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31 de Marzo de 2024

Rafael Gumucio: “El ideario del Frente Amplio es de Miss Chile pero con barba, ‘estar por la paz en el mundo’, ‘que todos los niños se den la mano'”

Fotos: Felipe Figueroa

El escritor —a semanas de lanzar una nueva novela— hace su lectura de La Moneda bajo el mando de Gabriel Boric, ya entrando en su tercer año de gobierno. No dispara únicamente al Frente Amplio y al PC, sino que incluye también al Socialismo Democrático dentro del vacío ideológico que describe en la izquierda. "(Hay una) falta de un ideario o de una energía política que se lleva arrastrando hace mucho tiempo", dice y coincide con la alerta hecha por Gonzalo Winter al sector hace algunas semanas. Mirando el escenario electoral de la presidencial para 2026, apuesta que la jefa de Interior, Carolina Tohá, querrá mantenerse en su cargo hasta el final, aunque sí la perfila como una posible presidenta del país. "No sé si (Carolina Tohá) está convencida o no de ser presidente. No creo que sea muy distinto a lo que es ahora. Aparte del sillón, es cambiar de oficina nomás (…). Está llamada a ser en algún momento presidente”, dice.

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A lo largo de esta conversación, el escritor y columnista Rafael Gumucio (54) compara las ideas del Frente Amplio con las buenas intenciones expresadas por las modelos en los concursos de belleza, o los zigzagueos discursivos del Presidente Gabriel Boric con las dietas alimenticias de moda.

Aunque aclara durante la conversación que no es el mejor citando ejemplos, lo hace con gracia. Hoy Gumucio publica en Ex-Ante perfiles sobre el personaje de la semana y participa en Radio Pauta del panel de análisis junto a las periodistas Constanza Santa María y Claudia Álamo.

Publicó su última novela (“El galán imperfecto”) en 2017 y en abril regresará a los estantes de las librerías con “Los parientes pobres”. “Es novela tipo José Donoso, pero cómica. Es una novela social chilena, de unos ancianos… una especie de comedia-incesto. Hay mucho incesto, parientes que se meten entre ellos”, adelanta. Para septiembre, alista una biografía del pintor Roberto Matta.

Pero además de la literatura, las preocupaciones de uno de los fundadores de The Clinic son otras, entre ellas, la nula producción intelectual y cultural del sector que hoy gobierna.

“Lo que a mí siempre me llamó la atención de esta ideología es que se plantea de manera contraproducente contra las ideas de los mayores, pero que son simplemente una repetición de todo lo que te enseñan en un jardín infantil más o menos normal sobre lo que hay que creer: la diversidad, las mujeres, no al racismo”, reflexiona.

—Entrando ya en el tercer año de gobierno, no se ha subsanado aún la disputa entre las dos “almas” de gobierno: el Socialismo Democrático por un lado y el Frente Amplio junto al PC. ¿Quién se ha impuesto más en el acto de gobernar?

—El alma que realmente gobierna es la del Socialismo Democrático. El alma moderada, pero con algunos visos, énfasis discursivos, métodos o vicios del Frente Amplio. Pero por culpa de las irracionalidades, o esa falta de hacer bien las cosas de los jóvenes y sus excesos discursivos, uno se olvida que el Socialismo Democrático también es un fracaso.

Lo que estamos viendo es el fracaso que vimos en Bachelet II, los mismos ministros, (una coalición) sin discurso. Alguien como Álvaro Elizalde ya era un fracaso antes (del gobierno de Gabriel Boric). Y evidentemente que uno lo prefiere a un Diego Ibáñez, por ejemplo, y tengo coincidencia total con el discurso del ministro Elizalde, pero me parece un político de nula capacidad.

—Imagino que alude al ministro de la Segpres por los tropiezos en la tramitación de reformas.

—Un fracaso. Pero voy más allá: mi generación, que es la de Elizalde, la de Tohá, se sintió provocada, maltratada y burlada por esta nueva generación, pero han tenido que recurrir a ella. Sin embargo, los defectos que mi generación tenía permanecen igual. El fracaso de Bachelet II sigue siendo el fracaso de Boric I. Es menor al que sería si Giorgio Jackson e Irina Karamanos estuvieran a cargo, pero no resuelve el conflicto central, que es la falta de un ideario o de una energía política que se lleva arrastrando hace mucho tiempo. Es algo que también existe en la derecha, no es distinto el panorama al otro lado de la cerca.

—Pero el Frente Amplio sí pareciera tener clara su agenda, pero con prioridades que fueron criticadas al inicio del gobierno.

—Defender la equidad social es defender al Viejo Pascuero. El ideario del Frente Amplio es un ideario de Miss Chile pero con barba, “estar por la paz en el mundo”, “que todos los niños se den la mano”. Son cosas así, no hay nada concreto. Pero ojo, que en el Socialismo Democrático también son así.

Hemos tenido la suerte como país que las ideas de Chantal Mouffe, de Carl Schmitt, la ideología de la grieta, o de la ruptura como idea política, de la política partisana que la izquierda ha adoptado en el mundo con Pablo Iglesias, por ejemplo, no se implementó. Y eso se lo debemos mucho al carácter de Gabriel Boric. Los países que entraron en eso como Argentina o España están en una vorágine donde la izquierda tiene una serie de discursos, más o menos vacíos, más o menos visibles, que la derecha responde con otros discursos más o menos vacíos y más o menos visibles. 

“El ideario del Frente Amplio es un ideario de Miss Chile pero con barba”, dice el escritor y columnista.

—¿Pero por qué parece que el discurso de la derecha sí hace mella en ciertos temas?

—Un ejemplo: lo que fue sucediendo en Argentina es que en temas relativos a DD.HH., o los derechos reproductivos, se transformaron en una exageración, en una bandera partidista, que se la dotó de un nivel de enojo, de provocación, de prioridad tan fuerte que cuando ahora llega la derecha, lo revierte totalmente y es lo que está viviendo Argentina ahora. Se ha transformado en un tema de polémica que va a hacer que se revierta un consenso que ya se había conseguido.

Esta pelea la tuve con Carmen Hertz mil veces. Yo encontraba que la vía chilena de resolver el problema de DD.HH. fue más inteligente que la argentina y que, a la larga, iba a ser más productiva. ¿Quién no quisiera ver a los militares de la Junta morir en la cárcel? Pero se transformó en una cosa partidaria y se rompió el consenso. En Chile hemos tenido suerte: tenemos a muchos militares presos, no todos por desgracia, pero fue silenciosamente, despacio, sin aspavientos. Eso es lo que nos salva como país.

“El peso cultural de la izquierda hoy es nulo”

—Esta administración ha tenido como telón de fondo los dos procesos constitucionales fallidos, ¿a qué período entra ahora?

—Gonzalo Winter hace bien en poner el tema en la discusión, la pregunta del “qué queremos hacer”. No está para nada claro. La constatación de que Chile es una sociedad enormemente desigual, pero que podría no serlo tanto y qué se hace frente a eso… aún no hay respuesta. La derecha siempre acusa a la izquierda de ser gramsciana. Y eso fue cierto hasta hace poco, pero hoy no es gramsciana. El peso cultural de la izquierda hoy es nulo. Hay un grupo de actores que sigue siendo de izquierda, otro grupo de escritores que también lo sigue siendo, pero no hay producción cultural, no hay una producción intelectual. 

Esa producción intelectual hoy la hace la derecha en Chile y en el mundo. El último intelectual de izquierda que fue pasto de debate fue Tomás Moulian en los 90 con un libro como los que había antes, que nadie entendió nada, pero que sin embargo todo el mundo discutió (…). Todos se quejan, y tienen razón de quejarse, de que el IES está en todas partes, pero hazme un IES de izquierda. En el IES tienen un tipo que lee libros, gente muy “cabezona”… también hay gente “cabezona” de izquierda, pero es un discurso que no permea. 

—¿Pero no es lo que se le critica al Frente Amplio, de quedarse en discusiones extremadamente ideológicas y academicistas?

—Pero ideológicamente es un vacío, no dice nada.

—Es un poco esta política de consignas la idea a la que apunta.

—Lo que a mí siempre me llamó la atención de esta ideología es que se plantea de manera contraproducente contra las ideas de los mayores, pero que son simplemente una repetición de todo lo que te enseñan en un jardín infantil más o menos normal sobre lo que hay que creer: la diversidad, las mujeres, no al racismo. Yo tuve a una de mis hijas en un jardín infantil muy cuico y otro de la esquina y enseñaban lo mismo: a pintar a la gente de distintos colores, tomados de la mano. 

Cuando tú dices ser un gobierno feminista, ecologista, ¿qué cosa de todo eso podría chocar con la ideología del 90% de los humanos? No digamos que Las Tesis hayan dicho algo que no esté en las tesis. Es un grupo que lee tesis, no hay nada más obediente, menos rebelde, más penca que no cuestionarse nada. Simplemente son lectores de tesis, que no tienen ninguna tesis y la que hay, la transforman en cheerleading

“Winter hace bien en poner el tema en la discusión, la pregunta del ‘qué queremos hacer’. No está para nada claro”, dice Gumucio.

—Es algo más bien performático.

—El cheerleadismo académico no produce producción intelectual. Y la producción que existe es cuestionablemente de izquierda. La constitución presentada por la Convención Constitucional era, estructuralmente, feminista, ecologista, plurinacional, pero todo estaba inspirado en la ideología tardofascista o nazista. Hay un feminismo de izquierda, uno de derecha y hay uno neonazi y escogían el neonazi. Hay una manera de izquierda de estar por los mapuches, otra de derecha y una manera etnicista neonazi. Ponían las tres, lo que hacía (ese texto) una cosa realmente kitsch

—¿Cuál debería ser entonces el debate político-cultural actual? Porque plantea que ya tenemos consensos mayoritarios respecto a varias creencias.

—Tengo varios amigos que han perdido su pega por culpa de la Inteligencia Artificial. Y está también toda tu generación que no tiene cómo comprarse una casa. Fingen demencia y fingen que tienen causas: los perros, los gatos…

—Se habla de esta generación más “woke”.

—Simplemente, están considerando que un sistema que se basa en el crecimiento continuo, que tiene como base el crecimiento de las posibilidades y las oportunidades y con innovación tecnológica permanente, les está dando menos y no más. ¿Por qué alguien va a ser vegano? ¿Porque ama a los animales? ¿Por qué va a comer algo que va a hacer que viva menos, algo que no es saludable? Por una serie de ideales, pero principalmente para qué vivir más años, si no hay posibilidades (…).

Debajo de esta costra de debate sin debate que lo están dando los mismos de siempre, hay un grupo socialmente pauperizado, que son nuevas víctimas de una revolución industrial como lo fue en la época de Marx el proletariado, pero que no tiene idioma ideológico aún. Y que no está ni ahí con adoptar el idioma marxista, o del proletariado de antes porque no se identifican. Pero son proletarios. Es muy difícil para los dueños de comunicación actual admitirse a sí mismos como víctimas de Google. Ellos son proletarios de Google, están siendo explotados por una plataforma que ocupa su producción. Pero les va a costar mucho ir a la CUT a asumirse como explotados.

Rafael Gumucio: “El mayor delirio de todos fueron los retiros. Era contrario a cualquier ideología de izquierda, sabían los costos y lo hicieron”

—El discurso oficialista no permea, pero el Presidente Boric ha sostenido -en medio de la crisis de seguridad- una base de respaldo de un 30%. Otros expresidentes han tenido caídas estrepitosas de popularidad frente a otras crisis. ¿Es la izquierda la que ha construido ese respaldo sólido, o obedece a características propias de Boric?

—Es la prueba de que Chile volvió a una cierta normalidad. Chile son tres tercios y volvieron. El tercio del medio es el que no está claro quién lo va a llevar, pero sí, Boric es el presidente del tercio de la izquierda y ese tercio de la izquierda hoy en día existe y se rearmó.

“La mayor culpa que tienen (la izquierda) fue siendo oposición fueron los retiros, las acusaciones constitucionales, el circo en que se transformó el Parlamento desde octubre de 2019”, afirma.

—La ministra Antonia Orellana señaló hace algunos días en entrevista con El País que el Frente Amplio es diverso, pero eso no se nota. ¿A qué lo atribuye?

—Como no es diverso generacionalmente, la diversidad social y económica en el Frente Amplio no es tan notorias. En cierto sentido, esta generación es hija de los años de la Concertación y son años que sí consiguieron mayor cohesión social, una clase media fuerte, por eso no se nota. Es una victoria que no se note. Igual se nota, pero nivelando para arriba. 

Recuerdo lo que se decía en la primera Convención Constitucional: “Esta huevá es diversa socialmente”. No lo era. Eran muchos hijos de obreros, de empleadas domésticas, de taxistas, pero eran hijos de. Ellos eran estudiantes, académicos y Chile es un país enormemente desigual porque hay un 1% arriba, un 5% al medio y otro 70% que es completamente igual. Es un país muy coherente. Por eso la tesis de que Chile es el país más desigual del mundo choca.

—¿Comparte las críticas al estilo de vocería de la ministra Camila Vallejo? Uno, más bien, cuidado, replegado en ocasiones y menos frontal que el de una Cecilia Pérez o el de Francisco Vidal.

—Camila Vallejo, a diferencia de Pancho Vidal o la Cecilia Pérez, es mucho para ser solo vocera. Es la figura política más importante del mundo de los comunistas. Y en cada vocería, ella calcula también eso. Vidal era funcional a un equipo y tener a Camila Vallejo en la vocería es tener a Maria Callas cantando los coros. Pero también creo que es la debilidad del discurso. A veces, el Presidente y el FA entienden que un estilo más confrontacional como el que tuvieron los Kirchner, o que a veces tiene (Pedro) Sánchez…

—O el mismo Manuel Adorni hoy en Argentina.

—Claro. Ellos cuando eran jóvenes deben haber pensado “esto falta aquí. Aquí en la Concertación son todos tan cobardes, ¿por qué no pelean?”. Ellos pensaban que eso le faltaba a la izquierda y cuando llegaron al poder descubrieron que eso no es así. Yo trabajaba en un programa que se llamaba “Gato por liebre” y era la copia del CQC argentino. Nosotros siempre decíamos “es una copia tan fome, tan chilena, tan de guitarra de madera”.

Y cuando llegó el CQC a Chile pensábamos que era mucho mejor nuestro programa porque era chileno. Tenía esa huevá chilena, más creativa, inventábamos cosas. Era más simpático, pero mucho más punzante. A lo que voy es que a veces pasa eso. Uno dice “qué bueno es Charly García, Fito Páez y qué fomes son los chilenos”. Después escuchas mejor y dices “Los Prisioneros son mejores”. Yo creo que descubrieron que este es el estilo de hacer política a la chilena.

—Siempre se nos cataloga de fomes, de grises. A esta altura, ya vendría a ser una virtud.

—Totalmente. Y si este gobierno va a ser recordado, será solo y simplemente por haber retornado a la normalidad. Es meritorio. Lo que sí choca es que el desorden también lo hicieron ellos. Yo no creo que (el estallido) lo hicieron ellos, pese a que es evidente que el 2011 y el 2006 tuvieron que ver con el 2019. Pero no creo que se les pueda culpar del estallido, de la protesta. Pero la gran responsabilidad y la mayor culpa que tienen fue siendo oposición fueron los retiros, las acusaciones constitucionales, el circo en que se transformó el Parlamento desde octubre de 2019, esa es la culpa que la izquierda chilena va a tener que pagar. Y ahí estuvieron todos, no solo el Frente Amplio.

“Hay una cosa en Boric de no querer ser rehén de nadie, de querer demostrar su independencia”, reflexiona.

—Y es lo que se le ha criticado a la ex Concertación, no haber defendido los 30 años.

—Todo eso fue un crimen. Una demostración de que no había ninguna idea, ninguna ideología y que vieron simplemente la oportunidad de sobrevivir. Ese es el gran pecado. Es una mancha que va a quedar indeleble y lo único que pueden alegar es que estábamos no sé, todos locos. Pero no todos estábamos locos. No se les puede atribuir el estallido, estaban tan sorprendidos y cagados como cualquier otro. Pero la Convención y todo eso, fue un delirio. El mayor delirio de todos fueron los retiros. Eso era contrario a cualquier ideología de izquierda, sabían los costos y lo hicieron.

“No sé si (Carolina Tohá) está convencida o no de ser presidente. No creo que sea muy distinto a lo que es ahora. Aparte del sillón, es cambiar de oficina nomás

—En el discurso opositor siempre se alude a esta idea de dos Boric. Uno más afín al Socialismo Democrático y otro que acude a una instancia empresarial e intenta armar una disputa entre los hermanos Luksic, el episodio “Narbona” y Craig. ¿Qué se manifiesta en esos traspiés?

—Evidentemente lo que no es inteligente es enfrentar a dos hermanos de distinta madre. No hay telenovela en que esto no haya salido mal. A veces, al Presidente le pasa que se acuerda de lo que quería hacer antes. Hay una cosa en Boric de no querer ser rehén de nadie, de querer demostrar su independencia. Entonces, cuando está demasiado cercano al Socialismo Democrático, da señales a su otro lado. Se equivoca enormemente en eso. 

Si tú sigues la dieta keto, no puedes seguir la dieta alta en calorías porque vas a quedar gordísimo. Lo que quiero decir es que la socialdemocracia, esa idea del mundo, es una receta. Esa es una dieta. Las mezclas de dieta no van. Eso que mi generación llama pluralismo, pluralidad, es una tontería. El admitir que mucha gente tiene la razón no es admitir que yo puedo sacar un poco de la razón del otro para tener la razón yo.

—¿Ve proyección de este gobierno para el próximo período? ¿En la ministra Carolina Tohá?

—La Carola es tan responsable que no va a hacer lo que tendría que hacer, que es salirse a tiempo (del ministerio) para intentarlo. Me temo que, al menos así siempre ha sido su comportamiento. 

“(Carolina Tohá) está llamada a ser en algún momento presidente”, plantea el escritor.

—Esa responsabilidad que describe puede significar tomarla, que se sienta llamada a tomar una candidatura aunque no tenga convencimiento pleno.

—No sé si está convencida o no de ser presidente. Pero no creo que sea muy distinto a lo que es ahora. Aparte del sillón, es cambiar de oficina nomás. Te diría que es hasta un descanso comparado a lo que tiene ahora. Ahora, ella está llamada a ser en algún momento presidente. El problema es de popularidad: no es carismática, no pega en los territorios, es completamente elitaria, pero a mí me gusta eso. Yo soy defensor de la elite. Los países tienen que tener élite, necesitan élite para ser dirigidos. Pero la élite tiene que ser buena.

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