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Entrevista Canalla

4 de Noviembre de 2022

Jorge Tarud, político: “Mis fans se llaman los Tarudistas…pero no sé quiénes son en realidad”

Tuvo días agitados. Renunció al PPD y, a los días, se sumó a la nueva colectividad llamada Demócratas. Aquí el exdiputado habla de su vida política, del PPD, de ser amarillo, de ser de centro, de su fans club, de los sábados de Tarud, de ser un rockstar entre los jóvenes, de Lagos, del futuro y de hasta cuándo seguirá en la política.

Por

De pronto volvió a la palestra Tarud, Jorge Tarud, el político de la izquierda suave, el diputado inagotable que estuvo entre el 2002 y el 2018 en la Cámara de Diputados, el ex candidato a la Presidencia que conmovió a un nicho pintoresco, en fin, este hombre que, días atrás, reapareció en la prensa: 

-Es que renuncié- cuenta ahora

-¿A qué, Jorge?

-Al PPD

-¿Qué?- fingimos.

-Lo hice el sábado, a través de las redes sociales.

-¿Durante el fin de semana largo?

-No me fijé.

-¿Se arrepentirá? 

-No. La decisión está tomada- zanja, tieso.  

-¿Le cayó una lágrima?

-Naa…

-¿Es usted un duro?

-Me dio tristeza, por supuesto.

Parece que Tarud estaba agobiado. Años atrás, en un momento de sensibilidad doctrinaria, fundó el PPD y, tiempo después, lideró la bancada en el Parlamento. Fue un diputado tercamente adherido al escaño. Ganó cuatro elecciones consecutivas, estiró su permanencia por dieciséis años, fue el referente en temas internacionales, viajó por el mundo, le susurró consejos a los líderes del planeta, también se enfrentó a ellos. 

-Evo Morales- relata Tarud-, en medio de una discrepancia, una vez me dijo: “¡Eres un Tarúpido!”.

-¿Qué hizo usted?

-Le respondí: “¡Y tú eres un Evonao!”

Pero, bueno, el PPD tomó rumbos extremos, juzga Tarud. ¿El partido enrrojeció? “Se puso más radical”, modera, como siempre, Tarud.

-Y no me gustan los ruidosos, los ultra…

A Jorge Tarud le gusta el criterio, la izquierda del arcoíris, el triunfo del 5 de octubre, la doctrina expresada con protocolo, las autoridades con corbata, los líderes de opinión con la camisa dentro del Dockers.

Por ejemplo, él tiene este pensamiento:

-No me gustan las autoridades que andan con camisa sin corbata…

-¿Considera que la corbata sigue viva?

-La gente del campo, aunque no tenga un peso, cuando tiene un evento de importancia se pone su mejor corbata. Debemos actuar como lo exige el pueblo. Hay muchas instancias en que es necesario usar una corbata…¿sabe quién fue el primero en estar en el Parlamento sin corbata?

-¿El Presidente?

-Alinco, señor.

-¿Está seguro?

-¡Pero completamente! ¡Yo mismo lo vi llegar un día sin corbata!

-Un descaro…- solidariza el reportero.

-¡Fue un escándalo! Hoy ya se ha normalizado. Hoy el 80% de los parlamentarios no usa corbata…

La estética sufrió un declive, piensa Tarud. Las cosas se extremaron, primó lo ultra, la metáfora del cuello descorbatado. Por lo tanto él, sin más remedio, se fue del partido que fundó.

Y se fue explicando su decepción:

-…cuando no se concuerda con las posturas oficiales del partido, es mejor dar un paso al costado…

Recuerda ese día, a mediados de 1987, en que, en compañía de su  papá, el señor Rafael Tarud, un político connotado, tocó la puerta de Ricardo Lagos Escobar.  

-¡Pasen!- gritó Lagos, que ya entonces solía hablar como estadista.

-Don Ricardo- dijeron los Tarud-… es hora de formar un partido.

-Así sea- admitió Lagos.

Y tras afinar una enorme cantidad de puntos de vista con Schaulsohn, con Brünner y otros más, Lagos, sin titubear, tomó el teléfono fijo y llamó a radio Cooperativa. Y dijo secamente:

-Tenemos una noticia. 

-Qué- contestó un reportero con desgano.

-Se acaba de formar el Partido Por la Democracia.

Han pasado 35 años.

Hoy Jorge Tarud tiene 69 años y, cosa simbólica, su sangre es ardiente. Su sangre es árabe, volcánica, da alaridos arabescos si la tensión lo acosa, golpea la mesa con el ceño fruncido, admite que tiene el carácter efusivo de un palestino, pero, a la vez, en términos ideológicos, este político se ha entibiado. Tarud está tibio y su partido continúa ardiendo. Tarud por estos días insiste con su mensaje:     

-¡Yo simplemente soy un social demócrata!

-¿Qué es eso?

-La democracia por sobre todas las cosas…

-¿Y lo social?

-¡Siempre con un espíritu social!

De manera que este hombre se ha radicado en el punto medio. No está ni allá, ni acá, y a la vez está con todos o en contra de todos. Tarud es el centro.  

-Usted estaba llevando una vida tranquila…

-Mm- medita.

-Y volvió a las tensiones…

-Mm- rezonga.

Yo soy el centro

Renunció al PPD el día sábado y, sin alargar su soltería, el miércoles fundó otra colectividad. 

-Usted es una máquina.

-¿Cómo?- se inquieta.

-Pasó sólo tres días sin estar en un movimiento político…

-Creo en la democracia. Y ahora, junto a un grupo de políticos (Ximena Rincón, Matías Walker, Carlos Maldonado, entre otros), hemos fundado Demócratas…

-¿Qué buscan?

-Representar lo que quieren muchos chilenos. Integrar a los vulnerables, a la clase media…

-¿Integrará también a los ricos?

-Los ricos se integran solos.

-¿Ustedes serán como el Partido Demócrata de Estados Unidos?- preguntamos con emoción.

-Creo que estamos un poquito más a la izquierda que los demócratas de Estados Unidos…Mire, conozco a Nancy Pelosi (Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos)…, conozco a Joe…

-¿Biden?

-Lo conocí, sí. 

-¿Y cómo son?

-Muy agradables. Pero la realidad de Estados Unidos es distinta a la nuestra…

-Disculpe, pero…¿ustedes serán más amarillos que los Amarillos?

-Vamos a convivir con los Amarillos. Seguramente formaremos alianzas. Queremos convocar al mundo independiente.

-¿Los Amarillos son amarillos más de derecha y ustedes son amarillos más de izquierda?

-Lo importante es darle vida al centro político.

-Si tuviera que elaborar un slogan a prisa para Demócratas…¿cuál podría ser?

Jorge Tarud empieza a forzar su cerebro y velozmente contempla la biografía de la nación. Tal vez se le cruzan los arcoíris (“Emocionante”), banderas (“Siempre he respetado los colores patrios”), el país entusiasta de 1988 (“Había un espíritu especial”), la democracia al fin (“Derrotamos una dictadura”), la transición (“Nos unimos”), Lagos (“Un demócrata”), Michelle (“Es tan simpática”), el acuerdo con la Unión Europea que él empujó (“Es de lo más importante que hice”). Se le cruza el país que revivió (“Yo estuve allí”) y luego el país que decayó (“No a la violencia”). Se le cruza un estallido. Una polarización. Un país partido. Su voto Rechazo.

-Tengo el slogan de Demócratas- dice sorpresivamente.

-¿Cuál es?

Con una sonrisa comunica:

-”Demócratas: Tenemos que sacar a Chile adelante”…

Y suspira complacido.

Suspira Jorge Tarud, el hombre que generó dos portadas en cinco días. El hombre que fue parte de dos movimientos políticos en solo un fin de semana largo. El hombre al que le fue indiferente la superstición y acordó encabezar una colectividad justo en el Día de los Muertos.

-Mm…

Jorge Tarud, el vicepresidente del Partido Demócrata chilensis, se queda pensativo. El ex candidato a Presidente está de vuelta a la vida.

Mi Club de fans

En ese instante el reportero pone una voz ronca, imponente, y, basado en antecedentes concretos, encara a Jorge Tarud

-Tengo entendido que usted es un rockstar, señor Tarud…

-¿Yo?

-Usted, señor Tarud.

El señor Tarud postuló a la presidencia el 2021 y obtuvo el último lugar en las primarias de su partido. Fue una candidatura enternecedora que lo tornó como un héroe romántico. Y durante la candidatura el señor Tarud alcanzó la gloria porque popularizó Los Sábados de Tarud. 

-¿Qué me dice de Los Sábados de Tarud?

-Bueno…yo tomaba el teléfono y grababa un video…luego la prensa lo difundía…yo no les pedía nada…

El señor Tarud, cada sábado, se despertaba con una opinión. Se dirigía a su terraza, una terraza plagada de verde, conocida en la prensa como “La Terraza Verde de Tarud”, y emitía su punto de vista. Los videos se hicieron masivos al punto que jóvenes enigmáticos se volvieron sus fans. 

-Es cierto…

-¿Entonces es verdad que usted tiene un Club de Fans?

-Sí- Tarud emite un murmullo avergonzado.

-¿Cautivó a grupos de jóvenes, señor Tarud?

-Culpable, sí- admite.

-¿Quiénes son ellos?

-Mis fans se llaman los Tarudistas…sé que son afines a mis ideas…pero nunca he sabido quiénes son en realidad…no sé mucho más…

-¿Cómo logra un político tener un Club de Fans en estos tiempos en que todos los políticos parecen ser odiados?

-Bueno…yo lo encuentro simpático. Y creo que mi mérito es la seriedad. La seriedad paga más que el showbusiness.

El señor Tarud es un político serio por fuera y chistoso en el living. Sus compañeros de colegio en la Alianza Francesa le dicen: “¿Por qué eres serio? Si tú eres bueno para el tonteo, Tarud”. Y el señor Tarud les dice: “¿Y qué quieren? ¿Que me ponga a tontear al hablar de temas importantes, que me haga el simpático cuando defiendo los límites del país ante las embestidas de Perú?”. El señor Tarud solía animar los festivales de su colegio. Protagonizaba los gags. Pero, en la actualidad, no sonríe si se enciende una grabadora. La política se hace con la cara apagada.

-¿Usted, tras cautivar a esos jóvenes, se considera un viejo choro?

-No sé si soy un viejo choro. Pero lo que trato de hacer es siempre hablar de las cosas con honestidad. Sin abanderizarme. Eso le ha gustado a los jóvenes.

Según parece, el señor Tarud ha hecho posible algo impensado: que existan los ultra de centro, los extremistas de la tibieza, los fanáticos del punto medio. Él sonríe. ¿Y cómo ve a los jóvenes? “Bastante bien”, resuelve el señor Tarud con un modal amarillo, “hay de todo, unos que quieren aprender, otros no tanto, pero hay jóvenes muy valiosos”. “Nombre, por favor, un joven valioso”, interviene el reportero. “Noam Titelmann me ha causado una buena impresión”, responde el señor Tarud. Y luego dice que fue feliz en el Congreso. Que fue un PPD orgulloso. Y, suspirando con entereza, dice que en la política hay que estar con la cara limpia.  

-¿Hasta cuándo estará en la política?

-Hasta que tenga salud. Quiero mucho a mi país.

Se queda en silencio.

-¿Usted volvió a la vida?

-Nunca he dejado la vida. Y hoy sólo quiero aportar- y justo antes de irse el ex PPD, el energizado demócrata, el tibio de sangre ardiente, el político con fans, suelta una misteriosa carcajada. Quizás pensando que ahora, en la política, también se puede reír.

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