente de un fin de mundo, hasta un padre abusador.
Desde hace más de diez años, Sebastián Solorza (40) forma parte de la compañía Bendito Teatro, integrada en su mayoría por personas con síndrome de Down, al igual que él, y dedicada a la creación y el montaje colectivo de sus obras. Allí se convirtió en actor a tiempo completo: conoció el rigor del oficio, la exigente rutina de los ensayos, aprendió a entregarse al escenario, a disfrutar de los aplausos y a abrirse al constante desafío y el vértigo de los nuevos procesos creativos.
A lo largo de una década de trayectoria, la actuación lo ha hecho transitar por numerosos y diversos roles, pero nunca uno que se pareciera tanto a sí mismo como el Tomy, su personaje en Cromosoma 21, serie que debutará el próximo viernes 14 de octubre en Canal 13, en el horario prime.
Escrita y dirigida por Matías Venables, la producción ganadora del Fondo CNTV 2018 es un thriller policial que presenta la historia de una psicóloga forense (Valentina Mühr) cuya vida da un vuelco cuando le asignan investigar un homicidio en el que el principal sospechoso es un joven con síndrome de Down. Nacido y criado en los márgenes, en un barrio donde la delincuencia es también el trabajo y única manera de subsistencia para varias familias, Tomy tendrá que enfrentar a la justicia, ocultarse de una banda criminal que lo persigue a él y a su hermano, el Bekam (Gastón Salgado), y al mismo tiempo intentará enamorar a Cristina (Pía Urrutia), una chica también Down y del barrio alto.
Sebastián Solorza nunca se había enfrentado ante una cámara, cuenta, y lograrlo no fue sencillo. Su arribo a la televisión en Cromosoma 21, no solo será el salto más significativo en su carrera, lo sabe, sino que además marcará un precedente en la producción audiovisual en Chile: será la primera vez que un actor y un personaje Down protagonizarán una serie local de ficción y con proyección internacional.
Consciente de todo aquello, el estreno evidentemente lo tiene impaciente, dice el actor, quien define además este momento de su vida como un sueño cumplido e irrepetible.
¿Siempre te gustó actuar?
–Sí, desde que era un cabro chico.
¿Qué sientes cuando actúas?
–Guau, es estupendo. Una gran emoción, ahora mucho más que antes.
¿Qué te pasa al verte ahora en la tele?
–Siento mucha emoción. Era mi sueño de siempre; yo veo mucha televisión, crecí viendo tele, fui de chico a la tele (a los programas de Julio Videla y el Pollo Fuentes) y sigo viéndola todos los días. Estar ahí ahora es increíble.
¿Qué me puedes contar del Tomy, tu personaje en la serie Cromosoma 21?
–Uf, para mí igual fue fuerte interpretarlo. Me acuerdo que cuando lo conversamos con Matías, él me dijo que el Tomy era un cabro normal, parecido a mí y que siempre estaba mirando hacia abajo, siempre hacia abajo, como en estado de shock. Es muy intenso todo lo que le está pasando y creo que la gente se puede asustar o poner nerviosa. Genera distintas emociones al verla.
¿Qué fue lo más difícil para ti de actuar en una serie?
–Las grabaciones. Yo no sabía cómo iba a ser, y cuando estaba grabando supe cómo era todo en televisión. Me costaba estar concentrado y aprender mis textos, pero estuve con mis compañeros, con el Gastón (Salgado), con la Carolina Carrasco, con el Mati (Venables), todos me ayudaron y aprendí mucho de ellos.
Trabajaste además junto a otra actriz Down en las grabaciones, que además es compañera tuya en la compañía de teatro. ¿Cómo fue para ti esa experiencia?
–Sí, con la Pía –dice algo incómodo–. Yo no pesco mucho, soy profesional.
Sentadas a su lado, sobre el mismo sillón, Jenny y Luna –su madre y su hermana, respectivamente– lo miran e intentan disimular la risa. La primera de las dos interviene: “Ellos dos (Pía y Sebastián) fueron pololos y ya habían terminado la relación cuando se reencontraron en la serie, donde además les toca ser pareja. Tuvieron, como bien dice él, que ser profesionales y mantener las cosas bajo control, muy en calma y dejar al margen toda su historia”, cuenta Jenny.
–Exactamente, hay que ser profesional –recalca Sebastián.
Imitador innato
Sebastián Solorza (40) nació en 1982 en Santiago y creció en las comunas de Recoleta y Quilicura, donde aún vive junto a su mamá –hoy divorciada– y su hermana menor. Lo hizo además siempre pegado a la televisión e imitando desde muy pequeño a los personajes de la época, primero en su casa y luego en la escuela diferencial a la que asistió por más de 20 años y hasta poco después de cumplir los 30. Su actor favorito es Jorge Zabaleta, cuenta, le fascinan las teleseries coreanas y nunca se pierde los capítulos y repeticiones de títulos locales como Machos y Brujas.
“Sebastián nació actuando, siempre fue muy histriónico. Él capta a las personas, tiende a imitarlas y logra ponerse en el rol de alguien que le llamó la atención. Es como un camaleón, un imitador innato”, dice su madre.
“Le gusta mucho Kramer, también el actor que hacía de ‘El Malo’ (Daniel Muñoz), los imitaba todo el tiempo. Después empezó a actuar en el colegio y cuando ya estaba muy adulto para seguir yendo a la escuela, él ya tenía 30 o 31, conocimos a un director de teatro que estaba en Canal 13, Fernando Gómez Rovira, quien lo probó para ver si era apto para estar en su compañía. Quedó inmediatamente. Después el grupo lo tomó la actriz Carolina Carrasco y lo rebautizó como Bendito Teatro. Sebastián lleva 15 años ahí”, cuenta.
El teatro, dice Jenny, fue el primer lugar donde vio que su hijo era aceptado y tratado como cualquier otra persona. Allí lo vio también desplegar sus emociones y hacer de su diferencia una asombrosa virtud que el resto reconocía como un talento.
“Buscamos algo en lo que Sebastián fuera feliz y algo en lo que además fuera bueno. Nunca nos negamos a que él es una persona con síndrome de Down y nunca le exigimos nada. Ahora los chicos van a la universidad y son profesionales, pero él creció en otra época y en ese momento hicimos lo que se dio y lo que existía no más”, comenta su madre.
“Sebastián fue a una escuela especial, cumplió su etapa ahí y dijimos: bueno, él sirve para actuar, veamos qué pasa. Ahora se ha abierto un poco el campo para ellos, pero en esos años no había mucho. Nos quedamos también en el teatro porque él nunca ha sido tratado como una persona diferente ahí. Tiene la exigencia y la disciplina de cualquier otro actor. No se les trata tampoco como personas limitadas, y si siguen ahí es porque tienen la capacidad de ser buenos actores. Sebastián ha actuado en más de diez obras, hace poco grabó un cortometraje y ahora se concreta por fin esta serie después de años. Ser actor ha sido su único trabajo, y aunque llegó un poco tarde, ha ido creciendo y brillando por sí solo”, agrega.
En su recorrido actoral, Sebastián Solorza ha sorteado además un obstáculo adicional: nunca aprendió a leer. “Nunca quiso y en el colegio nunca se lo exigieron tampoco”, cuenta Jenny.
“Él sabe asociar ciertas palabras y letras por los letreros y avisos publicitarios, entonces creímos que podía aprender a leer pero en el colegio nos insistieron en que servía poco porque probablemente no iba a llegar a entender lo que leía. Nosotros con Solorza (Juan Carlos, el padre de Sebastián) creímos en esa gente que parecía más experta y capacitada en estos temas, y que por lo visto no sabían tanto. Aun así, Sebastián se las arregla: es más sociable que otros chicos Down y tiene cualidades que lo han ayudado a sobresalir a pesar de su incapacidad para leer. Y trabajar en la serie también lo fue; hay muchos otros actores Down que saben leer y tienen una memoria privilegiada, y yo creo que la apuesta que hizo Matías, el director, fue asumir la dificultad del caso. Con Sebastián tuvieron que emplear otro método de trabajo completamente distinto al que estaban acostumbrados”, agrega.
La actriz y pedagoga teatral Carolina Carrasco conoció a Sebastián Solorza hace unos nueve años, cuando asumió la dirección de la compañía Bendito Teatro. Lo vio audicionar y desde entonces lo ha dirigido en al menos nueve montajes estrenados por el grupo.
“Él es una persona con mucha personalidad, sociable, muy encantador e histriónico además, y rápidamente y con mucho trabajo y creatividad empezó a asimilar las herramientas del teatro a pesar de su dificultad para leer y escribir”, comenta la directora.
“Sebastián se caracteriza mucho por el humor, por su corporalidad también, tiene un oído perfecto y además canta. Es muy trabajador; rara vez ha faltado a los ensayos, salvo por motivos muy específicos, y siempre está a la hora y con mucha disposición. Yo trabajo con sus discapacidades; no son un problema, es su condición y hay un valor creativo en eso, una mirada desde su propia existencia que es muy interesante y necesaria de apreciar: cómo miran, cómo se expresan, cómo ven el mundo”.
Carolina Carrasco cuenta que la familia de Sebastián le grababa sus textos y él los escuchaba. “Al mismo tiempo, los comprendía y después en el ensayo en vivo, cuando yo lo dirigía, él ya tenía más claras las intenciones detrás de las palabras y acciones de su personaje”, comenta.
“El apoyo familiar en esto es fundamental. Y es además un gesto de amor inmenso hacia ellas y ellos. Sin ese apoyo, muchos no consiguen dedicarse completamente al teatro y terminan saliéndose de la compañía. La historia de Sebastián, en ese sentido, rompe toda regla y es la que muchos y muchas otras personas Down quisieran. Su familia lo apoya incondicionalmente en todo y es gracias a ellos, a Jenny, a Juan Carlos y a Luna, además de sus propias capacidades, por cierto, que Sebastián ha ido forjando su vida actoral hasta hoy, que está a punto de dar un salto gigantesco con la serie. Naturalmente, él merecía estar ahí”.
El indicado
La primera aparición de un actor con síndrome de Down en la televisión chilena fue la de Cristián Gaete en la serie La Buhardilla (1997), de TVN. La historia escrita por Silvio Caiozzi y dirigida por Rodrigo Sepúlveda retrataba a cuatro jóvenes estudiantes de música que intentaban abrirse paso en el mundo artístico y su cercana relación con Cristián, un chico Down e hijo de la dueña de la casa (Coca Guazzini) donde arrendaban un espacio, quien terminaba por revolucionar sus vidas. Gaete nunca más reapareció en televisión.
Brillaron más tarde en el cine y la pantalla grande en Los niños (2016), el aplaudido documental de Maite Alberdi que puso también la mirada sobre un grupo de amigos y personas Down que llevaban más de 40 años asistiendo al mismo colegio, así como en sus relaciones, oficios y sus realidades cada vez más autónomas. Actualmente, el actor Luis Rodríguez se roba también las miradas en la teleserie La ley de Baltasar de Mega, donde el actor, también Down, da vida a uno de los personajes más queridos por la audiencia.
La historia detrás de Cromosoma 21 se empezó a escribir hace cinco años, quizás a fines de 2017, recuerda ahora el realizador chileno Matías Venables, cuando comenzó a asistir silenciosamente a los ensayos de la compañía Bendito Teatro. Por ese entonces, ya tenía claro el relato argumental de la serie pero faltaba la pareja de actores Down para los roles protagónicos. Venables conocía además las experiencias previas con personajes y actores Down en la televisión y el cine local, “pero intuí que nunca habían protagonizado una serie de calidad cinematográfica. Eso no se había hecho hasta ahora”, asegura el autor y director.
“Cuando empecé a ir a los ensayos me impresionó de inmediato el nivel de lo que hacían, además del amor, la rigurosidad y el profesionalismo con que trabaja toda la compañía. Los cabros iban en ese tiempo tres veces a la semana, unas cuatro horas al día, y sí, van a recrearse y a pasarlo bien, pero es todo muy profesional y serio. Fernando (Gómez Rovira) y después la Carola (Carrasco) les imprimían mucha disciplina. Ahí van a actuar y se les trata como a cualquier otro actor o actriz y, más importante aún, como a cualquier otra persona. Estando ahí, rápidamente me fijé en Seba Solorza”, cuenta Venables.
“Fue un flechazo rápido: él tiene un ángel, un talento maravilloso e impresionante que queda a la vista fácilmente, él era el indicado. Además yo buscaba una historia de amor: en ese tiempo yo estaba haciendo el teaser y el Seba Solorza era pareja de la Pía Urrutia, que también actuaba en la compañía. Estaba todo dado: los dos eran súper buenos actores y además eran pololos. No hubo mucha más vuelta que darle: los elegí a los dos y nos fuimos a grabar otro teaser corto de 3 o 4 minutos con el que postulamos al fondo del CNTV. Lo ganamos recién en 2018”, agrega el director.
El proyecto de la serie se retrasó con el estallido social de octubre de 2019 y la pandemia. Al retomarlo, a mediados del 2020, Venables volvió a abrir el proceso de casting y a buscar a los dos protagonistas de la producción.
“Nos dimos una vuelta gigante con la agencia Matus Actores, que investigó por todas las escuelas con actores síndrome de Down en Chile, y al final de todo ese proceso, que fue bastante extenso, llegamos nuevamente al Seba y a la Pía. Entremedio, sin embargo, habían pasado cosas: ellos habían terminado su relación y fue todo un tema, porque no terminaron tan bien y esta seguía siendo una historia de amor”, relata.
“Hermanos fugitivos”
Gastón Salgado –protagonista de series y películas nacionales como El reemplazante, Camaleón y, por estos días, de la teleserie de Mega Hijos del desierto– interpreta en Cromosoma 21 al ‘Bekam’, hermano del personaje de Sebastián Solorza. Antes de iniciar el rodaje de la serie, el actor pidió conocer a su nuevo compañero: habló con el director, contactó a la mamá de este último y una tarde fue a visitarlo a su casa en Quilicura. Fue el primer encuentro entre ambos.
“Fui a tomar once. Ese día conocí a Jenny, quien me leyó las cartas, también a la Luna, su hermana, y por supuesto al Seba. Nos empezamos a juntar y fui conociendo más su cotidianidad. Yo quería saber cuánto podía conversar con él, cuánto podía compartir. En las primeras reuniones yo le contaba cómo iba a ser mi personaje y cuáles eran las herramientas que manejaba para interpretarlo, por si a él podían ayudarlo también a crear el suyo. Él enganchó y nos transformamos en amigos, en hermanos, generamos un código”, cuenta Salgado.
Tras el confuso incidente que acaba con un hombre muerto y la duda de quién apretó el gatillo, los dos hermanos se dan a la fuga y se refugian en la clandestinidad. Corren peligro, pero el Bekam se encarga de que todo ante los ojos de su hermano, el Tomy, parezca una realidad paralela, una suerte de videojuego de aventuras protagonizado por ambos.
“Observé mucho la relación con su mamá, con su hermana y empecé a agarrar cosas de ahí; la risa, los juegos, todo eso está muy vivo también en la relación entre estos dos hermanos. Está quedando la cagá y este hermano (Tomy) es sospechoso de un asesinato y está prófugo de la justicia, pero aún así las veces que nos encontramos es todo muy hermoso y buena onda. Un poco como en la película La vida es bella, donde el padre trata de mostrarle a su hijo otra realidad. Mi personaje hace lo mismo con su hermano”, revela también el actor sobre la serie, cuyo staff integran también Daniel Muñoz, Mario Horton y Claudia di Girolamo, quien interpreta a Sofía, la madre del Tomy y el Bekam.
Salgado coincide con lo que otros han dicho: “Sebastián es un talentoso, con una capacidad innata de mímesis o de imitación. Le basta con ver a alguien o algo, tiene buena memoria y lo repite. Es un imitador innato. Tiene buena oreja también, es súper histriónico, hace videos de tiktok. Todo eso estaba por sobre el hecho de que no sabe leer, por ejemplo, y que no podía aprender sus textos”, comenta el actor.
“Uno tiene que entrar en su mundo o crear un mundo en común regido por sus leyes y sus capacidades donde nos podamos encontrar –continúa Salgado–. Al Seba le gusta el karate, el kung fu, y con todas esas cosas armamos algo. Al Mati le propuse que el Bekam trabajara en Italia, que tuviera algunas palabras en italiano, pero que solo entre los dos jugaran al bambino, a la pandilla. Fue muy importante porque después cuando actuábamos fluía muy natural esa relación que habíamos construido y que era súper orgánica. Todo eso se traspasó mucho a la pantalla”.
Un método para él
Grabaron entre octubre y diciembre de 2021, aún en pandemia. Hubo varias locaciones, casi todas en Santiago, pero además rodaron en el sector de Farellones, el Cajón del Maipo y frente al mar, en la V región. Antes de llegar a las claquetas y a la acción, sin embargo, la producción de Cromosoma 21 tuvo que preparar intensamente al protagonista.
“Una de las grandes dudas y desafíos por delante era cómo íbamos a lograr que el Seba Solorza lograra una actuación más natural frente a cámara y no tan teatral, pero sobre todo cómo íbamos a hacer que aprendiera sus textos”, recuerda el director Matías Venables.
Empezaron a explorar diversas maneras hasta llegar a un método basado en la repetición de textos, similar al que se emplea con niñas y niños actores de cine y televisión.
“Básicamente consiste en que los actores repiten los textos después de ti con la ayuda de una muela o un audífono. Lo probamos en un casting con el Seba, funcionó súper bien y luego lo fuimos puliendo. Yo lo iba dirigiendo y estaba sentado todo el rodaje donde está el monitor, donde todos vemos la imagen, y nos conectábamos a través de esta muela inalámbrica. Yo estaba tan enamorado del trabajo del Seba que nunca pensé en darme por vencido”, agrega Venables.
En paralelo, Sebastián Solorza tuvo un coaching actoral intensivo a cargo de su directora de compañía, Carolina Carrasco.
Cuando al fin estuvieron todos en el set, listos para grabar, Sebastián ya tenía claras sus escenas y cuáles eran las emociones que primaban en cada una de ellas. “Yo lo dirigía en acciones específicas, en su caso, la mirada siempre abajo como un reflejo del miedo de su personaje, los ritmos, la lentitud. Él estuvo todo el tiempo muy a la altura del proceso”, cuenta Venables.
El guión original de la serie mutó además durante las grabaciones y acorde a las capacidades de Solorza, revela también el realizador: “Había cosas que él no podía decir o memorizar y lo tuvimos que adaptar, muchas veces sobre la marcha. Yo le preguntaba: ¿cómo dirías tú esto? Él respondía y eso quedaba. Él propuso varios de los ajustes que le hicimos al guión, y es un valor que su mundo y que su universo estén incorporados también en la serie a ese nivel”.
Las jornadas de rodaje se extendían eternamente, hasta altas horas de la madrugada, recuerda Jenny. No obstante, recuerda haber visto a su hijo fascinado y comprometido todo el tiempo: “Muchas veces yo veía el esfuerzo que él estaba haciendo y le decía: si no quieres ir, no vamos no más, no te sientas presionado, pero él estaba feliz. Creo que a Sebastián le gustó mucho más grabar y actuar frente a cámara en una serie como esta que lo que venía haciendo en teatro, a pesar de que también le apasiona. Sebastián amó todo esto desde el primer momento porque él es amante de la televisión, y cuando dice que es como un sueño, eso es para él, un sueño cumplido”.
Los Down más allá de lo Down
La presencia de actrices y actores Down ha aumentado progresivamente con los años. Incluso en Hollywood y el cine europeo, están los casos de las actrices Jamie Brewer (American Horror Story) y Lauren Potter (Glee). Aunque menos conocido en Chile, también está el caso del español Pablo Pineda, primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario y el primero además en ganar la Concha de Plata al Mejor Actor en el festival de cine de San Sebastián, por su conmovedora interpretación en la película Yo también.
Sin embargo, y a pesar del buen momento que gozan hoy en la pantalla, aquí todos coincidirán en que no es suficiente y que aún faltan visibilizar rostros, voces, interpretaciones, historias y temáticas Down en la ficción local.
“Hoy en día la sociedad se está abriendo desde nuevos lugares y están emergiendo esas otras voces. Es nuestro rol como creadores escucharlas y darles otras vidas, presencias y nuevas resonancias a esas otras miradas que durante años han sido omitidas. Darle protagonismo a las personas con síndrome de Down y abrirse a sus miradas implicaba derribar nuestras propias mirada y prejuicios hacia ellos”, dice Matías Venables.
“Yo hice un rastreo mientras hacíamos este proyecto, y series o películas que hablaban sobre los Down lo hacían desde miradas similares y a veces bien paternalistas. Otras veces tenían participaciones en dramas románticos y comedias livianas, pero en Cromosoma 21 instalamos temas bien peludos: en este caso, cómo una persona Down se enfrenta a la justicia por un crimen. ¿Por qué no podría estar involucrado? ¿Cómo enfrentaría el sistema judicial chileno algo así? Nosotros buscábamos no solo visibilizarlos sino darles cabida en lugares y situaciones de las que son igual de excluidos socialmente”, concluye el director.
“Entrar en el mundo Down y mostrarlo como un thriller policial, lo aleja de la mirada más emocional o desde el paternalismo. Aquí se abre a una inclusión bastante osada, pertinente y necesaria que nos lo acerca de otro modo más ameno y familiar”, le sigue Gastón Salgado:
“Hay un pasado común en la vida de estos dos hermanos que es muy difícil. La historia de Seba también lo ha sido a ratos, pero también de mucho esfuerzo, trabajo y contención y amor de parte de su familia. Al interpretar al Tomy, algo se conecta también con su propia biografía. Él se está interpretando un poco a sí mismo, nos está contando su historia”, comenta el actor.
Esto último fue precisamente lo que convenció a Jenny de que su hijo participara de la serie. “Del director al último técnico que trabajó en la producción, se dieron cuenta que una persona Down puede ser tan buen actor o buena actriz como cualquier otro y que pueden desempeñar cualquier rol”, dice la mamá de Sebastián.
“Lo más complejo y fundamental, a mi parecer, es que dejen de verlos como un posible problema y como personas limitadas, y probablemente esta serie pueda contribuir a que haya menos ignorancia y a que quizás se abra una ventana para muchas personas que nunca han tenido a una persona Down cerca”, agrega.
Volvemos a conversar con Sebastián:
¿Hoy te gusta más actuar en teatro o frente a cámara?
–Frente a cámara –contesta Solorza.
¿Verdad? ¿Pero no dejarás de hacer teatro, o sí?
–Mi sueño es estar más en televisión, pero actuar en teatro también me gusta. Yo quiero actuar en cualquier parte.
Quiero volver a hacerte esta pregunta, Sebastián: ¿qué sientes cuando actúas?
–Me siento feliz, contento, muy orgulloso. La verdad, yo lo hice para mi familia, para estas dos mujeres que están aquí al lado mío, mi mamá y mi hermana. Yo me siento feliz de que estén conmigo y lo que hago siempre es por ellas. Si hoy soy actor es gracias a mi familia.