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13 de Enero de 2024

Mi primer trabajo: historias de jóvenes de la Generación Z que se debaten entre el estrés y las expectativas de su ingreso al mundo laboral

Mi primer trabajo Ilustración: Camila Cruz

Una nueva generación está ingresando al mundo laboral. Aquellos jóvenes que se acostumbraron al mundo online están egresando de sus carreras y adentrándose en el rubro que cada uno estudió. Rayén (22), Pablo (24), Javiera (25) y Fernanda (23) son cuatro centennials que entraron a trabajar recientemente y se están enfrentando a nuevos desafíos. Las horas extras, el ambiente laboral y la comunicación con sus superiores hace que estos jóvenes de la Generación Z se cuestionen su presente laboral. La psicóloga laboral y directora de servicio y calidad de Adecco Chile, Carolina Varela, los define como "una generación mucho más arriesgada". "No les importa tanto tampoco el que dirán, porque se atreven con cosas nuevas, con cosas diferentes", agrega.

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Pablo egresó recientemente del Duoc UC como ingeniero eléctrico. A sus 24 años se está enfrentando a trabajar por primera vez con colegas que llevan décadas en el rubro. Él pertenece al grupo que nació entre 1997 y 2012, conocidos como centennials, y con su ingreso al mundo laboral, la exposición al choque de generaciones ahora es parte de su día a día.

Por ello, al describir cómo es la relación dentro de su empresa, dice que las personas “que son más viejas y tuvieron otro tipo de crecimiento en estos rubros, son más bruscos. No hay un filtro de que las cosas se piden con respeto”.

El ingeniero eléctrico siempre quiso comenzar su vida laboral, pero esta situación lo ha tomado por sorpresa. Al contrario de cómo se relacionaba con sus pares, Pablo ha tenido que comprender que no todos se comunican de la misma manera. “Hay gente de 30, 40 años, ellos tienen otra forma de pedirles cosas, por ejemplo, ellos más se tratan de gritos”, acusa.

Pese a ello, asegura que es un tema de “ir sintonizando para estar en la misma frecuencia y que ambos nos podamos entender”.

Rayén (22) es periodista y comenzó su primera experiencia laboral profesional hace dos semanas. “Saben que este es mi primer trabajo, por eso no voy a ser experta en lo que estoy haciendo, pero tengo todas las ganas de aprender”, afirma. Para ella, entrar a trabajar ha sido un logro, porque, según su visión, las compañías “valoran muchísimo más la experiencia, que tengas diplomas, distintos cursos, muchas otras cosas, antes que un egresado”.

La joven aprecia la paciencia que están teniendo con ella, pues cree que las empresas no dan muchas oportunidades. “Simplemente te tiran a los leones, y no te dan tanto acceso a conocer, aprender”, plantea. Por ello, se desmarca de la idea que su generación no quiere entrar al mundo laboral.

La diferencia con los millennials

Para las generaciones mayores también está siendo un desafío adaptarse a la Generación Z. Recientemente, la actriz Jodie Foster aseguró que estos jóvenes “son realmente molestos” para trabajar, ya que siguen sus propios horarios. Las diferencias de metodología en el trabajo son muy diferentes para los trabajadores de distintos rangos etarios.

Sin embargo, los choques generacionales también afectan a los jefes de las generaciones más jóvenes. Daniel (31) trabaja como ingeniero en un banco y tiene cinco subordinados, todos pertenecientes a la Generación Z. Pertenece al grupo denominado millennial y ve a diario las diferencias entre las personas bajo su cargo y aquellos que llevan años en el rubro.

La distinción más clara para Daniel es la cultura de las horas extras. Él recuerda con normalidad quedarse hasta tres horas después de terminar su turno, pues su prioridad era crecer dentro de la empresa. Actualmente ve cómo los jóvenes anteponen su vida personal antes que la laboral. “Claramente ellos valoran mucho tener una vida después de la pega. Entonces sí o sí se van a las 6:30. Hay otros que llegan antes y se van antes”, afirma.

Según Carolina Varela, psicóloga laboral y directora de servicio y calidad de Adecco Chile, este fenómeno se debe a que los millennials tienden a ser una generación adicta al reconocimiento y al estatus social. “Para ellos es muy importante escalar. Desde ahí también se justifica un poco con esto de la presencialidad, con estar, mostrarse, que nos miren un poco más”, expone.

Para The Adecco Group Institute, el millennial es conocido por tener una mentalidad ajetreada. Insisten en trabajar muchas horas, incluso tomando turnos extras que no son pagados. Pero “esta mentalidad se está convirtiendo en una cosa del pasado, ya que la Generación Z está completamente por encima de ese concepto”.

Pablo es un ejemplo de esto. Él tiene muy en claro los límites de su jornada laboral y considera que no se transan. “Mi horario es de nueve a seis y media. Si entran llamadas tipo ocho, ocho y media, no les contesto porque no está dentro de mi horario. Les voy a contestar desde las nueve”, afirma.

La preferencia por lo online

El estudio de The Adecco Group Institute asegura que “el 84 % de la Generación Z no aceptará un trabajo que requiera asistencia presencial a tiempo completo”. La flexibilidad es un requerimiento esencial para los más jóvenes, pues les permite ocuparse de las tareas de la casa. Además de ahorrar dinero y tiempo que gastan en transportarse a diario.

Según Varela, “valoran mucho el equilibrio entre el trabajo y lo personal” y por ello “prefieren mucho la modalidad como home office o el teletrabajo”. La psicóloga laboral explica que esto se debe a que “finalmente ellos manejan su vida y van equilibrando lo personal con lo laboral de la manera que a ellos les parece”. A diferencia de las generaciones antiguas que “vivían de esta cultura de vivir para trabajar y conseguir lo que quieran”.

En el banco donde Daniel trabaja están al tanto de este escenario y han establecido un sistema híbrido en el que solo deben asistir dos veces a la semana de manera presencial. “Tener esa flexibilidad, ellos lo valoran mucho. No tener la obligación, ese es el gran tema, que no los obliguen y que tengan la posibilidad de elegir”, afirma.

Los conflictos al ingresar al mundo laboral

Javiera nació en 1997 y con 25 años está en el límite de la Generación Z. Está trabajando hace casi un año como terapeuta ocupacional y se siente sobreexplotada. El extenso horario, las horas extras no pagadas, las malas condiciones laborales y la presencialidad hacen que esté pensando en renunciar hace un tiempo. 

Javiera (25) siente que el extenso horario de trabajo, más lo que demora en transportarse, no le dejan espacio para otros aspectos de su vida. “Quiero priorizar otras cosas en mi vida, como mi vida personal, intentar dedicarme a la música, tener vida social. Aprender más cosas y estando en un trabajo así, es imposible”, piensa ella.

Además de que el tiempo se acorta más cuando se les pide a los trabajadores que alarguen su jornada de trabajo. “A nosotros no nos pagan horas extras, de partida. Y el tiempo que nos piden hacer extra, supuestamente es compensado con horas libres, pero no está estipulado”, asegura.

La capacidad de renunciar sin mayores cuestionamientos es otra característica presente en los jóvenes que están empezando su vida laboral profesional. Según la Encuesta Millennial y Gen Z 2022 de Deloitte el 40% de la Generación Z quiere dejar su empleo en los siguientes dos años.

Para Varela, esto no es poco común, pues esta generación no teme a cambiar de trabajo abruptamente o a emprender. Esto es gracias a su cercanía con la tecnología, que les ha dado la confianza de poder desarrollarse profesionalmente de la manera que estimen más conveniente.

La vida personal es una de las principales prioridades de la Generación Z. Sin embargo, al ingresar a un trabajo full time, el tiempo que les sobra es mucho más acotado de lo que acostumbraban. “Como que la generación Z tiene como otras preferencias. Estar acá hoy -en el trabajo-, te juro que me quiero matar”, asegura la terapeuta ocupacional.

Al igual que Javiera, la primera experiencia laboral de Fernanda tampoco ha sido la mejor. La joven tiene 23 años, de los cuales los últimos dos los ha trabajado como laboratorista clínica, tras terminar su carrera técnica. Esto ha hecho que se cuestione si realmente debería estar trabajando a esa edad.

Fernanda siente que se está “perdiendo” su juventud, ya que, al compararse con sus excompañeros de colegio, se da cuenta que no ha “vivido sus años 20”. Además de que el ambiente laboral resultó ser más hostil de lo que pensaba, lo cual la mantiene afligida y con ganas de renunciar. “Ahora estoy con psicólogo por esto”, cuenta.

Sin embargo, la presión de tener que pagar cuentas no le permite renunciar. “Vivo con mi hermano y a pesar de que me gusta, me hace tener responsabilidades y siento que todavía soy muy chica para todo esto”, confiesa.

La salud mental antes que laburar

Para la Generación Z la salud mental es una prioridad según la investigación de la consultora Oliver Wyman. La pandemia fue un factor deteriorante para los más jóvenes. Según el sondeo, “casi el 50% de los miembros encuestados de la Generación Z afirman recibir tratamiento por ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo u otros problemas de salud mental”.

Para Javiera también ha sido un factor desgastante en su ambiente laboral, pues el agotamiento por las extensas jornadas les ha pasado la cuenta psicológicamente. “Estamos todos muy cansados y este lugar de verdad, aparte de explotador, es como muy fuerte emocionalmente. Yo veo a mi equipo y los veo a todos mal”, dice la terapeuta ocupacional. 

Según el estudio de Deloitte, un 46% de la Generación Z declara estar estresada o ansiosa todo el tiempo, a diferencia del 38% de los millennials. Además, suele afectar más de un 53% a las mujeres, mientras que a los hombres solo aqueja al 38% de la población.

Javiera nota la diferencia entre ambas generaciones, pues, a pesar de ver el malestar de sus compañeros mayores, estos insisten en no hablar de sus sentimientos y continuar sus labores. “Creo que como generación tenemos la capacidad de darnos cuenta de que estamos mal”, añade.

Idea que se ve reflejada en Rayén (22), pues la joven periodista nunca se ha planteado la idea de desgastarse por un trabajo. “Si me está fallando mi salud mental o algo por el estilo, no voy a dudar en renunciar”, asegura. La centennial cree que el trabajo nunca será su prioridad número uno, a diferencia de “la generación de los boomers, que viven con el trabajo y salen a las cinco de la mañana y trabajan hasta las ocho de la noche”. 

Las relaciones laborales

Para los jóvenes el trato y las relaciones interpersonales son fundamentales, en especial si se trata de personas con las que tienen que compartir su día a día. A pesar de que el individualismo es una característica marcada de esta generación, según la psicóloga Carolina Varela, no los representa. “Ponen mucho énfasis también en las conexiones personales, porque esas conexiones también los ayudan a alcanzar ciertos objetivos o ciertos logros”, plantea.

Según Pablo (24), la comunicación entre las distintas generaciones varía mucho. Mientras él se comunica respetuosamente con sus superiores, asegura que estos siempre andan exigiendo con prisa. “La generación antigua es más como, necesito esto, dame esto, ahora ya o para ayer, andan corriendo para todo. En cambio, la generación de hoy tiene una mejor planificación”, asegura.

Javiera siente que a pesar de la relación que puede generar con sus superiores, no está siendo apreciada en su entorno laboral. “Siento que tampoco es valorada realmente la pega que uno hace, más allá de la plata, a veces ni siquiera te dan las gracias. Trabajar está sobrevalorado”, sentencia. 

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