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Opinión

1 de Marzo de 2025
Anora, favorita al Oscar a Mejor Película y Director.

Oscar 2025, la noche de los “ojalá”: una radiografía a las 10 películas nominadas y los actores favoritos para ganar

Foto autor Cristián Briones Por Cristián Briones

El columnista de cine de The Clinic, Cristián Briones ("Fílmico"), hace un repaso por las cintas nominadas al Oscar de este año. ¿Cuál debería ganar? ¿Qué actores llevan la delantera a la premiación de este domingo? Anora, El Brutalista, La sustancia, Un dolor real y Emilia Pérez son las favoritas en las categorías más importantes de la noche.

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Es una obviedad, pero es necesario comenzar por esto: el Oscar es un premio de la industria hollywoodense. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas no está para determinar cuál es la mejor película de cada año, dictar una cátedra sobre qué es o si se puede determinar exactamente qué es el buen cine, o presentar argumentos acerca de qué convierte a un director, intérprete o guionista en mejor que otro. Es primero un espectáculo, y luego un termómetro sobre dónde la industria está, y dónde quiere ir. Una constante necesidad de validación indispensable para seguir convocando audiencias.

Y este hecho, la necesidad de pertenecer al mundo y darle forma a la vez, en la pregonada expresión de “seguir empujando un arte” que requiere de llenar butacas para seguir existiendo, es que el Oscar se ha convertido en uno de los galardones más permeables por los fenómenos socioculturales. Y no digamos que los asuntos han estado calmados allá afuera. Vivimos en una era especialmente convulsa en que a todos les preocupa lo mucho que está cambiando todo, aunque nada pareciera cambiar realmente. Y la Academia está justamente en el centro de todo ello, tratando de reflejar los supuestos progresos del mundo, y muchas veces fallando estrepitosamente en celebrarlos. Pero esto no se lo podemos negar: también es un muy buen show cuando todo se desmorona.

Y empecemos este somero repaso por los nominados de este año por ese elefante en la habitación que es la película con mayor cantidad de postulaciones a estatuillas: la infame Emilia Pérez. Todo el hilo de eventos que ha llevado a la película francesa a ser el foco de atención negativa de la noche de este domingo es un resumen de Hollywood en varios niveles.

Zoe Zaldaña, favorita por Emilia Perez para ganar el Oscar a mejor actriz secundaria.

Primero, en cómo funcionan las campañas de difusión y promoción (que ahora sabemos que no son lo mismo), y después en cómo las ideas y reglas autoimpuestas de la industria, se han devuelto a morderle. Una obra que cosecha su primer premio especial en Cannes y que Netflix compra de inmediato para convertirla en su apuesta al Oscar de 2024. Y les resultó. Hasta que a Karla Sofía Gascón le ocurrió lo más Emilia Pérez que pudiera haber ocurrido. Su pasado le alcanzó. Y toda la indignación que la barrera idiomática había desatado, empezó a ser compartida. Hollywood se vio obligado a pasar la cuenta, no importando qué tan bien le hubiera ido recogiendo premios. Y aún así, es favorita en una categoría, Película Internacional, y tiene otro casi seguro: el de Mejor Actriz de Reparto. Es uno de los dos premios que parece zanjado, el otro es de Kieran Culkin por Un dolor real. Zoe Saldaña parece haber resultado inmune a la vuelta de espalda a su película de prácticamente todo estamento hollywoodense, como antes lo había hecho el público.

Y esto último es un detallazo: la bullada diferencia entre la opinión de la crítica especializada y la de las audiencias en general. Emilia Pérez es la película con más nominaciones, tiene 13; la con menor nota del público, IMDB, Letterboxd, Rotten Tomatoes; y de las dos con menor apreciación de la crítica, 70 en Metascore (acotar que esta última no es un sistema de calificación, si no una revisión del tono de las columnas escritas al respecto, y que se decantan más allá de un sistema de estrellas y/o notas). Pero curiosamente, con también un 70 en Metascore, la otra con menor aprecio crítico, es una con muy buena llegada popular, con 8 nominaciones y muchas posibilidades de llevarse estatuillas: Un completo desconocido de James Mangold. De nuevo, los caminos de la Academia son misteriosos.

Sumemos que de las 10 nominadas a mejor película, están también dos éxitos de taquilla, obras de excelente factura por lo demás, pero que en otras circunstancias, cuando sólo eran cinco las nominadas, hubieran quedado fuera: Duna Parte Dos y Wicked. Pero entre ambas suman 1.500 millones de dólares de recaudación. Hay que pensar en las butacas.

De las seis restantes es dónde los colmillos se afilan. Dejaré fuera Nickel Boys, porque su presencia es, básicamente, testimonial. Es una gran película, y sus recovecos temáticos y estilísticos le valen la presencia, pero quedará muy pronto fuera de la conversación. Caso distinto con las demás, que hay al menos tres que vinieron a hacer historia. Especialmente porque son de aquellas que no tenemos temor de calificar como “buen cine” y mejor aún, cumplen con la necesidad de la Academia de tener una conversación sobre el mundo.

Y esta parte es todo menos fácil. Porque mucho se le critica a la Academia que sus inclinaciones políticas le pasan la cuenta a su revisión de calidad, y demasiadas veces ha sido cierto, pero la verdad es que hacer un obra que cumpla con tener forma y fondo, con proponer un tema y entregarlo con una narrativa que vaya más allá del entretenimiento puro (asunto que también es válido en sí mismo) es un ejercicio escaso y muy pocos autores dan con ello en sus carreras. Pero en este Oscar nos encontramos con más de una. Y con más de una coincidencia general, por cierto: más de un musical, más de una película sobre la violencia y desapariciones forzadas en el tercer mundo, obras sobre el holocausto, sobre el conflicto israelí palestino, sobre los hallazgos de cuerpos en internados educativos y religiosos, etc. Y mientras más se parecen aquellos eventos que se abordan, más se hacen notorias las películas que se atreven a narrar con arrojo y precisión esos puntos de vista.

Demi Moore, amplia favorita para el Oscar a Mejor Actriz, por La sustancia.

La sustancia ataca con perspectiva de género la obsolescencia programada de la belleza femenina, con Demi Moore en una de las mejores elecciones de casting del último tiempo, y con tres cuartos de la estatuilla en su escaparate, más allá de que la mejor interpretación en su categoría esté en la brasileña Fernanda Torres y su Aún estoy aquí. Lo cierto es que la propuesta de la francesa Coralie Fargeat, también nominada a directora y guionista (todavía con posibilidades en esta última) es lo suficientemente concreta en su intención y atrevida en su puesta en pantalla, para conseguir que una película de género “B” esté en las más destacables del año, y le entregue a Moore la posibilidad de otro de sus muy buenos discursos esta temporada. Caso totalmente opuesto es el de Cónclave, cuya ejecución está empecinada en construir tensión con muy poco que decir, y gracias a eso termina siendo contendora en más de una sección, por muy exigua que sea su apuesta temática.

Lo que nos lleva a celebrar todavía más una épica como hace muchos años no veíamos pasar por Hollywood. Una de las obras de autor más potentes y ambiciosas de este siglo. Un monumento, de esos que el cine erige muy de vez en cuando, y son cada vez más escasos. Una de aquellas películas que sabemos nos está pasando por encima, y debiéramos reconocer lo meritorio que es eso. El Brutalista de Brady Colbert. Con un Adrien Brody que todo indica que su interpretación de un arquitecto inmigrante que se enfrenta al poder del dinero en su llegada a los EEUU, posterior al Holocausto en la 2da Guerra Mundial, le bastará para llevarse su segundo Oscar como actor. Aunque Timothée Chalamet, con su rol de Bob Dylan en Un completo desconocido, bien puede dar la sorpresa y nadie negará el merecimiento.

El Brutalista corre con Adrien Brody como favorito a Mejor Actor.

Pero es distinto con el apartado dirección y película. Los famosos principales. Esta debiera ser una disputa entre dos autores. Lo de Colbert y su propuesta sobre los mitos fundacionales de las naciones y la de Sean Baker y el conflicto de clases en Anora.

Baker lleva décadas retratando a los trabajadores sexuales para establecer una mirada a una estructura depredatoria, y ha llegado a su punto cúlmine narrativo. Con una Mikey Madison en el rol de esa campesina encandilada por las riquezas del palacio. Con un melodrama tan bien escrito, que pareciera una montaña rusa de géneros, cuando se apega siempre a uno solo. Baker es el último hollywoodense con un puño en alto y habiendo validado su punto de vista a puro cine. Ojalá sea Anora la escogida Mejor Película del 2024 por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Ojalá Sean Baker levante su merecida estatuilla por haber sido consistentemente un autor con un tema claro: que este sistema no es más que un cuento de hadas y en cuanto antes nos demos cuenta de que esos príncipes no son más que una farsa mimada, antes volveremos a esa gente que en realidad nos siente propia, y a esos nombres que renegamos. Ojalá la obra tenga el reconocimiento que le dé trascendencia a sus tonos, a sus quiebres, a la elegancia en su escritura. Ojalá.

Los Oscar son este domingo, una competencia reñida que siempre es buena para los snacks y las papeletas, y en dónde un aplauso tibio también será buen comidillo para el día lunes. Pero la noche del domingo es la noche de la Academia, la noche de los “ojalá”.

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