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Política

16 de Noviembre de 2022

Tres años no son nada: cuatro claves de un discreto aniversario del Acuerdo del 15N

Agencia UNO

Se cumplieron tres años desde la firma del Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución del 15 de noviembre del 2019, y el debate público continuó sin acusar mayor recibo de una jornada que, en un contexto de intensas movilizaciones, habilitó un Proceso Constituyente que fue truncado por el triunfo del Rechazo en el Plebiscito de Salida. The Clinic deja cuatro factores para el análisis sobre la evolución del país de entonces, en las voces de Hugo Herrera (UDP) y Susana Riquelme (U. Concepción).

Por Joaquín Abud y Emmanuel Ganora

Sin conmemoraciones ni simbolismos en La Moneda, con la misma Constitución -esa, la del 80- que se propuso cambiar, y una crisis de seguridad que se aleja del objetivo de la paz, se vivió el tercer aniversario del acuerdo del 15 de noviembre de 2019. 

Por aquellos días, los representantes de las principales fuerzas políticas con representación parlamentaria estuvieron encerrados por horas en el Congreso Nacional, a fin de abrir una salida política a la crisis que había estallado el 18 de octubre de ese año y que se expresaba -principalmente- contra la clase política en las afueras del Congreso.

Fue ahí que los presidentes de los distintos partidos -excepto el PC-, más un solitario Gabriel Boric -entonces diputado de Convergencia Social- llegaron al llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva constitución. Dicho pacto habilitó la Convención Constitucional cuya propuesta, pese a meses de intensas movilizaciones, fue finalmente rechazada por un 62% de los ciudadanos en el Plebiscito de Salida de septiembre de este año.

Sin embargo, a tres años de esa jornada, acaso la más determinante desde el retorno a la democracia, pareciera cada vez más lejana la posibilidad de una nueva Constitución, a juzgar por las infructuosas negociaciones parlamentarias para instalar un nuevo Proceso Constituyente.

Muestra de ello, por ejemplo, fue la intervención del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, en las redes sociales. Anoche, en su cuenta de Twitter, apuntó: “15N: nada que celebrar”. Las reacciones fueron encontradas. El estado de ánimo, de hecho, puede resumirse en la respuesta otorgada por la cuenta parodia “Cascadas de Japón”: “Gracias por avisar, Jorge. Estamos en contacto por cualquier cosa. Saludos”.

Aquí, The Clinic profundiza en algunos cambios que ha tenido Chile desde aquella foto en que los representantes de partidos posaron juntos para anunciar algo impensado en los anteriores treinta años de Transición: un acuerdo que generó las condiciones para cambiar la Constitución vigente. 

1.Sin presión no es lo mismo: el nuevo proceso constituyente post acuerdo

Algo que en los días en que se firmó el acuerdo parecía imprescindible, era la necesidad de darle a Chile una nueva Constitución y terminar con la herencia de una Carta Magna originada en dictadura.

Sin embargo, luego del fracaso de la Convención Constitucional, cuya propuesta sufrió un rechazo arrollador, aún no hay luces de que un nuevo proceso sea viable.

Las distintas fuerzas políticas con representación parlamentaria se reúnen casi todos los jueves para acordar un nuevo camino. Pero a más de dos meses del triunfo del Rechazo, sólo han logrado acordar 12 puntos esenciales que funcionarán como base del proceso. 

Pese a ello, aún no se ha definido el mecanismo redactor ni el rol de los expertos en el proceso. Mucho menos los plazos de un eventual itinerario constitucional.

Así las cosas, el proceso de diálogo se proyecta desgastado. A objeto de desbloquear las tratativas, desde el oficialismo han comenzado a mostrar apertura a que el órgano redactor no sea 100% electo, sino que mixto; ya sea con expertos o parlamentarios en ejercicio. 

“Para nosotros lo ideal era el órgano 100% electo, pero entendemos que no tenemos mayorías para aquello y que tenemos que conversar con realismo para avanzar y no renunciar a tener una nueva Constitución. Ese es el fin”, dijo el pasado lunes 14 de noviembre la presidenta del Partido Socialista y vocera de la alianza de gobierno, Paulina Vodanovic. 

A juicio del filósofo y académico de la UDP, Hugo Herrera, hay un responsable único de que aún no tengamos nueva constitución: “La Convención, y más precisamente a la banda izquierda de los Bassa (Jaime) y los Atria (Fernando) que radicalizaron el asunto”. “Fue la irresponsabilidad de la Convención lo que nos quitó más tiempo”, agrega.

En tanto, la académica de la Universidad de Concepción, Susana Riquelme, cree que el estancamiento de una nueva Constitución se debe a que “este Chile está permeado de una crisis económica gigante que tiene a la gente ocupada en otras cosas. Hay cierta fatiga o desesperanza en la sociedad que genera esta pausa”, afirma.

2.Fragmentación de la política: la crisis de representación

Una consecuencia paralela del proceso posterior al Estallido Social y al Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, tuvo que ver con una crisis de representación en los partidos políticos tradicionales.

El mejor ejemplo lo tuvo la Lista del Pueblo, el colectivo más exitoso en la conformación de la Convención Constitucional, logrando una alta cantidad de representantes. Sin embargo, su caída fue más rápida de lo esperado y este movimiento que aglomeraba independientes de izquierda, terminó el proceso sin ningún representante en el extinto órgano constituyente.

Posteriormente, a mediados del 2021 surgió el Partido de la Gente con el economista Franco Parisi como líder. La nueva colectividad logró establecerse en el tercer lugar de la primera vuelta presidencial, sumando seis diputados, bancada que luego se extendió a nueve legisladores.

Sin embargo, hoy el PDG también está en un limbo. Luego de la elección de la mesa de la Cámara que dejó en la presidencia al diputado Vlado Mirosevic (PL) se sancionó a tres diputados de la bancada que votaron con el oficialismo: Rubén Oyarzo, Karen Medina y Gaspar Rivas. Además, se excluyó a Francisco Pulgar, uno de los independientes de la bancada. En este contexto, los diputados sancionados comenzaron a evaluar su permanencia en el partido.

De todos modos, no son los únicos que están disputando el centro político. Luego del triunfo del Rechazo en el Plebiscito de Salida surgió Amarillos, partido en formación liderado por Cristian Warken y varias figuras de la ex Concertación.

A este grupo, se sumaron dos parlamentarios que estuvieron por el Rechazo. Los senadores Matías Walker y Ximena Rincón renunciaron a la DC para formar el partido Demócratas junto a Carlos Maldonado (ex PR) y Jorge Tarud (ex PPD), entre otros.

Toda esta fragmentación en el centro  ha generado una reestructuración del mapa político. Según Susana Riquelme, esto se relaciona con que “hubo una crisis de representatividad política, con muchas promesas que no se fueron cumpliendo”.

“Las promesas incumplidas generan grupos donde surgen soluciones más superficiales como ocurre en el PDG. También se ve reflejado en la Convención, donde predominaban los independientes con luchas muy específicas. Los partidos tienen el desafío de reafirmarse”, profundiza la analista.

Por su parte, Hugo Herrera estima positiva la reestructuración del centro político. “Aquí están ocurriendo dos fenómenos; se está moderando un ala de RN y una ala de la centroizquierda, y están surgiendo estos nuevos partidos”, señala.

De todos modos, Herrera es contrario a que esta reestructuración ocurra de forma fragmentada: “O tienes partidos fuertes y grandes en el centro, o vas a tender a la fragmentación”.

3.“Por la Paz”: Concepto del acuerdo en crisis

El acuerdo del 15 de noviembre tenía un factor que fue opacado por la demanda de una nueva Constitución y que, además, pasó medianamente desapercibido durante el 2020. Entonces, la Pandemia y el confinamiento redujeron los episodios de violencia y apaciguaron las protestas originadas por la Revuelta.

Sin embargo, con la Pandemia a la baja y el fin del confinamiento, la seguridad volvió a ser un problema. Ahora no por saqueos y manifestaciones constantes, sino que por el aumento de delitos violentos y una sensación de inseguridad en la ciudadanía que ha motivo anuncio de medidas y un endurecimiento del discurso del Ejecutivo en esta línea.

Así las cosas, el pasado lunes 14 de noviembre el gobierno -liderado por la ministra del Interior, Carolina Tohá– citó a la oposición a La Moneda precisamente para explorar un acuerdo nacional por la seguridad de carácter transversal. 

Hugo Herrera hace una prevención: “Distinguiría dos cosas. Una cosa es la violencia delictual y otra muy distinta es la manifestación popular. Cuando tienes tres millones de personas protestando, no es un asunto policial, es político”, reflexiona. 

Susana Riquelme, por su parte, coincide en la diferencia sobre el significado de la paz. “En esa época la paz se planteó en el contexto del orden público, pero hoy tiene otro significado relacionado a la delincuencia. Esa paz tenía que ver con la falta de diálogo, con no tener un actor con el que dialogar por parte de la manifestación, y por eso la Convención era una respuesta para ese factor también”, asevera.

4.La revolución de Boric y su moderación como Presidente

Al abordar los cambios que ha experimentado el país desde el 15 de noviembre de 2019, no se puede omitir los derroteros transitados por el propio Gabriel Boric hasta ahora, a ocho meses del inicio de su gobierno.

En aquella época trascendió que su partido, Convergencia Social, en principio era contrario al acuerdo del 15N, por lo que suscribió el pacto a título personal, por lo que le costó ser pasado al Tribunal Supremo de su colectividad. Eso culminó en la suspensión de su militancia seis días después, aunque la sanción fue levantada sólo un mes después a cambio de una “amonestación privada”.

Sin embargo, ese mínimo gesto generó una avalancha de resultados positivos para el entonces diputado, quien menos de dos años después fue la carta de consenso del Frente Amplio para enfrentar las elecciones presidenciales. Asimismo, el hecho de haber firmado el acuerdo fue una de las principales diferencias que tuvo con el alcalde de Recoleta Daniel Jadue, la carta del PC y Chile Digno en la primaria de Apruebo Dignidad que perdió ante Boric.

Desde ahí, se trazó un camino en que el Presidente pasó por varias facetas. Lo más notorio ocurrió en el paso de primera a segunda vuelta presidencial, donde tuvo que moderar su discurso con el fin de conseguir los votos del centro político para derrotar a su contrincante de derecha, José Antonio Kast. Por aquellas semanas, sectores de la derecha más furibunda lo tildó de “el volteretas”.

Pese a la caricatura, por estos días el Presidente volvió de La Araucanía y reconoció que hay actos terroristas en la región, comparando además a quienes queman iglesias y colegios con los nazis y con la dictadura de Augusto Pinochet.

También ha cambiado el eje de influencia del gobierno, donde los liderazgos provenientes de la ex Concertación, han tomado predominancia, principalmente en las figuras de Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte en las carteras de Interior y Segpres, respectivamente.

Esto, además, es un factor que según sostuvo a The Clinic el director de la encuestadora Cadem, Roberto Izikson, le significó al Mandatario una saludable alza de ocho puntos en su aprobación en el último sondeo. “Al Presidente lo hemos visto más parecido al Boric de segunda vuelta que al de primera vuelta con un tono más conciliador, poniendo en primer lugar la Seguridad”, argumentó el investigador.

Susana Riquelme comenta: “lo que se mostró con el Plebiscito de Salida es que el proyecto político del Frente Amplio sí o sí tuvo que moderarse: en el fondo no se puede ignorar al 62% Un Presidente tiene que gobernar para todos y necesita acuerdos”.

Hugo Herrera, en tanto, complementa: “En política, a las personas que son capaces de traicionar su pequeño credo les va bien. Y para que este país funcione, necesitas renunciar a ciertas cosas con las que puedes estar muy convencido, pero que no comparte la mayoría”, ahonda el intelectual.

¿Acaso estamos ante una fase de fatiga electoral por parte de la ciudadanía ante un intento de proceso constituyente que languidece en el Parlamento? El académico responde ante esta disyuntiva: “En política no puede faltar la palabra, y la palabra ya está empeñada en el acuerdo del 15 de noviembre. Por otra parte, es importante reparar en que las condiciones que generaron la crisis, están ahí”, asegura. 

“Es una responsabilidad seguir con el proceso  o complementarlo con otra cosa. A lo mejor puede ser una agenda de grandes reformas, pero eso difícilmente funcionaría porque el compromiso fue por una Constitución”, remata.


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