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Opinión

19 de Octubre de 2022

Columna de Benjamín Galemiri: Mircea Cărtărescu, ese novelista rumano esencial

Pero cuando entraba en plan literario, su discurso era emocionante y revelador. En pleno trance biográfico contó como en su infancia ya estaba enamorado por el silabario rumano, por sus múltiples significados, y de ahí, un paso a ser un todo un profesional de la lectura. En Rumania, durante su infancia, dominaban los libros de la cortina socialista, incluidos los mega clásicos como "Crimen y Castigo". Pero lo que más le entusiasmaba era ese distinguido escritor de la pluma agrietada, el judío-checo de habla alemana Franz Kafka.

Benjamín Galemiri
Benjamín Galemiri
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Me preguntaba cómo era posible que en el décimo vodka a este talentoso escritor rumano, Mircea Cărtărescu, mantuviera la diginidad. El muy lúdico canalla tenía los ojos puestos en mi novia francesa Constance, a la que había llamado “mi Dulcinea”. Bueno, yo estaba bebiendo de mi propia medicina, puesto que este Rumano esencial, de escritura enrevesada, era un perfecto mujeriego, como lo era yo, sin duda. Así que no era apropiado molestarse con sus insistentes coqueteos hacia mi linda Constance. Éramos, si se puede decir, del mismo club.

Pero cuando entraba en plan literario, su discurso era emocionante y revelador. En pleno trance biográfico contó como en su infancia ya estaba enamorado por el silabario rumano, por sus múltiples significados, y de ahí, un paso a ser un todo un profesional de la lectura. En Rumania, durante su infancia, dominaban los libros de la cortina socialista, incluidos los mega clásicos como “Crimen y Castigo”. Pero lo que más le entusiasmaba era ese distinguido escritor de la pluma agrietada, el judío-checo de habla alemana Franz Kafka.

Pero este toro rumano era muy cachondo, y sacó a bailar en ese bar de tercera en Paris a mi novia francesa, y les prometo que no soy para nada celoso, pero ese baile era una invención de un sesentón ardoroso de viaje de anciana pradera y en busca de tierno pasto femenino. Yo veía que la manoseaba mucho, mi novia que era perfecta, lo esquivaba pero con una sonrisa pacifica, ella no estaba dispuesta a poner distancias con él, más bien a que estuviera bien aunque sea usando su excelente recelo.

Y Constance tenía razon, el Ministerio de Cultura francés, nos había encargado que en su estadía en Paris, Mircea Cărtărescu lo pasara bien, que se relajara (ya que era conocido como hiper tenso y hipertimido) y si era posible, evacuar la verdadera historia de su misteriosa vida y sus métodos de escritura.

Mircea Cărtărescu, ¿Por qué es un gigante de la escritura?

Dejando de lado su aspecto de viejo verde patético, este novelista rumano era de lo mejor que estaba sucediendo en el mundo de la escritura. Tenía todos los pergaminos que agradan al Nobel: es poeta (cuanto admiran los Jurados Nóbel a los poetas), es narrador, es ensayista, traductor, académico, es Doctorado en Literatura, el puto paquete completo que fascina al Nobel.

En mi columna anterior les hablé maravillas de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Que era obvio que este año no iba a ganar el Nobel ya que por su edad (45) (para la academia era demasiado joven) no le correspondía, pero en quince o veinte años se lo darán.

Mircea Carcarescu, que ya tiene sesenta y cinco o un poco mas, ya está justo como posible competidor, aunque es en todo caso un ganador sempiterno.

En “El Levante”, su novela-poesia, del período de los ochenta, ya estaba perfilándose como un neo-Homero de la literatura de Europa del Este, con sus frases largas y cadenciosas que se pueden leer desde la puesta del sol hasta la salida de la luna. Con su escritura de la ortodoxia, no es precisamente un gran renovador del arte de escribir, es más bien un maestro que cala profundo con los grandes clásicos de la literatura de todos los tiempos. Es una escritura que se representa a sí misma como en un espejo de la opacidad, un espectáculo de la prosa y de la poesía enrevesada. A algunos extasiará, a otros enfadará. No hay en este Rumano un acto de prosa narrativa, no hay una historia en sus novelas-poesías, hay más bien situaciones, donde el tiempo parece estar fijado. En su novela (si la podemos llamar asi) “Solenoide”, que es su obra de madurez, es un escritor que tiene mucho que ganar, donde las palabras parecen arrastradas como enormes tifones, salen a relucir frases de este calibre: “¿No será necesario enfadarme con usted?”, es como si tratara de impedir todo intento de vacuidad, y otra vez su pluma se reinicia desde el principio de la historia mundial de la literatura, como dirían mis queridos franceses, “un ecrivain qui aiment  les ecrivains” (“un escritor  que aman los escritores”).

No conocemos a nadie mejor que Mircea Cărtărescu en su estilo que brilla al atardecer, al amanecer, y ha sido capaz de concebir hermosas ofertas literarias. Por un lado es un derivado venido del caudaloso río de Borges, con su amplitud metafórica y calidad de su prosa incrustada en la tradición literaria, pero por otra, no lo es, ya que mientras Borges seducía  con sus narraciones infinitas y perfectamente elaboradas, Mircea Cărtărescu, se deja llevar por el vaivén de la olas de la ambigüedad escritural, y también muchas veces de la obediencia y amor a la tradición de la literatura de todos los tiempos.

Tiene el mérito sin duda de no tratar de entretener a nadie con sus obras sacrificiales, es tanto un príncipe de la neo-prosa poética, tanto un vagabundo de los tres actos conculcados y solo presentes en su corazón literario.

Un autor así, va también derecho al Premio Nobel, tiene todos los detalles de fabricación que tanto adoran los jurados de la Academdia del Nobel. Amor a la literatura y capacidad de replicarlo en novelas intensas, aunque a veces graciosamente vacías. Pero no importa, es actualmente el escritor más erudito de la literatura universal.

Y tiene a su favor un arma letal de primera importancia : es rumano, y no es sólo un rumano más, es considerado el mejor escritor rumano actual.

Y ya sabemos que de Rumania pueden emerger escritores gigantescos, como lo fue en su momento el inaudito dramaturgo Ionesco, aunque nunca jamás ganador del Nobel.

Al hotel

Cuando ya estaba muy borracho y cantaba un oratorio a mi novia francesa aullando “Mi dulcinea”, lo llevamos de vuelta al hotel y lo dejamos en sus habitación.

Le pregunté a Constance si este hombre la había molestado, y me dijo “Mais Benjamin touts les ecrivains son comme cela”, (pero todo los escritores son así Benjamin), “Non Benjamin, Mircea est un Gentlmen”(No, Benjamin, Mircea es un caballero) y agregó, “Ca me donne de la tendresse” (Me produce ternura), “Meme s il est une legende de la literatura, il est si seul” (Aunque sea una leyenda de la literatura, está tan solo”).

A la mañana siguiente debía dar su Conferencia Magistral en la Sorbonne, quizá una de las universidades más importantes del mundo, y luego recibiría el Doctor Honoris Causa de dicha Universidad. Pergaminos que fascinan al Nobel.

Después de su Master Class y de la ceremonia de entrega del Doctor Honoris Causa, Mircea nos pidió llevarlo a un bar sencillo (como lo son en su bella natal Rumania) y nos confesó que su mujer se había enterado que la estaba engañando con una alumna.

Se puso a llorar, mi novia francesa lo abrazó maternalmente, ese mujeriego que lo es solo en estado ebrio, me produjo una compasión profesional. Le alcanzó a susurrar “Mi Dulcinea, Mi Dulcinea” a mi novia, que es más buena que el pan de trigo dorado.

En el avión rumbo a su amada Rumania

Cuando lo subimos en el avión de regreso a Rumania, un rato después tenía en mi celular un mensaje de Mircea, que ya iba camino a su país. “Benjamin,¿no te molesta que en mi próximo libro me base en Constance?”.

Nunca le repondí nada a Mircea. ¿Que podía decir?

 Al final de todo, me caía bien este escritor tránsfurgo.

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