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Entrevistas

12 de Noviembre de 2023

Gonzalo Winter: “El texto del Consejo, al igual que la Constitución de 1980 original, es el establecimiento del ideario de un sector político”

Fotos: Francisco Chamaca

Reconociendo el ejercicio político como uno complejo, el diputado de Convergencia Social, Gonzalo Winter, admite que no es una posición cómoda para el sector revalidar la Constitución de 1980. Asegura que de triunfar el 'En contra', se cierra -al menos por el período- el debate por una nueva Carta Magna. Luego de que se reactivara durante esta semana el caso Democracia Viva y los reparos del Socialismo Democrático al despliegue de Miguel Crispi en su comparecencia en la Cámara de Diputados -con la intención del bloque de ocupar espacios de mayor incidencia en La Moneda- zanja el debate y dice que "nadie podría plantear que el Socialismo Democrático está subrepresentado en el gobierno".

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El diputado de Convergencia Social, Gonzalo Winter Etcheberry (36), plantea una tesis distinta cuando reflexiona sobre el cierre de la discusión constitucional. En su interpretación, es el ‘A favor’, con la serie de modificaciones que implicaría la puesta en marcha de un nuevo texto, la opción que terminaría por extender el debate por la Carta Magna.

A poco más de un mes del referéndum, esta vez la postura oficialista (‘En contra’) entra de lleno a la campaña con los sondeos favorables a su opción, pero la sensación es agridulce. Apenas los partidos de gobierno aquilataban la derrota del 4-S, cuando el Partido Republicano se hizo de la mayoría del Consejo, en un segundo proceso pactado por los partidos políticos.

Frente a eso, Winter se distancia de calificar si fue estratégico o no impulsar un nuevo órgano constituyente, pero sí se muestra sin complejos cuando responde sobre la defensa que hoy debe hacer el oficialismo de la Constitución vigente, sindicada por el Frente Amplio -en más de una ocasión- como “ilegítima”.

“Estar en política requiere cabalgar por situaciones incómodas”, dice.

—De ganar el “En contra”, ¿hay plena garantía de que no existirá, en lo inmediato, un tercer proceso?

—Contrario a lo que muchos han dicho, si es que gana el ‘En contra’, el proceso efectivamente termina. Y pasamos a una situación natural y cotidiana de que, eventualmente, se produzcan cambios a la Constitución cada cierto tiempo. Sin embargo, tengo la impresión de que si es que gana el ‘A favor’, el proceso constitucional estaría lejos de cerrarse, contrario a lo que algunos han planteado.

El ‘A favor’ significaría la implementación de 26 nuevos organismos públicos que requerirían leyes importantes. Tendríamos que adecuar un montón de instituciones, por ejemplo, en el tema de migración, que deja un mandato de política pública que, en vez de establecer un mecanismo, establece un resultado (…). Si es que gana él ‘A favor’, todos los debates se abren. El mismo senador (Matías) Walker ha dicho que va por él ‘A favor’, pero que una vez que gane, va a empezar a introducir modificaciones al texto.

—¿No es incómoda la posición de validar la Constitución de 1980?

—Nunca he pensado que involucrarme en política traiga como consecuencia tomar posiciones cómodas. Estar en política requiere cabalgar por situaciones incómodas.

Winter y un posible triunfo del ‘A favor’: “Es la profundización de lo que hubiese pasado si hubiese ganado el Sí”

—Fue el propio Presidente Boric quien dijo que cualquiera sería mejor que una redactada por cuatro generales. ¿No se cumple con ello?

—Es efectivo que uno, pero no el más importante de los motivos que había para generar una constitución, era el aspecto simbólico de que fuese generada en democracia. Eso, de alguna forma, ya está un poco derrotado, porque si bien esta (propuesta) podrá ser hecha en democracia, reafirma y profundiza todo aquello que durante años, no nosotros, sino la Concertación principalmente, criticó de la Constitución de 1980. El texto emanado del Consejo, al igual que la de 1980 original y la (Carta Magna) de 1833, se trata del establecimiento total y absoluto del ideario de un sector político, derrotando por completo al otro.

—¿No fue poco prudente, o poco estratégico para su sector, abogar por un segundo proceso?

—Con el diario del lunes es muy fácil, ¿no? Pero me parece antiestético que me queje del resultado de este proceso cuando soy parte del sector al cual le fue mal en las elecciones. Pero sí quiero señalar que aquí pasó algo que es bastante interesante de analizar: el Partido Republicano se pegó una voltereta importante. Durante mucho tiempo convencieron al país de que los problemas del país no eran constitucionales, que eran de política pública (…). Y ahora nos dicen que los problemas del país se van a solucionar si es que aprobamos. Entonces, ¿nos están diciendo que los problemas actuales del país son culpa de la actual Constitución? Esa voltereta no tiene explicación.

—No pocos plantean que la vía constitucional no fue adecuada como salida al Estallido Social, sino que la oposición de aquel entonces debía empujar una batería de reformas sociales.

—Así como respeto profundamente los motivos que ha tenido el pueblo de Chile para votar por republicanos en la última elección, también tienen que ser respetuosos del 80% que votó por tener una nueva Constitución. Creer que eso fue un invento de la izquierda me parece que es una lectura de la historia que es irrespetuosa con los sentidos populares (…). La idea de una nueva Constitución que ayudara a frenar los abusos fue una idea que se terminó asentando, y viene de cuando en gobiernos de Lagos y Bachelet hubo medidas que se intentaron llevar adelante, pero que no llegaban a puerto porque, a pesar de tener una mayoría social y parlamentaria, no lograban pasar el Tribunal Constitucional.

El diputado Gonzalo Winter y su sector se han manifestado por rechazar la propuesta constitucional del Consejo.

—El ‘En contra’ está mejor aspectado en sondeos, ¿pero en qué pie quedaría el escenario político con un triunfo del ‘A favor’?

—Yo creo que republicanos puede ganar. No creo que ganen, pero pueden ganar. Lo que sí se perdió por completo es la posibilidad de que sea una Constitución que represente un gran acuerdo nacional. Si esta propuesta de constitución triunfa, es el triunfo de los republicanos y la derrota de todos quienes no son parte de ellos. Es el triunfo de las ideas de derecha, de las ideas que combatió Patricio Aylwin cuando le compitió a Hernán Büchi. Es la profundización de lo que hubiese pasado si hubiese ganado el Sí.

Se perdió la posibilidad de un reencuentro entre distintos sectores políticos que llevan mucho tiempo en conflicto. Yo quiero invitar a un país donde todos seamos “verdaderos chilenos”. Una Constitución donde Kast se sienta dentro de esa casa y podamos disputar el juego de la política en las sucesivas elecciones. Pero esa es una idea que definitivamente fracasó. Yo quiero que todos los chilenos se sientan verdaderos chilenos. Quiero que Beatriz Hevia se sienta verdadera chilena y Elisa Loncon también. Esa oportunidad, sin duda, el Partido Republicano la desechó. 

“Nadie podría plantear que el Socialismo Democrático está subrepresentado en el gobierno”

—Esta semana se reactivó el caso Democracia Viva, luego de la comparecencia del jefe de asesores, Miguel Crispi ante la Cámara. ¿No erró al no haber puesto en alerta al Presidente del rumor que admitió conocer previo a la publicación del escándalo?

—Lo que yo le he escuchado al señor Crispi es que a él le llega una información y la canaliza mediante los canales que corresponden. También hay que entender que los rumores son imprecisos, son incompletos, son insuficientes, muchas veces son tres piezas de un puzzle de cien. Me parece un poco absurdo cuando hay algunos parlamentarios que han dicho que al conocer el rumor tendría que haber hecho una denuncia penal.

—¿Qué tanto le impacta al discurso fundacional del Frente Amplio?

—Cuando el Frente Amplio irrumpe en la política, efectivamente estaban en boga los casos Corpesca, Penta, SQM y Asipes. Hay dos dimensiones en estos casos: la primera es meramente criminal, o delictiva. Hacer una boleta ideológicamente falsa es una falta a la probidad. Sobre ese aspecto, me parece insólito que nos saquen en cara que hayamos tomado como bandera la probidad. Todos los partidos deberían tener la probidad entre sus banderas y nadie nos debería criticar por tenerla como un principio. Pero también hay un tema ideológico: la derecha siempre había tenido esta ideología que decía que todo lo que sea bueno para los super ricos era necesariamente bueno para el país (…).

Esa ideología se había colado también, lamentablemente, en ciertos sectores de la Concertación. Cuando llega el Frente Amplio dice “quiero hablar del caso SQM, pero no de las boletas ideológicamente falsas. Lo que nosotros queremos hablar es que muchas veces el interés de las finanzas de SQM no es complementario ni es el mismo que el de la inmensa mayoría de los chilenos”. Esa idea sigue vigente y por eso el Frente Amplio no se va a acabar.


“Creo también que la irrupción del Frente Amplio tuvo un efecto positivo en la misma Nueva Mayoría. En lo que día se llama Socialismo Democrático. En materia de trabajo, tenían a militantes en directorios de AFP, la experta en educación era Mariana Aylwin (…), el economista del bloque era Andrés Velasco. Yo entiendo que para lograr mayorías, cayeron en la obligación de tener los intereses del gran empresariado representados dentro de su coalición y son personas que, con el tiempo, se han ido develando legítimamente de derecha. Si nosotros no hubiésemos irrumpido, esa modificación en el escenario político no se hubiese dado”.

Gonzalo Winter, diputado de Convergencia Social

—¿Ese germen se coló en el Frente Amplio con Democracia Viva?

—No es exactamente lo mismo de lo que estaba hablando antes porque es de un aspecto teórico, ideológico. La UDI de verdad fundó un partido bajo la idea de que lo mejor para el país es sinónimo de lo mejor para el que financia tu campaña.

—¿Y qué es lo que ocurrió, entonces?

—Este sistema en que el Estado se va desentendiendo de todo tipo de tareas y le asigna a un privado absolutamente todo lo que le corresponde al Estado es un sistema bastante nefasto (…). Lo que tengo claro de Democracia Viva es que una fundación que no tiene giro ni experiencia en la tarea que se le está asignando, la única razón para adjudicarse esa tarea y ese dinero, es la cercanía entre el adjudicador y el adjudicatario lo cual me parece impresentable.

Gonzalo Winter.

—Tras la exposición de Crispi, el Socialismo Democrático ha vuelto a exigir mayores espacios de injerencia en La Moneda. ¿Está de acuerdo?

El Socialismo Democrático tiene entre sus militantes a la ministra del Interior, al ministro de Hacienda, al Canciller, a Defensa, la Secretaría General de la Presidencia, Obras Públicas. Nadie podría plantear que el Socialismo Democrático está subrepresentado en el gobierno. Más bien, está correctamente representado. Antes de que se asumiera el gobierno, yo planteé que creía que iba a ser un gobierno naturalmente en disputa y que eso no tenía por qué estar mal cuando distintas coaliciones, distintas tradiciones políticas, se encuentran en un gobierno para la implementación de un programa (…). Creo que la disputa entre coaliciones no ha sido realmente un aspecto protagónico de este gobierno.

Gonzalo Winter: “En un país, cuando se viene una elección importante, no se producen grandes acuerdos previos a ella”

—El alcalde Jorge Sharp señaló hace algunos días que no existen mayorías políticas y sociales fuertes que sustenten proyectos progresistas. ¿Cuál es su reflexión del momento político?

—Veo una crisis de falta de proyectos futuros de parte de la política chilena. Y ahí yo sí le hago una crítica a la derecha representada en el Congreso: es muy difícil sacarla de la conversación sobre cuánto yo entorpezco al gobierno. O sobre cómo Chile Vamos le gana al Partido Republicano. O quién va a sacar más concejales en la próxima municipal. Nuestro país hoy tiene que preguntarse cómo se va a relacionar con China, cómo se va a relacionar con la India, cómo nos vamos a relacionar con la inteligencia artificial.

—¿Qué detiene esas conversaciones políticas, de futuro?

—El gran drama que tiene hoy Chile es que estamos discutiendo de la Constitución de 1980. Del sistema de pensiones de 1979, de la reforma laboral del 1980, del sistema de isapres de 1981. Estamos pegados en esas conversaciones. Y de los grandes problemas que he tenido este periodo es que en un país, cuando se viene una elección importante, no se producen grandes acuerdos previos a esa elección, sino que se producen cuando el proceso ya quedó atrás y los distintos actores políticos tienen certeza de en qué lugar quedaron.

A este gobierno le pasó que ingresó al Ejecutivo, vino el Plebiscito. Inmediatamente después vino la elección de consejeros constitucionales, e inmediatamente después viene una elección de nuevo. Eso nos ha impedido como fuerza política tener una conversación con distintos actores, no solamente políticos, de qué se va a tratar Chile los próximos 30 años.

—¿Piensa en alguna proyección política, otro desafío además de la diputación?

—Me siento muy desafiado a ser un buen diputado, a ser un buen representante de mi sector en el Congreso, a ser un puente con los sectores políticos que piensan distinto.

—¿No le seduce la idea de una competir en una elección presidencial?

—No está ocurriendo esa conversación en mi cabeza. Dicen que a todos los políticos hay un momento en que por primera vez alguien les pregunta eso y no saben qué responder (risas).

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