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Entrevistas

3 de Diciembre de 2023

José Miguel Insulza: “No era tan terrible la Constitución después de todo. Me siento cómodo diciendo que nos quedemos con la que tenemos”

José Miguel Insulza

Admite haber sido uno de los concertacionistas más reacios al cambio constitucional. Incluso cuando la expresidenta Michelle Bachelet impulsó su primer intento. Y es que el senador José Miguel Insulza (PS), durante su período como ministro del Interior impulsó las reformas de 2005 al texto que aún rige. Por eso, dice, no tiene problemas en defender su opción 'En contra', sin eufemismos de campaña y sin los complejos que advierte en sus pares de la izquierda. En conversación con The Clinic, también aborda la situación del ministro Montes (Vivienda) tras los nuevos antecedentes conocidos del Caso Democracia Viva. "Carlos es una persona convencida de la necesidad de forjar una alianza política (...) que incluyera a todo el mundo del Frente Amplio. Él se apoyó mucho en gente joven que provenía de allí (...). Desgraciadamente, esa gente incurrió en ilícitos", sentencia.

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Hace un mes, cuenta el senador socialista José Miguel Insulza (80), se reunió con una familia de amigos.

“La esposa y las dos hijas decían que iban a votar ‘En contra’, que esto (proyecto del Consejo) era un mamarracho. Y mi amigo, un hombre de izquierda, decía ‘yo no puedo votar a favor de la Constitución de Pinochet’. Seguía con lo de la Constitución de Pinochet hasta el final. La verdad es que para mí eso es doloroso, porque yo mismo, con Jorge Correa Sutil, con Jorge Burgos, trabajamos varios años en la Constitución vigente”, cuenta.

El parlamentario se asume como uno de los concertacionistas menos convencidos del proceso constituyente, partiendo por el primer intento impulsado por la presidenta Michelle Bachelet durante su segundo mandato. Por eso mismo, el senador dice que a diferencia de sus pares en la centroizquierda, o en el Frente Amplio y el Partido Comunista (PC), no tiene complejos en defender su opción sin eufemismos de campaña. “Yo nunca he hablado de la Constitución de Pinochet”, defiende.

Amigo y compañero de militancia del ministro Carlos Montes (Vivienda), aborda lo ocurrido tras la reactivación del Caso Democracia Viva, que ha puesto al secretario de Estado -y a otras figuras del gobierno, como el jefe de asesores, Miguel Crispi- una vez más en el foco de críticas.

Una de las demandas históricas de la centroizquierda y la nueva izquierda era el cambio constitucional. ¿Cómo ese mismo sector hoy le plantea a los votantes mantener el texto vigente?

—Voy a ser bien franco. La argumentación que se da ahora es la que siempre he tenido. Debo haber sido el último concertacionista en aceptar el llamado a asamblea constituyente que se hizo en tiempos de (Michelle) Bachelet, porque se había hecho una reforma importante de la Constitución en los tiempos de Lagos.

Cuando era parte del gobierno del presidente Lagos. Está su firma ahí…

—Estuve viajando al Congreso varios años para la reforma a la Constitución. Incluso, era partidario de plebiscitar esa Constitución (con las modificaciones de 2005). Por ende, no soy el mejor contestador a su pregunta. Era la excepción. ¿Por qué tanta ansiedad por cambiarla, en circunstancias de que la Constitución nos permitió gobernar durante 25 años, con una continuidad impresionante en el país, que cambió el rumbo de Chile? No era tan terrible la Constitución después de todo, y me siento cómodo diciendo que nos quedemos con la que tenemos.

José Miguel Insulza

—¿Fue un error haber dado la salida a la crisis política de 2019 mediante el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución?

—No. La situación en el país fue tan compleja que, en realidad, era imposible no buscar una salida. Y si la salida era la Constitución, está bien. Pero como bien dice usted, fue una salida, no fue un proceso de convencimiento de la gente, sino que nos pusimos de acuerdo todos rápidamente de que saliéramos por la vía institucional. Este es un país muy institucional, a pesar de todo. A pesar de que todo el mundo rechazaba a los políticos en ese momento, más que ahora incluso, dos tercios dijeron que estaban de acuerdo con la salida.

Y ese mandato, ¿no sigue vigente, como han planteado algunos? ¿Qué garantía hay de que tras el 17-D no se inicie un nuevo proceso?

—Eso no va a pasar. La derrota ha sido muy fuerte. No olvidemos que esto partió contra la Constitución de los cuatro generales, que para mí no era. Yo, sinceramente, nunca he hablado de la Constitución de Pinochet. Hace un mes, visité a una familia de amigos míos, gente de izquierda. La esposa y las dos hijas decían que iban a votar ‘En contra’, que esto (proyecto del Consejo) era un mamarracho. Y mi amigo, un hombre de izquierda, decía ‘yo no puedo votar a favor de la Constitución de Pinochet’. Seguía con la Constitución de Pinochet hasta el final. La verdad es que para mí eso, por un lado, era doloroso porque yo mismo, con Jorge Correa Sutil, con Jorge Burgos, trabajamos varios años en la Constitución. La batalla (del sector) se dio contra la Constitución de Pinochet. Eso es lo que hace más difícil el asunto ahora.

“La Constitución es ilegítima en su origen, pero fue modificada en 1989 y a lo largo de varios años”

Ese “mote” ahora pone en un dilema histórico al sector.

—Creo que fue un error. Se debió haber reconocido que había una Constitución ya reformada, y que era una Constitución si usted quiere de “transición” o “intermedia”.

Ilegítima en el origen, pero con un desarrollo político posterior.

—Claro. Fue ilegítima en su origen, pero fue modificada en 1989 y a lo largo de varios años, más fuertemente el 2005.

Si no es la Constitución de Pinochet, ¿cuál es el calificativo?

—Es una Constitución de la derecha conservadora. ¿Que ha aprendido una serie de cosas durante este período? Sí. Pero la verdad es que el texto vigente no es la Constitución del Estado social y democrático de derecho, desde luego. Don Enrique Silva Cimma, cuando estábamos haciendo los cambios en 2005, siempre mencionaba el Estado social y democrático de derecho sin que nadie lo escuchara, pero la idea era totalmente distinta. Esta Constitución sigue teniendo por objetivo legitimar el derecho de los privados a proveer servicios y no el derecho de los ciudadanos a tener esos servicios. En eso, es claramente una Constitución conservadora. Es la Constitución del período del Estado subsidiario.

En el mundo económico, varios se han posicionado desde el ‘A favor’, pero sin dejar de reconocer que si gana el ‘En contra’, tampoco habrá incertidumbre. ¿Cree que lo mismo?

—No da igual. Prefiero que gane el ‘En contra.’ Desde el punto de vista económico, no creo que haya muchos cambios. Pero ciertamente esta propuesta de Constitución tiene un montón de problemas, saltándome incluso lo relativo al aborto, en el trío de cosas que tiene que tener una Constitución -principios generales, sistema político y derechos- el gran problema es el de los derechos sociales.

—¿De qué magnitud es la derrota para la generación posdictadura que hoy gobierna no haber podido elaborar un nuevo texto exitoso?

—Es total. Es un fracaso total de la clase política chilena. Lo curioso es que los que decían que no, hoy defienden y podrían ganar con una nueva Constitución. Y los que decían que (la Carta Magna) era de Pinochet, de los cuatro generales, hoy están defendiendo eso. Ese es un fracaso.

—Antes de iniciar este gobierno, y con la Convención Constitucional aún en curso, el exministro Giorgio Jackson planteó una nueva Constitución como una condición sine qua non para las reformas. Ese escenario finalmente no se dio.

—Estuve en la primera reunión de Giorgio Jackson, en ese entonces futuro Secretario General de la Presidencia, con las bancadas de la izquierda y centro del Congreso. Nos dijo que el gobierno se divida en dos partes: antes y después del plebiscito (…). Yo valoro mucho más que otros de mis pares la capacidad de adaptación a las nuevas realidades que han tenido los dirigentes del Frente Amplio, que hemos tenido en general como sector.

José Miguel Insulza y continuidad de Carlos Montes: “Si él cree que tiene la fuerza y la capacidad para continuar, lo respaldo”

Usted es un dirigente contemporáneo en el socialismo al ministro Carlos Montes. Desde que estalló el caso Democracia Viva, los ojos están puestos en Vivienda. Se plantea que hay una responsabilidad de mando, de haber estado al tanto de los procesos. ¿En qué pie queda el secretario de Estado? Algunos plantean su salida.

—A él lo ha perjudicado, desde luego. Carlos es una persona muy convencida de la necesidad de forjar una alianza política de la izquierda al centro que incluyera a todo el mundo del Frente Amplio. Por lo tanto, él se apoyó mucho en gente joven que provenía de esas fuerzas políticas, porque era lo que él creía que era necesario hacer. Desgraciadamente, esa gente incurrió en los ilícitos que incurrió. Sería un error involucrar a Carlos Montes como partícipe de lo de Democracia Viva o algo por el estilo, y una burla respecto a una persona que ha querido siempre forjar unidad.

Ya se han “pagado” responsabilidades de mando, como la salida de la subsecretaria RD, Tatiana Rojas, pero tras la declaración del exseremi de Vivienda de Antofagasta, Carlos Contreras, se reactiva esa tensión.

—La reactivación del caso, hasta aquí, es algo que dijo ese exseremi. Vamos a esperar qué es lo que va pasando en estos días, pero hasta ahora es lo que dice una persona que era parte central de este asunto. Todos sabemos que cuando se trata de hacer juicios, los culpables buscan refugiarse detrás de otros.

—En lo personal, no le recomendaría al ministro Montes que de un paso al costado. Pepe Auth hace algunas semanas le planteó no “prolongar su agonía”.

—No. Si él cree que tiene la fuerza y la capacidad para continuar, yo lo respaldo. 

¿No ve responsabilidades en el jefe de asesores, Miguel Crispi (RD) en el reporte que hace a presidencia del “rumor” en torno al caso?

—Si fuera cierto que él tuvo la información, por cierto que sí. Pero no hay nada, salvo lo que dijo esta exautoridad.

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