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La Ruta

27 de Julio de 2023

La ruta de la sopaipilla: seis lugares para comerlas pasada, con pebre, mostaza o sola

Sopaipilla Foto: Agencia Uno

En tiempos de frío y alguna que otra lluvia esta preparación no puede quedar fuera de nuestra dieta. Aquí algunas recomendaciones para los que están en Santiago.

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Aunque también podemos encontrar sopaipillas en países como Argentina, Bolivia e incluso México; esta masa frita es muy nuestra. Además, en Chile la sopaipilla posee varias particularidades. Primero, y sobre todo en la zona central, está íntimamente ligada a la lluvia. De hecho, en Santiago y otras áreas urbanas de esta zona sus habitantes apenas comienza a llover -o incluso cuando ésta se pronostica- inmediatamente se embarcan en la misión de comprar o cocinar sopaipillas. Aunque claro, cada vez llueve menos, lo que no aminora el consumo de sopaipillas.

En otras palabras, al final consumimos esta preparación cuando llueve y también cuando no llueve. Eso si, lo hacemos más durante los meses fríos del año. Otra particularidad del consumo de sopaipillas tiene que ver con su estrecha relación con la venta ambulante. Que aunque no demasiado enraizada en el país en comparación a otras latitudes, igual se las ingenia para estar presente en distintos puntos de varias ciudades a través de los clásicos carritos que las van friendo en función de la demanda de la clientela que las come al paso.

Otra particularidad de la sopaipilla es que su masa en algunas versiones -sobre todo en la zona central- lleva zapallo, cosa que se va perdiendo mientras avanzamos hacia el sur. Además, por esas latitudes muchas veces adopta una forma romboide. Como si esto fuese poco, hay que contar también que existen muchas formas de consumir las sopaipillas. Por supuesto fría o caliente. Con un poco de azúcar o algún otro dulce encima, pero también con aderezos más bien picantitos como la mostaza, el ají e incluso el pebre. Al final, es una cosa de gustos.

Mención aparte merecen las sopaipillas pasadas, que son las misma sopaipillas fritas de siempre, pero que luego se pasan por una salsa en base a chancaca y que se suelen servir como postre o a la hora de once. Al final, nuestras sopaipillas son todo un mundo.

Ahora bien, a la hora de hacer mi selección personal debo aclarar que he dejado afuera todo tipo de carritos y puestos fuera de norma. No por un afán castigador si no que todo lo contrario, para protegerlos. Porque si uno se alumbra con ese tipo de datos en un espacio como este, luego les cae la ley encima. Así son las cosas con la comida callejera en Chile, donde lamentablemente la autoridad suele preferir prohibir -o sea aplicar el garrote- en vez de hacer el camino difícil de tratar de traer esta actividad hacia la legalidad.

Pero basta de latas. ¿Dónde se encuentran buenas sopaipillas? Unas bien parecidas a las que se pueden encontrar en algunos carros callejeros son las que ofrece La Picá de la Tía Carmen (Gamero 1860, local F, teléfono 954167143, Independencia), donde sus sopaipillas ($550 cada una) no son demasiado grandes pero tienen buen color gracias a la buena cuota de zapallo que contiene su masa, la que sale bien esponjosa de la fritura. Además, tienen el clásico orificio del fierro en que son clavadas para sostenerlas mientras escurre el exceso de aceite. Como para cruzar hacia el otro lado del río y pedir una docena.

Un poco más grandes y delgadas, pero también con buena cantidad de zapallo y una masa un poco más firme son las sopaipillas ($450 cada una) del Emporio Santa Beatriz (Santa Beatriz 300, teléfono 233155935, Providencia). Ideales para hacerse un sanguchito con dos sopaipillas y un poco de ají o mostaza. Ojo que desde las ocho y media de la mañana -de lunes a viernes- siempre tienen.

En otro punto de la ciudad y en un estilo algo más pequeño y -me atrevería a decir- con menos zapallo encontramos las sopaipillas ($2.590 la caja de cinco unidades) de la panadería Lo Saldes, muy pero muy suaves y sabrosas. Tanto así que casi se disfrutan mejor frías que recién fritas.

¿Y las sopaipillas pasadas? Bueno, a diferencia de las secas éstas obviamente no se encuentran a la venta en la calle (al menos nunca me ha tocado ver ese tipo de oferta). Además, como se ofrecen mucho de postre, desde hace ya varios años -una década por lo menos- es relativamente común encontrarlas en algunos restaurantes. Un buen ejemplo de esto es lo que sucede en la tradicional fuente de soda Las Lanzas (Humberto Trucco 25, teléfono 222255589, Ñuñoa), donde sus sopaipillas pasadas ($3.000 la porción de dos unidades), de un tamaño importante y -más que bañadas- vienen sumergidas en una salsa en base a chancaca y suavemente aromatizada con naranjas. Ojo que se pueden pedir durante todo el día. Según un amigo, al desayuno -con un café con leche al lado- son “simplemente insuperables”.

Otro lugar clásico que ofrece esta preparación -como postre- es Doña Tina (Camino los Refugios del Arrayán 15125, teléfono 223216546, Lo Barnechea), donde ofrecen un plato de sopaipillas pasadas ($4.000) que consta de tres unidades de tamaño no muy grande, bien gorditas, y bañadas en una salsa bien dulce pero algo ligera. Una grata combinación que se sugiere compartir con alguien más, considerando el  volumen de los almuerzos en ese lugar.

Para el final dejo un lugar que fue todo un hallazgo y una sorpresa: Donde Yoyos’s (Av. La Florida 8813, teléfono 973545215, La Florida), una cocinería que hace poco ganó un concurso de sopaipillas pasadas organizado por la marca de chancaca Deliciosa y que la verdad es que al probarlas se entiende por qué. Se trata de unas sopaipillas pasadas ($3.490 la porción de seis unidades), de tamaño mediano y con una fritura que las deja levemente crocantes por fuera pero bien blanditas en su interior. Y la salsa en base a chancaca de un sabor dulce e intenso, dicen, con un toque de coñac. Realmente buenas.

Y aunque obviamente cuando llueve es cuando más ganas de comer sopaipillas nos dan, también es bueno aprovechar que mientras sigan los días fríos la oferta de esta masa frita seguirá estando disponible para todos nosotros. No queda más que aprovechar y seguir buscando las mejores, porque la oferta de sopaipillas en Santiago y en Chile en general es amplia y generosa.  

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