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Opinión

24 de Septiembre de 2023

Columna de Cristóbal Madero | No podemos olvidar el derecho a la educación de migrantes forzados

Por Cristóbal Madero

Este domingo 24 de septiembre se conmemora una nueva jornada mundial del migrante forzado y el refugiado. Impulsado desde 1914 por la Iglesia Católica en comunión con otras Iglesias y organizaciones de la civil, se trata de un día para tomar conciencia y solidarizar con lo que significa en la vida de las personas y comunidades el migrar forzadamente, no por opción, y acogerse a refugio en una tierra distinta a la del nacimiento.

Si bien el drama lo experimenta cada persona y en ese sentido tiene dimensiones únicas, ayuda asomarse panorámicamente a aquello de lo que hablamos cuando hablamos de migrantes forzados y refugiados. Hablamos de acuerdo con las cifras oficiales de ACNUR, de 108.4 millones de personas: 35.3 millones de refugiados, 5.4 millones buscando acogerse a esa condición, y 62.5 millones de desplazados internos, y 5.2 millones de personas con necesidad de protección internacional. Hablamos de una población de más de cinco veces el tamaño de Chile. Hablamos de que nunca había habido tantas personas en esta situación en la historia de la humanidad. 3 de cada 4 de estas personas migran a países de ingresos bajos y medios, y solo 114.300 de 108.400.000 han sido reasentados en un tercer país con proyección de una mejor vida.

Las crisis en Ucrania, Sudan del Sur, Siria, Venezuela, Afganistán, o la República Democrática del Congo generan persecuciones y violación de derechos humanos en múltiples dimensiones. El cambio climático, genera más y más presión para que millones de personas se vean forzadas a migrar en distintos puntos del planeta. Nada hace prever que ni los conflictos como consecuencia de una minusvaloración de la relevancia social de la democracia, ni tampoco los efectos de un clima que cambia, disminuyan en el corto plazo.

Entre las muchas vulneraciones por las que atraviesan migrantes forzados y refugiados, la del derecho a la educación es especialmente sensible y relevante pues prácticamente la mitad son niños y niñas menores de 18 años. Entre el año 2021 y el año 2022, el número de refugiados en edad escolar creció en un 50%, de 10 a 14.8 millones de niños y niñas.  7 millones no tienen acceso a educación. El nivel educativo más disponible es la primeria, en donde solo pueden ser recibidos 6 de cada 10 niños y niñas. La rapidez a la que crece el número de refugiados en el mundo, no hace previsible ni el corto ni mediano plazo una mejora de esta situación.

Un cambio de la situación de migrantes forzados y refugiados sin duda pasa por soluciones estructurales a nivel de consensos globales, y que exceden evidentemente la acción de cada uno de nosotros. Sin embargo, no hay posibilidad real de cambio social y de una mejor vida para personas que migran forzadamente, si quienes no hemos tenido que sufrir dicha situación, no nos ponemos, aunque sea por un instante en sus zapatos. Darse un tiempo para ese ejercicio de empatía es precisamente para lo que este día fue pensado.

*Cristóbal Madero, académico Facultad de Educación, Universidad Alberto Hurtado

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#Educación#Migración

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