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24 de Octubre de 2022

La historia y trama detrás del tortazo que le lanzaron a la figura de cera del Rey Carlos III

Arte, torta, puré, sopas y petróleo, la historia entre los activistas medioambientales y los magnates del combustible.

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Durante las últimas semanas hemos sido testigos de una seguidilla de ataques a famosas pinturas, como los girasoles de Van Gogh o los almiares de Monet y ahora último se le suma el tortazo que le pegaron a la figura del rey Carlos III en el museo de cera de Londres.

Estos ataques no son hechos aislados, tienen relación el uno con el otro y tienen una cosa en común, la crisis climática.

El grupo que le pegó el tortazo al rey se llama, Just Stop Oil (Detengan las energías fósiles), los dos activistas se infiltraron entre los visitantes para luego proceder a sacar la torta y eventualmente, lanzarla al monarca.

La idea de involucrar al bizcocho no es al azar, la clave está en uno de los últimos discursos que el rey dio sobre la crisis climática. De hecho, los activistas lo citaron en todo momento, partieron con “en palabras del rey”.

“Como saben, en los últimos 40 a 50 años, me ha movido el deseo de no enfrentarme a mis nietos ni a los suyos. Me exigen saber por qué no hice nada para prevenir la destrucción y el envenenamiento de este planeta. Ahora, por supuesto, estamos siendo confrontados por estos mismos niños, exigiendo acción inmediata y no solo palabras. La ciencia es clara. Las demandas son simples. Basta con parar el calentamiento. Es pan comido (piece of cake en inglés, por eso el tortazo)”.

Los ecologistas detrás de esta intervención son Eilidh McFadden, de 20 años y Tom Johnson, de 29. McFadden formó parte del grupo de 20 activistas que, en mayo, bloqueó la entrada a la terminal petrolera de Nustar Clydebank, en Glasgow.

La organización Just Stop Oil, ha estado muy activa últimamente debido a que el Gobierno Británico, está concediendo nuevas licencias para la extracción de petróleo y gas. El ataque a los girasoles de Van Gogh con sopa de tomates, también se le adjudica a este colectivo.

El mundo del arte y el petróleo, al contrario de lo que pensaríamos, tienen mucho en común. De hecho, durante treinta años, el museo de Londres (donde tiraron la sopa de tomates) fue patrocinado y financiado por la multinacional petrolera BP.

De esta misma manera, el mundo de la cultura ha sido muchas veces el objetivo que ocupa el negocio del combustible para lavar su imagen. Un ejemplo de esto sería, La Royal Opera, la Tate, la Serpentine Gallery, la Royal Shakespeare Company, todos estos son organizaciones culturales emblemáticas, las cuales tienen una estrecha relación con los magnates de la explotación ambiental.

Por otro lado, el ataque a la pintura de Monet, en el museo Barberini en Alemania, está adjudicado a otro grupo activista llamado, la última generación. Tras lanzar la sustancia amarilla y pegajosa, que después supimos que en realidad era puré, los activistas se pegaron a la pared y comunicaron:

“Nos encontramos en una catástrofe climática. Y a lo único que le tienen miedo es a la sopa de tomate y al puré de papas en un cuadro. ¿Saben a lo que yo le tengo miedo? A las palabras de los científicos que dicen que en 2050 no podremos alimentar a nuestras familias. ¿Hará este puré de papas que escuchen? El cuadro no valdrá nada cuando tengamos que pelear por la comida”.

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