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Nacional

19 de Julio de 2022

Lluvias, granizos, nieve en la playa y el desierto: ¿Se acabó la sequía con el último sistema frontal?

Agencia UNO

Conversamos con Mauricio Zambrano, hidrólogo de la Universidad de la Frontera, sobre qué efectos tuvo el reciente sistema frontal en la crisis hídrica que vive el país hace una década.

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Durante la semana pasada vivimos, en diversas partes del país, un sistema frontal que sorprendió con fuertes y largos períodos de lluvia, granizos, e incluso nevazones en lugares impensados, como Cobquecura y Chiloé.

Muchas personas vieron nevar por primera vez y y campesinos del Norte Chico celebraron eufóricos las precipitaciones, teniendo en cuenta que esa ha sido una de las zonas más afectadas por la sequía.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿esto pone fin a la sequía que vive nuestro país durante la última década? Conversamos con el hidrólogo de la Universidad de la Frontera, Mauricio Zambrano, quién contextualizó cómo estas precipitaciones afectaron las actuales condiciones de la crisis hídrica.

¿Ayudaron las precipitaciones al panorama de crisis hídrica?

El investigador argumenta que si bien aún no estamos en un lapso «normal» de precipitaciones acumuladas, el sistema frontal que ocurrió la semana pasada sí vino a irrumpir cómo se había dado en años anteriores.

«Por ejemplo, en Santiago la precipitación acumulada durante el mes de julio -aunque estamos recién a 19- fue mucho más alta que la del año pasado. En julio del año 2021 habían caído 78,1mm en la estación Quinta Normal, y este llevamos a la fecha un total de 125mm», explica.

Aunque el rango normal para la capital sería que el acumulado en julio alcanzara los 239 milímetros, señala que es una buena señal el aumento registrado. «Ser seco con respecto a un año normal no cuesta nada, pero ser seco con respecto a otro año seco, es difícil», y eso es lo que se venía observando de acuerdo a la cantidad de agua caída entre marzo y junio.

«Estamos como en un poquito más de la mitad, pero es mucho más de lo que teníamos el año pasado. Esto es super importante también, considerando que este es un año (con el fenómeno) de La Niña. Tradicionalmente, antes del 2000, con esto se anunciaba período seco, por lo tanto las espectativas de este año es que fuera un año seco y este sistema frontal permitió romper esa tendencia», añade Zambrano.

¿Se puede hablar de fin de la sequía?

El investigador indica que «no hay un criterio técnico de común acuerdo a nivel nacional que permita decir cuanta lluvia necesitamos para declarar por terminada una sequía».

Porque por ejemplo, con las precipitaciones registradas, actualmente Santiago quedó con un 27% de déficit, pero La Serena pasó a un 64% de superávit. Sin embargo, ahí se estaría tomando en cuenta solo las lluvias.

«Durante un período de sequía tan intenso como el que hemos tenido durante la última década, no solamente es falta de precipitaciones, sino que esa falta se traduce en que el suelo está más seco, la recarga hacia los acuíferos también disminuye y por lo tanto el nivel de los acuíferos baja», dice Zambrano.

Agrega además que «las sequías pueden ser metreológicas, que tiene que ver con la lluvia; hay hidrológicas, relacionadas con los embalses, acuíferos y agua que circula en los ríos; hay sequías agrícolas que tienen que ver con el agua que necesitan plantas y bosuqes; y sequías que se llaman sociambientales, cuando la falta de agua ya impacta en la población. Cada una se analiza de manera distinas».

«En estricto rigor, lo que sí podemos decir es que se salió bastante de los impactos negativos de la sequía que, sin este evento, se preveía que se iban a agravar bastante hasta finales de año. ero no podemos declarar por terminada la mega sequía», sostiene el académico.

¿Aportó el sistema frontal a zonas de racionamiento o falta de riego?

Para responder esta pregunta, Zambrano analizó el informe semanal de la dirección de aguas que se publicó ayer, 18 de julio.

Para la región Metropolitana por ejemplo, señala que el embalse el Yeso (cuyo uso es para agua potable) alcanzó un 69% de su capacidad «con una buena altura de nieve (…) Eso va a disminuir el riesgo de quedarse sin abastecimiento para el verano».

También destaca el caso del Lago Peñuelas -reserva de agua potable para a región de Valparaíso-, que previo las lluvias apenas tenía una hectárea de agua (correspondiente a 1.700 metros cúbicos. Sin embargo, ahora aumentó hasta 30 hectáreas, lo que corresponde al 1% de su volumen total.

De la misma forma, indica que los aunque la mayoría de los embalses de la región de Coquimbo que son para riego se mantienen bajo el 20% se su capacidad -a excepción del Puclaro que llegó a 24%- «se recuperaron bastante»

«Lo bueno es que efectivamente cayó bastante nieve y esa va a comenzar a entregar agua en períodos largos de tiempo, lo cual es súper útil para toda la actividad agrícola y ganadera de la región. Los beneficios no deparan ahora, sino que se van a ver -sobretodo en el Norte Chico- durante la primavera y el verano», concluye Zambrano.

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